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De la intelectualidad ocañera

Fuentes: Rebelión

    AL DR. CARLOS CARRASCAL CLARO   IN MEMORIAM. PREAMBULO Me propongo abordar un tema filosófico en el confín de la perpetuidad de los siglos. Un tema social en el entorno de una región convulsionada. Un asunto político, por la connotación que denota el ejercicio de la militancia pensante y por ende la oposición […]


 

 

AL DR. CARLOS CARRASCAL CLARO

 

IN MEMORIAM.

PREAMBULO

Me propongo abordar un tema filosófico en el confín de la perpetuidad de los siglos. Un tema social en el entorno de una región convulsionada. Un asunto político, por la connotación que denota el ejercicio de la militancia pensante y por ende la oposición y por que no antipatía que pudiere generar, la porfía de un empeño que se propone sacar avante, con reto a lo autóctono, lo propio, la función de la individualidad ocañera, en los términos de la globalización, postmodernidad, y visibles cambios en Nuestra América. En la onda de efectos- para la indómita región ocañera- luego de la caída del bloque socialista, la fatua enunciación del «fin de la historia», la constitución de un mundo unipolar y la que no fue imposición de «la paz perpetua» kantiana, seguida del fin de la guerra fría en un mundo bipolar del que veníamos; con la secuencia de restricción de las libertades, la exposición de una juventud a la depredación de la tecnología del control del pensar, donde se afronta la censura a la privacidad, como si se pagara para esclavizar el pensamiento bajo la dictadura mediática; pero que además responsabilizaría a los conductores de las naciones (asumiendo lo regional) a producir caótica crisis planetaria si se tratare de impedir la expansión de las tecnologías de comunicación universales.

 

Para lograr lo anterior tomo la difícil tarea de no mencionar personaje alguno en particular.

 

Una segunda fase del presente ensayo, podría incluir la valiosa participación de eximios exponentes, en los diferentes planos de la disciplina científica, que los ariscos cerros del abrego airoso proveniente del sur magdalenense, convirtieron en torbellino, produciendo lúcidas mentes, cual escarpadas montañas bajo el cincel de vientos y aguas; erosión de la salina estatua petrificada de la Sara porfiada convertida en Estoraques, prototipo de la ideosincracia ocañera, que en los pocos años del correr del presente siglo XXI ha asumido la actitud de los cambios, expresadas en las valerosas movilizaciones de masas de sus gentes.

 

DE LA ACTITUD DE LAS ELITES.

 

