Querido compañero: Te escribo para expresarte algunas preocupaciones y que, si lo ves oportuno, las «socialices» con los amigos. Como sabes, el tema de Jaén está ya en su tramo final y temo que termine mal, muy mal. Sabes también que no soy neutral: soy amigo de los «críticos» de mi tierra desde siempre. Ahora […]
Querido compañero:
Te escribo para expresarte algunas preocupaciones y que, si lo ves oportuno, las «socialices» con los amigos. Como sabes, el tema de Jaén está ya en su tramo final y temo que termine mal, muy mal. Sabes también que no soy neutral: soy amigo de los «críticos» de mi tierra desde siempre. Ahora bien (es tan viejo como el mundo de los que piensan y reflexionan sobre como piensan) reconocer la propia subjetividad no significa trasladarse al mundo de lo arbitrario, más bien al contrario: partir de la propia posición para decantarla intelectualmente hacia lo argumentable y lo racionalmente consistente.
Yendo derecho, lo de Jaén es simple: los críticos son mayoría desde hace mucho tiempo y el «mecanismo único» PCA-IUCA no lo admite. Se podrían dar muchas pruebas de lo que digo, por todas: la sentencia judicial que anula la anterior Asamblea Provincial de Jaén de IUCA. La resolución es tan concluyente que de darse para cualquier organismo público llevaría emparejada la dimisión por responsabilidades políticas. Desde IU se han exigido dimisiones por mucho menos. Aquí no: se premia al secreto urdidor del asunto y se le legitima en la practica como Coordinador Provincial, puesto al que concurrirá de nuevo con los parabienes del «mecanismo único». La paradoja, una más, es que los órganos de control democrático del Estado (¡de este Estado!) son más garantistas que los de IU, es decir, de una fuerza política de izquierdas, democrática, alternativa y hasta republicana. Moraleja: hay que ser prudentes y modestos sobre nuestras autoproclamaciones.
Las gentes no es tonta, miran y ven y, al final, miden la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Un resultado de todo esto suele ser la credibilidad, mejor dicho, la perdida de la credibilidad en un proyecto donde el hacer es apenas un eco del decir. Muchas veces nos quejamos, seguramente con razón, que un fallo, un error, de IU se paga durísimamente en términos políticos y electorales. Hay que entender las cosas: una parte grande de la población sabe perfectamente que en las fuerzas de lo existente (las grandes formaciones políticas) anidan la corrupción, la dependencia de la plutocracia y el apego al poder. Periódicamente (se juegan mucho) elijen casi siempre lo que les parece que es el mal menor, para luego continuar una vida que es todo menos fácil. ¿Por que votar una IU que para lo bueno y lo malo es una «copia» (algunas veces algo peor) de lo que hacen los demás?. Las palabras y las proclamaciones son importantes pero para «perder el voto» se exige mucho más, muchísimo más.
Lo de Jaén no es una anécdota no solo porque está en juego una provincia y mas de mil militantes, sino por que pone en cuestión la Refundación misma. Aquí quisiera iniciar una reflexión de más calado de la que nunca escribimos y de la que hablamos mucho, muchísimo. Me refiero a las relaciones PCE-IU
Cuando pasamos de IU «coalición» a IU «formación política de nuevo tipo» sabíamos lo que estábamos haciendo: iniciar la construcción de un movimiento-político social plural, democrático y de base programática. Un hombre y una mujer, un voto era el corolario necesario: ¿Por qué? Primero, porque pretendíamos atraer a miles de personas «sin partido» que emergían a la política en torno a Julio Anguita y al proyecto que él encabezaba. Segundo, la necesidad de formas nuevas de hacer política y de formas de organización -luego lo llamamos democracia participativa- más horizontales y más abiertas. Tercero, no podía haber militantes de primera y de segunda: los militantes del PCE éramos como los demás y nos sometíamos a las reglas comunes. Es más, algunas veces defendimos que era bueno que en la futura IU el PCE fuese minoría (se entiende organizativamente): señal de que el (su) proyecto había triunfado y que el movimiento político-social llegaba a su mayoría de edad. Hasta aquí la teoría.
