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Cuba es más que una democracia

Fuentes: Rebelión

La democracia debe ser un comienzo, no un final, me recordaba Julio Anguita cuando aún era Secretario General del PCE, ante el espectáculo que formaban algunos diputados y miembros del gobierno y del parlamento español, cuando se les llenaba la boca con el sagrado vocablo, como si en verdad supieran su significado y España hubiera […]

La democracia debe ser un comienzo, no un final, me recordaba Julio Anguita cuando aún era Secretario General del PCE, ante el espectáculo que formaban algunos diputados y miembros del gobierno y del parlamento español, cuando se les llenaba la boca con el sagrado vocablo, como si en verdad supieran su significado y España hubiera cruzado el Rubicón. Resultaba patético escuchar a un franquista como Fraga Iribarne o a un presunto socialista como Felipe González, dar lecciones sobre ella.

El transcurso del tiempo puso a cada uno en su sitio y hoy, aquella democracia por la que se combatió en la clandestinidad, pero por la que también se lucha en el siglo XXI (la Ley de Partidos que controla a esos colectivos es una aberración jurídica del tamaño de Europa, aprobada para callar la opinión de cientos de miles de ciudadanos), ya que es solo una sombra, un esbozo de lo que soñábamos algunos españoles.

Desde hace ya más de 28 años, una monarquía borbónica, impuesta por la dictadura, preside un país que imita el mal ejemplo de otras naciones, cuyos votantes no pueden participar en las cuestiones más fundamentales, ni tener un auténtico poder de decisión en delicados asuntos políticos (por ejemplo apoyar una invasión, el envío de tropas a Irak o al Líbano), si no es, a través de esos grupos de presión, dirigidos salvo honrosas excepciones, por un empresariado más que reaccionario, a los que se llama partidos políticos, cuyos militantes (o no) deciden, en nombre de millones de personas todo lo que esos ciudadanos no pueden evitar.

Porque ¿decide el votante español el precio de la vivienda, de la gasolina, de la leche, de la fruta, la verdura, el teléfono, la luz, el agua? ¿Decide acaso quienes han de dirigir los colegios, las empresas, las agrupaciones, los institutos, las universidades? ¿Decide acaso qué personas deben formar las listas de un partido político?¿Sabe por qué se dispara el Euríbor, alimaña complejísima que destruye la frágil economía de una familia, hipotecada más de treinta años? ¿Sabe por qué su salario siempre pierde valor ante el encarecimiento continuado de los bienes más elementales?. En suma ¿cómo va a estar interesado el pueblo español en la política, cómo puede hablarse de democracia cuando es más cierto que en las últimas consultas efectuadas, no han ejercido su derecho al voto ni el 51 por ciento del electorado? Por suerte, hay naciones donde la palabra «partido» tiene un único significado: el pueblo. Todo el pueblo

En su trabajo «Nuestro Camino: Análisis del proceso de rectificación«, el filósofo, escritor y ensayista cubano Darío Machado*, escribió hace ya algunos años: «…No escapa a la sociología política el hecho irónico de que se nos exija a los cubanos fórmulas aparentemente democráticas, como el pluripartidismo, que hace tiempo no puede exhibir nada ejemplar respecto a ese tema«.

Cuba encontró, tras el triunfo de la Revolución sobre la dictadura de Batista, su propio modelo de democracia, basado en un sistema económico y político cuyos fines debían ser, por encima de cualquier otra condición, la justicia, la plena soberanía y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, asegurando a la población su derecho inalienable a la educación, la sanidad, una vivienda digna, el acceso a la cultura y al deporte, además de garantizar la independencia del país, así como la identidad del pueblo cubano.

