Todavía no ha comenzado ningún proceso, ni de normalización ni de pacificación. Pero la mera posibilidad de que esto ocurra ha desatado una tormenta política en Navarra que no ha hecho más que comenzar. Es seguro que la tensión incrementará a medida que avancen los acontecimientos. Pero ¿por qué sucede esto? Una cierta perspectiva histórica […]
Todavía no ha comenzado ningún proceso, ni de normalización ni de pacificación. Pero la mera posibilidad de que esto ocurra ha desatado una tormenta política en Navarra que no ha hecho más que comenzar. Es seguro que la tensión incrementará a medida que avancen los acontecimientos. Pero ¿por qué sucede esto?
Una cierta perspectiva histórica
Navarra no sólo forma parte de Euskal Herria sino que se configuró en la Edad Media como el Reino de Navarra o Vasconia y, como tal, fue reconocido por la diplomacia internacional. En 1512 Navarra era el pequeño reino de los vascones que se lo disputaban las dos potencias vecinas: Francia y España. Esta conquistó la mayor parte del territorio y se instaló en Iruñea. La resistencia navarra se prolongó durante nueve años y en 1521 el ejercito de los navarros fue derrotado y aniquilado. El proceso de conquista, asimilación y sometimiento fue progresivo y violento. Las élites navarras aceptaron de buen grado su integración a España y sacaron provecho de su sometimiento. En el corazón de Navarra siempre ha existido un fuerte sentimiento vasco, de sorda resistencia al imperialismo español. Sentimiento que, tanto éste como sus colaboradores locales han tratado de negar y, al mismo tiempo, de combatir.
La historia reciente
En la configuración del actual mapa de Euskal Herria tuvieron una importancia capital los hechos más recientes. En Navarra tuvo un gran arraigo el movimiento monárquico conocido como «carlismo». Durante el s. XIX se enfrentó en tres guerras consecutivas al Estado centralista. Los carlistas perdieron las tres guerras y, con ellas, el ejercicio de los fueros y de los derechos históricos.
En los primeros años del s XX hubo varios intentos de confluencia entre los sectores carlistas y los sectores vascos que fueron muy mal vistos por la derecha navarra. Esta no cejó hasta conseguir que los carlistas, dirigidos por terratenientes navarros, se desvincularan del pueblo vasco y se aliaran con la derecha más reaccionaria. En 1936, cuando se produce el levantamiento fascista contra la República, esta alianza funciona. Los sectores tradicionalistas que durante el s XIX se habían enfrentado al ejército español, intervienen en la sublevación militar franquista como aliados necesarios de los sublevados. Los carlistas aportaron miles de voluntarios para consolidar el golpe, dar cobertura a la represión contra la sociedad civil republicana y lanzarse a luchar contra los vascos en el frente norte. Una fractura terrible entre hermanos que marca y condiciona nuestra historia actual.
La historia contemporánea
Muere el dictador en 1975 y el franquismo diseña un plan de reforma política para poder perpetuarse. Las fuerzas políticas clandestinas son legalizadas tras aceptar la reforma del Estado. Pero la reforma encuentra una resistencia muy fuerte en «el Norte». En 1959 ETA comienza a practicar la lucha armada y cataliza un sólido movimiento popular de resistencia. Prevalecen las reivindicaciones nacionales con un importante componente social. En Navarra se produce al mismo tiempo un fenómeno de resistencia también significativo: Ha surgido con fuerza una izquierda navarra que aglutina las reivindicaciones sociales con un marcado componente nacional vasco. Era muy probable que ambos movimientos confluyeran en base a dos ejes: autodeterminación y socialismo. Si ese hecho se producía, las consecuencias para el postfranquismo serían gravísimas: Euskal Herria emergería como realidad nacional, se consolidaría un sujeto político diferenciado y socialista y, en consecuencia, la reforma franquista fracasaría.