Lejos está del panorama provincial la escolástica figura del intelectual expresada en el Alcalde, el Cura del pueblo y el Maestro. Ya a la que identifico como Generación de la Violencia, aquellos nacidos en la década de 1940, al parecer produjeron el desencanto profundo contra las elites políticas y económicas en la Provincia ocañera. Dos factores pudieron influir en el reemplazo paulatino de la confianza que suscitaban «las vacas sagradas» de antaño. Una: la existencia de un comportamiento reactivo de la población estudiantil en el primer centro educativo de la Provincia de Ocaña: el Colegio Nacional José Eusebio Caro. El paso de la secularización de la dirección eclesial jesuítica del claustro, al de la dirección laica oficial del estado. Ello influyó en la liberalización del pensamiento a nivel de universalidad y no de conservadurismo clerical. Están ayunos los cientistas sociales ocañeros en aportar las investigaciones en el cúmulo de experiencias vividas por el movimiento estudiantil carista a partir de las huelgas caristas desde la segunda mitad del siglo próximo pasado, en un lapso de veinticinco años (de 1950 a 1975). Destacan dos movimientos de referencia histórica: la huelga contra el rector Don José María Peláez Salcedo y la huelga contra el rector Marco Arenas Buenahora. Dos: la irrupción de la lucha insurgente armada en el Catatumbo ocañero, que vino a trastrocar las relaciones de la población de extracción eminentemente campesinas y en lo que llamo el desencanto con las viejas elites políticas y económicas de la región. En honor a la verdad valga destacar el aplomo de comportamiento y convergencia logrado por los exponentes de los partidos tradicionales liberal-conservador, ante la irrupción de este nuevo fenómeno socio político y militar. De relación concausal inmediata con la creciente violencia bipartidista; la imposición del estado de sitio permanente, con la particularidad del desafuero de los alcaldes militares; los pasajes no cicatrizados de la masacre de El Carmen y el tradicional olvido de la Provincia ocañera, relegada a cenicienta en el plano inversionista de la elite política y económica gubernamental cucuteña. Esto generó un acrecentado regionalismo, bien aupado por la decadente elite ocañera de entonces. Ese pasaje de extremismo político regionalista- de igual manera tan poco estudiado en la Provincia- enfocó no solo en lo administrativo pasional de Ocaña, contra Cúcuta y Pamplona, como los usufructuarios del andamiaje del erario publico departamental; sino también en lo deportivo, en lo lúdico local, en lo cultural. Se dio el extremo en que pasaron décadas en que no hubo juegos o intercambios deportivos departamentales, por anotar algo. Puesto que si se daba alguna actividad deportiva afloraba la violencia regionalista entre los integrantes de los equipos y participación de los espectadores. La violencia bipartidista menguaba y arreciaba la violencia regionalista en una constante de opio y embrutecimiento como las elites decadentes perpetuaron. La unidad de los municipios de la Provincia también se vieron afectadas y ah si el equipo de basket de Convención llegaba a disputar contra su emulo de Ocaña. Gresca segura, muchas veces explicada por la impotencia de los deportistas de la ciudad, ante la superioridad atlética que representaban los exponentes de la montañosa Convención. Pero retomando el aspecto Dos, ese factor sociológico y cultural, influyó para que la casta política tradicional remara en encontradas corrientes y mantuviera la vigencia de interlocutores; en tanto que la generación armada «por la toma del poder» medraba en la organización de su base local. La caracterización de una clase política «nada que ver» con la estructura de la institución militar, habilitó su participación en el escenario campesino, cuyas bases populares le estaban siendo disputadas. Un aspecto de inercia en que incurrió, por décadas, la organización política militar armada y que en parte explica la prolongación de factores armados en el escenario político provincial. Ya a principio del presente siglo, sobrevino la mutuante arrogancia de una elite política asimilada al extremismo contrainsurgente paramilitar que cambió todos los paradigmas existentes y retoman la exigibilidad de otro discurso.

 

DE LOS INTELECTUALES.

 

No es dable imponer definiciones. Tratemos mejor de la explicación del concepto de intelectual. Podemos asimilarlo a la identificación del sujeto acucioso, inquieto, observador, analítico, investigativo. Siendo prescindible lo de «doctor».

 

Asoma que se ha incurrido con la figura del intelectual, como el integrante de una elite generadora de opinión. Llamados a ser actores en el procesos de un cambio social, en las diferentes propuestas de la actualidad provincial ocañera, en que ha de moverse el intelectual. Definitivamente oso en afirmar que el concepto del intelectual mesiánico, el intelectual profeta, que décadas atrás aparecía en el escenario regional para prometer y encarnar soluciones, ya no es dable concebirlo en la época actual. Se identificaba al intelectual con la de una actividad de político, de escritor o de periodista; dejándose por fuera las múltiples variables de fuentes interdisciplinarias. El intelectual funge en todos los campos de la ciencia, de la política, de las artes. La propuesta del intelectual ocañero, como lo debe ser universalmente, está signada de pluralidad de propósitos, tanto de signos políticos, como de luchas ambientales. Como de experiencias en políticas comunitarias, gremiales, que lo presentan articulado socialmente.

