La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha calificado de «histórico» el acuerdo del rey de Marruecos a la propuesta española de enviar un contingente militar conjunto a Haití. Según Fernández de la Vega, ese acuerdo va a permitir una mejora «significativa» de las relaciones hispano-marroquíes, bastante deterioradas durante el último […]
La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha calificado de «histórico» el acuerdo del rey de Marruecos a la propuesta española de enviar un contingente militar conjunto a Haití. Según Fernández de la Vega, ese acuerdo va a permitir una mejora «significativa» de las relaciones hispano-marroquíes, bastante deterioradas durante el último tramo de la Presidencia de Aznar. El Partido Socialista sugiere que el anterior gobierno contribuyó indebidamente al deterioro de esas relaciones, que ahora Rodríguez Zapatero está reconduciendo por la vía de la buena vecindad.
Lo primero que creo conveniente precisar es que, si bien Aznar incurrió en numerosos errores y torpezas en su política hacia Marruecos, dándose a veces unas ridículas ínfulas de gran potencia, buena parte del ambiente de crispación al que se llegó fue obra de Mohamed VI y su camarilla. Por ejemplo: por muy cierto que sea que la respuesta del Gobierno español al desembarco de soldados marroquíes en el islote de Perejil fue una astracanada digna del entonces ministro del ramo, no es por ello menos cierto que el hecho previo -el tal desembarco- fue una iniciativa alauita tomada con la sola y obvia función de provocar.
Lo segundo que debe tenerse en cuenta es que el rey de Marruecos no está respondiendo de manera positiva porque sí, por la cara bonita de Zapatero y Bono, sino porque el Gobierno del PSOE le ha hecho el regalo de su vida: abandonar por completo al Frente Polisario, olvidarse del referéndum de autodeterminación del Sáhara y alinearse con las tesis que sobre el particular mantiene Francia (que son, en último término, las de Rabat).
En tercer lugar, es preciso recordar a Zapatero que una cosa es el respeto a los principios de la coexistencia pacífica, destinados a permitir la convivencia entre dos estados regidos por sistemas políticos diferentes, y otra la aceptación del régimen marroquí, hostil a las libertades democráticas más elementales y perseguidor y encarcelador de los integrantes de la auténtica oposición.
Aznar apostó claramente por las relaciones con Argelia. El régimen político argelino no es, desde luego, mucho mejor que el marroquí. En todo caso, la opción no es estúpida. A fin de cuentas, casi todo el gas natural y una parte del petróleo que se consumen en España vienen de allí.
¿Que no era correcta una política magrebí que se escoraba del lado argelino a expensas del marroquí? Cierto. Pero la opción inversa es igualmente inadecuada. Habría que buscar un cierto equilibrio, hecho de buenas relaciones y de distancias. En relación a ambos.
El punto y final de las equivocaciones de Zapatero: se ha servido de Juan Carlos de Borbón para la gestión ante Mohamed VI. Bono llevó al monarca alauita una carta del rey de España que incluía la propuesta de colaborar en la misión de Haití. Al rey no hay que permitirle gobernar. Porque no es su misión y porque, además, se corre el peligro de que le guste.