Santiago, la capital de Chile, situada en el extremo meridional de Sudamérica fue escenario de una reunión de lo más representativo de la política y la visión económica derechista de esta parte del mundo. Ello, al amparo de la invitación efectuada por el presidente chileno Sebastián Piñera de conformar un nuevo referente político, pero ahora […]
Santiago, la capital de Chile, situada en el extremo meridional de Sudamérica fue escenario de una reunión de lo más representativo de la política y la visión económica derechista de esta parte del mundo.
Ello, al amparo de la invitación efectuada por el presidente chileno Sebastián Piñera de conformar un nuevo referente político, pero ahora sólo en manos de la derecha regional llamado PROSUR. Foro por el Progreso y el Desarrollo de América Latina es el nombre de fantasía de esta creación cuya orientación ideológica proviene directamente de los asesores de política exterior de la casa Blanca dedicados a la desestabilización de Venezuela, que no ha escatimado presupuesto alguno para dar forma a esta nueva lucha política ideológica en el continente. Un nuevo concepto que pretende quitar de las manos de la izquierda conceptos tales como progreso y libertad.
Un criminal tras bastidores
El garrote conductor ha sido entregado a un viejo conocido de la ultraderecha estadounidense: Elliot Abrams, quien cumple labores de coordinación del proceso desestabilizador de Venezuela, como también aglutinar a las fuerzas reaccionarias al sur del Rio Grande. Abrams, quien trabaja en el Consejo de Relaciones Exteriores de la administración de gobierno estadounidense, vuelve al campo de las confabulaciones y el golpismo, por expreso mandato de Donald Trump. Elliot Abrams, político acusado por crímenes de lesa humanidad en la guerra civil salvadoreña por la masacre de el Mozote, aparece hoy como rostro público del golpismo contra el gobierno bolivariano. Un Estados Unidos que ha dejado claro que no va a soltar su botín, hasta lograr sus objetivos de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.
El nombre de Elliot Abrams debería generar el inmediato rechazo de todo aquel que se precie de demócrata. Sin embargo los presidentes opositores a Nicolás Maduro, que exigen certificados de demócratas, han acogido a Abrams como el hermano putativo. Los mismos que el viernes 22 de marzo se hicieron presente n Santiago de Chile: Sebastián Piñera de Chile, Mauricio Macri de Argentina, el mandatario brasileño Jair Bolsonaro, de Paraguay Mario Abdo, Lenin Moreno de Ecuador y el mandatario colombiano Iván Duque. Asistieron como observadores el representante del gobierno uruguayo Ariel Bergamino y la vicecanciller de Bolivia Carmen Almendras (quien fue la única que no firmó la llamada Declaración de Santiago)
Mandatarios que deberían tomar buena nota de quien es Elliot Abrams y que sigan el ejemplo de la representante demócrata por Minnesota, Ilhan Omar, la primera musulmana en acceder a un cargo parlamentario en EEUU, quien en una interpelación en el Congreso estadounidense le recordó a Abrams su nutrido prontuario como violador de los derechos humanos. Ihlam Omar «hizo memoria de sus antecedentes en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, con el detalle de la masacre de El Mozote. Abrams, no sólo ha sido acusado de encubrir crímenes de lesa humanidad sino que también condenado por el llamado escándalo Irán-Contras, fue indultado por Bush para coordinar la invasión a Irak el año 2003 y el fallido golpe contra Chávez de 2002»
Washington ha determinado, que deben acompañar a Abrams en esta labor de caza, varios perros de presa donde destaca el voluntarioso presidente chileno, Sebastián Piñera a pesar de los escasos avances en el cumplimiento de sus promesas de campaña y que lo tienen hoy con una baja adhesión ciudadana en el país que debe gobernar. Se suma este grupo el a estas alturas de su gobierno el poco sustancioso, desde el punto de vista de liderazgo político, presidente colombiano Iván Duque, más enfrascado en actividades contra Venezuela que dar solución a los urgentes y variados problemas que aquejan a su país, con una de las más grandes brechas sociales del mundo, con asesinatos diarios por violencia política e inseguridad ciudadana. Ambos presidentes y sus gobiernos han sido calificados «como satélites de Donald Trump » según nota emitida por la cancillería venezolana y uan muestra que la mejor manera de desviar la atención de su problemas internos es tomar un país como blanco de sus críticas.
¿Objetivo inmediato encargado a esta dupla presidencial Piñera-Duque por parte de Washington? Poner la lápida a la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) fundada en su oportunidad por el fallecido líder venezolano Hugo Chávez Frías y que la derecha ha denunciado como «una institución con exceso de ideologismo». A esta tarea, Piñera, secundado por Duque invitaron a otros cuatros presidentes de derecha en Sudamérica para, en el marco de exigir democracia en Venezuela, alentar la creación de un Foro derechista en Latinoamérica, invisibilizar e incluso destruir los proyectos de integración que en algún momento contaron con la participación de buena parte de los países sudamericanos cuando Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela, se enmarcaban en líneas políticas similares bajo el concepto del progresismo.
