Bakkali Touria y Rmili Karima. Es el nombre de las dos mujeres, de 45 y 34 años, que murieron el 28 de agosto durante una avalancha en el paso fronterizo de El Tarajal, entre Ceuta y Marruecos. Otras cuatro personas resultaron heridas, por lo que tuvieron que recibir asistencia hospitalaria, informó la Agencia Efe. Soad […]
Bakkali Touria y Rmili Karima. Es el nombre de las dos mujeres, de 45 y 34 años, que murieron el 28 de agosto durante una avalancha en el paso fronterizo de El Tarajal, entre Ceuta y Marruecos. Otras cuatro personas resultaron heridas, por lo que tuvieron que recibir asistencia hospitalaria, informó la Agencia Efe. Soad el Jatabi, de 22 años y nacionalidad marroquí, también era porteadora: mujeres que transportan las mercaderías a la espalda (una media de 50 kilogramos) desde Ceuta a las localidades fronterizas de Marruecos. Realizan el trabajo a cambio de una comisión, o bien laboran por cuenta propia. Soad el Jatabi llevaba dos años dedicándose a portear el género cuando pereció, el pasado 26 de marzo, en el Hospital de Tetuán, tras resultar pisoteada durante una avalancha en la frontera. Dejó huérfano a un niño de cinco años.
El pasado 24 de abril la Agencia Efe dio cuenta del entierro en Fnideq (Castillejos), cerca de la frontera con Ceuta, de la cuarta «porteadora» fallecida en 2017; también después de caerse y resultar aplastada por un alud humano. Su nombre, Batul el Hichu, de 40 años de edad; murió en el paso fronterizo «Tarajal II», y desde hacía cuatro años porteaba mercancías. Su marido padece una minusvalía física. Además, una decena de personas resultaron heridas como consecuencia de la avalancha. Tras la muerte de Batul el Hichu, los gobiernos español y marroquí acordaron el cierre temporal del paso «Tarajal II» hasta el dos de mayo, con la idea -afirmaron- de adoptar medidas de seguridad.
Ante el «goteo» de muertes, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía denunció el pasado 29 de agosto la «alarmante pasividad» de las instituciones, en referencia al Gobierno de España, Ceuta y la Unión Europea. Así, señalaron en un comunicado que ante la reclamación de que se investiguen las muertes de las porteadoras en la frontera, sólo han recibido «evasivas» y «ningún compromiso concreto». En el balance, siete porteadoras fallecidas por aplastamiento desde finales de 2008, entre Ceuta y Melilla, según la APDHA. A las cuatro muertes de 2017, se agregan las de Zhora Boudoghya, de 53 años, y Bossra el Meriouti, de 33, las dos fallecidas en 2009 en el polígono del Tarajal (Ceuta); y la de Safia Azizi, de 41 años, que murió en el paso del barrio chino, en Melilla, en 2008. Estos son los casos que han podido documentarse, matiza la asociación, pero algunas porteadoras entrevistadas por la ADPHA afirman que se han producido otras muertes por aplastamiento o la violencia policial.
Actualmente, la gestión de la frontera «continúa siendo nefasta» y «reina el caos», concluye la organización de derechos humanos. De muy poco han servido «las continuas aperturas y cierres de frontera, el reparto de tickets y la falta de entendimiento con los comerciantes del polígono de El Tarajal a la hora de realizar un plan de seguridad», aseguran. Además critican que las supuestas mejoras se hayan limitado a «la colocación de unos toldos que proveen de sombra en el espacio reservado, mientras esperan a poder cruzar el paso fronterizo». La APDHA considera que la situación ha «empeorado» desde que el pasado 27 de febrero se procediera a la apertura del nuevo paso fronterizo del Tarajal II.
El pasado 29 de noviembre la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía inició la campaña «Porteadoras: la injusticia a la espalda», para denunciar la violación de los derechos humanos a la que se ven sometidas estas mujeres. El mismo día presentó el informe «Respeto y dignidad para las mujeres marroquíes que portan mercancías en la frontera de Marruecos y Ceuta». El porteo es una actividad actualmente considerada «alegal», de ahí que una de las reivindicaciones apunta a que a las porteadoras se las considere trabajadoras con derechos.
