El desarrollo si no es ético, simplemente no es sostenible. Pero no aprendemos. Tal es el caso de la empresa española Inditex y su cadena de moda Zara. Hoy, la noticia «buena» del día en la prensa española es que su propietario, el gallego Amancio Ortega, ha sido declarado el tercer hombre más rico del […]
El desarrollo si no es ético, simplemente no es sostenible. Pero no aprendemos.
Tal es el caso de la empresa española Inditex y su cadena de moda Zara. Hoy, la noticia «buena» del día en la prensa española es que su propietario, el gallego Amancio Ortega, ha sido declarado el tercer hombre más rico del mundo, y el más rico de Europa, según el Índice de Millonarios de Bloomberg. Justo después del mexicano Carlos Slim y el emperador de Microsoft Bill Gates.
En algunos medios, incluso los mal llamados «progresistas», como la Cadena SER, del Grupo PRISA, se congratulan, y sus contertulios afirman alegres que esto es una buena señal para la economía española. Pero francamente, a mí me produce una sensación de vergüenza que me recorre todo el cuerpo y me pone los pelos de punta. Y lo tengo que escribir, por algún lado me tiene que salir.
Vergüenza por constatar que la situación actual de crisis sirve definitivamente para enriquecer más a los más ricos, y empobrecer más a los más pobres, y los que no lo eran tanto. Los salarios caen en picado a menos de 1.400 euros al mes como media (la tendencia en la empresa privada es un descenso vertiginoso a menos de 1.000 euros mensuales), y no se descarta la bajada del salario mínimo interprofesional, que ya ahora es el más bajo de la zona euro; al tiempo que los grandes partidos liberales que se turnan en el gobierno (PSOE-PP) legislan únicamente a favor de las grandes fortunas y las grandes empresas, que tributan en el país muchísimo menos proporcionalmente que cualquier trabajador o trabajadora, y que luego les recompensan con puestos prácticamente simbólicos, pero altamente remunerados.
Vergüenza por ver que una de las empresas más violadoras de los derechos laborales y humanos de Europa, se erija en modelo de gestión, estudiado en las más importantes facultades de Ciencias Económicas de España. Siento ante esto auténtica vergüenza ajena, la propia y la que no sienten los directivos de Inditex, verdaderos sinvergüenzas, cuando contratan empresas o talleres clandestinos en Brasil, India u otros países que explotan y realmente esclavizan a sus trabajadoras y trabajadores, en muchos casos menores de edad.
Vergüenza por comprobar que los medios de comunicación, verdaderos creadores de opinión pública, exhiben esta información como un triunfo económico español, para mayor orgullo de la «marca España», igual que la selección española de fútbol o algunos deportistas de élite. ¿Saldrán a la calle los hinchas de Zara para cantar el «yo soy español, español, español»? ¿Qué gana realmente la sociedad española, el pueblo, con la riqueza insultante del señor Amancio Ortega?
Este país se avanza a toda velocidad y sin frenos cuesta abajo por la autopista de la crisis, y en su disparatado intento por salvar los muebles, deja mayor inequidad, mayor injusticia social, mayor brecha social, mayor polarización, y más destrucción del más básico estado de bienestar, con el aplauso de los medios de comunicación (todos, públicos y privados) y ante la mirada a veces complaciente, a veces desconocedora, a veces impasible de la población.
La actual situación de crisis, es una estupenda ocasión para cambiar de rumbo, para modificar radicalmente el sistema económico y productivo, hacia un modelo sostenible, no basado en el consumo-producción como motor del desarrollo, ni mucho menos en el sector financiero. Un modelo de desarrollo basado en los principios éticos de respeto al medio ambiente, a la soberanía alimentaria y de los pueblos, y a los derechos humanos y de los trabajadores/as.
Con empresas como Inditex (y muchas otras como REPSOL, Unión Fenosa, BSCH, BBVA, Telefónica, etc.), destruyendo la riqueza de los países más empobrecidos, y explotando los derechos de los y las trabajadores/as en todo el mundo, la población española se gana el sufrimiento que está viviendo con la gestión nefasta de la crisis, porque la globalización del capitalismo, en su forma neoliberal, tiene un efecto boomerang.
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