Esta mañana (por ayer) madrugué, en pleno agosto. No fui el único. Nueve autobuses y numerosos coches, provenientes de los cuatro puntos cardinales de Andalucía, transportaban -si es que eso es posible- la dignidad. Pero además demostraban que el sindicalismo no es lo que dicen los sindicatos mayoritarios. Sí, los mismos que niegan que haga […]
Esta mañana (por ayer) madrugué, en pleno agosto. No fui el único. Nueve autobuses y numerosos coches, provenientes de los cuatro puntos cardinales de Andalucía, transportaban -si es que eso es posible- la dignidad. Pero además demostraban que el sindicalismo no es lo que dicen los sindicatos mayoritarios.
Sí, los mismos que niegan que haga falta ir a la huelga general, mientras el gobierno nos insulta con sus famosos 420 euros, de los que para colmo sólo se beneficiará el 1% de los cuatro millones de trabajadores y trabajadoras que padecen el cáncer del paro, después de haber regalado 150.000 millones de euros a los banqueros, a los grandes capitalistas, a los codiciosos, a los explotadores, a los responsables de esta situación.
La policía y la guardia civil nos han perseguido durante todo el día: helicópteros, secretas, antidisturbios, cuerpos especiales, porras, amenazas. Enfrente, 800 jornaleros y trabajadores, mujeres, jóvenes, personas mayores: todos completamente desarmados y con una actitud por entero pacífica. Pero también decididos a realizar las únicas acciones capaces de romper el cerco mediático de las multinacionales de la comunicación.
Con las debidas medidas de seguridad y secreto, iniciamos la jornada de lucha. Pronto fuimos detenidos por la guardia civil, que quería saber nuestro destino, ya que las protestas no han sido autorizadas por la Subdelegación del Gobierno. Nada desde luego supieron, pero desde entonces fuimos perseguidos por toda la provincia de Málaga. Tras marearlos, atajamos por sorpresa por un camino escondido, apareciendo en las pistas del aeropuerto de Málaga. Pero el contingente policial y de guardias civiles allí desplegado fue desproporcionado, de modo que decidimos no poner en riesgo el carácter pacífico de la protesta.
La siguiente acción nos llevó, perseguidos de nuevo por un auténtico ejército de represión, a la estación de trenes María Zambrano de Málaga. Allí, otro nutrido contingente policial nos impidió entrar, produciéndose por culpa de la policía una situación que imposibilitaba la entrada o salida de nadie. El grupo que había logrado entrar se negó a salir, siendo sacado en volandas por la policía. Pero el Sindicato Andaluz de Trabajadores tuvo de nuevo un as en la manga, y un grupo de nosotros consiguió penetrar a través una obra, para, en una carrera de casi 100 metros, alcanzar la vía del Ave y detener la salida de un tren que se disponía a salir en esos momentos. Empezamos a corear nuestras consignas: «Zapatero, embustero», «La crisis que la paguen los capitalistas», «Contra el paro, lucha obrera», «Nos hace falta ya una huelga general».
La policía envió refuerzos y, cuando no pudimos aguantar más, fuimos abandonando las vías lentamente. Sin embargo, nos negamos a salir de la estación por una puerta trasera, practicando una sentada, por lo que fuimos desalojados uno a uno en volandas por la policía. Los tratos, como es habitual en la policía española, fueron malos, resultando golpeados varios compañeros, pero afortunadamente sin mayores consecuencias. Finalmente, tras unirnos a los compañeros que esperaban fuera, nuestra columna, cada vez más nutrida, inició una marcha por la ciudad, cortando las carreteras más importantes de Málaga con el consecuente colapso del tráfico.
Allí reunidos, bajo una zona de sombra, se escucharon encendidos discursos, como el de Diego Cañamero, o como el del parlamentario andaluz, dirigente del CUT y alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Estos discursos recordaron aquello que se niegan a admitir los que viven empeñados en pactar con el PSOE: en este país no habrá democracia hasta que cada trabajador tenga derecho a una casa y a un puesto de trabajo. Sobre todo, los ponentes recordaron que la lucha no acaba aquí: igual que la semana pasada cortamos el Ave en Córdoba, la próxima estaremos en pie de guerra en otra ciudad andaluza, y seremos aún más, a pesar del inmenso calor, a pesar del esfuerzo importante, mientras nos quede la voz. Porque es la voz de una dignidad que no necesitamos recuperar, porque jamás fue perdida.
Los dirigentes recordaron también a la prensa las principales reivindicaciones: 1) Eliminación del requisito de las 35 peonadas para acceder al subsidio agrario. 2) Extensión del subsidio de los 6 meses actuales a 10 meses de cobertura. 3) No pago del sello agrícola mientras dure la crisis.
Finalmente, cantamos con furia nuestro himno de Andalucía. Es imposible superar su colofón: «Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad».
http://malagalaroja.blogspot.com/2009/08/protesta-del-sat-en-malaga-contra-el.html