Apoyar a las pobrecitas mujeres embarazadas, que se ven abocadas a abortar por falta de apoyo social, dice el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, es el objetivo que anima al Partido Popular en su contrarreforma de la Ley vigente, que permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta las catorce semanas sin tener que dar explicaciones a ningún […]
Apoyar a las pobrecitas mujeres embarazadas, que se ven abocadas a abortar por falta de apoyo social, dice el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, es el objetivo que anima al Partido Popular en su contrarreforma de la Ley vigente, que permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta las catorce semanas sin tener que dar explicaciones a ningún médico, cura ni tribunal. Otra vez nos quieren llevar de la manita, bien tuteladas, por el camino recto, y ayudarnos a procrear las nuevas generaciones de trabajadores mal pagados; otra vez quieren disfrazar su retrógrada limitación de libertades, bajo la excusa de proteger el derecho a la maternidad, cuando en realidad pretenden obligar a las mujeres -y eso sí que es violencia- a tener un hijo sin quererlo.
Mientras fue considerado legalmente un delito, en los años setenta, solo las madres adineradas podían llevar a sus hijas a abortar a Londres, mientras que las españolas sin recursos se veían forzadas a arriesgar su vida y su libertad, sometiéndose a una interrupción del embarazo de forma clandestina, sin garantías de higiene ni seguridad. En los ochenta se sucedieron las manifestaciones para reclamar el derecho al aborto libre y gratuito, hasta que en 1985 el Gobierno socialista lo despenalizó en algunos supuestos mediante una descafeinada ley. Tuvieron que transcurrir 25 años más para que también el PSOE regulara el aborto mediante un modelo similar al de países de nuestro entorno, con una ley de plazos. Y todo este batallar para que ahora el hijo del autor del recurso contra la Ley del Aborto de 1985 insinúe, hipócrita y torticero, que apoyar la maternidad -si así realmente se pretendiera- es incompatible con el derecho a elegir tener o no un hijo.
Pero no hay peor enemigo de la familia y de la conciliación que el propio Partido Popular, aunque se proclame su defensor. En el año 2009 bloquearon en el Parlamento europeo la ampliación de la baja por maternidad a 20 semanas, obedeciendo al lobby de la patronal de empresarios Business Europe; en lugar de seguir las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda un mínimo de 24 semanas para garantizar un mejor desarrollo del bebé. Estos defensores de la familia, allí donde gobiernan, flexibilizan los horarios comerciales, lo que dificulta e impide que padres e hijos compartan tiempo de ocio. Y ahora, su regresiva contrarreforma laboral perjudica no sólo a todo el colectivo de trabajadores, al abaratar el despido, crear nuevos contratos temporales; y flexibilizar las condiciones laborales, permitiendo el descuelgue de los convenios colectivos en horarios y salarios, e imponiendo la movilidad funcional y geográfica; sino que también perjudica específicamente a las madres que pretenden ilusas conciliar maternidad y trabajo, ya que el disfrute de la lactancia dependerá ahora de las necesidades organizativas de la empresa; se eliminarán incentivos económicos a la contratación de las mujeres que se reincorporaban antes de dos años tras tener un hijo; y se modificará la opción de reducción de jornada para cuidado de menores o personas con discapacidad. Entonces, ¿a qué mujeres y familias dicen que apoya el PP?
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