«Es posible un mundo con una humanidad mejor. Tal vez hoy la primera tarea sea salvar la vida» José «Pepe» Mujica Es indudable que el mundo atraviesa por una etapa de crisis sistémica, estructural y profunda, que impacta todas las áreas de la vida humana y de la naturaleza en que está sustentada. El sistema […]
José «Pepe» Mujica
Es indudable que el mundo atraviesa por una etapa de crisis sistémica, estructural y profunda, que impacta todas las áreas de la vida humana y de la naturaleza en que está sustentada. El sistema capitalista existente muestra enormes fisuras y contradicciones que obligan a los trabajadores y los pueblos a volver a plantearse alternativas de solución radicales y no sólo reformas parciales. La existencia misma de la civilización humana está en riesgo frente a un deterioro progresivo de la estructura de la vida, el desequilibro bio-social y psicológico, la aparición de nuevas enfermedades, el caos ambiental y a la guerra nuclear.
El nivel de concentración de capital en manos de la plutocracia financiera es de dimensiones escandalosas; la financiarización de la economía ha convertido la banca en una pirámide y el mundo bursátil en una lotería; la enorme acumulación de capital se combina con la ley de la tasa de ganancia negativa e impide la creación de nuevos medios productivos; y el desarrollo de nuevas economías colaborativas que aprovechan el desarrollo tecnológico y la tendencia creciente de los costos de producción a cero, agudizan las contradicciones insolubles del capitalismo. Ello obliga a los capitalistas y a sus gobiernos a buscar alternativas en la geopolítica y en la guerra para atenuar los efectos económicos y políticos de las cada vez más profundas crisis económicas, y a crear artificialmente conflictos con métodos coloniales a fin de conseguir mejores condiciones de acumulación por desposesión y despojo.
Las luchas de los trabajadores basadas en teorías y doctrinas construidas en el siglo XIX y aplicadas durante el siglo XX, han mostrado enormes limitaciones que llevaron, no sólo a la derrota política del llamado «socialismo real» o «socialismo del siglo XX» sino que influyeron en las nuevas generaciones que -aunque enfrentan las consecuencias del triunfo del capital sobre el trabajo- perdieron la fe en la posibilidad de construir una sociedad sin el lastre de la explotación del trabajo y se dedicaron a atenuar el problema sin proponerse soluciones radicales. Además, la labor de crear pensamiento crítico también sufrió graves reveses sin desconocer los esfuerzos individuales que deben ser valorados y potenciados.
Sin embargo, la gravedad de los problemas que aquejan a la humanidad en su conjunto ha obligado a las nuevas generaciones a replantear sus luchas. A finales del siglo XX, recién caído el muro de Berlín y el desplome del bloque «socialista» que lideraba la URSS, se presentó el levantamiento neo-zapatista de los indígenas chiapanecos al sur de México que, a pesar de lo local, mostró una visión global e integral de la lucha. Paralelamente surgieron los movimientos anti-globalización y los llamados «procesos de cambio» en numerosos países de América Latina, que se materializaron en el acceso de líderes progresistas y nacionalistas a diversos gobiernos, hecho que se consiguió sobre la base de encauzar importantes expresiones de rebelión popular, alzamiento social y lucha de los trabajadores, campesinos y pueblos indígenas de esa región del mundo.
Además, a partir del año 2011 aparecen nuevas expresiones de lucha social, política y cultural en diversas regiones del planeta, dinamizadas -ahora- por nuevos sectores sociales que son resultado de las grandes transformaciones que se han operado en el aparato productivo y en la estructura de clases de la sociedad. En Túnez y Egipto, España y Grecia, Turquía y Brasil, y en general en todo el mundo, los «profesionales precariados»1 han aparecido como un sector de los trabajadores que lideran iniciativas políticas y sociales contra el poder del gran capital financiero, por más y mejor democracia, y por renovar las luchas contra el capital. Podemos afirmar que este «nuevo proletariado» ha mostrado en pocos años su capacidad creadora para despertar una oleada de luchas de nuevo tipo de carácter orbital.
