“Un sueño que tengo en mi corazón y creo que lo tienen todos los hombres de América Latina, sería ver un día a la América Latina enteramente unida, que sea una sola fuerza”
Después de lograda la extinción del incendio de los tanques de combustibles en Matanzas, una tragedia de enormes dimensiones que duró varios días y que costara la vida de bomberos cubanos y la pérdida de enormes recursos materiales, se ha rendido el homenaje póstumo a los caídos, y se han efectuado los actos de reconocimiento y agradecimiento especialmente a los contingentes de mexicanos y venezolanos que participaron conjuntamente con los cubanos en una proeza que es un símbolo de la solidaridad y la expresión de la hermandad entre nuestros pueblos.
En el día de ayer 14 de agosto de 2022, en el acto oficial para rendir el homenaje a las fuerzas participantes, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel patentizó la gratitud de Cuba a los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Venezuela, Nicolás Maduro, por la solidaridad pronta e incondicional de ambos países, así como también a los contingentes de mexicanos y venezolanos que participaron en la victoria frente a la tragedia vivida durante varios días en la provincia de Matanzas, que fueron justamente condecorados por el Estado cubano.
Hay que añadir que las expresiones de solidaridad, con declaraciones y envíos concretos de recursos, han sido muchas, tanto de países como de personas, instituciones y organizaciones de muchas partes. A todos llegará el gesto agradecido de la patria cubana.
En tiempos como estos hay motivos suficientes para recordar que estas manifestaciones de amistad y hermandad tienen un pasado histórico que constituye una herencia que hay que fomentar y preservar en el presente y en el futuro.
Desde el mismo inicio de la guerra por la independencia de Cuba comenzó esta larga historia nuestraamericana. Así, por ejemplo, Carlos Manuel de Céspedes, el líder del inicio de la guerra y el primer presidente de la República, se dirigió al presidente de México Benito Juárez en carta de fecha 9 de junio de 1869. Le expresaba entonces:
“Me es altamente satisfactorio que México haya sido la primera Nación de América que hubiese manifestado así sus generosas simpatías a la causa de la independencia y libertad de Cuba. Acorde está con este sentimiento el pueblo cubano y la Cámara de Representantes. No podía esperarse menos del magistrado que ha sacrificado todo al rescate y triunfo de la libertad arrancándola con abnegación y heroísmo de la opresión de los tiranos. No se podía esperar menos, vuelvo a decir, de un hijo ilustre del nuevo mundo que con singular patriotismo ha sabido romper las cadenas conque el antiguo quería tener cautiva la santa independencia de América a despecho de la astucia y del poder del César de Europa, hondamente herido del triunfo glorioso de Méjico. Y tampoco podía esperarse menos de los magnánimos sentimientos de los hijos de Anáhuac.»
En carta al año siguiente de fecha 13 de diciembre de 1870, Céspedes expresaba a Juárez su pensamiento patriótico y latinoamericano:
“Ud. ciertamente conoce bien cuán terrible es el esfuerzo en que estamos empeñados en asegurar nuestros derechos nacionales y cuán grandes son las dificultades que tenemos que vencer, puesto que Ud. conoce que nuestros enemigos son numerosos y bien disciplinados; que tenemos que pelear en una isla que es muy estrecha; que las costas están vigiladas por una numerosa flota; y que estamos abandonados a nuestros propios recursos, a pesar de estar en el centro de la América independiente. Nuestro pueblo, al menos, buen conocedor de la situación, está pronto al sacrificio de sí mismo o a conquistar la victoria. La guerra que se nos hace es ruda y terrible. Los españoles tratan a los cubanos como ellos trataban a los mexicanos en los días de Hidalgo, Guadalupe y Victoria. Por nuestra parte no estamos dispuestos a violar ningún principio de civilización, hemos contestado siempre a sus inauditas carnicerías simplemente aceptando sus desafíos a muerte. Dejamos al soldado de la que fue nuestra madre patria la responsabilidad ante la historia de todos los ultrajes cometidos. Algunos caballeros mexicanos han venido aquí y han derramado su generosa sangre en nuestro suelo y por nuestra causa, y todo el país ha mostrado su gratitud por su heroica acción. Hemos oído también con gratitud sentida la voz de aquellos que en vuestra república han defendido nuestra causa.
Aprovecho la oportunidad que tengo ahora de dirigirme a Ud. saludándole con todo respeto y transmitiéndole la seguridad que los cubanos, asistidos de afuera o dejados solos en su empeño, alcanzarán su existencia nacional como poder independiente y tendrán siempre ante sus ojos, como modelo la inmortal figura del hombre que supo llevar la bandera mexicana a los límites septentrionales.»