El Estado comprende que debe de impedir por todos los medios esa fusión, convierte el control de Navarra en cuestión de Estado y recurre a dos estrategias confluyentes: la represión y la división. Las fuerzas policiales golpean sin compasión a sectores estratégicos: En setiembre de 1975, cinco militantes antifranquistas (ETA y Grapo) son fusilados. El 1 de mayo de 1976 los carlistas celebran su tradicional romería a Montejurra; de forma imprevista se produce un tiroteo protagonizado por personas apostadas en el monte que esperaban a los romeros. El resultado, 2 muertos en una acción combinada de la policía y la extrema derecha. La información oficial habla de enfrentamiento entre facciones carlistas diferentes. La realidad fue otra: se desvertebra a un sector del carlismo que rechazaba a los Borbón y, sobre todo, se desmantela a los sectores monárquicos que se iban decantando por la autodeterminación y el socialismo. En los Sanfermines de 1978 la policía revienta las fiestas de Pamplona matando a un activista e hiriendo a otros muchos. Todos estos golpes represivos combinados garantizan la reconducción de la reforma a los parámetros diseñados por el régimen.
La segunda gran operación de la reforma franquista es la división político administrativa. Ofrecen parcelas de poder a las respectivas burguesías para que faciliten la división territorial en los territorios que controlan: el PNV acepta ser mayordomo principal en la Comunidad Autónoma Vasca dando por buena la separación de Navarra. Esta maniobra claudicante le permite gestionar y repartir las parcelas de poder que le son cedidas mediante el traspaso de competencias. Las elites navarras se organizan en 1978 como fuerza de derecha vinculada a la derecha española y crean la Unión del Pueblo Navarro (UPN). Se proclaman exclusivamente navarros pero son una terminal de la derecha española. Su objetivo es el de ejercer de caballo de Troya para acabar con el sentimiento nacional vasco que late en amplios sectores de la sociedad navarras. Son enemigos viscerales del euskera y apelan a la «defensa de Navarra frente al intervencionismo vasco». Provocan reacciones viscerales y agresivas en sus bases sociales que se sienten cada vez más cómodas colaborando con el imperialismo. El PSOE entra en el juego: da por buena la partición, renuncia a la exigencia de autodeterminación que defendió en los primeros años de la reforma y se acomoda para poder ser alternancia en el gobierno de una España unificada. El desplazamiento estratégico del PSOE entrega el Gobierno de Navarra a una de las ultraderechas más agresivas de todo Europa: UPN.
Se reabre un debate cerrado en falso
La nueva situación política reabre un debate cerrado en falso. La derecha navarra se lanza al monte.
NAVARRA, CUANDO LA DEMOCRACIA LLAMA A LA PUERTA
La derecha entiende poco de democracias. Y menos aún, si se trata de una derecha ignorante y extrema. Así es Unión del Pueblo Navarro (UPN), la ultraderecha belicosa que gobierna Navarra. Herederos del franquismo, enemigos de la conciencia vasca a la que combaten por todos los medios, colaboradores locales del imperialismo español, aliados estratégicos del Opus Dei que se ha instalado en Navarra como si fuera su feudo. Impermeables a cualquier reivindicación social que defienda los intereses populares y enemigos declarados de la clase trabajadora. UPN pretende convertir a Navarra en un bunker ultraconservador donde el disentir es delito y el reivindicar, injerencia.
Aliados con el capitalismo multinacional
Dos hechos han alterado la «paz» de la fortaleza donde reina UPN: el conflicto laboral con la Volkswagen y la convocatoria al debate abierto sobre el actual marco político. En el primer caso, la renegociación del convenio ha dado lugar a un largo y duro enfrentamiento entre los trabajadores y la multinacional. Esta ha respondido a las movilizaciones obreras con despidos, descapitalización y, como último recurso, la amenaza de deslocalización. Miles de trabajadores navarros ven peligrar sus puestos o como trabajadores directos (más de 4000) o como trabajadores indirectos empleados en numerosas empresas auxiliares.
El Gobierno de Navarra hace gala de «navarrismo» como defensor de los intereses de su población frente a injerencias y amenazas exteriores. El conflicto con Volkswagen le brindaba una oportunidad de oro para defender a su población trabajadora. Se ha posicionado en la trinchera contraria. Ha justificado la intolerancia empresarial cargando todas las responsabilidades en la «intolerancia» de los trabajadores. Y ¿ cómo no?, aprecia la mano negra de los vascos «intrusos» y de algunos navarros «rojos» que revuelven las placidas aguas del foso con la pretensión de apoderarse de su fortaleza navarra.
