(…) nosotros no le decimos al pueblo: … ¡cree! Le decimos: … ¡lee! (…) Y la Revolución le dice al pueblo: aprende a leer y a escribir, estudia, infórmate, medita, observa, piensa. ¿Por qué? Porque ese es el camino de la verdad: hacer que el pueblo razone, que el pueblo analice”, dijo Fidel Castro un 6 abril de 1961, Cuba en plena Campaña Nacional de Alfabetización, y apenas a unos días de la Batalla de Playa Girón y de la proclamación del carácter socialista de la Revolución.
Entre tantas citas del líder cubano, ésta es mi preferida; además de haberme acompañado a lo largo de mi vida, es en sí misma un código de conducta y una manera de combatir a la censura, ese poder sin principios, tal cual Carlos Marx lo definió en el número 132 de la histórica Gaceta Renana del 12 de mayo de 1842: “La censura no elimina la lucha entre verdad y falsedad o buena y mala prensa, la hace unilateral, convierte una lucha abierta en una lucha oculta, convierte una lucha de principios en una lucha entre el principio sin poder y el poder sin principios”.
Guste a quien guste, pese a quien pese, ese poder sin principios – lícito redundar – ha de ser impugnado, venga de donde venga, salvo en excepciones en las cuales se trate de proteger a los derechos humanos, entendidos éstos a tenor de normas democráticas internacionalmente aceptadas.
Quien censura en el contexto cubano, de buena fe o por intereses bien oscuros o bien corruptos, generalmente acude a frases como “¡ésto es contrarrevolución!”, “¡qué va, ésto no se puede difundir!”, “¡el primero que nos censura es el enemigo y por tanto censuramos nosotros!”, o “es verdad, ésto está bien, pero no es el momento, no podemos dar armas al imperialismo”, lo cual ya es el tránsito de la censura “a pulso” hacia el discreto índice “consejero pero admonitor”.
Mínimo, ésa y aquellas censuras son un insulto a la inteligencia, la experticia y la cultura del más de un millón de cubanos que ya son graduados universitarios. Los hechos, lamentablemente, son tercos; cuando no pueden entrar por la puerta, saltan por la ventana, gustaba apuntar Lenin.
Viene al caso, entre tantos de la censura criolla, porque por estos días el filme documental El Caso Padilla , del criollo Pavel Giroud, fue noticia en las redes sociales de este hervorio caribeño de las ninfas, al sumar a sus premios el de Mejor Película de Centroamérica y el Caribe en el @crfic Festival de Cine de Costa Rica. Aquí, un vídeo ilustrativo:
¡Por supuesto, censurado “el caso” en Cuba! Aunque por los caminos
informales y del Internet ¡hasta elefante blanco con pintas moradas!
El Caso Padilla se acerca a la publicación en 1968 del poemario Fuera del Juego,de Heberto Padilla, más sus consecuencias, que finalmente dieron lugar a la detención en 1971 del poeta por la Seguridad del Estado cubano, su posterior liberación en medio de un escándalo internacional y las protestas de muchos intelectuales, entre éstos Italo Calvino, Simone de Beauvoir, Julio Cortázar, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Jean Paul Sartre y Mario Vargas Llosa, más un patético Mea Culpa de Padilla en una reunión en la sede de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que aquí se ofrece:
Muchos afirman que ese episodio fue el llamado a “hoguera inquisitorial” del “bautizado” Quinquenio Gris (más o menos 1971-75), sin dudas el período más censor y dogmático de la cultura cubana posterior a 1959, cuyos ecos llegan hasta hoy; coincidió la suerte de autoflagelación por declararse ¿”fuera del juego”? con el Congreso Nacional de Educación y Cultura, cuya vocación excluyente, incluso homofóbica, marcó ese quinquenio. “Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferación de falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la extravagancia, el homosexualismo y demás aberraciones sociales, en expresiones del arte revolucionario, alejados de las masas y del espíritu de nuestra Revolución”.
Pruebas al canto de aquellos polvos que traen estos lodos:
1.- 2007. La “guerrita de los e-mails”. La presentación televisiva de tres de los más connotados censores del Quinquenio Gris (algunos dicen trinquenio) desató una avalancha de criterios y polémicas por e-mail entre intelectuales de dentro y fuera de Cuba, la cual se dio por terminada en un encuentro en la sede de la Casa de las Américas, al parecer con un balance positivo; en la misma destacó el ensayo de Ambrosio Fornet (epd) El quinquenio gris: revisitando el término .
“Parecía que la pesadilla era cosa de un remoto pasado, pero lo cierto es que cuando despertamos el dinosaurio todavía estaba allí. No hemos sabido -y tal vez nunca sabremos- si el disparate mediático respondía a una insidiosa operación de rescate, a una caprichosa expresión de amiguismo o a una simple muestra de irresponsabilidad. No importa. Visto desde la perspectiva de hoy -de la reacción en cadena que provocó, uno de cuyos eslabones es este ciclo que estamos iniciando- era un acto suicida. Lanzaba un reto sin tener la menor idea del nivel de coherencia que había alcanzado el adversario, ni de la solidez de una política cultural que se ha afianzado como un fenómeno irreversible a través de una práctica que ya dura tres décadas. Ganada limpiamente esta batalla -no me atrevo a decir la guerra, porque el pavonato no es tanto la expresión de una táctica política como una visión del mundo basada en el recelo y la mediocridad–, podemos abrir camino a la reflexión diciéndonos, simplemente, que lo que pasa conviene. La prueba de que así es la tenemos en la decisión del Ministerio de Cultura de apoyar esta iniciativa de Desiderio (Navarro, epd) coincidente con la de Abel, (Prieto, exministro de Cultura y actual presidente de la Casa de las Américas) en cuanto a ir llenando el vacío de información y de análisis que hasta ahora ha prevalecido sobre el tema de la política cultural -digo, anticultural— de la primera mitad de los años setenta”.
