El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte merced a la competencia misma de los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y la creciente división del trabajo estipulan la formación de unidades de producción mayores a expensas de las pequeñas. De este desarrollo resulta una oligarquía de capitales privados cuyo […]
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte merced a la competencia misma de los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y la creciente división del trabajo estipulan la formación de unidades de producción mayores a expensas de las pequeñas. De este desarrollo resulta una oligarquía de capitales privados cuyo inmenso poder no puede ser eficazmente controlado ni siquiera mediante una sociedad democráticamente organizada. Esto es válido desde que los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por partidos políticos ampliamente financiados o bien influidos éstos, a su vez, por capitalistas privados, quienes en aras de sus objetivos particulares separan el electorado del cuerpo legislativo. De aquí que, en realidad, los representantes del pueblo no protejan suficientemente los intereses de los sectores no privilegiados de la población. Bajo estas condiciones es inevitable que los capitalistas privados incluso controlen, en forma directa o indirecta, las principales fuentes de información (prensa, radio,. educación).
Albert Einstein (1949)
Cualquier intento de entender la democracia sin tener en cuenta su relación con el capitalismo es dudoso. A pesar de que habitualmente se equipare el capitalismo -o el eufemismo de los mercados libres- con la democracia, una y otra cosa siguen siendo proyectos distintos, con tensiones muy fuertes entre sí que pueden desencadenar un conflicto directo.
Robert W. McChesney (2013)
Brevemente porque no hay nada nuevo. La misma cosmovisión de siempre, la misma pulsión poliética a la que nos tienen acostumbrados desde hace décadas, la absoluta entrega (con alguna apariencia crítica-distributiva) a los grandes poderes económicos. Y eso sí, empiezan a camelar, intentan hacerlo cuanto menos, a ciudadanos y ciudadanas de buena fe.
Tras la gran banderola del domingo (¡la mía es más grande y fuerte que la CDC, ERC y la CUP!), el programa económico. Lo esperado: nada especial bajo el impuro sol del social-liberalismo. Empresa, empresa y más empresa con alguna nota social, a pie de página, en el tomo XII.
Su nueva-vieja esperanza blanca: Jordi Sevilla, esta vez, el responsable del equipo económico de Pedro Sánchez. Como Solbes o Salgado, pero 20 años más joven. Fue ministro de Administraciones Públicas con José Luis R. Zapatero. La continuidad es marca de la casa en el segundo gran partido del Régimen borbónico-felipista. ¿Se acuerdan de algún gesto transformador sustantivo en su etapa de ministro?
Algunos de los grandes y «rupturistas» mensajes de don Jordi Sevilla:
1. El miedo lo debe tener Rajoy; no las empresas ni los inversores nacionales ni extranjeros. El PSOE no les va a dar miedo. A sus pies.
2. Un gobierno socialista no puede permitir que a la gente que lo necesita se le dé la espalda. ¡Lo dice en serio, va en serio!
3. Las empresas son las que crean empleo, con esa terminología, con esa forma falaz de decir. ¡Crear empleo!
4. El debate sobre el gasto público debe girar en torno a la eficiencia, no tanto si gastamos mucho. ¿Les suena, huelen de qué va la cantinela de la eficacia?
5. No tendremos necesidad de derogar la contrarreforma laboral del gobierno PP. Lo están haciendo los tribunales. Luego entonces…
En síntesis, si queremos apalancar de nuevo el Régimen de siempre durante unos años más podemos apoyar a uno de los partidos de siempre, el de las reconversiones salvajes, el del euro, el otánico, el de la Europa del capital, el de los GAL, el del cambio constitucional con nocturnidad y alevosía, el que volverá a cazar ratones sea cual sea el procedimiento, el de la corrupción, el de Susana Díez te arrojo a la cuneta, el que pacta con Ciudadanos, etc. El partido de don Felipe ex Gas Natural y de sectores del Ibex 35, el de siempre.
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