Por cuanto el horizonte de las luchas de los trabajadores y los pueblos muestra un ascenso visible y verificable, a pesar del declive del llamado «proceso de cambio progresista» en América Latina, se hace necesario contribuir con el debate teórico-político que debe desarrollarse a nivel nacional, regional y global. Es indispensable motivar la discusión para propiciar la necesaria clarificación de ideas que nos permita y ayude a retomar las luchas anti-sistémicas y anti-capitalistas. Con ese fin se presentan estas tesis que ponemos a disposición de las personas, grupos, colectivos, movimientos y partidos políticos que estén interesados en construir una «corriente de pensamiento revolucionaria y crítica» que contribuya con tan importante y vital tarea.
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La crisis económica iniciada en el año 2008 se conserva y profundiza. La deuda pública de numerosos países de Europa es inmanejable y crece exponencialmente en países periféricos. La recesión económica se mantiene en Europa, Japón, Brasil, Rusia y aparece en China. La consecuente caída de los precios de las materias primas genera agudos conflictos sociales, mayores alzamientos populares y nuevos procesos de organización social y político de dimensiones planetarias.
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Como resultado de esa situación, el gran capital se ve obligado a sobre-explotar a los trabajadores de diversas formas. Por un lado, incrementa la productividad utilizando la técnica y la automatización. Ello ha generado un desempleo estructural que afecta fuertemente a la juventud y a los trabajadores profesionalizados. Por otro lado, en el mundo periférico, empeora las condiciones de precariedad laboral de los trabajadores usando -de hecho- formas semiesclavistas de trabajo. Para lograrlo, la oligarquía financiera impulsa formas novedosas de neo-fascismo político para imponer regímenes totalitarios de nuevo tipo usando estrategias propias de las guerras de 4ª generación, la manipulación mediática, la utilización de conflictos nacionales, étnicos y tribales y, la guerra, cuando es necesario. Estados «fallidos» y en permanente inestabilidad son su herramienta predilecta como ocurre en Afganistán, Irak, Ucrania, Libia, Siria, México, Colombia, y ahora va logrando en Venezuela, Brasil y Argentina.
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El imperio estadounidense ha diseñado una nueva estrategia para enfrentar su creciente decadencia y la pérdida paulatina de hegemonía global. El llamado «Paternalismo Liberal»2 diseñado por los tanques de pensamiento del Pentágono y el Departamento de Estado se ha convertido en la teoría de moda para lanzar una ofensiva de «guante blanco». El gobierno estadounidense ya no cuestiona a los regímenes de partido único o los gobiernos totalitarios por cuanto les interesa centrar las relaciones con otros países en negocios e inversiones económicas. Esto no significa que estén dispuestos a ablandar su política de control y contención militar de zonas estratégicas del mundo que se disputan con Rusia, China y otras potencias mundiales. Dentro de esa política está su «nueva» actitud frente a Cuba y su apoyo al «proceso de paz» en Colombia con las FARC y el ELN.
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La crisis sistémica del capitalismo y las políticas aplicadas por el gran capital y los Estados a su servicio han empobrecido y llevado a la desesperación a millones de personas en regiones como África y el Oriente Medio. Es la causa de migraciones masivas que se vuelven incontrolables y que se anuncian como formas espontáneas de resistencia a la agresión económica, política, cultural y territorial. Todo indica que se va a continuar con la pauperización de numerosas poblaciones de Asia y América, además de que se potenciarán los conflictos sociales, étnicos y religiosos en el mundo híper-desarrollado.
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La guerra por la ganancia y por el control de territorios ricos en recursos naturales se ha exacerbado. Sin embargo, la contradicción entre el imperio estadounidense, sus aliados y otros bloques geopolíticos, no es el aspecto principal en la lucha de los trabajadores y los pueblos. A pesar de que se deben denunciar todas las intervenciones y agresiones a naciones, países y pueblos, la tarea central es mostrar que ello es consecuencia de la crisis profunda del sistema-mundo capitalista, y una expresión de la contradicción fundamental entre el capital y el trabajo.
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Por ello, es necesario organizar un movimiento de carácter global que se coloque la tarea de demostrar ante el mundo entero que la contradicción principal enfrenta a la oligarquía financiera con la inmensa mayoría de la población mundial. Esa contradicción se materializa en la esencia destructora de la naturaleza y del ser humano por efecto de la acción irracional y depredadora de un sistema económico capitalista que no puede renunciar al modelo productivo basado en la química del petróleo y, por tanto, condena a la humanidad a un crecimiento caótico, usando métodos de control mental y psicológico para promover entre las personas el consumo compulsivo de mercancías y servicios innecesarios, y suscitar una serie de conductas irresponsables que atentan contra el futuro mismo de la civilización humana.
