Recomiendo:
0

Consideraciones al artículo de Diana Johnstone

De las relaciones entre la censura y el imperio

Fuentes: Rebelión

(Traducido para Rebelión por Raúl Colón) A partir de la manera en que los medios de comunicación europeos, y singularmente a partir del caso Dieudonné, los medios de comunicación franceses procedieron a un verdadero linchamiento de este artista acusándolo de antisemitismo, Diana Johnstone analiza «la diabolización» cuyas víctimas resultan dirigentes de pueblos que se desea […]

(Traducido para Rebelión por Raúl Colón)

A partir de la manera en que los medios de comunicación europeos, y singularmente a partir del caso Dieudonné, los medios de comunicación franceses procedieron a un verdadero linchamiento de este artista acusándolo de antisemitismo, Diana Johnstone analiza «la diabolización» cuyas víctimas resultan dirigentes de pueblos que se desea invadir como han sido los casos de Saddam Hussein o Milosevic. Denuncia la implementación de un delito de opinión, al amparo de la lucha contra el antisemitismo o más bien contra la judeofobia y pone de manifiesto que leyes contra el racismo, como la ley Gayssot, en realidad dan lugar a propaganda contra los pueblos y justifican los ataques a las libertades cívicas requeridas por el Imperio. No estoy en desacuerdo con algunos aspectos de este análisis, sino que el ángulo desde el cual se hace el mismo, de aquello que enfrentamos, me parece ineficaz y a veces peligroso.



La situación en Francia

Nos hallamos hoy en Francia, entre dos grupos que juegan ambos «al comunitarismo» a su manera, gritando ¡antisemitismo! en cuanto se denuncia a Israel a la vez que funcionan como un espejo, como verdaderos «aliados objetivos» de los grupúsculos neonazis. Como lo he explicado en sucesivas ocasiones, Francia es un objetivo elegido para esta clase de intervenciones paralelas para una serie de razones

– Es el país de Europa donde existe el mayor número de ciudadanos de confesión judía y musulmana, de los que una gran parte procede de antiguos países colonizados.

– Francia conserva una política colonial o neocolonial que le permite desempeñar en la escena internacional un papel de gran potencia y le permite el saqueo para satisfacer sus propios intereses.

– Se encuentra por lo tanto en un complejo sistema de vasallaje e independencia respecto a los Estados Unidos. Estados Unidos interfieren más o menos directamente, tanto en el antiguo imperio colonial francés, como en los problemas internos franceses para poner en entredicho la vocación laica y republicana francesas. Los Estados Unidos y los partidarios incondicionales o no del Atlantismo intentan implementar la sumisión al Imperio a partir de los intereses impérialistas franceses y de la presión comunitarista interna.

Queda claro que este atlantismo es mantenido por grandes intereses económicos y tiene potentes enlaces en los medios de comunicación [1] y en los partidos políticos incluído el PS. La construcción europea y sus contradicciones reflejan también lo que está en juego entre independencia y vasallaje. En cambio la opinión pública francesa sigue siendo muy antiatlántica.

El contexto de propaganda mediática:

Tenemos pues un sistema de propaganda, o incluso un papel de los partidos, parcialmente en ruptura con la opinión pública francesa. La crisis política y de información es una realidad que se traduce en la pérdida de audiencia de la prensa, en el alza del abstencionismo.

Es en este contexto que es necesario volver a poner el linchamiento mediático de Dieudonné tanto como las campañas de diabolización de algún pueblo o gobernadores. Eso impone relativizar su influencia real[2]. Queda claro que la mayoría de los Franceses condena la política de Israel, está contra la guerra en Irak y considera con sospecha la construcción europea. Es necesario a una santa alianza, como en el caso actual del Líbano, entre los partidos políticos, el Gobierno francés, la totalidad de los medios de comunicación y los Estados Unidos para hacer pasar la idea que Siria sería el agresor. Del mismo modo, la tentativa de vincular la política de Israel con la denuncia de el antisemitismo supuesto francés se choca con las fuertes resistencias.

Es necesario pues colocar en primer lugar el contexto de este escepticismo de la opinión pública francesa antes de abordar el fenómeno de información, el de los dirigentes políticos, o incluso de las organizaciones confesionales como la CRIF.

