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Cumbre Iberoamericana de Salamanca

Crónica de una gran manifestación silenciada

Fuentes: Tiempo de Cuba

El 15 de octubre de 2005 entre 4.500, según la Delegación del gobierno en Castilla León, y 15.000 personas, según los organizadores, se manifestaron en Salamanca en solidaridad con Cuba y Venezuela, coincidiendo con la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de gobierno. El día 16 de octubre el diario «El País» informaba […]

El 15 de octubre de 2005 entre 4.500, según la Delegación del gobierno en Castilla León, y 15.000 personas, según los organizadores, se manifestaron en Salamanca en solidaridad con Cuba y Venezuela, coincidiendo con la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de gobierno.

El día 16 de octubre el diario «El País» informaba de una manifestación de 6.000 personas, al final de una información general sobre la Cumbre y en sólo 28 palabras, incluidos artículos. El diario «El Mundo» no informó ese día de la manifestación, en la que participaron miles de ciudadanos y ciudadanas que habían viajado desde todas las comunidades del Estado español y desde Portugal y representaban a decenas de colectivos de solidaridad, ONG y grupos políticos y sociales. Una sonada expresión de amplias capas populares, producida además durante tan difundida Cumbre.

Para estar junto a Cuba y Venezuela se organizaron autobuses desde diferentes localidades de Asturias, Cataluña, Euskadi, Galicia, Madrid, Valencia, etc, etc. Los andaluces, quizá los más lejanos por carretera, acudieron desde Córdoba, Cádiz, Granada, Los Palacios, Málaga, Mairena, Morón de la Frontera, Sevilla, Trebujena y muchos otros lugares. Más de 1.000 portugueses viajaron en 22 autocares y no faltó la representación de las Islas Canarias y Baleares, incluso una delegación de la asociación Suiza-Cuba.

Asistieron representantes de ONG, como Francisco Calderón de Sodepaz y Clara Sastre de OSPAAAL. De grupos de solidaridad, como María Ortiz de Defensem Cuba, Encarnación Gutierrez de Euskadi-Cuba y Basi Domínguez de la Coordinadora Andaluza de Solidaridad con Cuba. Y de grupos políticos, como Francisco Frutos del PCE y Nines Maestro de la Corriente Roja. También centenares de representantes de estos y muchos otros grupos, como la Asamblea Bolivariana de Cataluña, la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba, Galiza Nova, JCA, PCPE, Sindicato de Estudiantes y CCOO.

Quizá nunca antes, en el estado español, la contestación social unitaria a una Cumbre de países había tenido unos objetivos tan concretos y tan claros: solidarizarse con las Revoluciones de Cuba y Venezuela. Esto que ha sido un reto y también un avance para los movimientos de solidaridad, expresa una posición política avanzada compartida, de uno u otro modo, por la mayoría de los sectores que, desde diferentes ideas, reivindican otro mundo mejor como posible.

Probablemente esto último explica en gran parte la silente agresividad de algunas instituciones y medios contra esta movilización. No se trataba sólo de impedir y silenciar el apoyo a las posiciones de Cuba y Venezuela, también de obstaculizar la articulación de amplios sectores transformadores en torno a tan contundente y peligroso objetivo.

La manifestación partió a las 19 horas de la Puerta de Zamora, situada fuera del casco histórico, y recorrió el Paseo Doctor Torres, la Avenida de Portugal, la de Federico Anaya y la de Salamanca. Más de 2 kilómetros en dirección al extrarradio.

El Acto final, de carácter cultural y político, se realizó en una explanada frente al Polideportivo Wuzburg. Un escenario montado por los organizadores, junto a una carretera, sin fuentes de agua ni urinarios, ni cobertura de ambulancias. Todo un ejercicio de hospitalidad y de respeto a los derechos de los transeúntes.

Porque la agresión a la movilización ya estaba consumada y detalladamente prevista.