 

Probablemente se de en el escenario de la Provincia otra clase de intelectuales ligados a los grupos de poder. Seguramente fuertemente ligados a medios de comunicación de alienación masiva. Respaldan un discurso del poder envejecido, carente de pletorica riqueza. Sí los hay pobres de espíritu, puesto que el signo del intelectual es su endeudamiento espiritual y de tal fortaleza. Se dice que la mayoría de los intelectuales son enemigos de la guerra; pero no nos recuperamos de la sórdida y reciente afirmación de un intelectual ocañero, manifestando que se declaraba «enemigo de la paz». Impactante y grosera remembranza de los gritos falangistas durante la guerra civil española, que daban Vivas a Cristo Rey y Vivas a la Muerte!… Y los hay quienes cumplen funciones académicas y ligadas con compromisos políticos gubernamentales. Pero resaltamos que la función del intelectual radica en cuanto son relativamente aceptados y tomados en cuenta. Seria extenso y desviado al interés ensayista detenerme en la desacralización del intelectual ocañero. Esos pueden representar una zoo especie rebasados por tecnócratas, utilizados por sectores duros políticos tradicionales. Esos son los intelectuales que se creen- y los hay en todo el mundo- como si estuvieran en el lugar de Dios, no se sabe si convencidos o no del carácter mesiánico, profético de su función conservadurista.

 

Pero también los hay en la Provincia ocañera, y múltiples formas de expresión alternativa, lo demuestran; caracterizados por ser intelectuales que están desarrollando trabajos investigativos muy serios sobre el terreno que se traduce en el movimiento social. Dejan atrás lo pragmático y puntual del régimen existente y exploran en el trabajo analítico, argumentativo e investigativo. Desde universitarios hasta actores de la sociedad civil. He logrado leer textos actuales que así lo indican. Ver producciones elogiosas de videos que satisfacen la función de un trabajo legítimo, eficiente, deseable, viable. Nuevamente, el factor de radicación de instituciones universitarias en Ocaña, proyectan el faro de articulación del conocimiento de la realidad con los movimientos sociales.

 

El trabajo actual de la intelectualidad ocañera, trasciende en funciones interdisciplinarias. Se percibe un giro en el posicionamiento del intelectual ocañero. Comenzando por que muchos intelectuales ocañeros idos, fugados, están regresando. Abogados escritores en medios alternativos nuevos engalanan con el estilo de su pluma. Conocidos y entrañables poetas amigos regresan al bucólico placer de la labranza. Artistas de las siete musas regresan de lo ignorado. De gran peso específico resulta el aporte constante de merecida Fundación, constituida en aglutinante certero de la identidad ocañera en la numerosa colonia bogotana.

 

TIEMPOS DE CAMBIO O DE LA PREPARACIÓN AL POST CONFLICTO.

 

Difícil resulta abordar el tema tratado sin al menos soslayar el papel de la Iglesia y la llamada secularización. Las arraigada creencias católicas conservadoras de la población ocañera, ha impuesto a su intelectualidad librepensadora el sosiego de la tolerancia respetuosa a la creencia popular. No obstante, los fenómenos de secularización son importantes en cuanto «sin faltar al respeto» se han denunciado múltiples situaciones engorrosas, tales como las denuncias a curas abusadores, pederastas, destapar interés y en negocios de la iglesia. El pasaje no lejano de la calificación de persona no grata al pastor episcopal de Ocaña, por parte de concejales del municipio de Río de Oro; así como la replica de la torquemada Procuraduría regional en aleccionador castigo a tan osada algarabía, demuestran en principio de rompimientos de tabúes. Sin embargo la actitud frente a jerarcas eclesiásticos y frente a ciertos círculos de poder en consonancia con laicos, demuestran la existencia de una tendencia de confrontación y de denuncia. El caso de la hermana Alicia versus el padre Pineda, por la suerte de la funcionabilidad de bienes eclesiásticos, demuestra además la confrontación de contradicciones internas en el seno de lo eclesial. Fruto de esas contradicciones trasciende al espíritu de la feligresía que denota activa participación cuando las acciones de la jerarquía son confrontadas por sectores de la población que de alguna manera salen en defensa del cura de raigambre o de aceptación popular que es injustamente desplazado, relegado o desconocido. Por mencionar, veinticinco años atrás esas manifestaciones de protesta contra los jerarcas eclesiales no se daban. Ello explica la presencia de los curas guerrilleros de entonces, frente a un contexto como el presente en que ese fenómeno expreso de militancia guerrillera está lejos de presentarse nuevamente en la iglesia colombiana; cuando por el contrario se respiran nuevos vientos de convivencia pastoral bajo la inspiración del Papa franciscano.

