Hace unas semanas expresaba en este periódico los miedos que tenía de que el proceso de paz del que tanto se habla no llegara a buen término, acaso ni que siquiera pudiera comenzar. Hoy este miedo se me ha agrandado hasta extremos insospechados. La situación hoy, con relación a él, está muy confusa y muy […]
Hace unas semanas expresaba en este periódico los miedos que tenía de que el proceso de paz del que tanto se habla no llegara a buen término, acaso ni que siquiera pudiera comenzar. Hoy este miedo se me ha agrandado hasta extremos insospechados. La situación hoy, con relación a él, está muy confusa y muy peligrosa. Centraría mis miedos en la actitud del Gobierno y del PSOE con relación a lo que hace y en relación a los problemas que afrontar en el proceso y en la actitud siempre medrosa y ambigua, cicatera, del PNV, siempre tan vacilante y tan poco de fiar.
Hoy las cosas, con relación a estos dos partidos, están peor que nunca. Los jerarcas del PSOE exaltan hasta extremos gigantes su furor hispánico, reafirman la situación existente, sin que se atisbe nada de lo que tendrán que cambiar. La Constitución existente y las leyes al uso serían inamovibles, la unidad de España dogma de fe como para Cañizares y Rouco. En su marco sólo cabía cuanto se pudiera hacer. A decir verdad, nada de nada. Por eso mi miedo crece en progresión geométrica.
Para empezar siquiera el proceso, el PSOE tendría que hacer, o tendría que haber hecho ya, las siguientes cosas: anular la inaceptable ley de partidos, legalizar a Batasuna, traer los presos a casa, cesar de inmediato la represión que ejerce contra la izquierda abertzale. En ninguna de esas cosas ha hecho nada de nada. Sin ellas yo no veo que sea posible siquiera comenzar el proceso, constituir el órgano de partidos y asociaciones que ha de iniciar las negociaciones. Para el de- sarrollo del proceso y para que en él se discuta el meollo mismo de los problemas, tendrían que reconocer el derecho de decisión del Pueblo Vasco, posibilitando que decida lo que mejor le parezca. Para ello tendría que renunciar al dogma de la unidad de España, dando de lado a cuantos lo sostienen. En la discusión de cómo se pone en práctica todo eso debiera consistir cuando se haga en el diálogo. No hay más ni menos si el proceso ha de ser posible y ha de tratar de arreglar el conflicto político en el que desde hace siglos está inmerso el Pueblo Vasco.
La pregunta del millón es: ¿Está el PSOE dispuesto a eso o no? Esta es la cuestión.
En la labor de obstaculizar y hacer imposible el proceso, está inmerso el PP. De él, y de su política al respecto, había poco que hablar, pues todo es bien conocido y bien público. En ello están mostrando su agresividad suma, su tozudez, sus constantes y terribles amenazas. Hasta de guerra. Dan verdadero miedo. Pero yo creo que así se pierden solos, por facciosos, irracionales, imperialistas y perversos. En su labor le ayudan con ardor la mayor parte de los obispos y la Iglesia, que, a lo que se ve, estarían dispuestos a repetir lo del 36. La mayor parte de ellos están ya lanzados de bruces en esa campaña. Rouco Varela y Cañizares lo hace no ya descaradamente, sino desvergonzadamente, y muchísimos curas desde sus púlpitos les apoyan descaradamente. Tengo en mis manos un sermón de esos y es un primor. Algunos obispos lo hacen un poco más discretamente, pero con la misma decisión. Tengo en mi poder una carta de un obispo que habla sin tapujos del «mal llamado proceso de paz». El Papa habló sobre el tema y el presidente de la Conferencia Episcopal Española les puso firmes cuando querían sacar un documento sobre la unidad de España. Les dijo que «eso no nos concierne». Pero no obedecen. Hay quien tiene tal obsesión enfermiza contra el Gobierno que, venga a cuento o no, en público o en privado, lo pone peor que un pial.
El otro agente del non nato proceso de paz y de normalización política sería el PNV. El es absolutamente necesario para que el proceso sea posible y cumpla con claridad y decisión los objetivos que inevitablemente tiene, para que no sea un fracaso total de imprevisibles consecuencias. ¿A qué aspira de verdad el PNV? Esta es la incógnita fatal de la situación. ¿Aspira a que el Pueblo Vasco decida a fondo y sin límites lo que quiere ser o aspira simplemente a tener más poder, a administrar las inmensas riquezas que este pueblo tiene y distribuirlas después entre sus clientes para disfrutar eternamente del poder? Esta sería la gran incógnita a aclarar. Sólo cuando se resuelva podremos hablar de éxito o de fracaso del proceso. Parece que hay como dos corrientes en su seno: una que aspira a la independencia del país, la otra se contentaría con un mero Estatuto que sea un poco más pingüe y generoso que el actual, para poder seguir haciendo el mismo juego. Tendrá que darse perfectamente cuenta de que nos jugamos en este momento ser o no ser. ¿Y la masa del PNV, su juventud? Hay mucha gente abierta y alerta en esos campos y saben de qué va el juego.
Yo creo, ya lo he dicho: ser o no ser. El Pueblo Vasco no subsistirá sin democracia. La fuerza del destino se lo tragará sin ella. Estoy convencido de que, llegados a donde estamos, hay que decirle con claridad al PSOE que se ventila para él el todo por el todo. Si no hay proceso, o éste fracasa, el PP arrasará en las primeras elecciones. Si todo sale bien, el PSOE se afianzará en el poder para mucho tiempo. Para bien del País Vasco, bien del PSOE y, ¿por qué no decirlos? para bien de España, que salga del todo bien esta apuesta, tan acorde con la democracia, con la modernidad y el progreso. España tampoco puede estar eternamente a cuestas con estos problemas de fondo. Porque también Cataluña renacerá algún día del foso en que le han metido. Los conflictos políticos no duran una eternidad. La vida y libertad de los pueblos resiste y a la larga suponen situaciones adversas a los que los políticos de tres al cuarto y ambiciosos, como el catalán-español Mas, que no catalanista.
Tengo, pues, miedo, pues me parece que las cosas no van bien. Todos tendremos alguna culpa, pero sobre todo la tienen el Gobierno, el PSOE que gobierna, que tiene los resortes en su mano para que todo salga bien, por encima del PP y de la Iglesia franquista, que se le agarran con fuerza. Confío en este pueblo y hasta los buenos españoles nos apoyarán en este empeño glorioso para todos. Al PSOE le acompaña más de lejos en sus tremendas responsabilidades el PNV de nuestros amores y sobresaltos.