Aunque muchas democracias basadas en el pluripartidismo, vigiladas por las grandes multinacionales, y que ya no puede exhibir nada ejemplar respecto a los derechos fundamentales del ser humano, dicen asegurar que han logrado las mismas o similares conquistas que en la isla, nada mas lejos de la realidad, por cuanto esos partidos políticos, cuyos principales cabecillas jamás se presentan ante sus conciudadanos sino en listas cerradas que la mayor parte de la población desconoce, se dedican a exhibir programas de acción política exterior e interior que nunca cumplirán, ofreciendo mítines en los que la mentira es el principal objetivo, ya que las promesas que se hacen a, los posibles votantes, nunca llegan a ser realidad, excepto en casos puntuales, como fue el gesto simbólico del presidente Zapatero, retirando las tropas de Irak, pero bendiciendo aquella invasión ilegal, aliándose finalmente, como toda la Comunidad Levinsky (o sea, la Europea), junto a un personaje de raíces tan fascistas como George W. Bush.

Hoy puede decidirse sin temor a engaño que en EEUU la censura, la vigilancia y espionaje de las personas, la delación, detenciones arbitrarias y ejecuciones sumarísimas dictadas por tribunales militares, convierten al país en un inmenso campo de concentración, donde la participación política del ciudadano se limita de forma exclusiva a depositar un voto cada cuatro años. El éxito de esta formula es tal, que más de la mitad de la población rechaza ese derecho por considerarlo absolutamente inútil, al saber que uno u otro partido, republicano o demócrata, son prácticamente gemelos. Un bipartidismo exportado con éxito a Europa, que se mueve entre dos corrientes liberales, a cuál más radical, sin que el ciudadano tenga una real oportunidad de que su vida mejore. Ningún sistema que se diga democrático puede negar a sus ciudadanos el principal de sus derechos: una economía al servicio de la sociedad, que garantice así el resto de los derechos.

En Cuba, esta democracia se encarna en un verdadero socialismo, que no obstante los ataques y bloqueos que han costado al país miles de millones de dólares (condenado decenas de ocasiones en la ONU sin que EEUU haya cumplido jamás lo allá exigido), ha sabido llegar a unos niveles mínimos de subsistencia y desarrollo, siendo el primer país de Latinoamérica en esperanza de vida, el ultimo en índice de mortalidad infantil, el primero en erradicar absolutamente al analfabetismo (cosa que ni EEUU, ni España, han logrado aun), con un nivel de asistencia sanitaria que en USA deja fuera a más de 46 millones de personas, siendo en fin, un país que está por encima de muchas de las naciones del entorno, aunque se exhiban cifras falsas y engañosas como el producto interior bruto, el salario medio, etc. Y es que la economía de mercado es incompatible con la verdadera democracia; con los verdaderos derechos humanos.

Desde el final de la II Guerra Mundial, esas llamadas democracias pluripartidistas han tratado de destruir el socialismo, y lo han logrado, al menos en la llamada área soviética, mas no han conseguido desterrar el sistema político y social que China defiende con un éxito económico apabullante, aunque ciertos ortodoxos tilden de hipócrita e insostenible un sistema donde una doble economía ha elevado a la categoría de millonarios a algunos ciudadanos, mientras otros muchos siguen anclados en la pobreza. Aunque así fuera, China sigue desarrollando programas de un extraordinario calado político y social, para conseguir que, sobre todo la población campesina, tenga acceso a los bienes y avances de las sociedades urbanas. ¿Con qué derecho se exige a los demás lo que no se cumple en la propia casa?

Es obvio que los experimentos europeos no tienen nada que ofrecer a Cuba. El ejemplo de los Estados Unidos tampoco sirve, porque su régimen político machaca los derechos humanos de la gente, al discriminar a las minorías étnicas, estableciendo enormes desigualdades sociales, con un sistema electoral complicado, dominado por la propaganda y el dinero, en manos de las presiones de las clases más pudientes. Cuando se elige un presidente, es apenas por una cuarta parte de la población, ya que la abstención creciente demuestra el absoluto desinterés y al desencanto en la participación política. Más allá del pluripartidismo, se puede afirmar que la economía de mercado, el neoliberalismo salvaje, tuvieron ya su oportunidad en la historia cubana (Machado, Batista) y no resolvieron los grandes problemas sociales.