El documento de la APDHA aborda la situación de estas mujeres marroquíes, que cargan fardos -como equipaje de mano- desde el polígono del Tarajal (Ceuta) hasta los municipios marroquíes fronterizos; «entre 7.000 y 9.000 mujeres se ven sometidas diariamente a vejaciones, abusos, trato degradante e, incluso, acoso sexual a las más jóvenes, por parte de los cuerpos policiales a ambos lados de la frontera», destaca el informe. Las organizaciones sociales también han señalado la exigencia del pago de sobornos, el rechazo al sellado del pasaporte y los casos de requisamiento de la mercadería (por parte de la guardia civil y la gendarmería marroquí).
El documento explica que las porteadoras cargan con fardos de entre 60 y 90 kilogramos de peso durante horas; en verano han de esperar, en muchas ocasiones, horas al sol en la playa del Tarajal, sin disponer de servicios básicos como agua potable, baños públicos ni tampoco zonas de sombra. En un recorrido que se prolonga durante horas, asegura la APDHA, son «insultadas, acosadas y menospreciadas, obligadas a mantener las filas y golpeadas en caso de no hacerlo». Las porteadoras realizan este penoso itinerario por una remuneración inferior a los diez euros diarios de promedio, agrega el documento. Por ejemplo, las mujeres que portean por comisión pueden ganar entre 15 y 30 euros al día, pero a esta cantidad hay que descontar los costes de desplazamiento.
El informe ha sido presentado en el estado español, Marruecos y Alemania. El pasado 21 de junio la APDHA y la Asociación Europea de Derechos Humanos lo llevaron a Bruselas ante las instituciones comunitarias -el Parlamento y la Comisión Europea- para pedir su implicación; asimismo la organización de derechos humanos mantuvo reuniones con eurodiputados de Podemos, Izquierda Unida y Equo, y trataron de recabar apoyos entre los grupos parlamentarios en el Congreso español. Así, el grupo Unidos Podemos- En Comú Podem- En Marea presentó a finales de junio una Proposición No de Ley para mejorar la situación de las porteadoras. En toda esta batalla, el informe de 110 páginas se ha convertido en una poderosa herramienta de denuncia. Otra fuente relevante es el Informe sobre la Frontera Sur publicado, con textos y vídeos, en abril de 2017 por el Centre per la Defensa dels Drets Humans Irídia, el Insituto Novact y Fotomovimiento.org. También dedica un apartado a las mujeres porteadoras.
La investigación de la APDHA sitúa el polígono del Tarajal como uno de los epicentros de la violencia -física y verbal- por parte de la policía. La justificación reside en un supuesto mantenimiento del orden, entendido como la organización en fila de las porteadoras y los ritmos de salida de las mercaderías por el paso del Biutz. Así lo expresa Fátima: «Cuando estamos en la cola… si salimos de la cola, te agarra y te dice: ‘Vuelve atrás’, y no habla contigo… te pega… a veces cuando no pega, tiene un cuchillo y te rompe la cuerda y tienes que recoger toda la mercancía y volver al final».
Otro testimonio recopilado es el de Sanaa: «En el túnel (paso del Biutz) a una mujer mayor el policía marroquí le quiso romper el bulto la cuerda y le cortó el cuello; y… la pusieron en una silla, la llevaron a Sania de Rmel, la llevaron a Rabat y ahí falleció». Los investigadores sobre el terreno de la APDHA escucharon las siguientes palabras -en relación con las trabajadoras- de agentes de la UIP (policía antidisturbios española): «Las porteadoras son como ratas; sólo entienden el palo (porra)». Resultan frecuentes, según el informe, expresiones vejatorias como «animales» o «borregos» de los agentes hacia las mujeres.
Según Nadia, a la salida de la frontera del Tarajal: «sí, la policía española me llevó la mercancía, la guardia civil… y estos días nos están rompiendo las mantas, con cuchillo, y yo así (se cubre la cara) con el bastón… pero la policía marroquí te la agarra así, y empiezan a tirar la mercancía». Las porteadoras oscilan en su mayoría entre los 35 y 60 años, tienen entre dos y cinco hijos y proceden principalmente de la Wilaya de Tetuán (naturales de Fnideq, M’diq, Martil o Tetuán), aunque también de Tánger y el interior de Marruecos. Estas mujeres humildes son viudas, están divorciadas o son las encargadas de allegar recursos al hogar familiar, dado que el marido no trabaja. En el trato con la policía, estos establecen jerarquías: «Si hay alguna que sea joven, guapa y que le haya gustado, le pone la primera, es la verdad…».
Imágenes: Fotomovimiento.org
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