Lo increíble es que la crisis de IU se da porque triunfa demasiado pronto. Cuando se pasó de fuerza de minoritaria de oposición a la oposición determinante, todas las costuras estallaron y todas las contradicciones aparecieron. Contradicciones transversales y que eran, antes que de nadie, del PCE: Nueva Izquierda fue una formación compuesta y dirigida por militantes comunistas en su inmensa mayoría. Lo primero fue la política y luego vino la organización. La contradicción real no fue nunca PCE si o PCE no, eso fue una trampa que ocultaba lo fundamental, a saber, el carácter autónomo y alternativo de Izquierda Unida. En momentos de «caída del muro» hacer anticomunismo daba (y da) réditos y los dirigentes ex-comunistas lo supieron usar con eficacia.
Quedaba un problema: las relaciones entre IU y el PCE. El asunto era simple: IU se cerraba, centenares de militantes, miles, se fueron y centenares de miles de votantes nos dejaron. Ahora, como antes, los debates seguían siendo entre comunistas dirigentes de IU y comunistas dirigentes del PCE (que a su vez eran de IU). Con un matiz: Gaspar Llamazares nunca fue, en las grandes cuestiones políticas, minoría. Se pudo cuestionar su gestión o sus formas organizativas, pero el grueso de su política (desde el así llamado Tratado Constitucional a los acuerdos de «asociación preferente» con Zapatero y alguna cosa más que no quiero acordarme) siempre contaron con un respaldo mayoritario y algunos fueron mucho más lejos que el otrora Coordinador de IU.
Esta es una cuestión muy difícil de dilucidar. Para decirlo directamente: esto se resuelve por IU o se resuelve por el PCE. Siempre hay puntos intermedios pero no caben demasiados atajos. La coherencia del Comité Provincial del PCA de Sevilla es en este punto digna de elogio y para mi respetable, precisamente por que no estoy de acuerdo con ella. Constato que dicha posición política requiere de respuestas y no de descalificaciones y, mucho menos, de artilugios ( Carrillo versus Claudín ) tan conocidos en nuestra tradición como el de «dejar pasar la pelota pero no al jugador». No hay que confundir política con politiqueria.
La propuesta es simple: convertir IU en una especie de CDU portuguesa, es decir, coalición electoral más o menos estable donde no se confundan el PCE y su frente electoral. En este sentido se haría realidad lo que se dice: el PCE recupera todas sus competencias excepto las electorales. Claro, que siempre queda la duda de por qué no se presenta el Partido con sus propias siglas en vez de «cargar» con unas que, hoy por hoy, tienen una realidad electoral, lo diríamos así, no demasiado brillante. Se me ocurre que tiene motivaciones estrictamente electorales. Parece normal
En Andalucía, sin embargo, se ha ido construyendo una formula que creo que esta cargada de futuro. El «modelo andaluz» intenta superar, desde la practica, las cuestiones planteadas por el PCA de Sevilla. El esquema es el siguiente: el PCA define la política de IU y la hace obligatoria para sus militantes a todos los niveles. Los que no la siguen, de una forma u otra, son separados, autoexcluidos o, simplemente, son dados de baja. A su vez el Partido cotiza colectivamente por el número y la cantidad que considera oportuna y, además, reclama su presencia pública. El objetivo es claro: todos, y especialmente los dirigentes de IUCA, deben de seguir las directivas de la dirección del PCA, desde la línea política, la composición de la dirección y sus funciones hasta, decisivo, las listas electorales.
Prácticamente, excepto la CUT, no hay otro tipo de afiliados que los militante del PCE, en sus diversas condiciones (activos, expulsados, excluidos, separados) y un número reducido de «independientes». En estas condiciones es más claro y más democrático el sistema propuesto por Sevilla.