Una examen meticuloso del mundo hoy, permite que los cubanos hayan ganado en experiencia, viendo la parte positiva (insignificante) y la negativa (mucho mayor) de las sociedades contemporáneas de ese llamado primer mundo. En esta isla, donde casi el 95 por ciento de la población dispone de energía eléctrica, agua potable, sanidad, trabajo y educación, se puede afirmar también que un sistema «a la europea» suprimiría de un plumazo ese estado de cosas, abriendo una enorme zanja entre los ciudadanos, al establecer un sistema basado en el dominio de las clases sociales más elevadas, la diferenciación, la injusticia, la violencia policial, la censura, la vigilancia extrema, la delación y la desigualdad más rastrera. Ese no es el modelo que el cubano sueña. El suyo es manifiestamente mejorable, pero el ciudadano conoce perfectamente que el bloqueo asesino al que está sometido desde hace 45 años, impide un avance que no por veloz deja de ser constante. El período especial, que marcó a una generación entera, ha sido enterrado de forma definitiva, y las buenas relaciones con países como Venezuela, Bolivia o China, aseguran que las mejoras se reflejen a pie de calle, aunque, insisto, el transporte urbano o la vivienda en las grandes ciudades, sean todavía un grave problema a resolver. Pero miles de ciudadanos, de políticos, de verdaderos demócratas, trabajan por ello, a pesar de las ingentes dificultades de acceso a los materiales por culpa del embargo y el asedio constante que ejerce EEUU, chantajeando incluso a los países que mantienen relaciones comerciales con la isla. El proceso democrático cubano se ha desarrollado pues entre las agresiones constantes del imperialismo.

El objetivo de la democracia cubana es que todo ciudadano se sienta y se sepa pueblo, parte fundamental de la sociedad, en igualdad de condiciones y oportunidades. El ideal que persigue la democracia socialista cubana, no se puede basar en la fórmula para asignar a cada cual un sueldo que provenga de un mercado dirigido por manos privadas, promovido cansinamente por la publicidad y la mentira. La democracia socialista cubana no puede caer en la trampa de identificar la felicidad y el bienestar, con la sola posesión de recursos materiales. Aquí se aspira a ofrecer un consumo responsable, adecuado, que permita también crear las condiciones para asegurar un desarrollo más completo del ser humano, huyendo de la idea de elevar a la categoría de religión la tenencia de objetos innecesarios, ofrecidos como imprescindibles por medio de spots de televisión, anuncios en prensa y radio, concursos, etc., cuando lo verdaderamente necesario no se promociona o destaca.

La democracia socialista exigió de una Revolución y de un tiempo para convertirse en lo que hoy es, y la mejora continua manteniendo y desarrollando en la conciencia y la energía de los trabajadores. Con su unidad. En la sociedad cubana se ha desarrollado, al mismo tiempo, una cultura que permite a un número siempre mayor de ciudadanos, comprender que su vida de cada día y su participación en las tareas de la sociedad, son básicas para construir un estado en el que todos se sientan iguales en lo fundamental.

A guisa de mera información, ya que ningún medio escrito lo ha publicado jamás en España, ahí van las principales características del sistema político y electoral cubano:

La Inscripción es universal, automática y gratuita de todos los ciudadanos con derecho al voto, a partir de los 16 años de edad.

2, La postulación de los candidatos se efectúa directamente por los propios electores en asambleas públicas (en los países llamados democráticos son los partidos políticos los que nominan a los candidatos)

3. No hay campañas electorales discriminatorias, millonarias, ofensivas, difamatorias y manipuladas.

4. Existe una total limpieza y transparencia en las elecciones. Las urnas son custodiadas por niños y jóvenes pioneros, se sellan en presencia de la población, y el recuento de los votos se hace de manera pública, pudiendo participar la prensa nacional y extranjera, diplomáticos, turistas y todo el que lo desee.

