Recomiendo:
0

Confluencia, unidad popular y desobediencia civil

Fuentes: Rebelión

En ninguna de las apariciones estelares de Iñigo Errejón , Pablo Iglesias o Monedero he escuchado menciones a la importancia del sindicalismo de base, algo que suele ser un lugar común, no sólo entre las bases, sino entre buena parte de los cargos electos mismos de Izquierda Unida. Ni siquiera en las tertulias de Fort […]

En ninguna de las apariciones estelares de Iñigo Errejón , Pablo Iglesias o Monedero he escuchado menciones a la importancia del sindicalismo de base, algo que suele ser un lugar común, no sólo entre las bases, sino entre buena parte de los cargos electos mismos de Izquierda Unida. Ni siquiera en las tertulias de Fort Apache se han podido observar debates substantivos sobre la crisis crónica de confianza en el sindicalismo o sobre la verdadera naturaleza y estructura de las relaciones laborales contemporáneas.

Este hecho, para mí, ya es un indicador cultural de qué es lo que está y qué no está en el horizonte de expectativas. De qué es lo que interesa y qué no interesa entender en profundidad. Valoro, sin duda, las tertulias de Fort Apache, pero disiento, rotundamente, de la estrategia política del comité de sabios de Podemos, como, además, disiento de las afirmaciones de un philosoper como Santiago Alba Rico en lo referente a la no intervención del imperialismo usamericano en los últimos diez años, al menos – sic – en Oriente medio, así como al supuesto oportunismo – sic – de Alberto Garzón, en concreto, y de Izquierda Unida, en general. No quiero profundizar más en mi rotundo distanciamiento, puesto que no creo que merezca la pena gastar ni un nanogramo de energía en justificarlo : no lleva a ningún lado el tratar de refutar las racionalizaciones intelectuales de un sabio que se cree cuerdo sin darse cuenta de la locura que comete, no sé si con su auto-censura, no sé si, sencillamente, con su irreflexivo pragmatismo, no sé sí por miedo, no sé si por las tres cosas al mismo tiempo, o no sé si, hablando claro, por deseo implícito de hacerle una buena fellatio al poder, sin más.

Recientemente, en una entrevista que Pablo Iglesias realizó a Gregorio Morán, presentando su libro «El cura y los mandarines : historia no oficial del bosque de los letrados», no dejó de sorprenderme la desvalorización que ambos verbalizaron sobre la vida y obra de Manuel Sacristán; el primero sorprendiéndome con interpretaciones tales como que cuando se es un intelectual uno puede distanciarse analíticamente sin tener que mojarse en política activa, y claro, así se puede entender que el pobrecito de Sacristán pudiese ser tan radical sin meterse dentro de la mismísima piara de los cerdos; el segundo, Gregorio Morán, sorprendiéndome con interpretaciones tales como que Monsieur Sacristán era bastante mitómano. Nada nuevo; a la memoria le pasa lo mismo que a las tendencias de mercado : durante un tiempo, conviene restarle valor a algunos productos intelectuales ni más ni menos que porque conviene dárselo a las novedades que buscan su espacio discursivo en el turbulento mundo de la comunicación política. Juzguen ustedes, así pues, a día de hoy, qué de nuevo tienen los infantiles exabruptos verbales de Pablo hacia Izquierda Unida, cuya intensidad quintuplica cualquier exabrupto que haya podido dirigir a la derecha nacional-católica de ayer, de hoy y de mañana. ¿Inexperiencia?. ¿Soberbia?, ¿auto-mutilación?, ¿fobia anticomunista?. Quien sabe. Quizás todas al mismo tiempo.

