En el acto, además del autor, intervendrán Javier Parra, director de laRepublica.es, y Felipe Sahagún, periodista de TVE, y se dará lectura a un texto enviado por Julio Anguita, autor del prólogo del libro. Asociación de la Prensa de Madrid – c/ Juan Bravo, 6 – 19 horas
En 1979, mientras el Congreso de los Diputados debatía el Estatuto de la Radio y la Televisión, todos los grupos parlamentarios recibieron la hoja verde, elaborada por la Agrupación del Partido Comunista de España en RTVE. En este documento los comunistas señalaban que el Estatuto «no garantiza la autonomía respecto al gobierno», «no asegura el control democrático» y «queda jurídicamente abierta la posibilidad de que el gobierno autorice emisoras privadas de televisión». La Agrupación del PCE denunciaba la ausencia de participación de los trabajadores en la gestión de RTVE, solicitaba «un debate televisado sobre el tema» y llamaba a los socialistas y a las secciones sindicales de UGT y Comisiones Obreras a la unidad de acción porque «sin esta actitud solidaria va a ser muy difícil forzar un desarrollo mínimamente progresista del Estatuto».
Sólo tres años después, la aplastante victoria socialista que condujo a Felipe González a La Moncloa arruinó muy pronto las esperanzas de convertir RTVE en un servicio público esencial, según la definición estipulada por la Constitución de 1978. Señala Martín Medem: «Además de no democratizarla, el felipismo arruinó a RTVE y provocó su desprestigio social por la gubernamentalización de los servicios informativos. Además de no democratizarla, Zapatero decidió apagarla». Los ocho años de Aznar remataron la agonía del ente público, añade: «Los gobiernos del PP envenenaron definitivamente el modelo de control gubernamental iniciado por la UCD y consolidado por el PSOE. José María Aznar dejó que se pudriera TVE, empujando hacia su desmantelamiento con la miserable implicación de los telediarios en la operación para atribuir a ETA la matanza terrorista de Madrid».
José Manuel Martín Medem, periodista de RTVE desde hace más de treinta años, corresponsal en México, Colombia y Cuba, miembro del Consejo de Administración del Ente entre 1993 y 1996 en representación de Izquierda Unida, es una de las personas que no han renunciado, por fidelidad a sus convicciones políticas, a la defensa de una radiotelevisión pública de calidad y concebida como instrumento de servicio público, indispensable en una democracia real, frente a los intereses económicos y políticos de los grandes conglomerados mediáticos.
Este trabajo publicado por El Viejo Topo, una verdadera crónica de la anunciada jibarización de RTVE, quedará como una acusación imperecedera a los múltiples responsables de la liquidación del ente público, como una muestra más de la claudicación del PSOE: «En la política de González está el origen de lo que Zapatero va a consumar. Lo lógico era que la derecha quisiera jibarizar RTVE para dejar la información en manos del mercado y que los negocios ocuparan el imprescindible espacio del servicio público. Pero que lo hicieran los gobiernos del PSOE parecía el suicidio de su supuesta política socialdemócrata. Cancelan la alianza con los ciudadanos y prefieren la complicidad con los grandes grupos audiovisuales. (…) La reducción de la plantilla a la mitad y la demolición de los derechos del resto de sus trabajadores van a convertir a RTVE en un bonsái condenado a consumirse por inanición. Argumentan -el gobierno, el PP y las empresas que quieren capturar la audiencia y la publicidad- que RTVE estaba en quiebra por su endeudamiento, que no era rentable y que acumulaba demasiados trabajadores».
Nos detenemos en estos argumentos porque este libro tiene, entre otros méritos, la virtud de derrumbar los principales mitos levantados en el último cuarto de siglo para dinamitar RTVE. Así, el autor denuncia que los gobiernos del PSOE y del PP impusieron y mantuvieron un sistema de financiación para el ente que conculcaba el Estatuto de la Radio y la Televisión: los préstamos bancarios en lugar de las partidas de los Presupuestos Generales del Estado. Un gran negocio para los bancos, que han ganado centenares de miles de millones de pesetas con los intereses.
«Mienten también sobre la rentabilidad y la plantilla. La rentabilidad de RTVE debe ser su rentabilidad social: el servicio público que garantice con buena información la vitalidad de la democracia. Y mienten sobre el supuesto exceso de plantilla porque RTVE es la radiotelevisión pública estatal con menos trabajadores, menor presupuesto y más productividad entre las más importantes de la Unión Europea. ¿Por qué no aceptó la directora general (Carmen Caffarel) un debate en TVE para aclarar la crisis y el futuro de RTVE?».
Y aún menciona otro dato esclarecedor: RTVE es la radiotelevisión pública más barata de la UE. El gasto por habitante y año es de 81 euros en Alemania, 75 en Gran Bretaña, 31 en Francia, 24 en Italia y 21 en España, una cifra que se reduciría a 13 euros sin los intereses bancarios de los créditos que RTVE se vio forzada a contraer a causa de la vulneración por parte de los gobiernos del PSOE y del PP del Estatuto de la Radio y la Televisión.
Capítulo aparte merece la posición de los sindicatos de clase. El 12 de julio de 2006, CC.OO y UGT (además de USO y el sindicato amarillo APLI) aceptaron el principio de acuerdo sobre el Plan de Saneamiento y Futuro elaborado por el Gobierno con unas condiciones que hasta entonces despreciaban porque consideraban que suponían la liquidación de RTVE: el despido de más de la mitad de la plantilla (4.150 de los 8.242 trabajadores fijos y 624 de los 1.124 contratados) y, entre otros aspectos, una drástica reducción de los derechos sindicales, laborales y salariales de los trabajadores que se quedaban. Martín Medem, militante de Comisiones Obreras, menciona las palabras que Marcel Camacho, secretario general del sindicato en RTVE, utilizó para justificar esta reducción de plantilla: «En realidad, al referirnos a los 4.150 que pueden irse, debemos hablar de pérdida de actividad más que de pérdida de empleo». En este punto, el valor del libro es impagable puesto que reproduce los comunicados sindicales anteriores y posteriores a la claudicación en la defensa de un modelo de radiotelevisión como servicio público.
«Jubilados a la fuerza los mejores trabajadores de RTVE -concluye el autor-, precarizada la otra mitad de la plantilla y despreciados los profesionales de la Casa para contratar directivos ajenos como se hace con la producción externa, el servicio público se extingue por estrangulamiento».
El libro es, en definitiva, también la crónica de una nueva y grave derrota para la izquierda de este país, ante el silencio más que llamativo de la dirección de Izquierda Unida, satisfecha por que los trabajadores de RTVE pudieran pronunciarse en referéndum sobre el plan del Gobierno, votación celebrada por cierto cuando arreciaban las consignas de las direcciones sindicales de que la disyuntiva era o un «buen despido» o «el caos». Y satisfecha también IU porque su «influencia» en el Gobierno le ha otorgado un sillón en el Consejo de Administración de RTVE, de una RTVE jibarizada y con los derechos de sus trabajadores seriamente mermados, de una RTVE que está perdiendo a muchos de sus mejores periodistas y técnicos. Entre ellos a José Manuel Martín Medem, quien abandonará la casa el próximo 30 de junio.