Es a ellos a quienes denuncia legítimamente Diana y que parecen reinar como amos en los medios de comunicación franceses, entre ellos más ruidosos son todos los que gritan ¡antisemitismo! en cuanto sea de la política de Israel que se hable o de criticae el proyecto sionista. Queda claro que estoy de acuerdo con su análisis del papel del Presidente de la CRIF. Su reciente intervención levantó la indignación no solamente de los franceses de origen judío, sino de todo francés vinculado a los valores republicanos y la laicidad. Sus arrebatos se corresponden con el «descontrol» de Sharon que pide los Judíos de Francia irse a Israel porque sufrirían en Francia e incluso en Europa un antisemitismo intolerable. Esta intervención se hizo ante un grupo de ciudadanos norteamericanos. En cualquier caso, se trata de una intervención política y no confesional que contempla a mi modo de ver un triple objetivo:

El contenido ideológico de la propaganda:

1) – Se trata de transformar una pertenencia confesional y una sensibilidad «cultural» por medio de la familia, en pertenencia a un pueblo, lo que caracteriza desde el principio el proyecto sionista.

El exterminio de los judíos por los nazis en Europa, que pretendieron definir no solamente a un pueblo sino a una raza, se basaba en la misma lógica. La mejor respuesta me parece ser desmontar este tema del «pueblo» y de la raza. Es necesario denunciar despiadadamente la mitificación en la cual se basa tal visión del «Judío».

No sólo los judíos no forman una raza, sino que incluso no son un pueblo y como lo demostró Maxime Rodinson[3], los palestinos tienen grandes probabilidades de ser los descendientes de la población de origen.

Fue necesaria la herencia del antisemitismo cristiano, católico y ortodoxo, europeo que de manera obsesiva denunció al pueblo «deicida»[4] para desarrollar la judeofobia europea.

Ante la crisis de los años treinta, el capitalismo creó cabezas de turco a partir de esta herencia para biselar la cólera de las masas.

Fue necesario igualmente una visión neocolonial europea para inventar que Palestina era una «tierra sin pueblo» para «un pueblo sin tierra». El sionismo es pues, el producto de una mitificación secular europea, de la cual una parte de los judíos fue lo mismo promotores que víctimas, y que generó al martirio del pueblo palestino, una desestabilización de todo el Oriente Medio, ampliamente utilizada por los potentados árabes, aliados de los EE.UU para seguir oprimiendo el pueblo.

Afirmo que desde esta opinión el presidente de la CRIF, algunos neonazis juegan con esta mitificación, la mantienen viva. La intervención humorística de Dieudonné era más que cuestionable porque justamente permanecía en este registro.

2)- Se trata de transformar un genocidio, el del exterminio de judíos por los nazis en una experiencia única, en el súmmum del «Mal», negándose a vincular este genocidio a otros igualmente masivos y atroces, a los cuales se les niega igual ejemplaridad.

Pienso en particular en el genocidio de los amerindios. Todorov recuerda que en 1500, la población del globo debía ser aproximadamente de 400 millones, incluídos 80 millones de indios de América. A mediados del siglo XVI, ya no quedaban más que 10 millones. Sólo en el caso de México, la víspera de la conquista, su población era de 25 millones, en 1600, ella era de un millón.[5]

Sucede lo mismo con la trata negrera cuyas cifras son también apabullantes y el énfoque consistió en instalar de manera duradera en las víctimas la idea de su no pertenencia a la humanidad, lo que es el principio de los campos de concentración, la base de todo eso no es solamente una ideología nauseabunda, sino una relación de clase donde los hombres deben convertirse en cosas.

El único hecho que justifica la ejemplaridad del exterminio de los judíos es que el régimen nazi fue vencido y que los vencedores están en el poder sin que nunca se haya pretendido aclarar quienes eran los amos, los proveedores de fondos del IIIe Reich. De hecho el capitalismo se basa en un orden mundializado que sigue pillando y explotar a los pueblos del sur.

En continentes enteros, en particular en Sudamérica, el odio racial no es más que la forma de una alianza entre una burguesía compradora y las multinacionales financistas para sentar el saqueo del pueblo entero.