Quien quiera conocer, pero conocer bien, la vida y obra de Sacristán, tiene libros y documentales de sobra para poder hacerlo, no hace falta enganchar las neuronas a la red escuchando lo que dos personas opinan sobre ella. Los auto-engaños de Pablo no me sorprenden : los necesita; es de extrema urgencia consolidarlo como nueva alternativa sensata al bipartidismo dinástico. Mientras tanto, tenemos material de hemeroteca suficiente para convencer, a medio-largo plazo, de que la mona, aunque se vista con coleta, mona se queda. Lo que es verdaderamente cómico es que es él, el mismo Pablo que escenifica su rol de intelectual a la par que su compromiso con Podemos, el que no parece darse cuenta de que, efectivamente, ambos roles, el de intelectual y político, son muy difíciles de compaginar sin que se desmerezcan recíprocamente en un mismo sujeto : En primer lugar, Sacristán no era un intelectual sin partido, sino un sujeto pensante con una imaginación y capacidad de anticipación más que probada que no resultaba cómodo en ningún partido clásico. En segundo lugar, Sacristán siempre tuvo vocación política, si por política entendemos, claro está, algo más que generar opinión pública en red para poner en valor la propia marca política que uno se ha sacado de la manga para llenar el vacío de una sociedad civil desideologizada que ha interiorizado todo el acrítico sentido común con el que le peinan el corazón y el cerebro día tras día.

Como intelectual, Pablo, todo hay que decirlo, no le llega a la punta de los zapatos a Manuel. Sobra decirlo. Como político, aún menos. Sobra, también, decirlo. Él mismo está experimentando ahora mismo la esquizofrénica imposibilidad de escenificar una suerte de radicalismo intelectual en petit comité y entre sabios que saben de qué va esto de la política de cámara alta, junto con una suerte de pragmatismo social-liberal que no va más allá de declaraciones puramente ideológicas de principios, pero que no tiene base social organizada y disciplinada con la que cementarla. Y no la tiene, hablando en plata, porque este país no es Alemania ni estamos en el siglo 19, cuando la socialdemocracia podía presumir de ser hegemónica como partido político, cuando contaba con una nutrida red de funcionarios públicos afines en todo el estado, y cuando se desarrollaba en el seno de un país industrializado con una cultura cotidiana, también, hegemónicamente socialdemócrata.

Un poco de humildad, como punto de partida, y dos gramitos menos de soberbia, así pues, no vendrían mal. Somos un país que tiene todo por hacer y aprender y que aún no se ha atrevido a salir del huevo integralmente, tanto en lo cultural como en lo político.

Con el paso del tiempo he ido convenciéndome de que la marca Podemos tiene sentido como marca pero no podrá tenerlo como proyecto de emancipación si quien sigue marcando el horizonte es su reducido comité de sabios; el mismo juicio haría extensible a Izquierda Unida y al Partido Comunista de España si no me constase que el grado de madurez intelectual, tensión ética y capacidad de compromiso de sus bases es mucho mayor. Por esto, precisamente por eso, nunca será caldo de sobreexposición mediática : no conviene enseñar en el ojo público lo que pudiese causar precedente y efecto imitación.

¿A quien se le ocurre declararse como única alternativa al bipartidismo dinástico cuando siquiera ha adquirido suficiente experiencia y consentimiento civil para hacerse con las riendas del poder ejecutivo?. No quisiera ser cruel, pero el delirio de grandeza nunca ha sido tan grande en relación con las pocas condiciones – objetivas y subjetivas – para hacer apresurados brindis al sol con la supuestamente inminente ruptura, de hecho y de derecho, con el sistema político-electoral emanado de la transición.

En una reciente asamblea comarcal en la ciudad de Lugo expuse mi predisposición a trabajar con los círculos críticos de Podemos. Predisposición que siempre he afirmado, pero que no se aposenta en la mera buena intención : yo no trabajo sin saber cuales serán las hipotecas ideológicas, programáticas y discursivas en cualquier proyecto. Es sano y honesto aclarar esto : nuestra identidad – que se proyecta a efectos prácticos, y no como mera defensa de ortodoxias ideológicas o teóricas – como republicanos, laicos y comunistas de izquierda no podemos – ni queremos – esconderla en el armario. Sería como pedirle a un país entero o a un sujeto que enseñase en el concierto internacional sólo aquello que interesa enseñar, poniéndole e imponiéndole vozales , corsé lingüístico y hasta violenta disciplina policial a aquello que, no sólo no interesa que se desarrolle, sino que además interesa aniquilar por la fuerza. El comunismo, como opción, sigue siendo, al fin y al cabo, ese peligroso fantasma que no conviene despertar al neo-fascismo financiero consolidado en la post-transición.

