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Correa y cultura

Fuentes: Rebelión

«Cultura» es un término culto que el pueblo no ha usado nunca.Agustín García Calvo. 1.Para continuar con el debate sobre la cultura bajo el gobierno de Correa, no debemos olvidar que su mandato es el resultado de un proceso en el cual confluyeron entre otros  factores internos las reiteradas frustraciones políticas de la llamada democracia, […]

«Cultura» es un término culto que el pueblo no ha usado nunca.
Agustín García Calvo.

1.
Para continuar con el debate sobre la cultura bajo el gobierno de Correa, no debemos olvidar que su mandato es el resultado de un proceso en el cual confluyeron entre otros  factores internos las reiteradas frustraciones políticas de la llamada democracia, las organizaciones espontáneas de las mayorías que han surgido en las diferentes luchas reivindicativas y, el hecho que el contrincante del ganador haya sido un estrambótico heredero de una fortuna bananera. Entre los factores externos, cabría destacar la corriente populista de izquierda que está de moda en la región latinoamericana, así como el rechazo que aquí como en todo lado, produce el gobierno de Bush. Es decir, que entre la ira y el deseo de otra cosa que no sea la caricatura de democracia que nos ha acojonado desde que echamos a la última dictadura militar, con Rafael Correa se abriría una posibilidad para exponer y debatir problemas sociales postergados o acallados y  eventualmente, conseguir ciertos avances que favorezcan la organización de los distintos actores de la sociedad civil.
Correa, hombre sin partido conocido, influenciado aún por su formación conventual y medio suelto de lengua en sus discursos, ofrece  refundar el país mediante la realización de una Asamblea Constituyente. En esta gran tribuna, el tema de la cultura sería tratado y sobre el mismo se tomarían resoluciones que tendrán el carácter de leyes de la República. En tal sentido, habiéndose creado ya el  Ministerio de  Cultura y abierto en Quito un Foro de las Culturas, creemos oportuno emitir algunas opiniones, reflexiones, inquietudes y propuestas.
Para nosotros, la cultura no es una idea estática ni metafísica. Partimos de una noción histórica de los significados que el término conlleva en estos tiempos y, desde dichas perspectivas, deseamos canalizar el análisis e imaginar los escenarios de las actividades que, en estos menesteres, deberían tomarse en cuenta en las movilizaciones y exigencias populares al nuevo gobierno.
El término «cultura», como sabemos, debe estar relacionado a las contingencias que trae el capitalismo tardío, el cual, según autores como Antonio Negri, ha entrado en una fase nueva que él la denomina imperio. Según otros, la fase superior del capitalismo habría pasado al  superimperialismo, refiriéndose con ello a la temida unificación de los grandes poderes del capital habrían finalmente conseguido pactar en contra de esa revolución que se la viene anunciando desde el S. XIX. Otros autores como Samir Amín, o James Petras, insisten en que aún vivimos una fase imperialista   más perfeccionada, en la cual, «la triada» que forman EEUU, Europa y Japón, estaría gestionando el dominio mundial. Cada uno de estos enfoques conducen análisis diferentes de los procesos políticos actuales en América Latina. Por ejemplo, la de Amin, nos llevaría a apoyar a los gobiernos nacionalistas que últimamente han surgido en la región, no así la de Negri que es más creativa y abre perspectivas críticas más acordes a los cambios tecnológicos y sociales que marcan los comienzos del siglo XXI.
«La cultura», en todo caso, se ha tornado elemento fundamental en la lucha de clases contemporánea y su tratamiento inquieta a unos y otros con mayor fuerza que en años anteriores. Según se nota en los pronunciamientos de muchos hombres y mujeres cultos que del tema opinan con motivo de la creación del Ministerio de Cultura en Ecuador, parece que quieren entenderla solo como un conjunto de actividades folklóricas y conmemorativas de los diversos grupos étnicos o, solamente como la actividad administrativa que el Estado debe llevar adelante para culturizar a las mayorías ajenas a los beneficios de dicho bien. Para los tecnócratas de la cultura, el asunto gira alrededor de la administración racional y la conservación de bienes culturales tangibles y eventos, lo cual, si bien debe hacerse, ha sido y es filón de oro que deja prebendas y meriendas a los gestores, directores, curadores y otros conocedores que viven del tema. La «cultura», para muchos «trabajadores de la cultura» -como les gusta autocalificarse a ciertos artistas-, es un tema que debe ser discutido con la esperanza de que la maldición de Babel cese por un instante y poder escucharnos con la esperanza de que podamos entendernos y así, nuestra palabra adquiera fuerza.
Es por ello que con el permiso de los asistentes a este Foro, diremos lo nuestro.
¿Por dónde deben orientarse las opiniones de las nuevas  izquierdas en las condiciones que se presentan?