Como comunista pienso que sólo el comunismo fue, en el siglo XX, una tentativa de acabar con este orden impérialista, la única tentativa que vinculaba la denuncia de todos los genocidios y el papel de explotadores. La derrota del comunismo europeo, vinculada por una parte con la división entre China y la Unión Soviética, no permitió la ampliación de la denuncia de los crímenes racistas.

El aislamiento de la Shoa, la creación de un superracismo y el desarrollo de los comunitarismos de todo tipo, participan de esta derrota del comunismo y de la victoria del imperialismo.

3) Estamos enfrentados a una nueva crisis del capitalismo y del imperialismo. Ante esta crisis, estan los que hacen del proyecto impérialista la eterna victoria «de la democracia» sobre la crueldad ya sea «racial» o «totalitaria», limitada únicamente al nazismo. Estos inventan un occidente asediado por «la barbarie», todos los que denuncian el imperialismo se convierten en terroristas en potencia, o incluso «antisémites», se propone por otra parte vincular cada vez más el antisemitismo al «antiamericanismo».

Se trata también de biselar las resistencias. Después del hundimiento de la Unión Soviética, durante más de 20 años, el orden imperialista en su forma neoliberal se impuso a los pueblos. Ello se tradujo en un monstruoso aumento de las desigualdades, el sometimiento de continentes enteros al subdesarrollo, la destrucción de los seres humanos y los recursos naturales, el desarrollo de guerras neocoloniales hoy al amparo de la lucha contra el terrorismo. El impérialismo USA, y también Europa llevan este modelo a todo el planeta. El líder son los Estados Unidos, el Estado de Israel por todas partes le hace el juego al imperio y Europa aporta la dimensión «ideológica» «de defensa de los derechos humanos» a este saqueo, a la agresión. Se consigue así la paradoja de que Europa, que en algunos siglos generó genocidios colonialistas, dos Guerras Mundiales y el exterminio nazi, hace virtud del vasallaje al orden imperial. La denuncia de la crueldad nazi, «el nunca jamás» ante el exterminio nazi es la justificación hasta cierto punto de su derecho a decir lo que es «cruel» y lo que no lo es. En violación del estado real del planeta, del aumento de las resistencias, el vasallaje a los EE.UU pasa por el «choque de las civilizaciones». Es en tal contexto que la denuncia de la judeofobia toma todo su sentido.

Pero esta denuncia tiene un revés, el de una extrema derecha que desarrolla temas racistas entre las víctimas. Se habló con respecto a la instrumentalisación del exterminio de los judíos, de la industria del holocausto, yo no veo en qué este lenguaje inútilmente provocador ayude a la comprensión, pero el fenómeno designado es bien real, aún es necesario analizarlo no confundiendo las organizaciones judías tipo el CRIF y «el Judío», desarrollando la tesis de la extrema derecha de la conspiración por ejemplo a partir de los neoconservadores que serían todos «Judíos» y transformando la alianza impérialista entre los EE.UU. e Israel inventando un Gobierno USA dirigido por «los judíos». Lo que se asemeja de manera singular a la ideología nazi, que fue un anticapitalismo de los imbéciles. Mientras que se atacaba al tendero judío, se dejaban en paz a los barones del Ruhr.

En paralelo, se asiste al aumento de una extrema derecha racial de las víctimas, por ejemplo algunos negros norteamericanos, que acusan «a los judíos» de negar la esclavitud, la discriminación de la cual fueron víctima «los negros» por parte de los blancos. Hay que tener en cuenta que a partir del momento en que los movimientos negros y sus líderes defendieron la dimensión de clase de la discriminación, fueron eliminados, mientras que estos movimientos racistas por lo menos se fomentan. Se trata de echar a luchar a las víctimas y queda claro que los que quieren hacer del antisemitismo un superracismo y los que oponen al exterminio de los judíos, el privilegio que su reconocimiento gozaría sobre otros genocidios y le otorga a los judíos ese privilegio, juegan en el mismo registro.

