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¿Conferencia Programática o deriva final del Partido Socialista de Chile?

Fuentes: Rebelión

Alrededor de 600 delegados del Partido Socialista de Chile (PS) se reunieron en Santiago hace algunas semanas en una «Conferencia Programática Nacional» para -según sus organizadores- dotarse de algunos parámetros y definiciones políticas que lo ayuden a orientarse en la «crisis de identidad socialista» que ha vivido desde la transición que operó junto con su […]

Alrededor de 600 delegados del Partido Socialista de Chile (PS) se reunieron en Santiago hace algunas semanas en una «Conferencia Programática Nacional» para -según sus organizadores- dotarse de algunos parámetros y definiciones políticas que lo ayuden a orientarse en la «crisis de identidad socialista» que ha vivido desde la transición que operó junto con su primo hermano el PPD y con la dirigencia DC. Fue poco tiempo después de la derrota del 73, y a partir del 1990 con nitidez, que los dirigentes de las corrientes del PS adoptaron políticas y prácticas que lo alejarían del ideario socialista y lo conducirían a la sumisión total al neoliberalismo.

Su responsabilidad en la concentración del poder político y económico actualmente en manos de la oligarquía le recae sin dudas al partido de Bachelet, Manuel Antonio Garretón (uno de sus intelectuales orgánicos más connotados), Alvaro Elizalde y Óscar Guillermo Garretón (empresario y apologista del golpe militar) para nombrar sólo a algunos. No sólo aquello sino que también su inmersión en el ambiente de la corrupción y su espaldarazo al sistema financiero neoliberal vía su participación con los fondos del partido a la lógica del capital para vivir de las rentas.

Más aún, desde los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, algunos de sus conspicuos militantes como Mahmud Aleuy fueron fervientes defensores del orden burgués, de su legalidad y de la Razón de Estado (no olvidemos las tratativas del subsecretario del Interior para orquestar con el gobierno argentino de Macri la represión desde el Estado contra el pueblo mapuche). Lo peor. Al extremo de que ninguno de sus militantes criticó la postura de un militante como Aleuy que disparaba desde el campo enemigo a los movimientos sociales. Tales prácticas alejaron el PS de las luchas de los movimientos sociales al mismo tiempo que profundizaron su crisis ideológica y de perspectiva.

El PS chileno rompió tanto con el proyecto socialista que se apoyaba en la clase trabajadora para ejercer el poder, como con el socialdemócrata que buscaba realizar cambios al capitalismo desde las instituciones de la democracia liberal con el fin de crear un Estado que garantizara derechos sociales bajo la figura de un Estado social o benefactor. El PS adoptó en la práctica lo que se llamó las «Terceras Vías», y su militancia e intelectuales perdieron todo sentido crítico y se sometieron a la hegemonía de la ideología neoliberal al impulsar ellos mismos las privatizaciones por ejemplo (¿no es Máximo Pacheco uno de sus figuras actuales un defensor del mercado de la energía?).

En el plano de la ideología y del programa político el PS le entregó a sectores como el PPD y la DC la representación de una clase media que en realidad es asalariada y carente de beneficios sociales. El PS compró sin más la tesis de Ricardo Lagos de que el ingreso de la clase media y su nivel de consumo la hace una defensora del neoliberalismo. Obviando por supuesto sus niveles de endeudamiento y de futuro sin pensiones dignas y su disposición por la igualdad de género y social, por lo tanto por una política socialdemócrata auténtica. Realidad sociológica que el PS nunca ha entendido.

Y el también partido de Fernando Atria dejó que el gobierno de Bachelet, tal como lo hizo con las otras demandas sociales, desvirtuara de raíz la demanda de Asamblea Constituyente al vaciarla de contenido con un proceso constituyente formal y manipulado.

Es la aparición del Frente amplio, y la amenaza electoral objetiva desde la izquierda que éste representa, el que ha obligado al PS a darse un remedo de espacio de debate donde el recuerdo y homenaje de los militantes caídos que allí pretende hacerse aparecen como una maniobra para apropiarse de un pasado de lucha que la práctica actual de un aparato sin conexión con las luchas actuales, y que le suministra cuadros al aparato del Estado en tareas represivas, contradice.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.