5. Obligación de que todos los electos lo sean por mayoría. El candidato sólo es electo si obtiene más del 50% de los votos válidos emitidos. Si este resultado no es alcanzado en la primera vuelta, irán a la segunda los dos que más votos obtuvieron.

6. El voto es libre, igual y secreto. Todos los ciudadanos cubanos tienen el derecho a elegir y ser elegidos. Como no hay lista de partidos, se vota directamente por el candidato que se desee.

7. Todos los órganos representativos del Poder del Estado son elegidos y renovables.

8. Todos los elegidos tienen que rendir cuenta de su actuación.

9, Todos los elegidos pueden ser revocados en cualquier momento de su mandato.

Los diputados y delegados no son profesionales, por tanto no cobran salario.

11. En todos los procesos electorales que se han celebrado desde el año 1976, han participado más del 95% de los electores. En las elecciones para diputados en 1998 votó un 98,35% de los electores, resultaron válidos el 94,98% de los votos emitidos, fueron anuladas el 1,66% de las boletas y depositadas en blanco sólo el 3,36%.

12. Los Diputados a la Asamblea Nacional (Parlamento) se eligen para un mandato de 5 años.

13. La integración del Parlamento es representativa de los más disímiles sectores de la sociedad cubana.

14. Se elige un diputado por cada 20.000 habitantes, o fracción mayor de 10.000. Todos los territorios municipales están representados en la Asamblea Nacional, y el núcleo base del sistema, la circunscripción electoral, participa activamente en su composición. Cada municipio elige como mínimo dos diputados, y a partir de esa cifra, se eligen proporcionalmente tantos diputados como habitantes existan. El 50 % de los diputados tienen que ser delegados de las circunscripciones electorales, los cuales tienen que vivir en el territorio de la misma.

15. La Asamblea Nacional elige, de entre sus Diputados, al Consejo de Estado y al Presidente del mismo. El Presidente del Consejo de Estado es Jefe de Estado y Jefe de Gobierno. Ello quiere decir que el Jefe del Gobierno cubano tiene que someterse a dos procesos electorales: primero tiene que ser electo como diputado por la población, por el voto libre, directo y secreto, y después por los demás diputados, también por medio del voto libre, directo y secreto.

16. Al ser la Asamblea Nacional el Órgano Supremo del Poder del Estado y estarle subordinada a ella las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, el Jefe de Estado y de Gobierno no puede disolverla.

17. La iniciativa legislativa es patrimonio de múltiples actores de la sociedad, no sólo de los diputados, del Tribunal Supremo y la Fiscalía, sino también de las organizaciones sindicales, estudiantiles, de mujeres, sociales y de los propios ciudadanos, requiriéndose en este caso que ejerciten la iniciativa legislativa 10 000 ciudadanos como mínimo que tengan la condición de electores.

18. Las leyes se someten al voto mayoritario de los Diputados. Lo específico del método cubano es que una ley no se lleva a la discusión del Plenario hasta tanto, mediante consultas reiteradas a los diputados y teniendo en cuenta las propuestas que han hecho, quede claramente demostrado que existe el consentimiento mayoritario para su discusión y aprobación. La aplicación de este concepto adquiere relevancia mayor cuando se trata de la participación de la población, conjuntamente con los diputados, en el análisis y discusión de asuntos estratégicos. En esas ocasiones el Parlamento se traslada a los centros laborales, estudiantiles y campesinos, haciéndose realidad la democracia directa y participativa.

Esta es en esencia la democracia cubana, el sistema que ha instituido, refrendado y apoya la inmensa mayoría de los cubanos. Sin embargo, no pretende imponerlo a ningún otro país, no blasona de haber alcanzado un nivel de desarrollo democrático perfecto. La principal cualidad del sistema político cubano es su capacidad para el constante perfeccionamiento, en función de las necesidades planteadas para la realización de una participación plena, verdadera y sistemática del pueblo en la dirección y el control de la sociedad, esencia de toda democracia. El Partido Comunista Cubano, que no puede presentar candidatos oficialmente, es el garante de la Revolución. La gente se expresa en él: lo nutre y alimenta con sus continuas propuestas y discusiones. Pero veamos, además, cómo se enfrenta la Revolución, o sea, el pueblo cubano, a los diferentes retos para solucionar la problemática de todos los sectores sociales.