He decidido dejar de escribir sobre Podemos. En ello me he afanado ya lo suficiente y no quiero hacer tesis sobre ello, no como otros oportunistas que, antes siquiera de tener el plato cocinado sobre la mesa y después de saborearlo, ya se atreven a elucubrar sobre las futuras tendencias gastronómicas del grelo en escabeche con fresitas y nata, para más ínfulas de modernez . Los recientes exabruptos de Pablo Iglesias y su patética estrategia de doublé face , no sólo comparando su faceta de tertuliano en Fort Apache con su faceta política en Podemos, sino también comparando su hipócrita cortesía en las relaciones públicas con Alberto Garzón con respecto a su visceral desprecio a la militancia y al sector social que Alberto representa. Hace falta algo más que saber hablar para convencer durante mucho tiempo a mucha gente. Hce falta, incluso, algo más que tener conocimientos y haber cursado una carrera.

Es de cómo recuperar autonomía, igualdad, control y seguridad sobre nuestra economía, sobre nuestro trabajo, sobre nuestras vidas, en definitiva, sobre donde debería pivotar la energía mental proyectada en la unidad popular que deseamos. Algo cada vez más difícil con la regresión constante en materia de derechos civiles y relaciones contractuales entre capital y trabajo. De lo que aquí se trata es de ganar, sí, pero no a cualquier precio ni de cualquier modo. De lo que aquí se trata es de ganar, sí, pero sin prisas por vernos a nosotros mismos en la televisión coronados de laureles : lo más probable es que tengamos que rumiar derrotas previas, y lo más probable, sí, es que nosotros no vivamos para ver el principio del fin del desmoronamiento de una civilizatio humana y ecológicamente insostenible. Esto no es ser derrotista, no, ni ser un pitufo gruñón, no, ni hacer apología de las pasiones tristes – sic -, que diría Don Raimundo Viejo Viñas, de cuyo nombre merece la pena olvidarse. A esto se le llama aprender a perder la partida, algo que todos experimentamos día a día, mientras nos esforzamos por ganar la guerra perfeccionando nuestras estrategias. Sentir intensamente, por sí mismo, no basta, como no basta con las buenas intenciones de la antropología moral kantiana, si no usamos ese órgano llamado cerebro : un pitufo no tan gruñón me ha susurrado al oído hace poco que es esencial para elaborar estrategias de subversión a este todo sistémico al que llaman capitalismo.

Que entre Podemos e Iu hay diferencias, es evidente. Que así sea. No son sólo sensibilidades ideológicas diferentes sino modos de trabajar y presentarse ante el público diferentes. Tan solo hace falta fijarse en el modo de trabajar las elecciones municipales, que son el núcleo duro de cualquier proyecto de emancipación republicana, de ruptura constituyente con la monarquía constitucional – cómico oxímoron – desde el ámbito de gobernanza más delicado y cercano : los ayuntamientos y los pequeños núcleos de población demográfica y económicamente deprimidos.

Pero no sólo entre Podemos e Iu hay diferencias, también entre Iu y Anova , que son los átomos, por así decirlo, que forman a AGE – alternativa galega de esquerdas -, ese valiente intento de juntar a trabajar políticamente al espacio ideológico nacionalista de la izquierda gallega con el espacio ideológico no-nacionalista; aquí, conviene pararse u empezar a soltar verdades : es voz populi que IU/PCE consideraron – y así está recogido en sus documentos – esta coalición parlamentaria de izquierdas que es AGE como algo estratégico y no coyuntural o de circunstancias. Desde que tengo uso de razón crecí escuchando el absurdo estereotipo de que Esquerda Unida era y es un partido estatalista , sucursalista , sin raíces, sin arraigo vital a la tierra y a su gente. Pero crecer, en todos los aspectos, es no dejar de sorprenderse, dejar que los hechos rompan, poco a poco, los clichés mentales.

