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Contra el terrorismo forestal: prevención

Fuentes: Gara

Un año más los incendios forestales están siendo los protagonistas del verano. Cada año, cuando llega la época estival, se asoma la amenaza de incendios devastadores que provocan víctimas mortales, desalojan a familias de sus domicilios y lugares de ocio y afectan a miles de hectáreas de arbolado y monte bajo, eliminando masas arbóreas fundamentales […]

Un año más los incendios forestales están siendo los protagonistas del verano. Cada año, cuando llega la época estival, se asoma la amenaza de incendios devastadores que provocan víctimas mortales, desalojan a familias de sus domicilios y lugares de ocio y afectan a miles de hectáreas de arbolado y monte bajo, eliminando masas arbóreas fundamentales para el mantenimiento de nuestros ecosistemas y para contrarrestar los efectos perniciosos que producen las emisiones de C02 a la atmósfera. El fenómeno de los incendios forestales se ha convertido, debido a la elevada frecuencia e intensidad que han adquirido en los últimos años, en uno de los mayores problemas ecológicos que sufren nuestros bosques.

La inmensa mayoría de los incendios forestales son provocados por acciones humanas ­se estima que representan el 95% de los mismos­, y muchos de ellos son intencionados. Mucho suelo forestal codiciado se incendia, a veces repetidamente, hasta destruir los valores naturales de la zona, como método para recalificarlo y urbanizarlo. El despoblamiento rural y la pérdida de los sistemas económicos tradicionales, las venganzas, el desvío de atención a otras actividades delictivas, el uso indebido e imprudente del fuego con fines agrícolas y ganaderos, como la quema de rastrojos o de matorral para la creación de pastizal, son otras de las causas de los incendios provocados.

Los incendiarios eligen las condiciones que favorecen sus intenciones, por ello muchos de estos incendios ocurren en las épocas más secas y se inician de noche, cuando todos los gatos son pardos, los medios aéreos no pueden actuar y resulta más fácil evitar ser detectado.

Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente considera que la mayoría de los incendios forestales que se han producido recientemente en Galicia responden a actos delictivos y que quienes los provocan buscan alarmar a la población, porque prenden fuego en lugares muy cercanos a núcleos habitados. En este sentido, en una comparecencia pública para dar cuenta de la ayuda prestada a la Xunta por su departamento en la lucha por contener el avance del fuego (el 35% de todos sus medios contra los incendios), la Ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, señaló que, «el rosario de incendios que sacude a Galicia tiene características inéditas: su proximidad a núcleos urbanos muy poblados y un cierto nivel de profesionalidad y eficacia de los incendiarios». Narbona destacó el hecho de que haber recibido ya las primeras denuncias contra este «terrorismo forestal» que ha puesto en riesgo muchas vidas. A falta de investigar las causas, «algunas ­dijo- apuntan a individuos despechados por no haber sido contratados este año en las brigadas antiinciendios». Por ello, pidió que comience a haber denuncias en Galicia para identificar a los culpables, «porque sin denuncias y sin colaboración ciudadana, es posible que una vez más queden impunes estos incendios».

Asimismo, el vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, dijo que, «en 16 años de gobierno del PP en Galicia se gastaron mil millones de euros y la situación es peor». Según Quintana, «la política forestal del Gobierno de Manuel Fraga llenó el suelo gallego de especies de crecimiento rápido en antiguas zonas agrarias. A ello se añadió que el monte gallego ha vivido una situación de abandono». Sea como sea, lo cierto es que, la lucha contra los incendios forestales se ha centrado casi exclusivamente en la extinción, olvidando la prevención y una correcta planificación forestal (silvicultura), enmarcada en una buena ordenación del territorio que responda a los principios del Desarrollo Sostenible (la silvicultura, que es la ciencia destinada a la formación y cultivo de bosques, se practica solamente en una de cada seis hectáreas de bosque, según los últimos inventarios forestales del estado español). Así, mediante la aplicación de los principios de la gestión sostenible podremos facilitar una salida al problema estructural de nuestros bosques, que permitan masas forestales estables, estructuradas y menos vulnerables a la propagación de los incendios.

En la actualidad, las mayores inversiones en materia forestal están destinadas a la extinción de incendios, la construcción de infraestructuras asociadas a éstos: red de cortafuegos, red de pistas forestales, puntos de agua… y reforestación de terrenos incendiados. Es decir, que si existe algún negocio floreciente en torno a los bosques, éste está asociado a apagar incendios y repoblar zonas quemadas. Por eso, el negocio del fuego se tiene que reconvertir y pasar del negocio de la lu- cha contra la extinción al negocio de la lucha por la prevención. Porque el único modo de enfrentar el problema, minimizando las pérdidas, incluidas las vidas humanas, es la prevención.