El tema del «terrorismo» y el «del antisemitismo» son explotados por el CRIF y los atlantistas, pero a la par, ramificaciones más o menos renegadas de la CIA como Al Qaeda, o los neonazis, intentan darle vida haciendo al «judío» y no al impérialismo la cabeza de turco. Es notable que esta gente sólo interviene sobre Israel, sobre el sionismo, sobre el «ciudadano judío» (?) al cual se llama «a la conversión», a la «judería» internacional, y que nunca se hable del impérialismo, de las relaciones entre clases, si no es para inventar que los capitalistas son todos judíos. Está claro que Diana Johnstone no vuelve a entrar de ningún modo en esta categoría de obsesos de la judeofobia, pero su texto ya se utiliza, desviado por aquellos.

Es necesario denunciar firmemente toda tentativa de amalgama entre Israel y «el judío» que viene del CRIF, de los sionistas de toda ralea o de los neonazis, incluso de Dieudonné mismo. Dieudonné juega actualmente en este registro e intenta peligrosamente crearse un «público» sobre esta base. La única cosa que tengo deseo de responderle es que ni el exterminio de los judíos justifica una llamada de adhesión incondicional a Israel, ni la esclavitud de los negros justifica la adhesión a una visión racial del impérialismo.

La respuesta:

Afirmo por ende, como Diana Johnstone, que el linchamiento mediático del cual Dieudonné fue objeto no solamente no se justifica, sino que es necesario combatirlo, no porque se está de acuerdo con lo que dice Dieudonné, ya mencioné más arriba mis propios desacuerdos con su visión más o menos «racial» de las cuestiones políticas como son la situación de palestinos, el papel del Estado de Israel, o incluso el análisis de la trata negrera, sino porque este linchamiento es un «delito de opinión», y porque la designación de un «delito de opinión» de este tipo contribuye a crear una cierta solidaridad en torno a los saqueadores del planeta en el momento en que crece la resistencia. De manera que sobre esta cuestión estoy en parte de acuerdo con Diana Johnstone. Lo principal en este asunto es rechazar en primer lugar el linchamiento mediático.

Es necesario juzgar lo que se dice realmente, mostrar los posibles descontroles y rechazar los procesos de intencionalidad. Y hoy Dieudonné es víctima de un proceso de intencionalidad, todos tratan, amigos y enemigos, de incitarle a una expresión, para mantener a la vez la idea «de la barbarie» de los «pueblos del sur», de su voluntad terrorista, agresiva, no sólo ante la universalización impérialista, sino también en nuestros propios países, en nuestros suburbios. Resumidamente de transformar las víctimas en peligro potencial… La referencia «al antisemitismo» como al «terrorismo» sólo sirve para crear la idea de un occidente asediado.

Esta es la razón por la que debo decir que el ángulo de ataque del artículo de Diana, como por otra parte el de un gran número de norteamericanos, consistente en denunciar la violación del principio del derecho a la opinión cualquiera que sea, me parece extraordinariamente intelectual y sofisticado respecto a lo que son las sociedades occidentales.

Estamos hoy en estas sociedades ante un verdadero sistema de propaganda dominado por los dueños de los medios de comunicación, los anunciantes publicitarios.

Los intelectuales que tienen derecho a la palabra en este sistema no tienen ya nada que ver con Voltaire, Zola, o Sartre, se trata pseudoexpertos incondicionales a quienes se les da la palabra no debido a sus trabajos sino porque dicen lo que los medios de comunicación exigen de ellos.

Que Chomsky exiga el derecho de los negacionistas a expresar su opinión mientras sólo se trate de opinión, que Diana denuncie de preferencia la ley Gayssot como liberticida y que todos estos intelectuales respetables consiguan hacer dirigir sus golpes no contra el sistema de propaganda que los censura despiadadamente sino que vienen a reforzar a los aliados objetivos de los primeros, a los neonazis, me parece un combate llevado a cabo en un espacio reducido, en un gueto elitista, en el espacio concedido por los que consiguieron hacer compartir por la inmensa mayoría del pueblo norteamericano, que no es ni mejor, ni peor que nosotros, las tesis de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva y era aliado de Al Qaeda.