Quizás convendría dejar de decir idioteces : la gente de esquerda unida no somos estatalistas . Concebimos el estado y el parlamento como potenciales instrumentos de empoderamiento civil de los comunes, de la clase trabajadora, pero no los consideramos como un fin en sí mismo ni como el único espacio de lucha. No somos gente de cultura legalista y procedimentalista : sencillamente, tratamos de coordinar, de dar orden, de formalizar las propuestas sin congelar a los movimientos ecologista, pacifista y feminista, a los cuales consideramos como movimientos contra-culturales esenciales para una ruptura de civilizatio a medio-largo plazo.

La gente de Esquerda unida, en mayor o menor grado, con mayor o menor conciencia de ello, somos robespierristas , en el sentido de radicalmente laicos y anti-clericales, en el sentido de radicalmente anti-monárquicos, y en el sentido de considerar que el concepto formal de democracia no tiene sentido sin la apropiación común y colectiva de los medios de producción. La gente de Esquerda Unida somos robespierristas en el sentido de considerar estratégicamente esencial el interclasismo solidario entre las clases plebeyas y subalternas que conforman el cuarto estado : ese cuarto estado al que Robespierre apelaba para allanar todas las barreras de clase derivadas de la división social entre propietarios y desposeídos.

A título personal, me desagrada que en la historia contemporánea del nacionalismo gallego la retórica de la ambigüedad calculada y la famosa retranca hayan sido ni más ni menos que clichés y teatralizaciones retóricas consistentes en marcar líneas rojas al pensamiento crítico y a la reflexión política. Cuando no se está preparado ni dispuesto para una confrontación que vaya más allá del exhibicionismo verbal, es perder el tiempo exigir contenidos programáticos, reflexión metodológica y modelo social alternativo claro, definido. Debemos aprender, así pues, a no ceder. A no ceder ante los cantos de sirena de la nueva izquierda que ya se considera novísima y encantadísima de conocerse a sí misma cuando, siendo fieles a la verdad, no deja de repetir los mismos mantras de la la lechera reformista que no han aprendido que no hay regulación social posible dentro de un todo sistémico que necesita la violencia estructural, crónica, como medio irrenunciable para reproducirse hacia adelante. Que no han aprendido, en suma, nada nuevo, porque nada nuevo han hecho, como demuestra el hecho de que cuatro sujetos supuestamente preclaros, auto-encumbrados como comité de sabios, consulten a unas bases más que difusas y dispersas la política de alianzas que el comité mismo ha cocinado entre bambalinas.

No es por ser cenizo, ni pitufo gruñón, ni izquierda tristón, pero considero con la misma dosis de orgullo y alegría que las cosas deben funcionar al revés. Primero, el contacto con las preocupaciones cotidianas reales del demos, en lo que se refiere al conocimientos de las verdaderas condiciones de existencia material del mismo; para ello, hace falta mucha pedagogía de base y mucho diálogo con las comunidades. Después, el programa consecuente y la hoja de ruta pertinente.

En la penúltima asamblea comarcal de EU-Lugo se recalcaron claramente los siguientes puntos, a saber :

1 – Es evidentísimo que en las últimas elecciones muncipales existía un polo social y político que concebía a las mismas, a medio-largo plazo, como unas elecciones potencialmente constituyentes, que quería proyectarlas como tal y que quiere, hablando claro, seguir considerándolas así. Como contrapunto, la línea oficial de Podemos sigue sin asumir ese carácter rupturista y destituyente del municipalismo republicano y libertario. Tanto es así que decidieron no presentarse a las elecciones municipales mismas. ¿Miedo a perder el control sobre la orientación ideológica de la marca misma?. ¿Falta absoluta de trabajo con las comunidades vecinales?. Yo, humildamente , creo que ambas.