El nuevo referente, nace sin mucho sustento, pues no se puede hablar de fortalecer la democracia en el continente, aspirar a representar al conjunto de los países y terminar conversando entre amigos y planeando como derribar el gobierno de un país como Venezuela. PROSUR tuvo su nacimiento formal en la capital chilena. Es indudable que el triunfo de candidatos de derecha en varios de estos países comenzó a sepultar esas aspiraciones de integración e independencia respecto a Washington, para terminar convertidos hoy en corifeos de lo que las administraciones de gobierno estadounidenses, el grupo de Lima, la Organización de Estados Americanos (OEA) y cuanto vociferante ultraderechista afirma, debe ser el camino que seguir para crear una América «liberal y desarrollista».
En esa misión los presidentes sudamericanos asistentes al foro en Santiago le han dado su respaldo a la dupla Piñera-Duque con el objetivo no declarado de darle aire a esta derecha que se ha desinflado con la misma intensidad con que prometieron tiempos mejores. El gran ausente fue el diputado suplemente y autoproclamado presidente venezolano, Juan Guaidó, quien prefirió mandar a su novel esposa a Chile en lugar de dar la cara en este encuentro internacional, faltando a la palabra empeñada con Piñera cuando este se hizo presente en Cúcuta para el show político de los famoso camiones con ayuda humanitaria.
El primero en arribar a Chile fue el presidente brasileño Jair Bolsonaro, en visita de Estado en momentos que en su país había sido detenido el ex presidente de facto, Michel Temer bajo acusaciones de corrupción por la llamada trama Lava Jato. Bolsonaro arribó a Chile tras su visita a Estados Unidos, donde su correspondencia ideológica y de objetivos políticos, militares, temas de inmigración y específicamente sobre Venezuela estrecho sus lazos con Trump, que le permitió recibir como premio la decisión del gobierno estadounidense de considerar a Brasilsocio estratégico en materia militar, con el mismo trato que se tiene con los miembros de la OTAN.
Bolsonaro, por su parte decidió facilitar las instalaciones espaciales Alcántara en la región de Maranhao lo que posibilita la irrupción, presencia y establecimiento de militares y científicos estadounidenses vinculados a la industria militar, en el centro de Sudamérica. En Chile, Bolsonaro firmó una serie de acuerdos, entre ellos el intensificar las relaciones comerciales bajo el alero de la entrada en vigor del nuevo Tratado de Libre Comercio. Bolsonaro fue recibido por Piñera pero con amplias críticas de la oposición chilena, que incluso se restó del almuerzo en su honor realizado el sábado 23. Piñera sostuvo que «» Yo espero que todos en Chile sepamos comprender la importancia de las buenas relaciones con todos los países del mundo , pero especialmente con los países de nuestra América Latina y por eso quiero darle la bienvenida al presidente de Brasil». Afirmación que no se condice con su siguiente afirmación al sostener que «los días de Maduro están contados» reflejando así el verdadero propósito de Prosur y este encuentro de la pléyade derechista sudamericana.
Mucho ruido, pocas nueces
La ausencia de presidentes como Evo Morales de Bolivia, Tabaré Vásquez de Uruguay (a pesar de enviar representantes de segundo nivel como observadores) resta brillo a una reunión de amigos, todos de derecha, con estrechos vínculos con el grupo de Lima y la Casa Blanca, empecinados y contumaces en derrocar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela. Y afirmó esto pues la gran crítica con UNASUR era que se trataba de una institución dotada de «exceso de ideología» ante ello surge la pregunta ¿y qué puede ser un encuentro donde sus participantes representan a la ultraderecha y derecha más radical, militarista, prosionista y aliada de Washington como no se había visto desde los golpes militares de la década de los setenta y ochenta en Latinoamérica? Esta derecha está decidida a ir a la guerra, intensificar la campaña de desestabilización contra Venezuela, apoyar las tomas ilegales de las representaciones diplomáticas del país llanero en Latinoamérica. Sumarse a las presiones, bloqueos y embargos como si en ello les fuese a tocar un bocado del botín.
