Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Hace tiempo que Patxi López se marcó el reto de llegar a lehendakari. Sobre todo después del pasado 9 de marzo. Al ver que el PSE-EE obtuvo en las elecciones al Congreso español 430 690 votos (124 562 más que el PNV, además) en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, el sueño de antaño no le pareció una quimera. De ahí en adelante prepararse para ese reto ha sido la primera de sus prioridades. El propio PSE-EE se ha puesto en ese objetivo en cuerpo y alma. Después de unas largas vacaciones veraniegas, López ha tenido tres grandes apariciones, las tres en esa clave: en la jornada con los empresarios, en el debate en el Parlamento vasco y en el acto de presentación del documento Euskera en libertad. El más exitoso de los tres quizás fue el primero, puesto que logró que aparecieran los principales empresarios, entre ellos el presidente de Petronor, Josu Jon Imaz (1). En el debate en el Parlamento vasco no tuvo ningún brillo especial. Anduvo sin salirse del cerrado discurso preparado de antemano. Encima, cuando en el segundo turno se sumergió en datos económicos, no mostró gran seguridad. En un momento puso como modelo la tasa española de ocupación, olvidando que en los últimos tiempos la tendencia es negativa y que la tasa de paro es mucho mayor y está empeorando. Asimismo, tuvo un problema de credibilidad cuando anunció que impulsaría el «diálogo social», porque parece que olvida que vive en el País Vasco, pues aquí los principales sindicatos son ELA y LAB, no UGT y CCOO.
En la tercera aparición, la presentación del documento Euskera en libertad, ha intentado desactivar un espectro. Ha sido un movimiento con la intención de ampliar el electorado habitual del PSE-EE. El partido socialista, invitando a diversas instituciones del euskera (la Real Academia de la Lengua Vasca, Kontseilua, AEK, la Asociación de Editores Vascos, etc.) ha intentado construir un escenario adecuado para transmitir un mensaje de tranquilidad ─diciendo que no se recortarán las subvenciones─, no especialmente a esas instituciones, sino a ese posible nuevo electorado. En cualquier caso, no es la primera vez que el partido socialista realiza un intento de aproximación al mundo del euskera. El anterior lo hicieron Mario Onaindía y Ramón Jáuregui. Actuando más valientemente que López: organizaron, por ejemplo, unas jornadas en torno al euskera dando la palabra a los propios agentes de las instituciones del euskera.
Con todo, cualquier gesto es importante para Patxi López. Tiene que jugar a bajas, porque apenas tiene espacio para ganar credibilidad y expectación ante el electorado. En efecto, los principales ejes los ha marcado Madrid. En política económica su jefe es Solbes y en lo atinente al conflicto vasco, Rubalcaba. Lo tiene difícil, en verdad, para quitarse de encima la acusación de convertirse en delegado del Gobierno de España. Como es difícil creer que quiera ser «lehendakari de todos los vascos», en este momento en que se está intentando dejar mudo y marginado a un amplio sector de la sociedad mediante la política de ilegalizaciones y en que se propone, de consuno con el PP, negar hasta la libertad de expresión a esa parte ilegalizada de la sociedad.
Nota:
(1) Y presidente del Euzkadi Buru Batzar, máximo órgano del PNV, hasta septiembre de 2007. (N. del t.)
Berria, 4 de septiembre de 2008
http://www.berria.info/testua_ikusi.php?saila=harian&data=2008-10-04&orria=010&kont=002