En lo que respecta a Venezuela la historia es semejante, y es ilustrativo el informe de Céspedes de fecha 16 de junio de 1871 dirigido a su emisario Mayor General Manuel de Quesada, en el que expresa:
«Mucho me complace saber la buena acogida que ha tenido en todas partes y particularmente en esa República hermana de Venezuela, de quien recibe muestras inequívocas de ardientes simpatías por Cuba, y ojalá que en breve se realice la esperanza de afianzar definitivamente la paz apetecible, y que por el Presidente general Guzmán Blanco, confirmado en su consideración elevado puesto, consiga, como se propone, el reconocimiento de Cuba como nación beligerante e independiente: es tiempo ya de que suceda de derecho.
Veo con satisfacción que el horizonte político de Europa y América nos es favorable y puede reportarnos muchos bienes […] Nuestro propósito invariable sean cuales fueren las circunstancias es no aceptar de España más capitulación que la absoluta independencia de Cuba, así como de cualquiera otra nación que medie y se interese por Cuba. Morir todos o ser independientes, sin alterar esta resolución ninguna humana.»
El espíritu latinoamericanista y los ideales bolivarianos, quedaron patentizados en las líneas de esta correspondencia al general José R. Monagas, el 10 de agosto de 1871. Veamos parte de su contenido:
«Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la independencia y le recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad, heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista los cubanos. Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término.
No es por tanto, sino muy natural que Venezuela considere como continuación de su épica lucha de independencia, la que ensangrienta los campos de Cuba, y que se despierten en las mentes de sus esforzados hijos recuerdos grandiosos de heroísmo, y en sus corazones sentimientos de exaltación generosa evocados por el propio despotismo que sus preclaros padres derrocaron. Movidos por tan preclaro resorte, ¿cómo extrañar que su ardor bélico y genial caballeresco les impulsen a ofrecer sus vidas a la causa de la independencia de esta infortunada colonia? Por lo demás, la República de Cuba considera como hijos propios a los hijos naturales de Venezuela y demás Repúblicas sudamericanas; y animada de la más profunda gratitud, no omitirá medios para elevar las manifestaciones de ésta a la altura de los esclarecidos merecimientos de los que han acreditado una vez más en los campos de la Isla, con su abnegación y desinterés, valor y demás virtudes militares que los adornan, que los venezolanos de hoy son dignos hijos de los héroes de Carabobo, Junín y Ayacucho y como tales saben abatir la soberbia y arrogancia castellanas».
La Revolución Cubana de estos tiempos ha tenido en las distintas etapas, ya de los gobiernos o de los pueblos mexicanos y venezolanos, el apoyo y la solidaridad que han sido signo de un latinoamericanismo militante. Es historia que perdura y que su máximo líder Fidel Castro y toda la dirigencia revolucionaria, y todo el pueblo cubano, hasta hoy han reconocido, han agradecido y han reciprocado.
Fidel lo ha expresado en forma clarividente y contundente:
“A nuestra Revolución hay que defenderla como se defiende, no algo de Cuba, sino algo de América.”, expresó el 21 de enero de 1959.
“Un sueño que tengo en mi corazón y creo que lo tienen todos los hombres de América Latina, sería ver un día a la América Latina enteramente unida, que sea una sola fuerza.”, señaló el 22 de enero de 1959.
“Estos pueblos de América saben que su fuerza interna está en la unión y que su fuerza continental está también en la unión.” Expresó en Caracas, el 23 de enero de 1959.
“El problema de Cuba con Estados Unidos no es un problema de Cuba con los Estados Unidos, ¡sino es un problema de toda la América Latina con Estados Unidos!”, expresó el 13 de marzo de 1961.
“A esa América Latina integrada y unida, Cuba está dispuesta a pertenecer, a discutir con ella cualquier tema, e incluso a derramar su sangre defendiendo lo que es hoy la primera trinchera de la independencia y soberanía de nuestros pueblos. Es un deber que Martí expresó en su carta póstuma, víspera de su muerte en Dos Ríos: “Impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”. Expresó Fidel en la sesión inaugural de la I Cumbre Latinoamericana, en Guadalajara, México, el 18 de julio de 1991.
¿No hay razones históricas suficientes para entender el ejemplo actual de estas hermosas manifestaciones de la solidaridad latinoamericana y caribeña en que Cuba, México y Venezuela han participado como hermanos ante una trágica situación? ¿Cuánto podremos avanzar en todos los campos vitales para nuestros pueblos si nos inspiramos en ese mismo espíritu solidario y creador?
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
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