LA INFANCIA Y LA JUVENTUD

El Estado protege los derechos de la infancia mediante la Constitución de la República a través de los diferentes Códigos, Leyes y Decretos Leyes que de ella emanan. Entre éstos se encuentran, el Código de la Niñez y la Juventud, el Código de Familia, el Código Civil, y el Código Penal. Cuba tiene un gran número de medidas legislativas, judiciales, administrativas y de otra índole relacionadas con los derechos del niño/a mediante las cuales se regulan los distintos aspectos relacionados con la maternidad, la paternidad y la filiación en general.

Adscrita a la Asamblea Nacional del Poder Popular funciona con carácter permanente la «Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud, y la Igualdad de Derechos de la Mujer«, la que en materia de protección desarrolla sus funciones auxiliando al Parlamento y al Consejo de Estado para una mejor atención de la infancia, la adolescencia y la mujer.

Los derechos de las niñas y los niños cubanos son protegidos mediante el diseño, ejecución y evaluación de políticas sociales, programas y proyectos en las áreas de la salud, la educación, la seguridad social y otras, con la puesta en marcha de programas como el de Atención Materno-Infantil que incluye diversos objetivos y que para su desarrollo han adquirido la estructura de programas; entre ellos, el Programa de Promoción de la Lactancia Materna, el de Reducción del Bajo Peso al nacer, el Desarrollo de la Perinatología, Lucha contra las Enfermedades Diarreicas Agudas y las Infecciones Respiratorias Agudas, el Nacional de Inmunizaciones, el de Prevención y Diagnóstico Precoz de Enfermedades Genéticas, el de Acción sobre los Accidentes en menores de 20 años, el de Maternidad y Paternidad Conscientes, el de Prevención y Control de los Síndromes Neurológicos Infecciosos y el Plan del Control del Seguimiento del Crecimiento del Menor de 5 años

Cuba fue el primer país en firmar la Convención sobre la eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y el segundo en ratificarla. En 1996 cuando rindió su informe el Comité de Expertos de la CEDAW (en español, Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer), fue reconocida la labor desarrollada en el país en pro de esos derechos humanos: «a pesar de las circunstancias económicas y políticas en las que se encuentra el país desde 1989, como resultado de la escalada del bloqueo económico de los Estados Unidos de Norteamérica, lo cual ha tenido repercusiones serias sobre la situación de la mujer y la infancia y ha conducido al deterioro de la calidad de vida del pueblo. Sin embargo, Cuba no ha cesado en avanzar hacia el logro de la plena igualdad entre los sexos«.

EDUCACIÓN

El principio básico es el de la participación democrática de toda la sociedad en las tareas de la educación del pueblo. Este principio reconoce a la sociedad como una gran escuela, manifiesta el carácter democrático y popular de la educación cubana, se extiende no sólo a las diferentes zonas y regiones del país y a todas las capas de la población, sino también en el hecho trascendente de que el pueblo participa en la realización y control de la educación y en la garantía de su desarrollo. Luego de cuarenta años, Cuba dispone de un sistema escolar gratuito y de efectiva cobertura nacional

SALUD Y ATENCIÓN MÉDICA

En la etapa prerrevolucionaria, la atención médica y hospitalaria se caracterizaba por el predominio de servicios de carácter privado y mutualista. Esta modalidad en los servicios de salud impedía el acceso a las personas de más bajos ingresos, que contaban como única opción con las Casas de Socorro, que atendían principalmente los casos de urgencia. Las instalaciones y el personal médico radicaban fundamentalmente en la capital del país, donde se concentraba el 65% de los médicos y el 62% de las camas existentes. En las zonas rurales, prácticamente no existía atención médica y se contaba con un solo hospital rural.

