Don Foreman, representante sindical nacional de los 55 mil miembros del Sindicato Canadiense de Trabajadores Postales (CUPW), en entrevista exclusiva para The Canada Files el pasado 23 de febrero, respondió a una pregunta acerca de su reacción personal ante la jugada de último minuto del secretario de Estado de Donald Trump, Mike Pompeo, por medio de la cual designó a Cuba como un Estado patrocinador del terrorismo. Foreman declaró que para él “fue un disgusto” y que por parte del Gobierno estadounidense fue “en un último esfuerzo para poner fin a los avances realizados entre los dos países bajo la Administración anterior”.
A una interrogante acerca de si tenía un mensaje para el Gobierno canadiense, que no ha asumido una posición al respecto, declaró: “Cuba sabe quiénes son sus amigos. El pueblo canadiense está incluido entre ellos y está levantando la voz. Ha llegado el momento en que el Gobierno debe pronunciarse en nombre del pueblo canadiense y condenar la inclusión de Cuba en cualquier lista terrorista por parte de la administración estadounidense”.
Tal como informó Trabajadores, dos Miembros del Parlamento canadiense por el Nuevo Partido Demócrata (social demócrata) tuvieron una postura de condena al igual que el Sindicato canadiense de trabajadores postales (Canadian Union of Postal Workers, CUPW), que el pasado 15 de enero emitió la siguiente declaración:
“El 11 de enero Estados Unidos volvió a incluir a Cuba en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo después de haberla eliminado de dicha lista en 2015, como parte de un acuerdo entre las naciones con el fin de restablecer las relaciones diplomáticas.
“El CUPW condena esta medida. El Departamento de Estado no tiene un mandato democrático para designar a los países de esta manera. La lista tan solo busca aislar y castigar a los países que, por cualquier razón, son vistos por el Gobierno estadounidense como no cooperativos. Esperamos que esto no signifique un retroceso del lento acercamiento con Cuba, iniciado durante la administración del presidente Obama.
“El CUPW y nuestros trabajadores postales aliados con Cuba preferirían ver el fin de un modelo de sanciones practicado desde 1960 que ha perjudicado al pueblo cubano. El embargo –conocido en Cuba como el bloqueo– es visto internacionalmente como una medida fuera de las normas de las relaciones internacionales y como una violación a la Carta de las Naciones Unidas.
“Esto es particularmente irónico para los cubanos, quienes han experimentado un terrorismo que fue condonado por funcionarios estadounidenses, y quienes presionaron durante años para liberar a los Cinco Cubanos –aquellos agentes cubanos detenidos por Estados Unidos después de haber suministrado información destinada a ayudar a Estados Unidos a prevenir un ataque terrorista.
“Apoyamos la soberanía y la autodeterminación de Cuba, y pedimos a nuestros miembros apoyar al pueblo cubano, que ha sido víctima del terrorismo y a rechazarlo en todas sus formas”.
Repulsa mundial
Organizaciones y gobiernos de todo el mundo, entre ellos China, Rusia, Irán y Venezuela, por nombrar solo unos pocos, se han pronunciado al respecto. El Consejo Mundial de la Paz (World Peace Council, WPC) añadió su voz a este llamado y también la Oficina de coordinación del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), compuesto por 120 países, en su mayoría de Asia, África, América Latina y la Unión Africana, integrada por los 55 estados de ese continente. Estas dos asociaciones tienen su sede en el Sur Global, a saber, en Asia, África, y en América Latina y el Caribe, donde África pertenece a ambas instituciones.
No obstante, ¿cuándo en el Norte escuchamos a los medios corporativos −normalmente tan atraídos por el término “terrorismo”− pronunciarse acerca de estas posiciones en el Sur? ¡Nunca! Pero ello no resulta sorprendente, puesto que estos medios también censuran las voces −incluso en sus propias regiones del Norte− tal como lo hacen con las de la organización sindical anteriormente citada.
Terrorismo es un término partisano altamente politizado, fue desarrollado a lo largo de los siglos y celosamente ejercido por las potencias coloniales e imperiales en detrimento del Sur, los países que unánimemente han condenado a Estados Unidos por su última jugada. El concepto se empleó por primera vez durante la Revolución Francesa del siglo XVIII por la burguesía para caracterizar e intimidar a sus oponentes, los jacobinos. El objetivo aquí es simplemente señalar que las víctimas son, en su mayoría, países del Sur.
