«Los impuestos son muy bajos», José Blanco dixit, y quedóse tan pancho el galleguiño. Dice el ministro de Fomento que en España tenemos poca presión fiscal si se compara con la calidad de los servicios que recibimos a cambio. Dice que hay que «homologar» los impuestos de los españoles con la media de la UE, […]
«Los impuestos son muy bajos», José Blanco dixit, y quedóse tan pancho el galleguiño. Dice el ministro de Fomento que en España tenemos poca presión fiscal si se compara con la calidad de los servicios que recibimos a cambio. Dice que hay que «homologar» los impuestos de los españoles con la media de la UE, porque de otra forma no podríamos tener en España «servicios e infraestructura de primera». Ha dejado entrever que, posiblemente, los presupuestos generales del estado para 2.011, comporten una subida de los impuestos, aunque no ha especificado más.
Señor Blanco, lo primero que hay que «homologar» con la media de la UE son los salarios, porque también queremos tener unos salarios de primera, y no «de primentes». ¿No querrá usted que paguemos cada vez más impuestos con unos salarios cada vez más deprimentes?
Pequeñas contradicciones
Señor Blanco, me gustaría que reflexionara sobre una pequeña contradicción que me da vueltas en la cabeza. «Homologar» (qué bonito palabro ha encontrado para hablar de derramamiento de dinero), habla usted de homologar nuestros impuestos con los de la UE para así poder seguir disfrutando de servicios de primera, ¿no es eso? Entonces, ¿cómo es posible que el gasto público se recorte y se recorte hasta dejarlo en cueros?, o dicho de otro modo, ¿cree usted apropiado pedirnos más dinero para seguir dándonos lo mismo que hasta ahora o incluso menos? Déjeme que le diga una cosa, y mi opinión poco importa, pero creo que muchos españoles no entenderán ni poco ni mucho este mecanismo suyo.
Señor Blanco, quería hacerle observar una segunda contradicción en la que el gobierno cuyo Fomento usted administra, cae un día sí y otro también desde hace ya varios brotes verdes. Hace ya más de dos años que nos dijeron por primera vez que «hemos pasado lo peor» y hará un año que todos tenemos la vista fija en el jardín patrio esperando para ver cómo salen «esos brotes verdes», pero nada.
Me da a mí la sensación de que hablar de haber pasado lo peor, para después pedirnos más impuestos, es como poco una enorme contradicción. Tal vez esos anuncios se referían a la clase política y a quienes ésta parece representar realmente: «hemos pasado lo peor!», ustedes quizás sí, pero la gente, el pueblo, los españoles de a pie no hemos pasado lo peor. Por si no me ha entendido bien, se lo diré de otra manera «estamos pasándolo peor», y seguimos en eso. ¿Por cuánto tiempo? Pero si no les parece que estemos pasándolo peor, siempre pueden ustedes subirnos los impuestos, o aumentar la presión fiscal, o como quieran llamarlo, hasta que la olla reviente.
Economía sumergida
Decir España es decir economía sumergida. Decir «aumento de los impuestos» es decir economía sumergida. Y decir «aumentar los impuestos en España» es una bomba de relojería.
La clave no está en subir unos impuestos que ya de por sí no se pagan, sino en cobrar unos impuestos que no suban. Pedirle más a quien ya defrauda un poco es invitarle a que defraude más. Alguien dijo que cada español es un seleccionador de fútbol en potencia. Por desgracia, en este país la educación cívica y social brilla por su ausencia, y cada cuál se cree un buen ministro de Economía y Hacienda, que puede autoasignarse su propia presión fiscal. Es decir, cada cuál elige qué impuestos paga, y por mucho que usted homologue, cada ciudadano-ministro seguirá pagando lo mismo, y si se le achucha demasiado incluso menos. La economía sumergida existe incluso en las épocas de vacas gordas, en las que algunos ven necesario escamotear al fisco todo lo que han robado con el sudor de su honra. Conque imagínese qué no harán en épocas de vacas flacas. Salga usted a la calle y comprobará que existe una clase social, por desgracia muy nutrida, compuesta por personas a las que no se conoce oficio ni beneficio, pero que no necesitan trabajar. No tienen fortuna conocida pero no necesitan trabajar. Les va fatal con esto de la crisis y lo ven todo muy negro pero no necesitan trabajar. Salen a cenar en su Mercedes Benz o en su Porsche Cayenne una noche sí y otra también pero no necesitan trabajar. Pregúnteles usted por qué no necesitan trabajar. Pregúnteles también si saben de alguien que «contrate» sin contrato a inmigrantes «ilegales» de los que tantas pestes echan.
Con este anuncio es como si estuviera usted paseando un plato de comida delante de doscientos salvajes hambrientos, está usted paseando la sien de esta sociedad por la punta de la pistola de mil ruletas rusas. Con este anuncio, señor Blanco, está usted invitando a todos los que tienen la natural intención de comer un par de veces (o tres) al día, de buscarse la vida cada día más a espaldas de esta sociedad, que es la única que está sufriendo las consecuencias.
Homologando voy, homologando vengo
Homologue, señor Blanco, homologue usted los impuestos a las rentas más altas, homologue usted los impuestos del patrimonio, homologue usted la presión fiscal a tanto y tanto caradura que se les cuela entre una inspección de Hacienda y otra. Tienen ustedes por delante una ingente labor de homologación, creo que deberían crear dentro del Ministerio de Fomento, una Secretaría de Homologación. Ya me parece estar viéndolo: miríadas de empresarios «insolventes» y legiones de ricos, acuden a mucha honra y a toda velocidad a las ventanillas de la recién creada secretaría para homologarse: «Señor Blanco, señor Blanco, que yo quiero pagar tantos impuestos como esos pobres». No, señor Blanco, no se engañe y no nos engañe. Dejen de socializar las deudas y los problemas que no hemos creado los ciudadanos de a pie y socialicen las riquezas y el mismísimo dinero público (¿hay algo más social?) antes de que llegue otra crisis financiera y haya que ir rescatando a pobres banqueros por esos bajos mundos del dólar.
Puede que solo sea una impresión mía, pero creo que ya es hora de que todos reclamemos la homologación de nuestra clase política con cualquier clase política que tenga verdadera vocación de servicio público.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.