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EE.UU. puede seguir burlando los aeropuertos españoles

Continúa la falta de vigilancia sobre los vuelos de la CIA

Fuentes: Diagonal

Los agentes que participaron en los vuelos de la tortura en Mallorca han sido identificados, pero las denuncias se encuentran con un muro de impunidad. Y aún hoy no se han tomado medidas para evitar nuevos vuelos. El pasado mes de junio, tras entrevistarse con responsables de Seguridad de EE UU, Carlos Coelho, presidente de […]

Los agentes que participaron en los vuelos de la tortura en Mallorca han sido identificados, pero las denuncias se encuentran con un muro de impunidad. Y aún hoy no se han tomado medidas para evitar nuevos vuelos.

El pasado mes de junio, tras entrevistarse con responsables de Seguridad de EE UU, Carlos Coelho, presidente de la comisión europea encargada de investigar las actividades irregulares de la CIA, hacía público lo que algunas informaciones apuntaban tiempo atrás: «Todos nuestros interlocutores sugirieron o confirmaron que el programa de entregas extraordinarias sólo pudo realizarse con el conocimiento y el apoyo de los gobiernos europeos».

El informe de la UE presentaba varias sorpresas. Entre ellas, una dura crítica a Javier Solana, representante de la política exterior de la Unión, a quien se acusó de dar información incompleta sobre los vuelos. Además, Coelho criticó la negativa a comparecer de Alberto Sáiz, director del Centro Nacional de Inteligencia: «El de los servicios secretos español es el peor ejemplo, es la única persona que después de meses no nos ha contestado», dijo.

Medio año después de aquellas reprobaciones, el celo de las autoridades españolas sigue lejos de quitar el sueño a los agentes de la CIA, si bien es cierto que no escasean pruebas contra los miembros del servicio de inteligencia estadounidense. En 2005, las investigaciones con las que el Diario de Mallorca destapó el uso de aeropuertos españoles en el secuestro de sospechosos de terrorismo y su traslado a terceros países acabaron por reconstruir el paso por la isla de 46 personas vinculadas a los vuelos.

En el caso del secuestro del alemán de origen libanés Jaled El Masri, cuyo avión partió de Mallorca para recogerle en Macedonia, la televisión alemana dio un paso más. A raíz de la colaboración con los periodistas de Mallorca en septiembre de 2006, el programa alemán Panorama viajó hasta el hogar de tres pilotos implicados en los vuelos y les preguntó directamente por el secuestro de El Masri. Los acusados ni siquiera negaron los hechos: se negaron a contestar y expulsaron al equipo de televisión.

El programa aporta datos sobre su paso por los lugares del secuestro, describe el recorrido del avión, informa sobre el trabajo de los pilotos en Aero Contractors, empresa fantasma usada como tapadera por la CIA, e incluso cuenta con facturas de los agentes en Mallorca. Para el espectador, sacar una conclusión no es difícil. Para la justicia, en cambio, la impunidad adquirida por los EE UU a través de leyes que blindan sus acciones antiterroristas frena el procesamiento de los agentes.

A la falta de consecuencias penales se suma la ausencia de medidas para evitar que los secuestros puedan seguir produciéndose. «Todavía hoy los aviones de la CIA pueden seguir operando tranquilamente en España», asegura Matías Vallés, periodista del Diario de Mallorca en una entrevista con DIAGONAL. Vallés, cuyas informaciones le hicieron ser llamado a declarar en la comisión de la Eurocámara, se muestra escéptico respecto a los gobiernos europeos. «Ahora mismo se podría cometer un secuestro en cualquier lugar de Europa».

La misma visión la comparte José Luis Galán, de la Asociación Libre de Abogados (ALA). «El Gobierno no ha tomado ninguna medida. Nada garantiza que no vuelva a suceder», asegura. Actualmente, ALA, junto a un primer grupo de ciudadanos mallorquines y la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh), se mantiene como acusación popular. No es la primera vez que se enfrentan a un caso semejante. La misma asociación lleva también las acusaciones contra los oficiales del Ejército estadounidense responsables del asesinato del cámara de Telecinco José Couso. Como en ese caso, Galán es consciente de las dificultades, pero no se plantea un límite. «Lo que pretendemos es que se sepa todo lo que ha pasado, en un caso y en otro».

Un Ferrari en el garaje

De momento, de lo que quedan pocas dudas es de la tolerancia española con las actividades del espionaje norteamericano. A pesar de los mensajes exculpatorios del Gobierno (que llegaron al extremo cuando Moratinos declaró que «no hubo nada ilegal» un día después de que Bush admitiera que las transferencias de prisioneros sin control judicial formaban parte de la política exterior estadounidense), Matías Vallés definió la actitud de las autoridades españolas con una imagen: «Es como si hubiera un Ferrari aparcado en el garaje y nadie lo viera». No faltaban motivos para sospechar. De entrada, la hoja de ruta de los aviones, con itinerarios como Argel-Palma-Macedonia-Bagdad- Kabul, «que no suelen aparecer en las guías de viaje». Por otro lado, los historiales de vuelo: «Un avión llegó a viajar más de 100 veces a Guantánamo, y nadie lo registra, nadie lo vigila, nadie lo mira, nadie lo ve. No es verosímil que el Gobierno no lo supiera». Como tampoco que nadie reparase en el pasaporte diplomático y las identidades falsas de los agentes. «Todo eso en el mismo aeropuerto donde para evitar atentados requisan las ensaimadas».

El periodista, en todo caso, recuerda que los aviones no sólo pasaron por Mallorca. Hubo 68 vuelos, también en Madrid, Galicia, Cataluña, Andalucía. «España fue un lugar cómodo con Aznar, y lo siguió siendo con Zapatero», señala.

Esta comodidad supone uno de los mayores problemas del Gobierno, al romper la imagen de oposición a Bush. En esa línea, para Vallés fue más sorprendente aún la conversación con Zapatero cuando Diario de Mallorca recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo. «En privado no sólo dio por hecho lo que había pasado, sino que nos dijo: ‘esto no es nada comparado con lo que que pasa en las bases».