Corrupción: grave palabra y a la vez tan usada y tan institucionalizada o ya también normalizada. La R.A.E. dice esto: «En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.» El ejército es una institución pública […]
Corrupción: grave palabra y a la vez tan usada y tan institucionalizada o ya también normalizada. La R.A.E. dice esto: «En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.»
El ejército es una institución pública y como tal debe ser transparente a los ciudadanos, que son los que pagan con sus impuestos tal institución; sin embargo no es así, es la institución más opaca, «neck and neck» con la monarquía, heredera de un régimen que impuso el dictador de este país.
He vivido en mis carnes directamente esto desde el primer día que ingresé en las FFAA ¿Cómo? se preguntarán, pues así:
Kosovo 2002: El CECOM de Petrobek «Albania» (lugar de llegada de las tropas O.T.A.N. españolas) vendía favores de llamadas telefónicas a España de miembros del destacamento de cocina y estafeta (el correo en misión), y de los mandos de Estado Mayor, a cambio de un surtido completo de bebidas y alimentos nacionales (chorizos, cerveza, refrescos, jamón, cecinas y otros manjares) que siempre acababan en las papilas gustativas de los mandos, servidos por la tropa.
Maniobras una y otra vez, donde íbamos pagando la dieta de nuestro bolsillo, cuando por ley está estipulado que nos deben pagar el 80 % de nuestra dieta, y como tropa lo adelantábamos de nuestro bolsillo. Nos daban, para un día de viaje, dos lonchas de chorizo, una de queso, una barra de pan y un refresco. Eso, a costa de nuestro bolsillo, nos costaba cerca de seis euros al día. Las comidas y cenas pagadas no eran mejores, aun cuando eran de ración de previsión (más caras) o cuando nos hacían un arroz con conejo cazado en nuestro cuartel de origen, a saber con qué enfermedad. ¿Ese dinero ahorrado donde se fue? seguramente al avituallamiento de licores que nunca faltaron en el puesto de mando.
Accidente en maniobras: 24.00 de la noche en Chinchilla, recibo una llamada de teléfono de un suboficial que dice: «Santitos, el Sold Juan y Abel han tenido un accidente, manda a dos conductores porque están ebrios». La mala suerte fue que la guardia civil llegó antes, la buena que los controles de sangre se las hicieron a los dos que enviaron, porque se habló así con la propia GC. ¿Saben ustedes porqué esos soldados estaban en ese sitio y en ese estado? Pues porque sus jefes estaban de cena y ellos eran sus conductores y, a la espera, fueron fiel reflejo de sus mandos… emborrachándose. Solución, la fácil: 15 días de arresto y no se hable más. Eso sí, los jefes ninguna responsabilidad.
Otro día hablamos de gente de oficinas, cómplices de muchos y muchos atropellos a sus propios compañeros que, aun de baja, cobran el C.D.E. (complemento de dedicación especial), mientras los mortales pensamos que es como un billete de 500 euros (sabemos que existe y nunca lo vimos), pero que somos los que estamos día a día dando la vida por un país que nos respeta ni nos considera.
En fin y concluyo, si esto es así al nivel tan básico a su imaginación les dejo lo que puede pasar a nivel de las altas esferas. Cada uno que saque sus conclusiones… las mías están sacadas.
Salud y República popular.
Marco A. Santos Soto, Cabo ASAN del Ejército de Tierra, miembro del colectivo de militares demócratas Anemoi.
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