Cuando Alfredo Nobel descubrió que mezclando la nitroglicerina con un tipo de arcilla rica en dióxido de silicio, compuesto molecular que actúa como esponja absorbente, la sensibilidad al choque y a la fricción del trinitropropano se reducía considerablemente, permitiendo así la manipulación segura del explosivo. Así fue como Nobel inventó el potente explosivo conocido como […]
Cuando Alfredo Nobel descubrió que mezclando la nitroglicerina con un tipo de arcilla rica en dióxido de silicio, compuesto molecular que actúa como esponja absorbente, la sensibilidad al choque y a la fricción del trinitropropano se reducía considerablemente, permitiendo así la manipulación segura del explosivo. Así fue como Nobel inventó el potente explosivo conocido como dinamita. La aplicación técnica y masiva del explosivo a mediados del siglo XIX sobretodo en la minería y en la guerra hizo que el industrial sueco amasara en poco tiempo una inmensa fortuna.
Hoy en día el invento de Nobel ha sido sustituido por otros explosivos más potentes como el trinitrotolueno (TNT) y una gran variedad de bombas nucleares tácticas y estratégicas. Es decir, que desde el descubrimiento de la pólvora por los chinos en el siglo IX de nuestra era hasta nuestros días, las ciencias naturales han ido avanzando lentamente en las entrañas de la naturaleza y el universo que nos rodea.
Sin embargo, las opíparas ganancias acumuladas a lo largo de los años, en calidad de intereses bancarios, continúan repartiéndose cada año entre conspicuas personalidades del campo de la ciencia, literatura y la paz. Ya podrá el avezado lector y ducho en matemáticas hacer un cálculo modesto y aproximado de las sumas astronómicas acaparadas con el descubrimiento, sí desde hace 102 años (excluidos periodos de guerra y 1935 declarado desierto) se vienen repartiendo los jugosos premios. Por el momento, según el curso actual de las divisas y aspectos macroeconómicos inflacionarios, el premio comprende la suma de un poco más de un millón de Euros, es decir un millón y medio de US$.
Noble actitud la de Nobel en legar toda su fortuna en aras de la ciencia, la cultura y la paz.
Contemplando el mapamundi [1] de acuerdo al premio nobel vemos reflejado en él la acumulación y distribución de la riqueza material y espiritual de la humanidad, para utilizar un eufemismo.
El campo de las ciencias naturales está dominado por las naciones más poderosas y altamente industrializadas, es decir por el mundo capitalista.
Hasta nuestros días 182 físicos han sido galardonados con el premio Nobel, de los cuales 163 provienen de países altamente desarrollados, de estos 73 son americanos, 27 alemanes, 18 ingleses, 11 franceses. Es decir anglosajones y galos constituyen el 90 % del total de científicos. El 10 % restante proviene de la periferia capitalista o de países socialistas, como China, Rusia o la antigua Unión Soviética.
En la rama de las ciencias químicas 160 investigadores han recibido el premio. La distribución en este campo es parecida a la anterior. Los países capitalistas altamente desarrollados, con los Estados Unidos a la cabeza con 58 científicos, seguido por Alemania con 28, Inglaterra con 26, Francia con 7 y demás países capitalistas periféricos, como la India, México, Egipto y Argentina, suman en total 154, es decir el 96 % de los científicos. El restante 4 % está distribuido en países como Rusia, Polonia, Hungría, Croacia y República Checa.
A nivel de Medicina o Fisiología la distribución es la misma. De los 196 médicos y fisiólogos galardonados con la máxima presea nórdica, 67 son americanos, 26 ingleses, 23 alemanes, 12 franceses y los 64 restantes de otros países capitalistas desarrollados. Es decir, 192 investigadores concentrados en el hemisferio norte constituyen el 98 % del total. El 2% restante se lo reparten los países de la antigua Unión Soviética.
En el bello mundo de las letras el fenómeno de distribución es parecido al de las ciencias naturales.
La Academia Sueca ha entregado hasta octubre del presente año 112 premios en literatura. Los países capitalistas altamente desarrollados, con Francia (14), Estados Unidos (10), Alemania (9), el Reino Unido (9) a la cabeza y seguidos por 35 escritores provenientes de otros países del centro capitalista conforman el 69 % de los premios. Si a ésta suma le añadimos los dos premios otorgados a Polonia y Hungría, después de la desaparición del bloque socialista, el porcentaje total alcanza el 70%. Veintiún países de la periferia capitalista, entre los que se incluye Suráfrica, Rumania, Israel, Perú constituyen el 19 %. El restante 11 % lo comparten 12 países del campo socialista.
Mario Vargas Llosa, convertido en el cartógrafo de las fuerzas conservadoras y derechistas del planeta, ha recibido, ¡por fin!, el premio Nobel de literatura. Con la parcialidad que lo ha distinguido en los últimos cincuenta años, diseñó con letras y diatribas un mapa virtual de las estructuras del poder en América Latina, acorde a los intereses de la clase dominante y del imperialismo.
El premio Nobel, sobretodo el de la paz, ha caído en descredito en las últimas décadas y se ha convertido en un símbolo político-ideológico de la sociedad capitalista. El otorgamiento del premio Nobel de la Paz a Henry A.Kissinger en 1973 fue una bofetada al pueblo chileno. Sabido y conocido es la implicación del Departamento de Estado y de la Casa Blanca en el golpe de estado perpetrado por Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Richard Nixon y Henry Kissinger están ligados indisolublemente a la tragedia de Chile.
Las estadísticas, arriba mencionadas, no reflejan bajo ningún punto de vista la superioridad cultural e intelectual de los países capitalistas desarrollados, como tampoco implican la inferioridad del resto de los países, incluyendo los estados socialistas, sino más bien, éstos números muestran diáfanamente donde se encuentra la concentración del poder político-económico-militar-ideológico del sistema capitalista. La distribución desigual de los recursos materiales y humanos está en función del poder de dominación.
El dominio y auge del imperialismo norteamericano, en los campos que abarca el Premio Nobel, comienza a mitad de los años treinta y experimentando un aceleramiento rápido y ascendente a raíz de la segunda guerra mundial. Periodo en que se suspendió la entrega del premio Nobel.
La acumulación del poder político-económico-militar en los Estados Unidos, después de la caída de la Unión Soviética, convirtió en pocos años a esa nación, en el imperio militar más grande y más belicoso en la historia de la humanidad, pero éste desarrollo estructural no significó automáticamente el desarrollo general de la sociedad. Los representantes políticos de la gran nación del norte no son los más cultos, no son los más leídos y tampoco son los más pacifistas del mundo. Porque si hubieran premios Nobel para los guerreristas, para los racistas, para los intervencionistas, para los destructores del medio ambiente, pues, los Estados Unidos de Norteamérica barrerían todos los años con todos los galardones. Son medalla de oro en todas las disciplinas antipopulares y antidemocráticas. Campeones mundiales condecorados y sin decoro.
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