Desde el triunfo revolucionario se comenzó a trabajar por la creación del Sistema Nacional de Salud que llevó la acción del trabajador de la salud a los lugares más apartados. El sistema creado comenzó a realizar importantes reformas a partir de los años 60, como parte fundamental de las transformaciones del período revolucionario y en respuesta al respeto más absoluto de uno de los derechos humanos fundamentales de todo ciudadano. Hoy se puede afirmar, como así lo constatan diversos organismos internacionales dependientes de Naciones Unidas, que la atención médica en Cuba no es superada en ningún país de Latinoamérica, e incluso en los Estados Unidos de Norteamérica.

CULTURA

La constante preocupación de la Revolución por el desarrollo de la cultura, siguiendo el aserto de José Martí «Un pueblo culto es un pueblo libre«, ha sido un pilar fundamental sobre el que ha descansado el desarrollo de la sociedad cubana en ese campo. Desde el 1961, a sólo dos años del triunfo del proceso revolucionario y como parte de una política diseñada y promovida por el Estado se llevó a cabo la Campaña de Alfabetización, que comenzó a cerrar la brecha entre ricos y pobres, entre cuidad y campo. A pesar de los significativos logros alcanzados en esta esfera, el país no obstante se enfrasca en una verdadera revolución cultural cuyo propósito fundamental es llevarla a todos sus ciudadanos, con la aspiración de lograr en ellos un desarrollo integral. Para el éxito de estas aspiraciones hay un conjunto imponente de instituciones, organismos, empresas o fundaciones, así como bienes e industrias culturales cuya relación sería tan prolija como impresionante por su variedad y eficacia.

DERECHOS HUMANOS

En su campaña contra Cuba, Washington y la CE pretenden demostrar la incompatibilidad del sistema político que establece la Constitución del país con algunas de las normas internacionalmente aceptadas en materia de democracia y derechos humanos, y fabricar la imagen de una sociedad intolerante, que no permite la más mínima diversidad y pluralidad política. Para ello cuenta con poderosos instrumentos de propaganda y cuantiosos recursos que utiliza para el reclutamiento, organización y financiamiento de grupúsculos contrarrevolucionarios, que presenta como «oposición política«, tanto dentro como fuera del país. Pero ninguno de esos países abanderados de los derechos humanos osa pronunciar palabra cuando se le recuerda los millones de personas que en su territorio no disponen de lo mínimo (alimentación, educación, vivienda, trabajo y atención sanitaria). Cuba, sin embargo, ha logrado que más del 95% de sus ciudadanos puedan disponer de ellos en una medida digna, suficiente, pero que obliga al estado a continuar mejorándolos.

Los mandatarios del llamado primer mundo se niegan a aceptar que los derechos humanos de los que hablan, no son sino los de los empresarios, en su afán por acaparar los bienes y riquezas del país, a través de organismos bancarios siempre en manos privadas. Un contrato de hecho entre un gobierno y un colectivo de personas influyentes y con un formidable poder económico, para el control absoluto de todas las industrias, desde la del armamento hasta la de los medios de comunicación.

No puedo por menos, para terminar con la cuestión sobre si hay o no hay democracia en Cuba, que recordar unas excelente reflexiones de Marta Harnecker*, destacada psicóloga chilena, quien afirma que:

«No debemos caer ni en el fetichismo del pluralismo, ni en el fetichismo del partido único. Hay tipos de pluripartidismo que son puramente formales. Eso ocurre cuando hay dos partidos diferentes con un programa muy similar, como es el caso de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que esto sea siempre así. Existen formas de pluripartidismo en que los diferentes partidos realmente reflejan distintos intereses de clase, como sucede en algunos países europeos. De igual modo, el partido único – que fue un instrumento valioso en algunos países socialistas – puede derivar, si de él se excluye el debate interno y toda forma de control popular sobre sus militantes (como sucedió en los países socialistas del Este), en una dictadura del partido. Allí, éste perdió su carácter instrumental para volverse un objetivo en sí mismo, desvinculado totalmente de las masas.