Según nos aconseja nuestra tradición intelectual, pensamos que es indispensable proponer elementos teóricos para fortalecer la crítica de la cultura dominante, lo cual, facilitaría a los sujetos que seriamente se interesan en el asunto tener un telón de fondo para sus producciones culturales y artísticas, las mismas que, por lo visto, son mejores cuando se inclinan a favor de las tendencias humanistas, democráticas y revolucionarias. La cultura que nos interesa es, por lo tanto, un espacio no acotado, abierto, útil para el cuestionamiento permanente, para la crítica, la reflexión, la imaginación y la inventiva.
Concientes del antagonismo sobre le cual se levanta la sociedad capitalista, y asimismo de que su negación tiene que ser radical, las nuevas izquierdas buscan con sus investigaciones y propuestas ser una expresión del sujeto o de los sujetos históricos en quienes la teoría revolucionaria despierta sus preferencias por lo común y por lo libertario. Valga por ello la oportunidad para dejar señalado que hoy, el sujeto histórico que encarna la fuerza de la transformación social -también en esta región del mundo-, ha sufrido cambios sustanciales en sus elaboraciones simbólicas y prácticas políticas: el abanico social y nacional que hasta hace pocos años era la base del frente antiimperialista y anticapitalista en la perspectiva de un nuevo país, hoy debe articular sus reivindicaciones en la perspectiva de una sociedad anticapitalista internacionalizada cuando menos a nivel regional.
Es un hecho que el capital ha ganado una gran batalla al obrero masa, a los movimientos y voces libertarios y a los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo. (Y es un hecho que aquel ha tenido su tiempo para celebrar el triunfo a su manera: creyendo haberse librado de sus antagonistas, ha mostrado toda su ferocidad y odio con los vencidos.)
Más, las leyes de la historia son tercas y, nuevamente, asoma en el horizonte el otro, renacido pero cambiado,  como la cigarra, o como el sobreviviente que vuelve de esta guerra. Este nuevo sujeto histórico es la humanidad, la multitud de la cual habla Negri, y que, en su despliegue constituyente bajo las nuevas condiciones tecnológicas, trae en sí un arma que ni el mismo la maneja ni conoce bien, pero que causa la disolución de los valores y de las formas de representación del vencedor, quien en su desconcierto, no atina otra respuesta sino acentuar su violencia terrorista o hacer inversiones demagógicas en obras paternalistas.
Tal contexto, no puede sino afectar de manera directa a la civilización capitalista y a sus formas culturales emblemáticas y secundarias, por lo cual, no debemos admirarnos que en el arte contemporáneo y de manera bastante obvia, se estén registrando y manifestando estas convulsiones en forma también convulsiva y terrible, sea porque aluden o critican su tiempo, sea porque quieren acostumbrarnos a los requerimientos de la mortandad y el terror.

2.
Luego de la masificación que el capital promovió en el siglo XX, el tema de la identidad y de lo glocal, como elementos básicos de la cultura de la globalización ha saltado a la palestra con gran despliegue propagandístico. El nacionalismo resucitado lo aplaude y los partidarios del choque de civilizaciones sonríen complacidos. Correa, se posesionó luciendo una camisa bordada a la usanza indígena y, el príncipe Felipe, entró a la ceremonia de posesión del primero, en Quito, tomado de la mano de una niña vestida de shuar. La TV redujo el acto a un desfile de modas y las revistas del corazón sacaron fotos en donde todo es felicidad, silicón y desodorante.
Es cierto que la identidad de los pueblos y naciones oprimidos y explotados por el colonialismo, el eurocentrismo y el etnocentrismo, fue una de las ideas que levantaron las heroicas guerras de la liberación nacional en los viejos tiempos modernos, pero hoy, bajo el imperio globalizador y sobre todo bajo las nuevas condiciones científico técnicas -y culturales-, ha dejado de ser un discurso y una práctica liberadora, porque, la universalización de las relaciones capitalistas triunfantes y homogenizadoras, son el marco civilizatorio dominante y mundial. Dicha relación, universalizada y potente, puede darse el lujo de promover las identidades, los nacionalismos y las glocalidades, sabiendo que de esa manera distrae amplios segmentos o grupos sociales de las determinaciones del dominio que ha constituido y que, en el fondo, es como el anillo de poder de Sauron: «Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, una Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.»
La identidad ha devenido en discurso arcaico que rescatada y manejada perversamente ha llevado a  bosnios y servios, hutus y tutsis, chechenios y rusos, a matarse entre ellos gritando en defensa de su respectiva patria. Ha llevado al crecimiento de las pandillas identificadas con sus lugares y grupos nacionales de origen, así como al desarrollo de las «naciones urbanas», que se lían a navajazos en los suburbios de la global city  dificultando las respuestas coordinadas de los explotados contra el orden y el mercado. O también, a guerras en nombre de la interpretación verdadera de la Biblia, del Corán, la Torah o El Capital. Todo esto, contruibuye a la proliferación del racismo y el agravamiento de la segregación que se tornan cada vez más agresivos. La farsa de las fronteras se levanta ahora más sangrienta, los muros están el orden del día y los fundamentalismos sacan sus pistolas reivindicando el derecho a que se respete su particularidad y su cultura químicamente pura e incontaminada, y claro, su territorio.