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Ese movimiento global de los trabajadores y de los pueblos debe recoger lo más avanzado del pensamiento crítico construido por intelectuales y revolucionarios del mundo entero, sin renunciar a las herencias teóricas de los siglos anteriores, pero debe hacerlo con una visión no dogmática, no doctrinaria, derrotando toda idealización y creencia en verdades eternas y absolutas. Es necesario que los sectores más avanzados de los trabajadores y los pueblos promuevan el estudio, el debate y la discusión, con un sentido práctico, desarrollando con amplitud corrientes de pensamiento que coloquen en el centro de su trabajo la necesidad de construir ese movimiento global, contribuyan con la sustentación y demostración conceptual de la contradicción principal y ayuden a diseñar las estrategias para conseguir la unión y solidaridad internacional a fin de lograr impactos importantes para preservar la vida del planeta. Convertir las ideas en acción práctica.
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Ese movimiento internacional de los trabajadores y de los pueblos debe abordar también, con la misma mentalidad sistémica, metódica y práctica, la tarea de evaluar la experiencia de lucha de los trabajadores y los pueblos del mundo en los últimos 150 años, a fin de superar una serie de ideas incorrectas que han sido la causa de nuestras derrotas. Ese esfuerzo teórico-político no debe entrabar la tarea central de unir con amplitud a las mayorías sociales pero es urgente y necesario abordar la discusión de la estrategia, a fin de ayudar a orientar con consistencia y flexibilidad las innumerables batallas que los trabajadores y los pueblos tendrán que afrontar en el inmediato futuro. Es claro que frente a la complejidad de la vida, al desarrollo desigual y combinado de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, se debe adecuar la estrategia y la táctica a las condiciones específicas de cada continente, región, país o zona, sin perder de vista el carácter global de los problemas y de las luchas transformadoras.
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Temas como la esencia del poder global del capital financiero, los enormes cambios que se están operando en la estructura productiva y financiera del mundo capitalista, la naturaleza de los Estados imperiales y nacionales en esta etapa de la humanidad, el problema del «Poder», la condición depredadora del modo de producción capitalista, la necesidad de recuperar formas de Democracia Directa para poder sustentar y darle consistencia a las luchas por el poder político, la contradicción entre la forma «nacional» y el contenido global de la lucha de los trabajadores, y en fin, se trata de realizar la necesaria tarea de clarificación de una serie de problemas teóricos y políticos que se han convertido en obstáculo para lograr el triunfo de la humanidad sobre quienes quieren destruirla.
Una segunda parte de este documento presenta unas tesis sobre la coyuntura de la lucha de los trabajadores y los pueblos en América Latina y en Colombia.
Notas
1 Nuevo proletariado: Los profesionales precariados son los trabajadores que ostentan un título de profesional, tecnólogo o técnico o que en su proceso de calificación práctico tienen un nivel similar, y que por el lugar que ocupan en el proceso productivo tienen todas las características del proletariado clásico: no son propietarios de medios de producción o los que tienen son irrisorios frente a los de los grandes conglomerados capitalistas para los que trabajan, son asalariados clásicos o reciben ingresos provenientes de relaciones de trabajo dependientes, están en un lugar subordinado del proceso productivo (no son directivos) y acceden a un mínimo de riqueza social. Su situación de precariedad los hace identificarse cada vez más con el trabajador asalariado común.
2 El término «paternalismo liberal» fue acuñado por el economista conductual Richard Thaler y el abogado Cass Sunstein (esposo de Samantha Powers, embajadora de USA en la ONU). Se basa en la teoría de que gobiernos y grandes empresas pueden darle un «pequeño empujón» a la sociedad o a otros gobiernos sin por ello eliminar su libertad de acción. Las intervenciones «humanitarias» en Libia y Siria se basaron en ese concepto.
Blog del autor: http://aranandoelcieloyarandolatierra.blogspot.com.co/2016/04/crisis-sistemica-y-accion-global.html#.VxEcrfl97IU
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