Lo que se construye, paradojas de la política, es una democracia elitista u oligárquica: una estructura de poder define, fuera de la «esfera y de la deliberación pública» de los afiliados y afiliadas (formalmente iguales, como en nuestras democracias), las reglas y determina las decisiones porque «tiene más poder» (lo organización es poder) que la persona individual. Más claro: hay una asimetría estructural de poder; todos ya no son, no somos, en derechos y deberes, iguales, la desigualdad deviene en permanente. Lo de un hombre y una mujer, un voto es algo formal.
La única posibilidad, como se hizo en las viejas y antidemocráticas sociedades liberales, es organizarse y crear estructuras de poder como, en este caso, el PCA. Lo que se echa por la ventana entra por la puerta, es decir, al final hay coalición de partidos o, como pasa en Andalucía, un partido controla y determina IUCA. Para decirlo con más precisión, el sistema (el llamado modelo andaluz) funciona por que solo existe un partido (organizado) de verdad, si existieran varios, o seria una formación de corrientes organizadas (fracciones en el sentido de Lenin) o una coalición de partidos.
¿Se puede alguien imaginar una organización de varios partidos o fracciones que hicieran lo mismo que hace el PCA? Por eso, repito, organización de fracciones o coalición de partidos. El mecanismo, el truco, como diría el castizo, es que una fuerza política así constituida impide que ingresen otros partidos (con estas «barreras de entrada» es imposible competir) y hace muy difícil que personas individuales encuentren atractivo afiliarse (¡conforme está eso de militar en un partido!) a una organización así.
Luego están las marrullerías, como pasa en Jaén, que consiste en abusar del artilugio de poder. Si se cotiza colectivamente siempre se gana. Cuando hay disputa siempre aparecen afiliados, vivos o muertos, que dirimen los delegados y la mayorías en lo que realmente es importante: las direcciones que eligen a los cargos públicos, que no es otro el bien que se derime. Este método es mucho más fácil que otros como manipular censos, hacer aparecer y desaparecer afilados y cotizaciones virtuales consentidas por el órgano superior, siempre que sea de la misma «cuerda» o de la misma mayoría, si no lío y comisión de garantías.
Cuando el problema de una organización son sus censos, es decir, la carencia de censos limpios y veraces estamos en la antipolitica y en el triunfo de las oligarquías. Se puede matar al mensajero y decir que el problema no existe. Pero la verdad, como la vida, no se para y vuelve por la puerta. Todo ello en una organización que, con dificultades, anda por el 5 por ciento.
¿Es a eso a lo que vamos? ¿Es creíble?¿Merece la pena? No nos engañemos: dos estructuras (organizaciones) de poder paralelas y simétricas en todo el entramado (tan débil y con tan poca sustancia social) de IU no la llevó muy lejos (cuando habían mejores condiciones) y no creo que lleve muy lejos ahora.
Una organización política anticapitalista y con voluntad socialista y, digámoslo en serio, republicana, no se construirá si no es en base a la democracia participativa, la deliberación publica y un «demos» claro, es decir, un pueblo, un conjunto de ciudadanos y ciudadanas (afiliados y afiliados) conocidos (censos claros) y que decidan soberanamente. La legitimidad nace de esto: procedimientos claros, libertades republicanas e igualdad de opciones. La minoría aceptará las decisiones mayoritarias si las reglas se cumplen y si en algún momento posterior pueden ser mayoría. Cuando esto se impide (la manipulación de los censos y la arbitrariedad de las direcciones sirven para esto) lo que viene es el reino de la selva y la guerra civil interna.
¿Por que lo que pedimos como gobierno y sociedad no se puede cumplir en esta comunidad de hombres y mujeres libres que según decimos es IU?
Para terminar, yo sigo confiando en Cayo Lara. Su discurso y su estilo político me dicen que hay posibilidades de hacer girar las cosas. Hay que ayudarle en todo lo que se pueda.