2 – La unidad de acción desde la conformación de un bloque social y político anti-dinástico es conditio sine qua non para el proceso constituyente/ destituyente mismo; por ello, desde EU/PCG consideramos a AGE como un proyecto con voluntad de permanencia y a largo plazo. Un proyecto que, desde luego, trasciende el interés electoral recíproco.

3 – Frente a la cultura personalista del show pre-electoral, se optó por presentar colectivamente las candidaturas sin hacer demasiado énfasis en la figura del candidato. En este aspecto, mucho tendrían que aprender las muchas candidaturas municipales desde el cristalino templo de rockstars de la ciencia política española; la cultura iconográfica y visual de un partido dice mucho de la mentalidad, a título personal y colectivo, del equipo humano de los partidos, con todas sus perfecciones e imperfecciones.

4 – Se hizo énfasis en la importancia de estructurar un programa-marco municipal, así como la no menos importante tarea de divulgar el mismo.

5 – Se hizo énfasis en la importancia de la comunicación en red y en la urgencia de reunirse para estructurar grupos de trabajo sectoriales.

6 – Se recalcó la importancia de elaborar análisis concretos del impacto socio-económico y socio-ecológico en la ciudad de Lugo. A esto, hablando en plata, se le llama desentrañar la verdad concreta en el espacio y el tiempo concreto.

7 – Se recalcó la insuficiencia de debate sobre dos cuestiones que, creo, son de crucial importancia para poder valorar a una candidatura como «intachable» en lo que se refiere a procedimientos real – y no nominalmente – democráticos; estas dos cuestiones son, a saber, las siguientes : el carácter nominal o participativo del criterio de paridad y los métodos electivos del candidato mismo.

A mi modo de ver, pensar y sentir estas dos cuestiones, no tengo la menor duda de que una paridad no-participativa de base no tiene sentido alguno, como tampoco tengo la menor duda de que la paridad nominal sirve a muchos partidos como excusa para no desvelar la evidente ausencia de participación femenina. Y, en lo referente a los métodos electivos, no tengo la menor duda de que el hecho de que el candidato de turno tenga barra libre a la hora de escoger a su grupo de gobierno reproduce una concepción netamente presidencialista de la representación política y de la conformación de gobiernos. Algo que, no hace falta recordar, no puede ser denominación de orígen – ni destino del republicanismo de izquierdas, que no otro, por cierto, ha existido en España.

El 16 de Julio, en la última asamblea, que contó con la presencia de Yolanda Díaz, Carlos Portomeñe y Moncho Vázquez, las líneas discursivas no cambiaron mucho en lo substancial. A título personal, avalo el texto del consejo político federal sobre la Unidad popular y la necesidad de confluencia con cualquier polo social y político que se proyecte con voluntad y proyecto de ruptura con el bipartidismo dinástico. Este texto ha contado con el aval del 91% del consejo político federal y es necesario recalcar que se considera como la única estrategia posible.

A destacar que la compañera Yolanda Díaz nos comunicase, en pleno boom de descalificaciones del comité de sabios de Podemos a IU por la existencia de un supuesto chantaje, el hecho de que el grupo de IU-Madrid no tuviese ni idea de qué iba realmente Ahora en común. Aquí, conviene esbozar una comprensiva y cariñosa sonrisa incluso desde el enfado : la condición humana es así de ridícula a veces. Escenificar chantajes que no existen o auto-representarse a uno mismo inventándose las intenciones de un enemigo imaginado es la salsita cotidiana, no sólo de las relaciones humanas, sino también, y en proyección, de las políticas. Así pues, por economía de energías y necesidad de eficacia política, creo que compartida es la voluntad de no dejarse provocar por los exabruptos y las acusaciones racionalizadas, intelectualizadas, del muy ilustre colegio de sabios de la nova, novísima, super -nueva izquierda.

