Esta mañana al levantarme he puesto la televisión y me he encontrado de sopetón con el ministro Moratinos calificando lo de Guantánamo de anomalía, después de que los tres suicidios y la calificación del suceso como «acto de guerra» por parte de Bush han despertado tal clamor mundial que la UE no ha tenido más […]
Esta mañana al levantarme he puesto la televisión y me he encontrado de sopetón con el ministro Moratinos calificando lo de Guantánamo de anomalía, después de que los tres suicidios y la calificación del suceso como «acto de guerra» por parte de Bush han despertado tal clamor mundial que la UE no ha tenido más remedio que pronunciarse de nuevo respecto a Guantánamo.
Aún envuelto en los vapores del sueño y aunque ayer me había ido a la cama sin esperar ninguna respuesta contundente por parte de la UE, lo de «anomalía» me plantó en el mundo real con una brutalidad mayor que si me hubieran sacado de un profundo sueño dándome sacudidas.
Es imposible, con toda seguridad, encontrar un concepto más suave, grácil y etéreo que ese para calificar lo de Guantánamo. Se usa más como sinónimo de avería y lo aplicamos cuando llamamos al de la caldera de gas para que venga a arreglarla, porque tiene una anomalía. A partir de ahora puede suceder que una anomalía en mi casa pueda significar que yo tenga encerrada a toda mi familia y me paso el día torturando uno a uno a mis hijos y a mi mujer.
Así pues, nuevas reglas para el uso del lenguaje cuando se trata de calificar actos del imperio: Borremos de nuestro lenguaje atropello, infracción, trasgresión, quebrantamiento, atentado, contravención, crimen, prevaricación, ilegalidad, delito o fechoría. Ya no existen «violaciónes de derechos humanos», «aberraciones jurídicas» «conculcación de Tratados Internacionales» o «negación del Estado de Derecho».
Tenemos que sustituir todo eso por «anomalías».
La fechoría de Moratinos es de tal magnitud, que al final lo único anómalo que se presenta ante nuestros ojos es el propio señor Moratinos. Pero aún puede caer más bajo y salir mañana, según la cara que le vea a Bush en su próxima salida a los tercios a decirnos que no dijo anómalo sino Manolo.