No hemos visto, desde los tiempos del nacionalsocialismo, un rebrote tan tenaz de estos comportamientos primarios.

3.
«El giro a la izquierda» que vive América Latina, no debe llevarnos a confusiones: la época de los pinochets, videlas, somozas, febres corderos y otros sátrapas, pasó: su tipo y estilo ya no es funcional ni necesario al dominio global. Este, ha perfeccionado la eficacia de las riendas económicas internacionales a través del mercado monopólico, los organismos de crédito mundial, la red mediática y, cuando estos instrumentos no son suficientes, se produce el transporte más rápido que inmediato de marines y policías que demuestran de manera sanguinaria y sobre el terreno rebelde, su eficacia para restituir el orden.
¿Quiénes son ahora los nuevos representantes del poder en los gobiernos en la región?, pues políticos de fachada izquierdista, socialista o hasta guerrillera arrepentida y tragahostias. Mirando más allá de sus discursos radicales, ninguno parece ser el primogénito ni el heraldo de ningún mundo nuevo, sino, solamente, una adecuación postmoderna que debe darse en la región latinoamericana para hacer más fluida la marcha del capitalismo tardío. Todos ellos, en efecto, tratan de dar caldo al muerto, pero, hasta aquí, ninguno de ellos hace nada por enterrarlo. Los estrategas del control regional les llaman «populistas radicales» y, los supuestos preparativos militares para hacerles frente, no son otra cosa sino parte del engaño para que la supuesta novedad sea creíble.
No por ello, las tendencias políticas de contenido popular y libertario deben desperdiciar la oportunidad para que, el juego que esta nueva ola  hace con los vientos, no atraiga las tempestades revolucionarias que han sido y son, las únicas que traerán el cambio civilizatorio que deje atrás al capitalismo y al socialismo reales, e inaugure un tiempo verdaderamente solidario, igualitario y libertario internacional.

4.
Siempre el capitalismo, por instinto de conservación, buscó eliminar al otro, al antagonista que le contestaba y eventualmente era el enemigo que le sepultaría. El racionalismo tecnológico aplicado a la producción, la guerra y la representación usa para ello los avances en la informática, que resultó ser un aliado eficaz en esta cruzada. Más, y porque así son las leyes de la historia, el capital  ha vuelto ha generar nuevos sujetos que han dejado a los viejos proletarios nacionales y sus luchas, así como a los movimientos de liberación nacional, en un vacío político increíble, sobre todo, después de que unos y otros protagonizaron en el siglo XX las gestas libertarias más grandes de la historia humana y abrieron el diálogo anticapitalista mundial. Recuerde quien esto lee las revoluciones y revueltas proletarias a lo largo y ancho del planeta, las guerras anticolonialistas en África, en el sudeste asiático, la Larga Marcha dirigida por Mao…, de tal manera, que los nuevos sujetos de quienes estamos hablando, no han salido de la nada. Dentro del proceso de reconstitución capitalista, los hijos y los nietos de esos combatientes que nunca aceptaron la esclavitud asalariada, recogen las banderas de sus padres y abuelos y, se disponen a marchar nuevamente a la guerra cuotidiana, a la lucha social de los explotados contra los explotadores que, a pesar de las últimas batallas perdidas no ha terminado aún y no podrá terminar, sino con la victoria final de los pobres del mundo, y de su memoria.
Los sujetos históricos que ahora se levantan contra este tiempo, son nuevos porque se diferencian cualitativamente de sus antepasados y, paradójicamente, porque «la clase» y «la nación» se han ampliado y diversificado no solo en numero sino en calidad. Lo han hecho en un tiempo en el que su condición de explotados es ahora compartida de diversas formas por otros segmentos que la sociedad capitalista mundializada ha engendrado entre las víctimas del insaciable vampirismo de las multinacionales, y de la fascinación que sus medios de aculturación, lavado cerebral y envenenamiento mental  producen. El surgimiento del superproletariado internacional o desnacionalizado y pluriétnico, del obrero social, sin patria,  que más explotado que nunca deja su vida en las maquilas, trabaja jornada doble, duerme en camas calientes, y sobre eso es perseguido bajo la acusación de ilegal, o negro, es, por ejemplo, uno de los gérmenes de esta multitud mundializada que ya se abre a horizontes de vuelo inéditos en el devenir de la humanidad. Es parte, decimos, de ese nuevo sujeto que se autoproduce en y para esa multitud de la cual hablan Negri y Hardt, y cuya absoluta mayoría es explotada, marginada, dominada, constreñida, amenazada, aunque, poco a poco, hace de su desgracia conciencia crítica y organización.