Quizá esté demasiado marcada por la idea de Saint Just: «que no haya libertad para los enemigos de la libertad». Ciertamente se me dirá que nadie sabe dónde esto debe detenerse, pero me niego a hacer un mea-culpa al que me invitan los que dirigen el sistema de propaganda, rechazando toda coerción revolucionaria contra los enemigos del género humano ya se trate del capital o de los racistas y los nazis. A los jacobinos, voy aún a sentarme siempre al lado de Robespierre… y de Lénin…

Estoy a favor de un sincretismo revolucionario íntegro, pero también por el señalamiento de los enemigos, y no voy a luchar por su derecho a la expresión… Ese es mi principal punto de oposición con el artículo de Diana Johnstone.

Pienso que esta diferencia tiene mucho que ver con nuestra anclaje a dos sociedades diferentes y en la sociedad norteamericana, la posición de Diana Johnstone o la de Chomsky que apoya la publicación de las tesis negacionistas no sufre ninguna ambigüedad, no es así en Francia.

Estoy convencida que los intelectuales tienen otro papel que jugar hoy en día, ellos deben reunir, partir de aquello a lo que se enfrentan los pueblos. Desde este punto de vista, desearía que en Europa, los intelectuales que rechazan el sistema de propaganda, el linchamiento mediático,la diabolización, la ignorancia del pueblo, participaran en lo que está naciendo en América Latina, pienso en particular en la declaración hecha en Caracas en diciembre del 2004 y que no recibió ninguna audiencia en Europa donde la cuestión planteada fue la de la defensa de la humanidad.

Danielle Bleitrach

Traducción : Raúl Ernesto Colón Rodríguez



[1]Recientemente en el pleito de las escuchas en el Elíseo, Eddy Plenel quien fue mucho tiempo director del diario Le Monde fue denunciado abiertamente por varios testigos, incluído Roland Dumas, como un agente de la CIA, sin que por otra parte la prensa reaccionara de manera especial. Se acusó al sulfuroso Robert Ménard de Reporteros sin Fronteras también de los mismos vínculos, este ha declarado beneficiarse de los fondos, en particular para las campañas anticubanas, de Publicis el gigante de la publicidad, lo que lo introduce, visto el peso de los publicistas, en las redacciones. Publicis tiene como principal cliente el ejército norteamericano. A todo esto es necesario añadir además el hecho de que dos gigantes del armamento Dassault y Lagardère dominan la concentración actual que se hace de la prensa francesa.

[2]El ejemplo tipo me parece proporcionado por la campaña anticubana del 2003. Que todos los diarios, las cadenas de televisión, hayan hecho oír el mismo «toque de campana», el venido de los Estados Unidos, que hayan censurado despiadadamente cualquier opinión discutida sobre hechos que no iban en ese sentido, que todos los partidos incluido el PCF hayan revelado el mismo análisis, que Laurent Fabius haya llamado a manifestar, que hubiese en todas las calles del centro de París un cartel titulado Cuba si, Castro no, con coro de las estrellas más conocidas (de la nómina habitual de Publicis cuyas promociones clandestinas garantizan, como lo mostró el reciente testimonio de Catherine Deneuve), que todas estas «élites» reunidas sólo hayan conseguido reunir en la embajada de Cuba una cincuentena de protestantes y que haya habido en el teatro de los Campos Elíseos menos participantes que los 300 contramanifestantes afuera, contenidos por cordones de CRS (policía política francesa, N. del T.), prueban el fiasco total de tales operaciones. No deja de constatarse una vaga idea entre la gente que Cuba es una «dictadura», y la simpatía hacia Estados Unidos se mantiene.

[3]Maxime Rodinson. Peuple juif ou problème juif. La découverte (Pueblo judío o problema judío. El descubrimiento). Poche.

[4]Lo que es una estupidez histórica y que no surge por otra parte sino tardíamente, puesto que durante todo el primer siglo de la era cristiana, judíos y cristianos cohabitaron en las mismas sinagogas, practicaron los mismos ritos. No sólo Poncio Pilatos fue fiscal de Judea 15 años después de la muerte de Jesús, sino también el único testimonio histórico (el de Flavio Josefo) que se tenga sobre Jesús Cristo, lo considera como un Judío piadoso…

[5]Tzvetan Todorov. La conquista de América. Paris.1982