Agotada de antemano la oferta de habitaciones en Salamanca, que el Ayuntamiento negase todos los locales para dormir en sacos tuvo varios efectos. Los manifestantes debieron volver a sus casas inmediatamente tras el Acto y este debió recortarse en el tiempo. Probablemente se pretendía desanimar a muchos que sopesaran la perspectiva de estar 6 horas en autobús, recorrer 2 kilómetros, estar 2 horas de pié y volver al autobús.

El Ayuntamiento de Salamanca y los cercanos de Santa Marta y Huerta negaron todos los espacios solicitados para realizar el Acto final. Ningún empresario privado aceptó alquilar su recinto. Esto expuso el Acto al frío y a la posibilidad de lluvia. Obligó a recortar las actuaciones musicales previstas. Mermó las posibilidades de financiación de los organizadores. Impidió condiciones de seguridad para la asistencia de las delegaciones de Cuba y Venezuela en la Cumbre.

Alejar a los manifestantes del centro de Salamanca perseguía marginalizarlos, de alguna manera excluirlos. Una grotesca inversión de papeles si lo comparamos con el trato dado a las dos decenas de los llamados anticastristas venidos de Miami, la mayoría de ellos miembros de grupos como Brigada 2506 y Alfa 66, vinculados a actos de terrorismo contra Cuba.

Se ha inyectado rabia en muchos de nuestros hermanos y vecinos portugueses, retenidos en una frontera que tienen supuestamente abierta. Pero también se han inyectado miedo y mentiras en los ciudadanos de Salamanca. Se abrió la veda para la difamación. El diario La Gaceta de Salamanca, en su edición del 15 de octubre, explicaba literalmente que una de las razones por las que Fidel Castro no asistía a la Cumbre, era que durante los días de ésta no funcionaría el llamado Barrio Chino. Otra razón, de tres que se aportaban, es que su alojamiento estaba previsto cerca de un tanatorio.

En realidad estamos ante un episodio de criminalización de los movimientos sociales. La presencia de supuestos miembros de Batasuna no explica la estrategia seguida. Este partido no convocaba la manifestación y no es función de los organizadores o participantes en el acto decidir el derecho a manifestarse pacíficamente de nadie.

No resulta relevante la presencia de algunos independentistas vascos, que nadie sabe si tienen causas penales. ¿ Alguien se atrevería a boicotear un Acto del PP, por la posible asistencia a él de guardias civiles acusados de tortura?. Lo que si es relevante es que se vulneren derechos de miles de ciudadanos de los pueblos del estado, se les trate como extraños y peligrosos, se intente, en vano, silenciar su voz y sus ideas.

Pero no se vio un ápice de desánimo en la manifestación, ni de cansancio ni de susto. Fue una actividad multicolor, de entusiasmo y compañerismo. Masiva por el gran número de personas, pese a todo. Diversa y representativa por lo diferente de lugares y grupos.

En el Acto final, que presentó la periodista Gloria Berrocal, se leyó un mensaje de los cinco cubanos presos en EEUU. Intervinieron un representante del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y otro de la Juventud Bolivariana. Cantaron, entre otros, el uruguayo Quintín Cabrera, el venezolano El Poeta del Morralito, el gallego Tino Baz y los madrileños José María Alfaya y el Taller de Reinsertables. Y lo que pudiera ser más novedoso, se dirigieron a la multitud representantes de los grupos solidarios de las comunidades del estado, activistas cotidianos protagonistas de la solidaridad, no un político famoso.

Ahora el Alcalde de Salamanca, algunos mandos de la guardia civil y todos nosotros sabemos que la estrategia de boicot ha sido un fracaso. Probablemente porque la solidaridad con Cuba y Venezuela tiene apoyo social real y progresivamente más organizado. La próxima vez, que la habrá, todos deberemos tener en cuenta la experiencia.

Nosotros porque hemos dado un serio paso en asumir el lema de la manifestación, convocada por el Foro Cuba-Venezuela Salamanca 2005: Por la soberanía de los pueblos: paremos la agresión imperialista. Y esto implicará nuevos retos. Ellos porque deberán mejorar su estrategia si quieren parar la solidaridad.