La fuerza constituyente y vital de este nuevo sujeto, del cual millones de ecuatorianos participan en las primeras filas en los mismos centros capitalistas mundiales, es una fuerza nunca vista, aún inexperta en las luchas sociales transfronterizas o multinacionales   pero que, ya inventa nuevos programas y genera nuevos dirigentes, que ya está aquí mismo y ya deja escuchar sus gritos de protesta y guerra. Y sus canciones. En este río, es en donde debemos desplegar nuestras velas, ya que su viento es el único que puede impulsar nuestra participación. Este es un proceso político, humano  y cultural que así ahora no lo veamos muy definido, es el único cauce que podrá parar el programa apocalíptico del imperio.
Esta apreciación nos lleva a entender la política cultural de las nuevas izquierdas en los tiempos y espacios inmediatos como un asunto mundial y,  como una intifada permanente e indefinida, como un levantamiento indio, como un deseo de ser puielroja, que no tiene más límite que los deseos de más y más vida, de más y más y más humanidad y placer. En este devenir, inaprensible, intemporal, que está en todas partes y en ninguna, se despliegan, ahora y como siempre, el pensamiento, la acción y las intuiciones de los creadores vanguardistas, reconocibles porque con sus obras, hacen retroceder las fronteras de la muerte.

5.
La cultura de la multitud y de la mundialización que la caracteriza pasa por la disolución de las viejas formas de representación y sus instituciones partidarias, culturales, artísticas, educativas, cuya crisis empeora sin remedio. Se dice que ahora ya no es necesario el esfuerzo en la creación artística ni el sacrifico en la revolución, pues, simplemente con dejarnos ir, o dejarnos estar, con nombrar o con pedir, pues ya está. Puede ser, pero y por si acaso eso no es precisamente como se dice, conviene preparar la escoba para retirar la basura.
El ocaso de las formas de representación modernas, anuncia paralelamente una eclosión de lo social en todos los terrenos, incluido el cultural. Tal eclosión, no podrá ser dirigida ni orientada por el viejo Estado, porque la misma está en contra de él.
Diluidas las formas de representación, se diluyen también las formas políticas y por eso, en los últimos años y ante nuestras narices, hemos asistido a la bancarrota de las  viejas organizaciones partidistas de izquierda, del otrora poderoso movimiento sindical, a la descomposición de los partidos de todo tipo y de las instituciones del Estado, quienes en su caída, tratan de pegar con babas las torres gemelas de un mundo que se derrumba una y otra vez, en lo que parece ser la transmisión continua de su presente atroz y dramático, en tanto no alcanza a detener al devenir de la presencia, la experiencia y el deseo de la multitud.
Las manifestaciones de la presencia y la autenticidad de la multitud, de lo que ya se comienza a ver, son múltiples. En todas ellas, lo identitario sobra o es insuficiente para contener la revelación de este otro que hace suyo el patrimonio igualmente múltiple y diverso de la experiencia cultural, artística y científica de la humanidad. Por encima de los países, naciones, fronteras, lenguas y hasta religiones y partidos «de izquierda», la diversidad se impone y no se deja constreñir por ningún mandato unificador. El arte y la literatura «nacionales», cumplieron su ciclo y su tiempo se acabó.
Es lógico, por todo lo que venimos diciendo, que «La cultura se (haya) convertido en un arma esencial del poder.»

6.
Al quedar la identidad y las identidades en el archivo, ha surgido un nuevo sentimiento cultural y artístico al cual el calificativo de cosmopolita le queda corto. Es un sentimiento que se expresa por ejemplo en el fin de las historias nacionales de la literatura. La literatura,  nunca más será «española» o «ecuatoriana», será literatura de calidad, cervantina, por ejemplo,  kafkiana o montalvina, pero y para nada, española, austriaca o ecuatoriana. Lo propio sucede con las historias de la cultura y del arte, pues, ahora sobre todo, se hace evidente que dichas actividades no tienen fronteras ni banderas y que, el tiempo del nacionalismo cultural en el cual se apoyaron no es más que un lastre romántico del siglo XIX. Pablo Palacio por citar a uno de nuestros autores mayores, no pertenece ni a la cultura lojana ni siquiera a la ecuatoriana, sino al patrimonio mundial. A Guayasamín, por citar otro caso, sería absurdo encasillarle dentro de la quiteñidad. A Picasso, lo parisino le queda chico. Borges, desborda lo bonarense y Serrat, lo catalán. La nueva subjetividad que la multitud produce trae el sello de la humanidad. Lo individual, local y regional, se diluyen y se realizan en ella.
El fin de las lecturas nacionales o locales reduccionistas  es una muestra de que la presencia de la multitud requiere otras lecturas del pasado, acordes a su número y calidad. De que necesita dotarse de otra historia, de la adecuada para emprender las nuevas gestas para realizar la vida y ampliar los límites con los cuales trata de cercarle la muerte, representada en las fuerzas destructoras del capitalismo y en todos y cada uno de sus prejuicios, normas y argumentos con los que justifica el desastre.

7.