Más allá de chiquilladas, el abandono de las cuestiones instrumentales y simbólicas, y la necesidad, en consecuencia, de trabajar los contenidos programáticos de la unidad popular, fue resaltado con mucha vehemencia por Yolanda Díaz. A lo cual nada tengo que objetar, si y sólo si somos conscientes de que, tarde o temprano, una vez elaborados los contenidos programáticos, las cuestiones instrumentales y estratégicas serán clave, y ahí no puede prevalecer, de ningún modo, los patriotismos de partido o el fetichismo de las siglas : lo único que puede y debe prevalecer es la tan cacareada unidad popular desarrollada de modo concreto, pero desarrollada en clave destituyente y orientación anti-capitalista, federal, republicana y laica.

Si el comité de sabios de Podemos está o no dispuesto a asumirlo así, no puedo saberlo, aunque lo intuya. Yo, personalmente, dudo que lo haga. Creo que casi lo afirmaría con un 99’99% de certeza. Lo cual no exime a IU/PCE de seguir trabajando cultural, social y políticamente con los círculos críticos de Podemos.

Conviene hablar sin medias tintas del tipo de relación y proyección orientativa, ideológica y metodológica que queremos con Podemos : yo creo que los tenemos bastante claros y que la confusión la tienen más sus círculos con respecto a sí mismos y con respecto al poco caso que de ellos hace su comité de sabios. Conviene hablar, sin medias tintas, del tipo de relación y proyección orientativa, ideológica y metodológica que queremos con ANOVA dentro de AGE. Y, de nuevo, yo creo que lo tenemos bastante claro : para nosotros, AGE es un proyecto estratégico, no coyuntural. Sabemos que ANOVA no lo ve así, sino todo lo contrario. A mi modo de ver, existe más predisposición y desprejuicio por parte de EU a la hora de considerar la posibilidad práctica de hacer trabajo parlamentario y programático conjunto.

A pesar de todo, conviene tener muy en cuenta la opinión y experiencia de Carlos Portomeñe en la política municipal lucense; él es, precisamente, quien ha sabido ver, en el proceso de empoderamiento institucional de las mareas gallegas, una estrategia de hegemonización de las mismas por parte del nacionalismo gallego. Estrategia que, por supuesto, ya no me sorprende, después de haber experimentado la visceral competitividad interna, inserta en el ADN y en la cultural militante del nacionalismo gallego – patriarcal de forma y fondo -; esta afirmación de Carlos Portomeñe es el contrapunto de las vehementes declaraciones de Xosé Manuel Beiras , quien ha recalcado por activa y por pasiva que ningún partido debería aspirar a ser el gallo del gallinero; las cómicas contradicciones de Beiras son dignas de dramatúrgica satirización y, algún día, sería incluso hasta pedagógico dedicarles un apartado especial. Nadie como él ha expresado tanto, en toda su trayectoria política, la acuciante necesidad de hacer de – su – nacionalismo gallego un frente de partidos que ocupase la centralidad y el protagonismo hegemónico y mediático en Galicia, tanto en lo cultural como en lo político.

Sucede, por supuesto, que siempre habrá sujetos para los que la hegemonía de los otros es molestamente uniformadora, coercitiva y excluyente, mientras que la hegemonía de los suyos, faltaría más, es eróticamente inclusiva, lábil e integradora. Reflexionar sobre en qué medida la construcción de un bloque social y político hegemónico, a escala estatal, trasciende el voluntarismo verbal y se materializa coordinadamente entre la política de movimiento emancipatorio y la política institucional, es, sin ningún género de duda, una tarea compleja que requiere mejor y más debate social : algo a lo que las prisas de los ritmos pre-electorales no sienta nada bien. ¿ Para qué ponerse a pensar cuando podemos correr como podencos sin cabeza?

