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De República, estúpidos y Futuro

Fuentes: Rebelión

Aprovechándome de Cocteau, se podría decir que los momentos actuales no se caracterizan por su estupidez, ya que se han cometido estupideces a lo largo de la historia; más bien se caracterizaría nuestro presente porque la estupidez piensa. Y cuando las estupideces piensan, son capaces de dirigir tertulias radiofónicas, reescribir la historia e incluso dirigir […]

Aprovechándome de Cocteau, se podría decir que los momentos actuales no se caracterizan por su estupidez, ya que se han cometido estupideces a lo largo de la historia; más bien se caracterizaría nuestro presente porque la estupidez piensa. Y cuando las estupideces piensan, son capaces de dirigir tertulias radiofónicas, reescribir la historia e incluso dirigir movimientos populares y partidos políticos.

Estoy convencido de que la estupidez es un rasgo exclusivo de los individuos, siendo imposible su sintomatología en los pueblos; otra cosa es que estos se vean envueltos e impotentes ante acontecimientos que no conocen ni pueden aprehender. Un pueblo que sea protagonista de su propia historia, desgajando a esta del azar y demás supersticiones, generará dinámicas transformadoras cargadas de consciencia que lo vacunarán de utopías y ensoñaciones sangrientas provenientes de diferentes estúpidos. Es la democracia participativa el mejor antídoto.

Por ello, en este momento histórico, sería bueno recalcar la 2ª República y su 14 de Abril del 31: los principios de libertad, igualdad y fraternidad fueron los eslabones finales de una cadena humana en el que todos los ciudadanos tenían un papel esencial. No podremos nunca entender las transformaciones sociales, educativas, sanitarias, laborales, identitarias y agrarias que se (intentaron) llevaron adelante sin el compromiso de un pueblo plenamente consciente de su labor histórica. Es imposible esa riqueza en iniciativas derivada de la mera acción de los estúpidos. Estos sólo buscan su espacio vital en la tripa y el más allá, siempre y cuando el «status quo» sea intocable.

Es por ello, que la memoria histórica no debería nunca borrar ni distorsionar esa cima política, pero también tener la valentía de honrar a los republicanos y republicanas del 31, del 36, 39… con acciones y perspectivas de futuro, en donde el internacionalismo se compenetre con la autodeterminación de los pueblos, en donde el animal político que llevamos todos dentro se congratule con la desobediencia cívica en momentos donde abunden los estúpidos, en donde la dignidad de todos los hombres y mujeres sea tan amplia que no haya resquicio para que respiren a sus anchas las estupideces de los estúpidos.