La cultura ecuatoriana fue un intento fallido que comenzó en 1830 y terminó cuando el socialcristianismo asesinó a los dirigentes de la guerrilla urbana democrática nacionalista «!Alfaro Vive Carajo¡», bautizando con sangre nuestro siglo XXI.
Lo popular, en lo que se llama Ecuador, desde luego que existió desde mucho antes, y subsiste. Básicamente, son dos las vertientes de lo suyo, de límites difusos como todas las demás expresiones populares, mestizas las dos, pero de alguna manera, tiempos, espacios y sueños compartidos, que nos permiten reconocernos, en ese lejano mirar… Me refiero a las de raíz andina que sube desde el Chile cobre y mineral, desde la guitarra de Atahualpa Yupanqui, por el camino del inca hasta los pies mojados del taita Imbabura. Y a la caribeña, variada, alegre y abierta a todas las influencias del mundo, que baja desde New Orleans o Los Ángeles, pasando por el viejo San Juan de Daniel Santos, por las calles de La Habana, por las llanuras que no se olvidan de  Bolívar ni de Sucre, ni de los aurelianos buendías, hasta sumergirse en esa ría donde cada 15 de Noviembre, vienen flotando las cruces sobre el agua.
Las primeras, al igual que la mexicana, está en los cimientos de lo americano, y junto con otros pueblos indígenas grandes y pequeños, enfrentan la globalización de las transnacionales y la consolidación del imperio. Lo enfrentan con la resistencia, el mestizaje, el camuflaje, la máscara, la transculturación, la fiesta y la risa… pero y en cualquier caso, injertándose para sobrevivir, para seguir teniendo y criando hijos en las condiciones inevitables y adversas que desde tiempos coloniales han marcado nuestro devenir.
Vivir por sobre todo y a pesar de todo, es la preocupación central de nuestros pueblos más o menos mestizos, más o menos morenos en la piel, pero con todos los colores en el alma y en destellar de sus ojos. Sobrevivir y ser parte de este tsunami que se levanta contra la globalización desde todas las formas culturales del mundo, nos llena de alegría, porque, ser parte  de la lucha final contra los demonios de la globalización y las multinacionales que no cejan en su fatídica cabalgata, será para nosotros y para todos nuestros antepasados una gran fiesta, un gran carnaval en el que venceremos porque no le tenemos miedo a la muerte. Vamos a atravesar la globalización, vamos a  romper las filas del enemigo coordinando acciones con los pueblos y movimientos sociales del mundo entero. Tenemos la experiencia de Túpac Amaru que reivindicó tierras desde Colombia hasta Argentina, el ejemplo de Bolívar y del Ché, que no aceptaron otro techo que no sea la Cruz del Sur, y cuyas redes de hermanos fueron y son tan grandes, que van desde el mar a la montaña y, nadie las puede contar.

8.
¿Por qué el arte y las manifestaciones culturales genuinamente populares trascienden lo regional y son universales? Pues, porque eligieron sus sendas productivas  de manera desprejuiciada, nutriéndose de las fuentes múltiples del acervo mundial, atravesando lo identitario y avanzando con autenticidad en la construcción de sus siempre renovados pasados. La libre elección de las fuentes y los materiales creativos, lo es de las preferencias expresivas, de las sensibilidades compartidas con todos los creadores del mundo, señalándose de esta manera el rumbo de la renovación, abierta a los inventos y artificios que en su permanente constituirse, la humanidad va elaborando. El arte de hoy muestra a este nuevo sujeto, cuya vocación mundial solo es comparable a la negación generalizada de la cultura del capital y el mercado.
La identidad, como obligación filial, como tributo al padre, acabó el momento en el que el capital nos expulsó de las viejas relaciones sociales y nos  convirtió en funciones temporales similares, «libres» para ser contratadas en el mercado negrero. Hoy, tal situación se da la vuelta y la nueva humanidad asume su condición y la convierte en fuerza de socialización fluida que se regodea con la libertad. Asumir la soledad a la cual nos lanzó el capital, no significa caer en la trampa del aislacionismo, más bien, es parte de la conciencia que nos está ayudando a atravesar este  mal paso, en el cual, no hay retorno, solo avance, así éste avance sea como el de esos pájaros de Borges que vuelan de espaldas, esto es, sin dejar de ver lo que queda atrás y sin ver a dónde van. Abrirnos a la incertidumbre del devenir da emoción a la aventura del vivir la presencia y, junto con lo que vamos haciendo, es en el fondo nuestro único referente o experiencia para hacer un pasado mejor. No hay entonces futuro ni misión en la vida. Lo único cierto del futuro es que nos vamos a morir y que, como eso es inevitable, no debe preocuparnos. El único que cree y necesita del futuro, como el tiempo de la inexistencia, es el capital, sobre todo el financiero. Para nosotros, no hay construcción de ningún futuro, quien habla de sacrificar la presencia en aras de mañanitas que cantan, tiene, como decía Raoul Vaneigem, un cadáver en la boca. Con nuestra presencia, solo podemos construir pasados, pasados bellos, memorias inolvidables que sean referentes de nuevos y más potentes deseos.