Prosur tiene el objetivo de reemplazar a UNASUR en un claro viraje a la derecha, encubriendo el camino emprendido bajo argumentos pueriles esgrimidos por el presidente chileno «»Prosur será un foro sin ideología ni burocracia». Lo que demuestra una estrategia hipócrita de hablar de organizaciones sin ideología cuando la visión de mundo, la manera en que miramos y actuamos frente a lo que acontece en nuestras sociedades es ideología, que constituye una categoría fundamental para el análisis y comprensión del mundo. Prosur fue un encuentro centrado más en los efectos mediáticos y políticos, que en generar un real cambio para satisfacer esas mencionadas necesidades de nuestros pueblos. Mucho ruido y pocas nueces, pleno de lugares comunes como aquella frase tan propia de los líderes de la derecha latinoamericana «queremos tratar temas que le importen a la gente». El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez , uno de los mandatarios que se negó a asistir a Santiago sostuvo que «debemos evitar cometer errores, que se cometieron anteriormente. Si el problema de Unasur fue que tuvo una determinada ideología política, generar otro proceso de integración también con una finalidad ideológica política es cometer el mismo error anterior».
La reunión celebrada en el Palacio La Moneda tuvo como corolario la llamada Declaración de Santiago , que objetivamente representó un fruto deslavado, lleno de lugares comunes y que simplemente demostró que Prosur fue una convocatoria sin objetivos potentes, que favorezcan la democracia en Sudamérica y más bien dio pruebas que Washington fue la sombra tras esta creación de la derecha del sur del continente, obedeciendo las directrices emanadas desde la Casa Blanca y coordinadas por Elliot Abrams, Representante del gobierno de Trump por el tema de Venezuela. En ese plano, el canciller Jorge Arreaza acierta al definir a Prosur más bien como Pronorte, herramienta y punta de lanza de los intereses de Washington para nuestro continente. Arreaza llamó a los gobiernos de derecha en Latinoamérica a admitir que con Prosur impulsan, la creación de un organismo alineado al gobierno de Estados Unidos para agredir a Venezuela. «Los pueblos de Nuestra América siempre aprecian la verdad. Sería más sincero asumir y confesar abiertamente que en realidad se trata de Pronorte», publicó el canciller a través de su cuenta en la red social Twitter.
Tras la reunión en la Moneda, que duró aproximadamente tres horas, se dio a conocer en una brevísima ceremonia de firma la llamada Declaración de Santiago que contiene 6 puntos:
- Nuestra voluntad de construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva que nos permita contribuir al crecimiento, progreso y desarrollo de los países de América del Sur.
- Nuestro reconocimiento a la propuesta de crear un espacio de diálogo y colaboración sudamericana, el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur), e instruimos a los Ministros de Relaciones Exteriores a profundizar el diálogo de conformidad con los términos de esta Declaración.
- Que este espacio deberá ser implementado gradualmente, tener una estructura flexible, liviana, no costosa, con reglas de funcionamiento claras y con un mecanismo ágil de toma de decisiones que permita avanzar a Sudamérica en entendimientos y programas concretos de integración en función de los intereses comunes de los Estados y de acuerdo con sus propias realidades nacionales.
- Que este espacio abordará de manera flexible y con carácter prioritario temas de integración en materia de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales.
- Que los requisitos esenciales para participar en este espacio serán la plena vigencia de la democracia, de los respectivos órdenes constitucionales, el respeto del principio de separación de los Poderes del Estado, y la promoción, protección, respeto y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como la soberanía e integridad territorial de los Estados, con respeto al derecho internacional
- Que las República de Chile sostendrá la Presidencia Pro Tempore de este proceso durante los próximos 12 meses, y luego será entregada a la República de Paraguay
Tras leer esta declaración queda claro que la reunión necesitaba sacar un texto cualquiera, así contemplara puntos evidentemente disonantes con la propia conducta de los gobiernos de los países asistentes con relación a Venezuela. No puede hablarse de seriedad cuando el punto 5 de la Declaración menciona explícitamente, del respeto al principio de la soberanía e integridad territorial de los Estados, con respeto al derecho internacional. Y, precisamente esos principios se han violado impunemente con respecto a Venezuela y su gobierno legítimo. Impulsando procesos de desestabilización, aislamiento internacional, llamados a la intervención militar y el derrocamiento de su gobierno, reconociendo a políticos que se han autoproclamado presidente, fuera de toda norma constitucional.
Resulta, al menos hipócrita, llamar al respeto del derecho internacional cuando los presidentes que acudieron a Santiago, unidos al mandatario chileno lo que han hecho es seguir los pasos de Washington en su decisión de derrocar a un gobierno legítimamente constituido. Esto, en virtud de sus intereses políticos, ideológicos económicos – claramente tener acceso a su riqueza petrolera como lo confesó el propio John Bolton ( asesor de seguridad nacional de Trump), como también consolidar sus intereses de hegemonía regional, punto donde se vislumbra la pugna con potencias como china y la Federación Rusa. Prosur se alinea así a Washington y su labor golpista y la decisión de fortalecer la derecha política, ideológica y económica latinoamericana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.