Y ¿qué pensar del tan debatido tema del partido único en Cuba?. Lo primero que debemos tener en cuenta es la realidad histórico-social que existe en ese pequeño país, a 90 millas del imperio más poderoso del mundo, y qué estructura política e instrumentos de conducción ella requería para llevar adelante su lucha por la liberación nacional y por el socialismo».

Y continuaba líneas adelante tras analizar el proceso revolucionario:

«…¿Por qué hoy, cuando la dirección cubana sostiene que Fidel tiene el inmenso apoyo de la población, no se permite la creación de otros partidos? Estimo que la siguiente comparación puede ayudar a comprender el rechazo cubano al multipartidismo: ¿por qué fue tan importante para el futuro de Cuba desbaratar los planes que tenía el imperialismo con la invasión de Playa Girón?. Porque era fundamental impedir que se estableciese una cabeza de playa contrarrevolucionaria que permitiese instalar en territorio cubano un gobierno provisional que recibiría de inmediato todo el apoyo de los Estados Unidos para ir reconquistando, desde allí, el resto del territorio; de la misma manera, permitir la creación en Cuba de otros partidos políticos en estos momentos en que la correlación de fuerzas mundial es desfavorable al socialismo, significaría aceptar en territorio nacional una cabeza de playa política que serviría para que por ese canal penetrase toda la propaganda política y los recursos de la contrarrevolución instalada en Miami y del propio gobierno de los Estados Unidos. Sería un absurdo que después de cuarenta años de desarrollo independiente y soberano, los cubanos, en aras de satisfacer las demandas de algunos sectores autoproclamados «demócratas consecuentes», cedieran ese espacio a la contrarrevolución en forma gratuita. Sería una enorme ingenuidad política. La historia tiene bastante con la ingenuidad política de Gorbachov, que llevó al desastre al campo socialista, como para repetir ese error.»

Qué duda cabe, y qué decepción para los agoreros de siempre, que Cuba haya encontrado una democracia que evoluciona de forma constante hacia la plena soberanía, Cuba es hoy más que una verdadera democracia, una sociedad única, ejemplar y sorprendente, que, incluso sin Fidel, seguirá su rumbo hacia ese futuro en el que se vislumbra un mundo mejor, posible, deseable e irrenunciable.

Nota.- Darío Machado nació en Sagua la Grande, Villa Clara, Cuba. Es investigador, miembro del Consejo Superior de Ciencias y titular de la Academia de Ciencias de Cuba, licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de la Habana; miembro de los consejos editoriales de las revistas teóricas Cuba Socialista y Contracorriente; integrante del Grupo de Expertos del Programa de Ciencia y Técnica de la Sociedad Cubana, Retos y Perspectivas; profesor titular adjunto del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, del Instituto Superior Adriana Corcho y de la Universidad de Ciencias Informáticas.

Nota.- Tomado de La Página de Harnecker (Rebelión 19 de Mayo de 2002) «El Partido único en Cuba y la cuestión de la soberanía nacional». Nacida en el seno de una familia alemana inmigrante que llego a Chile en los años cuarenta. Tras sus estudios universitarios, viaja a Cuba en 1960 donde queda impactada por la Revolución, hecho que marca su devenir profesional e intelectual, distanciándose de los movimientos católicos a los que pertenecía. Prosigue su carrera de sociología y sicología en Paris donde conoce al filósofo marxista Louis Althusser, su gran maestro. Regresa a Chile donde para pagarse los estudios tiene que trabajar como empleada en una librería. Publica «Los conceptos elementales del materialismo histórico», de obligada lectura en institutos y universidades. Militó en el Partido Socialista apoyando al gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, pero tras el golpe fascista de Pinochet en 1973 se ve obligada a exiliarse a Cuba donde trabajó como periodista, profesora e intelectual hasta comienzos del siglo XXI. Actualmente reside en Caracas, donde trabaja para el gobierno de Hugo Chávez.

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