La autenticidad en la vida es por esto mismo el manejo creativo y electivo, lúdico y erótico de la memoria y la experiencia, manejo que en cualquier caso lo hacemos en función de las necesidades de las nuevas presencias que en nosotros nacen y alimentan nuestros deseos. Ser auténticos, es ser libres, es disponer de nuestra presencia y hacer realidad lo que Voltaire dijo: «El paraíso está donde estoy yo.»

9.
La globalización del Ecuador ha traído una crisis diferente a las muchas que  hemos soportado. Más del 20% de ecuatorianos están en este mismo instante siendo explotados en EE UU, España, Italia, Alemania…, sus penas, permiten la subsistencia de amplísimos sectores sociales de este país y alivian las obligaciones de su Estado que, en esta diáspora, solo se deja sentir mediante el ejercicio de la violencia, el desprecio y el olvido. Otra faceta de esta crisis es la descomposición de todas las instituciones y formas del dominio, las cuales, en su desmoronarse, van subastando a precio de huevo los recursos estratégicos de la comunidad, festinando los recursos naturales y la biodiversidad, engordando sus cuentas bancarias secretas -como les enseñó Pinochet-, y cebando a los cuerpos represivos de quienes estúpidamente esperan reciprocidad cuando ya no tengan en dónde esconderse.
Quizás esta sea una estrategia de retirada que se camufla de ofensiva. Samir Amin, es de esa opinión en la entrevista suya que citamos más arriba: «De acuerdo con la teoría dominante, de la que desgraciadamente es también víctima gran parte de la opinión pública europea, la supremacía militar de los EEUU representaría la punta del iceberg de una superioridad en último término basada en la eficacia económica y en la hegemonía cultural. Pero la realidad es que los EEUU se hallan en una posición de extrema vulnerabilidad, que se manifiesta en el enorme déficit contraído en el comercio exterior, y de esa fragilidad deriva la opción estratégica de la clase dirigente de los EEUU que desemboca en el uso de la violencia militar.»
Cuando el agua anuncia hacerse lodo, las políticas culturales del Estado capitalista tratan de ser readecuadas en todo lado. Desde los siniestros años del febrescorderismo, la cultura en Ecuador ha sido campo de millonarias inversiones y súbito interés. No porque los beneficiarios del presente y del futuro les haya cogido de pronto el gustito por la lectura o la escritura, se hayan vuelto sensibles a las artes plásticas, se les haya aflojado el entendimiento o el Espíritu Santo se les haya posado en el bolsillo. No, nada de eso ha sucedido. Dichas inversiones han sido realizadas porque, las condiciones de aculturación y embrutecimiento colectivos, ahora, son indispensables para prolongar la actual forma del dominio: la biopolítica del imperio, pasa por la interiorización del Estado en el individuo. Los prejuicios represores, a tono con los avances en la electrónica también se han miniaturizado y, como si fueran chips, virtualmente se insertan en los cuerpos y la mentes para programarlos, automatizarlos y conducirles a los antros de Mordor, llámense éstos centros comerciales, fábricas, discotecas, estadios, urnas electorales, o cualquier otra institución reproductora de la realidad imperante.
Los tiempos de la política cultural, dispersa, burocratizada y en todo caso torpe, que surgió con el advenimiento de la globalización en Ecuador, trataría ahora de ser centralizada en el Ministerio de Cultura para avanzar en el mejor control de lo que ya se ha convertido en el espectáculo cultural y, quién sabe, si a lo peor, en el surgimiento del Ministerio de la Verdad con su respectiva policía del pensamiento.
La intelectualización de la productividad de los llamados bienes, servicios e informaciones, así como de su consumo, obligan al poder  a nivel mundial a disparar contra las mentes sus armas de ideologización. El espectáculo, tal como lo definió Debord , es total, y la sociedad del espectáculo que él la desnudó en público, continúa en su empeño de sustituir la vida por su imagen, lo carnal por la ficción, la verdad por la mentira. La cultura del espectáculo ritualiza y complica todo, porque cada gesto o momento  de la producción o del consumo espectacularizados, le permite al capital extraer plusvalor, acumular y depilfarrar, y repetir las dosis en cantidades crecientes y cada vez más concentradas. En esta línea, todo lo que se le convence a la gente que haga, o se le persuade de que necesita, requiere de algún «valor agregado», aditamento plástico, trámite, crema, o herramienta especial. Esta cultura, que corresponde a las espirales de recuperación cada vez más rápidas del capital, desquicia y sume a las mayorías en un frenesí que termina por convertirlas en cosas, y a las cosas, por convertirlas en los tiranos de las gentes.