Una marca política puede desaparecer, y de hecho, desaparece, cuando el proyecto y las necesidades sociales profundas para las que fue creado empieza a considerarse sin vida, sin conexión orgánica con los estratos sociales para los que se construyó. Cuando el aporte cultural, ideológico y simbólico de sus actores fundacionales deja de ser, en un tiempo dado, lo que quiso devenir en orígen . Nadie, y esto es fundamental, creo, entenderlo, nadie, ni Podemos, ni IU/PCE, ni Anova , ni ningún partido anti-dinástico con afán de proyectar y coordinar las demandas de la política de movimiento, está libre de esa muerte orgánica de la marca y del partido : es el núcleo duro, el núcleo filosófico, político-ideológico y científico, así como el modo de hacerlo devenir hegemónico en la vida cotidiana, lo que debe aclararse y desarrollarse con meridiana claridad antes de empezar a movernos. Lo que en jerga popular se denomina declaración de principios y fidelidad a los mismos.

Me reconozco y comparto el proyecto fundacional de IU porque llegué al mismo desde convicciones filosóficas, políticas, científicas y existenciales; llegué a los 36 años después de haberme intentado proyectar desde la militancia tres años antes. No llegue ni pronto, ni tarde, sino cuando quise y, en lo sucesivo, cuando quiera. Llegué como comunista y me iré como comunista si y sólo si la cultura y la práctica cotidiana asumida así a ello me motiva.

Como así asentí y como así creo que compartimos todos los compañeros presentes en la última asamblea comarcal de EU en Lugo, en este contexto de gravísima, repito, gravísima emergencia social, la tan cacareada necesidad de convergencia para la unidad popular, avalada por aplastante mayoría en el consejo político federal, sólo podrá cementarse desde el reconocimiento del anticapitalismo ideológico como adn cultural del mismo, y eso tiene, por supuesto, expectativas programáticas de muchísimo sentido común. Entendiendo sentido común, claro está, como sentido anti-sistémico. En caso contrario no merece la pena ni ponerse a caminar.

Ahogados, subyugados como estamos por la mal llamada deuda soberana y la injustísima y bárbara hipoteca social que ha dejado sobre los pueblos de España y del sur de Europa. Ahogados, subyugados como estamos por una política penal, policial y geo-estratégica que reduce nuestra soberanía como pueblos a ceniza bursátil, la necesidad de confluencia para la unidad popular, como anti-capitalistas de izquierdas que, creo, nos consideramos, debe coordinar auditorías ciudadanas que funcionen bajo criterios de transparencia informativa y rigor, debe convencer a la sociedad civil del carácter odioso, legítimo e inmoral de la deuda soberana, y por ende, de nuestra necesidad de coordinar un proceso de desobediencia civil para declarar radicalmente su impago.

Dicho de un modo simple : la desobediencia civil, en el proceso de confluencia hacia la unidad popular, es compañera inseparable para canalizar desde abajo el urgentísimo proceso constituyente- destituyente con el régimen dinástico-bipartidista, responsable último y directo de la descarnadísima violencia policial y punitiva que proyecta sobre los movimientos sociales, y responsable último y directo, también, de la violentísima socialización pública de la deuda financiera de las empresas del IBEX-35.

Cuando las – falsas – matemáticas contables justifican las – falsas – pseudo -interpretaciones económicas sobre las – falsas – responsabilidades morales que un pueblo entero debe asumir con deudas que no son suyas, la única respuesta posible es organizar desde abajo, con generosidad y rompiendo en pedazitos los egos, el proceso de confluencia hacia la unidad popular con desobediencia civil y corte de manga, hablando claro, a la violencia penal y punitiva institucionalizada en el Reino de España, acompañada de la no menos violenta e inhumana socialización bancario-estatal de la deuda.

Yo, Diego Taboada, asumo ese horizonte a Miércoles, 22 de Julio de 2015.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.