Académicas e investigadoras cubanas reconocen en el feminismo una tradición, una agenda y una política imprescindibles para el presente y futuro de Cuba.
El Coloquio Internacional «Política y políticas en la historia y la cultura de las mujeres latinoamericanas y caribeñas», que se celebró en Casa de las Américas del 20 al 24 de febrero, motivó la reflexión sobre política y mujeres desde una mirada feminista y el contexto de la nación caribeña.
Organizado por el Programa de Estudios de la Mujer (PEM) de Casa de las Américas, el evento incluyó, el 22 de febrero, una mesa con las ponencias «El feminismo como práctica política», de la ensayista Zaida Capote Cruz y «Educación con enfoque de género: primer paso para la ciudadanía política de las mujeres», de Tania Rosa Ruiz González, profesora Universidad Tecnológica de La Habana «José Antonio Echeverría».
Capote Cruz repasó la tradición feminista en la isla del Caribe y su legado centenario, que incluye la conquista de derechos como el divorcio en 1918 y el voto en 1934. Reconoció además los cambios generados por la Revolución cubana y sus políticas de igualdad.
«Las cubanas fueron notorias partidarias y activas combatientes en las luchas de liberación llevadas a cabo desde el siglo XIX y por eso hay también una conciencia clara de libertades ganadas», reflexionó la investigadora.
«Por otra parte, una práctica religiosa bastante libre y a menudo sincrética (sobre todo con religiones africanas, legado de la esclavitud) reduce la incidencia de líderes confesionales en la vida cotidiana y la moral al uso. En el contexto latinoamericano, las nuestras son condiciones muy peculiares», apuntó Capote.
Sin embargo, siguen siendo realidades cotidianas la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados, la violencia machista y otras formas de discriminación que «aun siendo anticonstitucionales, persisten», dijo.
«Vivir en Cuba es un acto de heroísmo cotidiano. Por eso, también, trabajar para mejorar esas condiciones de vida tiene que ser la brújula de la vida pública, de la política», afirmó la ensayista.
La persistencia del bloqueo estadounidense, con centenares de sanciones que asfixian la economía cubana y las reducciones en prestaciones sociales, han ampliado drástica y continuamente las brechas de desigualdad y pobreza en la nación caribeña.
Para la intelectual cubana, las continuas crisis también han limitado la posibilidad de organización, participación y movilización en función de desmontar el machismo criollo.
Tania Rosa Ruiz González, ingeniera y profesora de la Universidad Tecnológica de La Habana, conoce bien de todas las dificultades que viven jóvenes habaneras para poder estudiar una carrera universitaria.
Durante el panel, compartió su experiencia como docente de la filial de Ciencias Técnicas en el curso por encuentro de la carrera Informática. Allí se ha encontrado con muchachas que trabajan y estudian; algunas dejaron los estudios por asumir la maternidad siendo adolescentes y otras por necesidades económicas, pero todas viven entre las exigencias y responsabilidades domésticas y sus deseos de superación.
«La clase es un espacio excelente para promover estos temas a partir de las vivencias personales. La falta de apoyo, la ausencia de una distribución equitativa de las tareas en el hogar son realidades que viven las estudiantes día a día y a partir de esas vivencias podemos promover una reflexión que las ayude», dijo Ruiz González a SEMlac Cuba.
La ingeniera y docente defiende este tipo de debates en las carreras técnicas, no solo por ser ámbitos donde se mantiene vivo el machismo, sino por la misión que tienen las ingenierías de servir a la sociedad.
Conciencia política y organización… claves feministas
«Las feministas cubanas hemos tenido unas cuantas experiencias de organización y trabajo en temas específicos como la lucha por una legislación específica contra la violencia, la divulgación de la perspectiva de género en los medios y el análisis feminista de la economía o la producción cultural, entre otros», reconoció Capote Cruz en el encuentro.
Por su notoriedad pública y el influjo feminista que suscitó, las asistentes al panel pusieron como ejemplo la respuesta de feministas cubanas ante el caso de Fernando Bécquer, trovador cubano sancionado por abusos lascivos.
El empuje de las denunciantes, el acompañamiento de activistas feministas y organizaciones cubanas han trascendido en medios y redes sociales como elementos clave en este caso.
Todo esto ocurre en un nuevo contexto legal a partir de la aprobación de leyes y programas de gobierno que sancionan la violencia machista y las discriminaciones.
«La nueva Constitución y las leyes que deben aplicarla, como el Código de las Familias, cambiarán sin dudas el perfil público de la sociedad cubana y ampliarán los espacios de influencia del feminismo y la perspectiva de género, aunque también es posible que se descarrile la discusión y se le dé un enfoque burocrático a lo que debe ser un proceso de participación popular, con las mujeres como protagonistas activas», alertó Capote Cruz.
En su intervención, la feminista cubana preguntó ¿cómo trabajar hoy por extender la participación política de las mujeres en Cuba?
«Si bien las cifras estadísticas registran un incremento de la representación formal de las mujeres en las instancias de gobierno, cuando se revisa su actuación como funcionarias públicas no hay énfasis en su condición femenina o en preocupaciones específicas por ubicar y solucionar los problemas más acuciantes para las mujeres. Tampoco hay acción pública de grupos parlamentarios feministas ni nada semejante», criticó.
Frente a un espacio social marcado por la crisis y la disputa de sentidos frente a conservadurismos y fundamentalismos de diverso signo, la académica abogó por la articulación de «espacios de convivencia y colaboración que consigan cierta incidencia política».
«Desde la crítica literaria, la solidaridad económica, la enseñanza, la participación en cooperativas de producción, la promoción del cuidado ambiental o la vigilancia de los medios y las políticas públicas, por ejemplo, podemos conseguir amplias mejoras sociales. Debemos apostar por la paz y contra la violencia», dijo Capote Cruz.
Para ella es preciso exigir el reconocimiento al aporte del activismo en los cambios sociales que están teniendo lugar en Cuba, y ocurre que muchas instancias de gobierno y otras organizaciones como la propia Federación de Mujeres Cubanas «suelen desconocer esa contribución», agregó.
Esa inclusión amplia necesita de una mirada comunitaria, según la experiencia de Haled Martínez Suárez, directora del Museo Municipal de La Lisa en La Habana.
«Aquí hablamos de casos de mujeres reconocidas, pero en las comunidades y espacios marginalizados y con desventajas sociales la violencia de género es muy frecuente, y pasa inadvertida por estar muy naturalizada. Me preocupa que las personas siguen justificando la violencia con frases como ‘ella se lo buscó'», dijo la promotora cultura y activista antirracista.
«Ser feminista va más allá de la militancia en determinadas organizaciones. El machismo mata y no podemos solamente militar en los espacios donde nos apoyan, sino en aquellos donde está más vivo. Hay que trabajar con ese sector que no va a leer un artículo académico y que está en las redes sociales para chatear y no para buscar información», agregó.
Por su parte, Capote Cruz concluyó con una convocatoria a la articulación.
«Tender puentes, colaborar y reconocernos en las demás, en los demás. Esa es mi apuesta. Y mi esperanza. Hay mucho por hacer. Tenemos que trabajar. Como nos recomendó Joe Hill, sindicalista estadunidense ejecutado en 1915: «no se lamenten; organícense», dijo.