La viróloga e inmunóloga Margarita del Val, investigadora en el CSIC, advierte de que la renacida gripe aviar, presente ya en aves de todos los continentes, “puede causar un problema para la alimentación humana”
La inmunóloga Margarita del Val (Madrid, 1959) lleva un pequeño aparato medidor de CO2 en el bolso que no duda en sacar cuando percibe que “el aire está ya respirado por muchas personas”. Lo hizo esta semana en mitad de una conferencia de la Escuela de Biología Molecular Margarita Salas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Aunque ya casi nadie observa esta medida de protección, ella desplegó el detector sobre la mesa y pidió ventilar el aula mientras disertaba con decidida pasión acerca de otras amenazas infecciosas y de cómo se hacen pruebas PCR a los mosquitos. “En solo diez minutos dos personas en un coche saturan el CO2 y comparten todos los virus”, advirtió la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
Del Val se convirtió en protagonista de la actualidad dos días antes del confinamiento, cuando divulgó una carta –en principio, entre colegas profesionales– en la que predijo que la COVID sería mucho más contagioso y letal que una gripe porque era un patógeno nuevo que nos pillaba sin inmunidad. Después avisó de que aquello iba para largo, mientras las autoridades todavía hablaban de cuarentena. Hoy le preocupa la propagación de la resucitada gripe aviar que afecta a aves de todo el planeta. Al tiempo que valora la eficacia del control del virus del Nilo occidental que provocó ocho muertes por encefalitis en Sevilla o la sofocada epidemia de viruela del mono.
Tenemos miedo a las guerras y a las catástrofes naturales pero en la pandemia nos aterrorizó un enemigo invisible y muy letal. ¿Habíamos menospreciado la investigación hasta ese momento? ¿Hay ahora más conciencia desde las instituciones y las administraciones?
Hay más conocimiento por parte de los ciudadanos y más apoyo. Hay una nueva Ley de la Ciencia –una reforma de la anterior– que implica un crecimiento sostenido en presupuesto, modesto, pero importante porque estamos muy lejos de Europa. En cuanto hay fondos para investigar en España surgen una gran cantidad de investigadores. Es como un campo que cuando se riega florece. Ahora lucho porque se mantenga.
En cuanto hay fondos para investigar, en España surgen una gran cantidad de investigadores. Es como un campo que cuando se riega florece
En la emergencia mundial de la pandemia del coronavirus los laboratorios fueron capaces de desarrollar varias vacunas contra la COVID en un tiempo récord. ¿Cree que si se pusiese el mismo empeño podríamos hoy tener, por ejemplo, más vacunas contra algunos tipos de cáncer?
En la pandemia vieron que las vacunas iban a ser rentables y, por lo tanto, que iban a ser viables. Sin rentabilidad no hay viabilidad y no hay que demonizar a los laboratorios por eso. Varias compañías lo hicieron sin ánimo de lucro solo para cubrir costes, como AstraZeneca y Janssen, mientras que Pzifer y Moderna sí que iban a beneficios que luego han invertido en otros procesos.
Defiende que España es un país muy concienciado y responsable con las vacunas, pero en contraste ha surgido un discurso antivacunas durante la pandemia. ¿Cómo explica este negacionismo?
El número de personas reticentes a vacunarse no ha cambiado mucho en España. En los momentos más duros de la pandemia había gente que tenía mucho miedo, aunque fue cediendo cuando vieron que se vacunaba mucha gente y que eso permitía hacer una vida más normal. Ha habido gente que ha tardado en vacunarse y tiene menos dosis que otras. Pero es importante que los grupos de riesgo se vacunen, hay que insistir en que lo hagan cada otoño, que actualicen la vacuna. Antes pensábamos que las vacunas eran solo para bebés, pero ahora la sociedad ha aprendido mucho. Creo que no son antivacunas, son personas que tienen dudas.
¿Considera que en una pandemia las vacunas deberían ser obligatorias?
Depende mucho de las circunstancias, pero siempre es mejor convencer. Si tengo miedo de acercarme a un precipicio porque tengo vértigo, el que me acerquen obligatoriamente no me lo va a solucionar. Prefiero convencer dando todos los datos. Hemos padecido epidemias de gripe A. Las más cercanas en 1968, 1977 y 2009, de tal manera que ya teníamos anticuerpos y la inmunidad nos protegía al menos parcialmente, por eso han ido afectando más a los jóvenes y niños que no la tenían. La diferencia con la COVID es que no había nadie con inmunidad, todos éramos vulnerables. De hecho, tras el confinamiento más del 90% de la población española seguía sin ser inmune. Gracias a las vacunas solo el primer año se salvaron veinte millones de vidas. La mayoría de las dosis que se suministraron fueron AstraZéneca, Pzifer y una de las vacunas chinas, Sinovac, la más convencional de las tres porque se basa en un virus inactivado.
¿Hacia dónde deben avanzar las próximas vacunas?
