¿Cómo es posible que una cadena de tiendas disminuya sus ventas y aumente en trabajadores, o que un estudio en siete UBPC cañeras arroje que solo el 35% de sus miembros están vinculados directamente al cultivo, o que en solo una cuadra de una de nuestras ciudades haya 17 custodios y, a pesar de ello, […]
¿Cómo es posible que una cadena de tiendas disminuya sus ventas y aumente en trabajadores, o que un estudio en siete UBPC cañeras arroje que solo el 35% de sus miembros están vinculados directamente al cultivo, o que en solo una cuadra de una de nuestras ciudades haya 17 custodios y, a pesar de ello, les roben?
¿Cuál es la explicación para que una dulcería obligada a reducir su producción racionalice obreros y mantenga en su puesto a todos los jefes; o para que solo el 9% de todos los técnicos y profesionales del sector tabacalero estuvieran laborando en la base productiva; o para que los sistemas de pago por resultados premien con el 5% de estímulo la simple consecución del plan y que los más pícaros trasladen los reportes de las ventas de un mes hacia el siguiente, para garantizar con esa «ingeniería financiera» llegar hasta el 30% por encima del salario mediante un falso sobrecumplimiento?
De todo esto y mucho más hablaron numerosos dirigentes sindicales de todos los niveles de la organización durante el pleno del Consejo Nacional de la CTC que tuvo lugar este sábado.
Para quienes estamos acostumbrados a estas reuniones, el cambio en el estilo fue evidente: hubo en su mayoría intervenciones concretas, incluso algunas por escrito, los problemas con nombre y apellidos, los análisis con datos estadísticos y comparaciones precisas.
La discusión partió del resultado conocido de que durante el pasado 2009, la economía del país, con un extraordinario esfuerzo, creció 1,4%, sin embargo la productividad del trabajo decreció 1,1 por ciento. Desentrañar las causas, y más que eso, actuar en consecuencia para erradicarlas, fue el tono predominante en el análisis, que identificó dificultades de distinta índole: plantillas infladas y subempleo, insuficiente organización del trabajo, sistemas de pago mal concebidos o aplicados, deficiencias en el aseguramiento a los puestos y en la atención a los trabajadores, entre otros fenómenos.
Está claro que a raíz de los ajustes realizados al plan y al presupuesto del 2010, cuando una apreciable cifra de entidades laborales y colectivos no podrán utilizar todo el potencial productivo, tecnológico, y de recursos humanos de que disponen, resultará necesario hacer evaluaciones puntuales que determinarán el reordenamiento para la mejor utilización de la fuerza de trabajo, de tal forma que no afecte la eficiencia y la calidad de los servicios.
Los datos que expuso Margarita González, ministra de Trabajo y Seguridad Social, son muy ilustrativos: si en el 2005 el 48% de la fuerza laboral estaba empleada en el sector presupuestado y el 52% en el sistema empresarial, el año pasado esa proporción ya estaba invertida: el 52% de los trabajadores en actividades no productivas y el 48% restante en las empresas.
Súmenle a ello que más del 20% de los empleados de este último sector son administrativos o de apoyo, y todos tendremos más clara la magnitud y complejidad de la corrección a realizar.
Por supuesto que Cuba no aplicará despidos masivos al estilo de los ajustes neoliberales. Habrá que trabajar entre todos para hacer propuestas, de acuerdo con las condiciones específicas de cada lugar, y según las realidades económicas de los diferentes territorios y colectivos, con estrategias que tiendan a preservar en lo posible la fuerza de trabajo más especializada.
No habrá desamparo, pero tampoco podrá existir el paternalismo de otros momentos, porque la economía no lo resistiría.
Hay que convencer y demostrarle al trabajador a reubicar que debe y puede ser más productivo y satisfacer mejor sus necesidades materiales y las del país, desde su nueva posición.
Ello implica la necesidad de que sigamos avanzando a un mayor ritmo en la revitalización del principio socialista de distribución.
Como expresó Salvador Valdés, secretario general de la CTC, «si importante es abarcar a todos aquellos trabajadores a quienes se les pueda retribuir el salario con arreglo a su trabajo, lo es más aún que los sistemas aplicados se diseñen bien, se perfeccionen y contribuyan a desentrañar las enormes reservas productivas en los colectivos, ya que estos adolecen de disímiles defectos».
El General de Ejército Raúl Castro, en su discurso a finales del año en la Asamblea Nacional, nos anunciaba que «precisamente el tema del empleo constituirá una de las prioridades del 2010, considerando el bajo nivel de productividad existente», y el movimiento sindical ya lo está asumiendo con la manga al codo.
Francisco Rodríguez Cruz es licenciado en periodismo en la Universidad de La Habana en 1993. Actualmente escribe también sobre ciencia y técnica, así como de otros aspectos de la vida política, social y sindical.
Este texto salió publicado en el diario Trabajadores: www.trabajadores.cu, 25 enero 2010
Fuente: http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/columnistas/francisco-rodriguez-cruz/con-la-manga-al-codo