2.- 2023. La exhibición televisiva no autorizada del documental de Juan “Pin” Vilar La Habana de ‘Fito’ dio lugar a polémicas y desencuentros entre funcionarios del Gobierno y la cultura, y numerosos cineastas agrupados en la Asamblea de Cineastas Cubanos.
Controversia que, al parecer, está lejos de terminar. Este autor da seguimiento la misma y ha publicado dos artículos al respecto: Cuba, el titingó y La Habana de “Fito; además, La insubordinación de los cineastas y ¿el rol de la prensa?
Claro, el Internet y las redes sociales han hecho cambiar el escenario, ya con cerca de siete millones de cubanos accediendo a las mismas, aunque las torpezas de la censura se aferren a su llamada vieja mentalidad, que en verdad es algo distinto.
Y entonces, no “a bombos y platillos”, sino “a censuras y anatemas”, El Caso Padilla: no parece que se hayan hecho gestiones para su exhibición en cines o televisión – ni siquiera acompañada del debido análisis o crítica, lo que sí se hizo para “echar anatemas” sobre La Habana de ‘Fito’.
No obstante, algunos dentro del país han accedido a dicho film de distintas formas. Por lo menos éso cabe pensar, a juzgar por un artículo en la revista cultural La Jiribilla, en el cual se apunta que “Estamos en un punto de construcción cínica de la información. Sin el menor escrúpulo, se asumen los patrones de la propaganda hegemónica global y se definen los intereses ideológicos que deben suplantar a la verdad. Al retomar el ‘caso Padilla’ como piedra de toque para su última producción, cuyas imágenes parece haber hurtado de los archivos de la institución a la que tenía confiado acceso, el cineasta cubano Pavel Giroud asume todos los patrones de descrédito y se atiene al cinismo natural mediático de los monopolios”.
Punto interesante: no se ofrecen evidencias concretas de que Giroud haya hurtado el conjunto de ejercicios fílmicos que sin dudas le sirvieron de “pie para la décima”, a los efectos de realizar El Caso Padilla – pero ojo, “se deja caer” – ; esos ejercicios son absolutamente públicos en YouTube. Antes este autor compartió uno de los mismos, pero hay más.
Cómo llegaron a YouTube, parece un místerio; lo que sí suscita sonrisas en este autor es la presencia en el artículo de La Jiribilla del por él llamado “síndrome de la tuya“, el cual consiste en la reacción airada en respuesta a un ejercicio del que parece nadie tiene noticia o no se ha informado dentro de Cuba. Entre criollos “mentar a la madre” del prójimo en forma despreciativa es de lo peor, y la respuesta inicial es “¡la tuya!”, más cuidado y no una buena trifulca.
Vale insistir: El Caso Padilla ha sido visto en Cuba; este autor entre quienes han podido y además lo posee; no lo ha socializado por respeto a los derechos de autor; también, además de premios, el filme suma numerosos análisis de prensa incluyendo el de La Joven Cuba,leída en el país; en éste se apunta que “Como algunos escritores de su generación, fue al futuro a través de sus poemas porque le cantó al hombre arrasado por la Historia. Sentía el lamento premonitorio de lo que serían errores del sistema. Lamento agónico. Lamento bolchevique del que hablaba Nabokov. Hubo personas que lo odiaron por provocador, por querer ser un poeta maldito, por hipercrítico unos y por moderado otros. Los poderosos lo encarcelaron. Pero la mayoría lo odió por decir la verdad —al menos la suya—, esa es la poética de Fuera del juego”.
Y ya que Fidel afirmó que nosotros no le decimos al pueblo ¡cree! Le decimos ¡lee!, este autor reitera la invitación a leer Fuera del juego.
¡Ay, Cuba, tus hijos lloran!, decía La Vieja Elia (epd), mi queridísima madre; aunque mis condíspulos en la universidad decían de este autor no que “no tiene madre”; sino que “la tiene, pero no la usa”.
Quizás sea un buen recurso para estos tiempos criollos de censura “soviética ” ¡en tiempos de Internet y redes sociales!: “tener madre pero no usarla”; lo cual se traduce en “busca, accede y ríe”…
Post Scriptum: El Mea Culpa de Padilla es una versión editada de cinco filmes, no se sabe por qué. Aquí están los cinco:
1) Mea culpa de Heberto Padilla en UNEAC 1971, videos originales del G2
2) Confesión de Heberto Padilla Segunda Parte
3) Confesión de Heberto Padilla 03
4) Confesión de Heberto Padilla 04
5) Confesión histórica de Heberto Padilla.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.