Aliados del imperialismo español
Durante el período preautronómico (1977) el Gobierno del Estado concedió a Navarra un régimen de autonomía diferenciada. Régimen regulado por un texto que garantizaba la separación de Navarra respecto a la Comunidad Autónoma Vasca (legalización de la fractura de Euskal Herria). Invocaba los fueros propios de Navarra pero, en realidad, venía a ser uno más de los Estatutos que articulaban el modelo autonómico del Estado. Los textos estatutarios de otras comunidades fueron refrendados por éstas mediante referéndum. El estatuto de Navarra nunca fue sometido a referéndum. La derecha ha hecho todo lo que estaba en su mano para que esta consulta popular no se realizara. Tras el alto el fuego de ETA ha cobrado fuerza una demanda que es la base de cualquier democracia: «dar la palabra al pueblo para que sea éste quien decida». UPN ha caído en una especie de histerismo ante el nuevo discurso democrático que se está abriendo paso. Sus reacciones están cargadas de nerviosismo y contradicciones:
– El día 22 de abril, Sanz, Presidente de Navarra y de UPN asegura que el estatus de ese territorio está en riesgo si él no es reelegido. El día 3 de mayo dice que estaría dispuesto a renunciar a la reeelección si de esa manera se salvaguarda el estatus de Navarra.
– Apela Sanz al respeto que se merece la voluntad de los navarros. Por otro lado, aprueba en el Parlamento de Iruña mediante Proposición no de Ley que se «blinde» el actual marco, de manera que no pueda ser modificado por la voluntad de las y los ciudadanos.
– UPN no acepta en Navarra ingenias «externas». Y es el propio partido navarrista quien invita al presidente del PP para que viaje de Madrid a Iruñea y les preste auxilio. El S.O.S lo ha escuchado toda la caverna. Y ya están organizando una nueva cruzada para salvar a los navarros del acoso y riesgo que supondría la libre decisión.
– Pide a gritos que no se abra ningún proceso de conversaciones con ETA porque ésta sigue actuando; él tiene constancia de ello según informes de su propia policía. Cuando se le pide alguna prueba de lo que dice, queda en ridículo ya que se confirma que no sabe nada.
– El día 10 de mayo, el PP anuncia en Madrid que ellos, con UPN, pedirán que se revoque una Disposición Constitucional que permite a los navarros decidir respecto al establecimiento de vínculos con la Comunidad Autónoma Vasca. UPN queda en una situación bochornosa ya que el anuncio del PP deja en evidencia quien marca la estrategia y los tiempos.
Factor aglutinante
La reacción de UPN está siendo tan visceral que ha conseguido aglutinar a toda la oposición. Esta, con diferencias muy importantes a la hora de establecer ritmos y métodos, está confluyendo en acuerdos básicos: la necesidad de habilitar un espacio político de encuentro. Espacio en el que deben de estar presentes todas las sensibilidades sin condiciones previas ni vetos. Espacio que debe de avanzar en la solución política de un conflicto de naturaleza política. Desde este principio de acuerdo, todas las fuerzas políticas consideran descabellada la cerrazón de UPN.
La posición de Batasuna
Aunque oficialmente no exista, Batasuna tiene una entidad especial en esta coyuntura. Respecto al presidente Sanz, lo equiparó con Berlusconi por su prepotencia y obstinación para no aceptar la realidad. Pero su verdadera aportación se produjo el 6 de mayo. Ese día Batasuna celebró un acto político en Iruñea en el que dio a conocer un documento de gran importancia para afianzar el proceso democrático en Navarra. Tal documento aporta los siguientes ejes:
– La solución al conflicto requerirá de la participación de todos los territorios y opciones políticas. Navarra ha estado en el centro del conflicto y será parte de la solución.
– Seria ilógico poner en marcha un proceso dando por buena la actual partición territorial. Se impone la creación de una mesa o espacio de debate común a todos los territorios en el que estén presentes todos los agentes sin exclusiones.
– Para ello es imprescindible un escenario de garantías democráticas.
– Corresponde a la sociedad navarra decidir la forma y manera más oportuna de participación.
– Batasuna se compromete a asumir lo que los navarros decidan e insta a UPN y al PSE a que hagan lo mismo.
UPN, como era de esperar, reclamó que «no debe de hacerse caso a lo que Batasuna diga».
El 20 de mayo 7.000 personas se manifiestan en Iruñea contra la prepotencia de Volkswagen y el entreguismo de UPN.