 

Obvio que el papel de la intelectualidad tiene aun trecho por recorrer. Nos encontramos ante el reto de un conservadurismo católico aunado con el neoliberalismo económico, que por la influencia eclesial se hace de aceptación popular. En ese momento patina el intelectual, pareciere que no tuviere camino por optar. Si bien se pasó de los sermones incendiarios contra los liberales y viceversa, siempre han participado en la política «para iluminar a los fieles». Se está pasando por una etapa de cultura política en que la pastoral juvenil acepta (no se si con asombro), que el joven desecha los perjuicios sobre preceptos contra el condón y aceptan abordar la necesidad de un estado laico y pareciere ser mas tolerantes frente al divorcio, frente al matrimonio igualitario, ante los derechos de las mujeres, etc. etc. Claro que también cabe el papel de la intelectualidad eclesial y en ello esas mentes inquietas dentro de la iglesia desafortunadamente callan ante derroteros, como frente a los resultados de las conversaciones y giros en La Mesa de La Habana. Ausentismo, negativismo en la práctica, pasmosa inercia institucional eclesial, al respecto.

 

Obvio resulta que como nos tienen acostumbrados al desempeño tradicional que más pareciere de tratamiento de terratenientes ganaderos a la grey de ovejas pastoril, todo parece indicar en que la iglesia colombiana continué afrontando posturas retóricas, interesada en que todo se mantenga, como en el actual estado de cosas, asumiendo la inspiración de una agenda dura, sin negociaciones, a la inexplicable e in soportable aplicación de formulas contra los vencidos!. Pero en eso yerran y olvidan las tesis de cambio. Aquí es donde aflora que a tan milenaria institución pareciere que le fuera dejando el tren de la historia, inconmensurable y sideral. A juzgar por investigaciones recientes consultadas se indicia calificado deterioro de la capacidad del pastor eclesial por marcar los derroteros éticos de las gentes. Se acentúa la existencia de una adhesión a la institución religiosa; pero luego cada quien, cuando en su individualidad tiene que manejar sus asuntos privados, afectivos, de preferencia sexual, de definición económica, hacen caso omiso de las imposiciones que pudieren provenir de las autoridades de la iglesia.

 

Corolario de lo anterior: esta por verse el efecto práctico y verdadero de la influencia de la iglesia en el derrotero de las escogencias políticas. Silvestre campo de penetración de la intelectualidad en el actual momento histórico que atraviesa la nación colombiana.

 

CONCLUSIÓN.

La característica ideosincrática del núcleo poblacional de la Provincia ocañera, permite asumir a escala el papel de la intelectualidad en su entorno regional.

 

Los procesos de deterioro del tejido social, así como la medición real de altos índices de pobreza, demuestran el estado de decadencia y la permanencia del vuelo de las elites rapiñeras.

 

Se coloca al orden del día la idea de la acción. Historiadores, sociólogos, politólogos, filósofos, escritores, poetas, pintores, afrontan la dimensión de la denuncia; pero también la adhesión a movimientos y proyectos sociales.

 

La función de los intelectuales de hoy no consiste en decir que es lo que hay que hacer. El intelectual no se define por la militancia política. Esa es una posibilidad. No es una obligación. Pero si lo caracteriza el compromiso con la investigación social, científica. El esclarecimiento de la Verdad. El intelectual se guía bajo las premisas del estudio, la investigación, el trabajo cociente propiamente dicho; pero bajo el imperativo de no callar. Denunciar!

 

23 de noviembre de 2013.