Los espacios y los tiempos de la cultura del espectáculo entonces, ya no son nacionales sino mundiales, no terminan ni cambian en las fronteras, no pertenecen a las razas ni las religiones, peor a las costumbres locales. Contra esta cultura en donde la representación es una engañosa y grave necesidad del dominio, aspiramos a situaciones en las cuales la representación sea uno de los tantos juegos seductores y placenteros de los que tiene que estar sazonada la vida.

10.
No puede interesarnos hoy la cultura ecuatoriana, colombiana, peruana, gringa, española o tibetana, pues, todas ellas no son otra cosa sino máscaras  que ocultan la calavera de esta civilización mortífera que se mantiene activa y atroz a escala planetaria. Desgraciadamente, las mayorías han sido «culturizadas» al punto de no ver más allá de dichas máscaras, es más, de defenderlas y hacerlas suyas, dando por verdadera y buena la imagen, la copia, la representación, la apariencia, en fin, la ilusión. ¿Va el Ministerio de Cultura a dar de correazos a la cultura del espectáculo en la cual tan terribles son el capital como el trabajo, o la riqueza como la pobreza? Si va ha hacerlo, ¿cómo?, ¿con quién?, ¿de qué manera?
No podemos olvidar que el gobierno populista radical que acaba de posesionarse, carece de las estructuras organizativas capaces de respaldar sus propuestas de campaña electoral y que, frente a él, ya están todas las mafias que dulcemente le infiltran o que le trabarán toda iniciativa de cambio, buscando inmovilizarlo, acelerar el desgaste de su popularidad y, cuando llegue el momento, hundirle el verduguillo en la nuca. «El mejor amigo de los EE UU», ya quiso subirse en la camioneta del vencedor usando la táctica del caballo de Troya. El Tribunal Electoral acaba de trabar la convocatoria a la Asamblea Constituyente, enviando el proyecto de Correa al Congreso para limar toda peligrosidad. El Poder Legislativo, donde las fuerzas temerosas de cualquier cambio se han atrincherado, nombraron a un cucalón para Fiscal General y, en la Base de Manta, la Ministra de Defensa y Secretaria General del Partido Socialista, Guadalupe Larriva, muere en un extraño choque de helicópteros en vuelo cuya ruta, según dicen las malas lenguas, pudo haber sido alterada valiéndose de un satétile.
La derecha no da tregua sino cuando le conviene y el gobierno no da pie con bola cuando tendría que hacerlo para disparar al gol. Creyendo que apaciguará su furia, acaba de entregar al CONESUP la redacción del proyecto de constitución que impulsará en la eventual Asamblea. Decisión equivocada, dadas las funciones específicas de dicho organismo.
Para nosotros y en estos contextos, el ente ministerial que surge, así sea con el querido poeta de la negritud Antonio Preciado al frente, nada nuevo podrá inducir en el terreno de las culturas vivas o populares y las artes necesariamente ecuménicas del siglo XXI, puesto que, si no han cambiado las bases económicas y políticas que nutren la producción artística y cultural, los juicios estéticos y la  subjetividad, así como la educación, la investigación y el desarrollo científico en Ecuador, seguirán orientados a la reproducción de las relaciones del capital y del trabajo, por ende, al imperio de la ceguera que parece estar al mando del mundo.
Las artes de la multitud, mientras la contradicción que desagarra sus deseos y memorias no se haya resuelto, o disuelto, seguirán por ello tensionadas, exasperadas, es decir, al borde del abismo o al pie del patíbulo, pero creando el contrapoder e incrementando la fuerza constituyente de la vida humanizada.
De esta manera, en las únicas fuerzas en quienes cabe confiar, son las de la organización y conciencia populares, alma, cerebro y brazo de la sociedad civil, cuya intifada permanente es la única garantía para exigir y conseguir los cambios convenientes a los intereses sociales.

11.
Esperar cambios sustanciales desde el nuevo Ministerio de Cultura, es pedir peras al olmo. Por ello y más allá de cualquier ilusión que este populismo radical pueda generar, debemos pensar de la mejor manera el programa cultural de la multitud, el mismo que, orientará sus reivindicaciones en los terrenos del arte, la educación y la cultura inmediata. En esa rumbo, creemos que no se debe  olvidar los siguientes aspectos generales.
-Participación social en los medios de información, esto es, conseguir que las organizaciones sociales populares y de la sociedad civil, tengan sus representantes en los mismos, por cuanto el derecho a la información y a la comunicación es algo reñido con la propiedad privada de periódicos, estaciones de TV, radio y demás medios estatales o privados. La verdadera libertad de expresión y de palabra no tiene ningún sentido cuando, un grupo minúsculo impone sus percepciones e interpretaciones y, lo que es más grave, contribuye a una formación unilateral de la sensibilidad mediante sus programaciones, noticias y opiniones.
-Plenas garantías legales, presupuestarias y de infraestructura, para el acceso a la educación preprimaria, primaria y secundaria de todos los jóvenes.
-Participación de los Comités de padres y madres en la educación de sus hijos e hijas y reconocimiento económico estatal por dicho aporte, ya sea mediante permisos en sus trabajos, o mediante el reconocimiento de un valor por dicha participación.
