Porque no es fácil la crítica de arte es que me animo hoy a sugerirles a aquellos interesados en convertirse en críticos, algunas pautas básicas que les ayuden a desarrollar su trabajo a entera satisfacción. La primera norma que debe seguir un aspirante a crítico de arte es no asistir, bajo ningún concepto, al espectáculo […]
Porque no es fácil la crítica de arte es que me animo hoy a sugerirles a aquellos interesados en convertirse en críticos, algunas pautas básicas que les ayuden a desarrollar su trabajo a entera satisfacción.
La primera norma que debe seguir un aspirante a crítico de arte es no asistir, bajo ningún concepto, al espectáculo que pretenda criticar. Hacerlo podría influir en su opinión restándole la necesaria objetividad a su criterio. Además, realizar una crítica de un espectáculo que se ha visto no tiene ningún valor. Lo meritorio es criticar un espectáculo sin haber asistido.
La segunda norma consiste en no tener ningún conocimiento sobre el tema del que se va a opinar. La supuesta preparación sólo sirve para restar espontaneidad al juicio y prejuiciarlo con criterios que, probablemente, mañana ya no estén vigentes, por lo que ninguna importancia tiene conocerlos.
La tercera norma, de obligado cumplimiento, recomienda que si el crítico, desgraciadamente, no se lleva de la primera norma y asiste al espectáculo, debe tratar de dormir durante toda la función. La sonnolencia nos ayuda a relajarnos para que puedan nuestros sentidos captar la esencia del espectáculo y no quedarse en las simples formas y expresiones, al alcance de cualquier espectador.
La cuarta norma consiste en llegar tarde y en abandonar la sala antes de que termine el espectáculo, ya que las primeras escenas sólo son un preámbulo de lo que va a ocurrir y las últimas son predecibles desde el comienzo.
La quinta y última norma es que nunca olvide que el espectáculo, el único espectáculo, es usted, el crítico, y todo lo demás carece de importancia.