Ya hay vacunas para la meningitis, el papiloma, el neumococo y el herpes zóster. Se ha visto que es un mercado en el que hay negocio. El reto para las próximas vacunas es que sean rápidas, baratas, que se administren sin agujas para sean más fáciles de aplicar. Esterilizantes, para que las personas no contagien. También de amplia protección frente a las variantes, que generen inmunidad en las mucosas y que tengan una memoria inmunitaria de larga duración.
Hace unos años empezamos a oír hablar de la bronquiolitis, el virus respiratorio sincitial, que afecta sobre todo a niños pequeños.
Antes las UCIS pediátricas estaban llenas. Desde octubre de 2023 se vacuna a todos los niños recién nacidos y la inmunización está funcionando de maravilla. Aunque no evita la infección, descienden los casos.
En la pandemia de la COVID fallaron mucho los datos, que ahora con la IA podría mejorarse. También hemos de tener en cuenta que el turismo es una de las razones de la pandemia, que agrava los contactos
¿Hemos aprendido algo? ¿Estamos preparados para superar otra pandemia?
De la pandemia hemos salido con vacunas, del calentamiento global no va a ser tan fácil salir. La salud del medio ambiente nos puede afectar mucho y tenemos que ser capaces de adelantarnos a futuras amenazas, estar en contacto con sanidad animal, vigilar la resistencia a los antibióticos. En la pandemia de la COVID fallaron mucho los datos, que ahora con la IA podría mejorarse. También hemos de tener en cuenta que el turismo es una de las razones de la pandemia, que agrava los contactos. Si vuelve otra pandemia improvisaremos más rápido, porque la colaboración a nivel internacional y nacional todavía deja mucho que desear. Aunque vamos en buena dirección.
¿A qué amenazas víricas nos enfrentamos ahora?
Uno de los virus más peligrosos que se conoce es el VIH, pero la enfermedad infecciosa que más muertes causa en el mundo es la tuberculosis y se está haciendo resistente a los medicamentos. España está desarrollando una vacuna que en este momento está entre la segunda y la tercera con más probabilidades de conseguirse. La viruela del mono ya se considera una epidemia multipaís y durante un año se ha calificado como emergencia internacional. España ha sido, por azar, el país más afectado con más casos por habitante porque el virus entró por aquí.
En la desescalada del confinamiento también nos hemos enfrentado al virus del Nilo occidental, que en 2020 generó un grave brote de encefalitis en Sevilla con el resultado de ocho personas fallecidas. El virus estaba en la población de aves silvestres del entorno de las marismas y arrozales de Doñana y lo trasmitían los mosquitos. Se pusieron trampas para capturarles y se les hacía una PCR. Si la prueba resultaba positiva se daba una alerta en la zona y se hacían fumigaciones selectivas y controladas con productos que no afectan a otras especies como las abejas. Fue un brote que se ha evitado que se convierta en epidemia. No tenemos vacunas ni antivirales, lo que se hace es controlar la expansión. En Europa no existía el mosquito tigre que puede trasmitir enfermedades tropicales como el dengue, la fiebre amarilla o el chikungunya. Entró por Albania y ya está en media España. Controlando los mosquitos controlaremos las enfermedades. Hay una aplicación, ‘Mosquito Alert’, para que los ciudadanos colaboren enviando fotos de los insectos y se pueda identificar en qué zonas proliferan para actuar.
¿La próxima pandemia será de gripe aviar?
No digo que sea la próxima, pero la gripe aviar es una amenaza y en los animales es una enfermedad tremenda. Afecta a las aves y de ahí ha pasado a los mamíferos. Nosotros lo somos, así que las personas podemos contagiarnos de los animales. Pero no entre personas. Entre 2003 y 2021 se han dado unos 800 casos. La mitad de los contagiados fallecía. En los dos últimos años se han registrado 25 casos con ocho muertes. La gripe aviar afecta a todos los continentes, con la excepción de Australia, y es una pandemia a nivel animal. Afecta a la producción láctea y está habiendo casos humanos en trabajadores de granjas. Puede llegar a causar un problema para la alimentación humana.
“Se iban a morir igual”, dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), sobre los miles de personas mayores que murieron en residencias sin asistencia médica. ¿Qué siente cuando escucha estas afirmaciones?
El diagnóstico se puso a funcionar a toda velocidad, pero se mantuvo en el ámbito sanitario y no llegó a todas las personas. Solo se detectó el 10% de las personas que se infectaron de coronavirus, pero se habían infectado diez veces más de los detectados. El diagnóstico no llegó a tiempo y así es muy difícil separar a los sanos de los asintomáticos, no lo sabíamos hacer.
¿La COVID salió de un pangolín o de un laboratorio de Wuham?
Lo del pangolín probablemente fue un error de los primeros momentos… Se habla de unos perros mapaches que son unos animales que se crían en China para aprovechar su piel, como los visones, y estaban en la zona del mercado de Wuham donde se vendían animales vivos y donde más detección hubo de casos de coronavirus. El virus surgió en el otoño de 2019 en el mercado de Wuham y en la zona de los animales vivos donde estaban los perros mapaches. Certeza absoluta no se tiene. Para que se hubiese escapado de un laboratorio tendría que haber estado antes circulando por la naturaleza, por eso es altamente improbable aunque nunca se pueda descartar.