-Fortalecimiento de la investigación científica en las universidades orientada a la defensa de la vida en todas sus manifestaciones. Investigación para la defensa del ambiente, de la paz, la solidaridad y la libertad. Educación en función de los intereses sociales. Inclusión en las carreras técnicas de materias sociales,  críticas y ecológicas. Presencia de las organizaciones populares con voz y voto en los Consejos Universitarios.
-Retiro del mercado de las instituciones y empresas que han hecho de la educación un negocio y, de sus estudiantes, unos clientes a quienes se les venden paquetes académicos puramente instrumentales, cuando no, notas y títulos y, en el caso de ciertas universidades fantasmas, hasta doctorados honoris causa…
-Fortalecimiento de la educación laica y gratuita. Representación de las organizaciones de la sociedad civil en los organismos del Ministerio de Educación que elaboran los  planes y programas educativos. Debate público sobre sus contenidos y textos.
-Control por parte de las comunidades indígenas sobre sus escuelas, respeto y auspicio a sus lenguas maternas. Plurilingüismo optativo. Garantías presupuestarias para sus  programas. Respeto y auspicio a las formas culturales de los pueblos y nacionalidades indias, negras y mestizas. Impulso a la investigación de las mismas sobre su memoria.
-Tiempo pagado por las empresas o el Estado para el ejercicio del derecho a la calificación profesional de todos sus empleados o trabajadores, ya sea en las universidades u otras instituciones culturales y educativas.
-Cualificación de la carrera docente a fin de que los maestros se conviertan en profesores dedicados exclusivamente a la formación de niños y jóvenes. Incentivos a los maestros para que investiguen,  escriban y publiquen sobre sus materias y experiencias docentes.
-Creación del Fondo Nacional de Becas para el perfeccionamiento profesional de los graduados universitarios, en el país y fuera del mismo. Transparencia en la política de concesión de becas a quienes las merezcan. Apoyo a los creadores, investigadores y profesionales del arte y la cultura que deseen perfeccionar sus conocimientos y técnicas en instituciones extranjeras con becas que les permitan subsistir dignamente.
-Exoneración de todo impuesto para la elaboración, edición y difusión de libros, y otras obras y hechos de ciencia, tecnología o artes.
-Fortalecimiento de los mecanismos de gestión democráticos de las Casas de las Culturas Ecuatorianas y sus núcleos, en tanto, en dichas instituciones deberán centralizarse los recursos actualmente dispersos que se asignan a municipalidades y consejos provinciales. Para esto se debería modificar la ley de Cultura vigente y la Ley de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
-Plenas garantías para la libertad de expresión y plenas garantías para difundir lo que se expresa. Penalización de la censura.
-Apoyo asistencial permanente y durante toda su vida a quienes dedican su vida a la producción artística y artesanal en sus formas más elaboradas.
-Democratización del crédito para proyectos culturales y artísticos. Creación de fondos no reembolsables para el cultivo y desarrollo descentralizado de todas las artes desde los sectores sociales mayoritarios y marginados. En tanto el disfrute de los bienes culturales, su producción, difusión y conservación no puede ser un negocio sino un derecho social, se deberá exigir al Estado y a su Ministerio de Cultura que los gastos en los planes, proyectos y programas del mismo, sean asumidos como inversión e indemnización sociales, no como inversiones empresariales en busca de «utilidades».
-Creación de instituciones educativas especializadas en el desarrollo de los niños con talentos artísticos, quienes deberán ser becados.
-Creación de las condiciones adecuadas para fortalecer las comunicaciones y contactos con los demás países latinoamericanos y caribeños. Internet masivo y gratuito.
-Software libre. Adopción estatal de sistemas de software gratuitos.  Creación de la biblioteca,  la pinacoteca y la musicoteca virtuales de autores ecuatorianos. Impulso del conocimiento libre a todo nivel.
-No reconocimiento de «patentes» que violan el derecho social sobre la biodiversidad del país.
-Control de las investigaciones eugenésicas o lesivas a la dignidad humana.
-Educación para rescatar, mantener y desarrollar la biodiversidad en todas las regiones del país. Combate al tráfico de la misma y a quienes atentan contra sus bases materiales y ecológicas.
-Educación para rescatar, mantener y desarrollar el patrimonio urbano y arquitectónico tangible -e intangible-. Combate el tráfico y usufructo privado de los bienes artísticos patrimoniales y demás objetos de valor cultural para nuestra memoria. Incremento presupuestario suficiente para rescatar los bienes culturales robados.
Estas propuestas, deberán ser parte de un programa mínimo a ser exigido al nuevo Ministerio de Cultura. No excluyen otras iniciativas que seguramente provendrán de los otros grupos interesados en conseguir que la práctica cultural aporte a la construcción de la libertad, la solidaridad y la igualdad sociales, como valores de la nueva humanidad.
Cuenca, febrero de 2007.
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