Cuba, Venezuela y Ecuador
Tomemos el ejemplo de Cuba. El bloqueo de la década de los años sesenta tiene como objetivo explícito “la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”. Las actividades terroristas apoyadas por Estados Unidos se iniciaron poco después de la Revolución de 1959, dando como resultado unos mil incidentes documentados desde entonces, con más de 3 mil muertos y 2 mil heridos.
El bloqueo es multidimensional e incluye la guerra económica y cultural, lo que implica un asalto ideológico, político y artístico, así como las más obvias restricciones económicas y extraterritoriales bilaterales (involucrando a terceros países que quisieran desarrollar relaciones comerciales con Cuba). Por consiguiente, hay que decir que la política estadounidense hacia Cuba, con sus diferentes grados de hostilidad según la administración, es en sí misma una auténtica forma de terrorismo orientada a derrocar el Gobierno. No es casualidad que Cubadebate, uno de los medios de comunicación cubanos más importantes, lleve como parte de su encabezado “contra el terrorismo mediático”.
Estados Unidos califica al presidente Maduro de “narcoterrorista” sin presentar ninguna evidencia, llegando incluso a lanzar una recompensa de carácter terrorista por su cabeza, semejante a aquella frase patológica propia del Lejano Oeste “se busca vivo o muerto”.
Las devastadoras sanciones contra Venezuela fueron iniciadas por el expresidente de EE. UU. Barack Obama y multiplicadas por la Administración de su sucesor Donald Trump, incluso durante la pandemia. Han sido intercaladas con ataques terroristas paramilitares contra chavistas, edificios gubernamentales, e incluso intentaron asesinar al presidente Maduro.
El objetivo de las sanciones, acompañadas de la demonización del mandatario venezolano como antes hicieron al presidente Salvador Allende en Chile fue, en sus propias palabras, “hacer gritar a la economía”. En el caso de Allende se planificó causar daño y sufrimiento, de manera de poder usar el pretexto de querer “salvar la economía” frente al ataque terrorista a gran escala que culminó con el magnicidio. Casi 50 años más tarde, el objetivo no es diferente en Venezuela.
Ecuador, por su parte, se encuentra hoy en el vórtice de las elecciones en las que Andrés Arauz, sucesor de Rafael Correa, podría llevarse la victoria en balotaje previsto para el 11 de abril. Estados Unidos y Colombia han hecho un último esfuerzo para detener el movimiento liderado por Arauz, utilizando el “terrorismo” como arma preferida.
Colombia, así como Estados Unidos, ha añadido a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a su lista de terroristas. “El fiscal general de Colombia, Francisco Barbosa, afirmó que labores de ‘inteligencia’ demuestran que la coalición electoral Unión por la Esperanza (UNES), partido de Arauz y los simpatizantes del expresidente Rafael Correa, fueron financiados por el ELN. Esta acusación fue desmentida, pero puede resurgir amenazante a medida que se acerquen los comicios.
Asia, África y Oriente Medio
En Asia las potencias occidentales aterrorizaron y masacraron al pueblo vietnamita. Los palestinos están bajo un permanente asedio. En África, las exmetrópolis asesinaron a líderes anticolonialistas. Estados Unidos ha aterrorizado y asesinado a descendientes africanos en su propio territorio como ocurrió con los militantes del Partido Pantera Negra en las décadas de los sesenta y los setenta.
La lista de víctimas del verdadero terrorismo no tiene fin. Un número considerable de valiosas publicaciones detallan estos crímenes. ¿Quién puede olvidar la guerra contra el terrorismo declarada después del 11 de septiembre del 2001, aún vigente, por la cual millones de personas en Irak, Afganistán, Siria y Libia han sido asesinadas, mutiladas y desplazadas? En lugar de ser una guerra contra el terrorismo es una guerra de los terroristas estadounidenses y sus aliados contra los pueblos de esas regiones.
Mientras se escriben estas líneas, muchas miradas están puestas en Haití, primer país en seguir a los “terroristas” de la Revolución Francesa −los jacobinos− con el fin de fundar la primera república negra. No obstante, los supuestos herederos de esos ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad de la República francesa, y su variante en Estados Unidos, actualmente están aterrorizando al pueblo haitiano.
Los pueblos del mundo deben permanecer vigilantes contra el uso del término “terrorismo” que es arbitrariamente manipulado por los más grandes terroristas, Estados Unidos y sus aliados, contra los pueblos del Sur Global, quienes condenan la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo.
Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es el autor de los libros Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections (1999), Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento (2014) y Relaciones Cuba-EE.UU: ¿Qué ha cambiado? (2018). Es un colaborador de Trabajadores. Twitter: @Arnold_August