El primer debate televisivo fue un intercambio sobrio de ideas factibles entre los dos precandidatos del Frente Amplio que demostraron conocer bien los grandes temas sobre los cuales ofrecen propuestas. Parejos ambos; la periodista convincente y el sociólogo y académico argumentativo y ponderado. La pareja precandidata demostró sus capacidades para gobernar un país. Cabe decir […]
El primer debate televisivo fue un intercambio sobrio de ideas factibles entre los dos precandidatos del Frente Amplio que demostraron conocer bien los grandes temas sobre los cuales ofrecen propuestas. Parejos ambos; la periodista convincente y el sociólogo y académico argumentativo y ponderado. La pareja precandidata demostró sus capacidades para gobernar un país.
Cabe decir que se pusieron voluntariamente dentro del molde de la política institucional que ha prevalecido en Chile. Demasiado apegados a ella. Sin mencionar la crisis institucional, ni analizarla. De la corrupción, como si no existiera. Era el momento de dar un marco referencial en términos que hicieran sentido.
No se esperaba que se enfrentaran entre ellos; no son Piñera con Ossandón, ni Guillier contra Goic. Ninguno de los precandidatos del Frente Amplio tiene un prontuario judicial que los mancha o han sido colaboradores de gobiernos que como el de la Concertación y la NM han traicionado las esperanzas populares depositadas en ellos. Y los militantes políticos del FA no han caído en prácticas corruptas.
Se deseaba eso sí, que ambos aprovecharan la oportunidad para exponer la situación de profunda crisis de legitimidad institucional de la política. Lo que les hubiera permitido hacer un vibrante llamado a la participación ciudadana, pero a partir de sus identidades sociales y de sus luchas: como trabajadores, ecologistas, de mujeres, pueblo mapuche y pobladores. Faltó algo de la garra enérgica de Gabriel Boric.
No se mencionó en ningún momento las palabras lucha ni conflictos sociales y políticos siendo que lo que ha hecho posible y necesario la emergencia del Frente Amplio son precisamente las innumerables situaciones en que el pueblo ha debido enfrentarse al bloque de poder oligárquico. Ya sea para impedir que éstos se impongan, exploten y abusen, o para plantear la necesidad de nuevos derechos sociales.
Es como si la moderación discursiva diera dividendos electorales. Y se evitara llamar las cosas por su nombre.
Porque el conflicto social y las luchas sociales y políticas en los diferentes territorios sociales y geográficos estarán en el centro de la actividad de gobernar en caso de victoria del Frente Amplio. No cabe esconderlo.
Es un desperdicio que ninguno de los precandidatos se haya referido a los ciudadanos en su condición de trabajadores abusados y explotados. A los que hacen funcionar el país, sus industrias pesqueras, extractivas, de la construcción, del retail, de los transportes y las comunicaciones, agrícolas etc. Algo dejó entender Beatriz al final y Alberto se refirió al despojo neoliberal en claros términos … «nos han quitado hasta el agua».
Por lo mismo, lo extremo del neoliberalismo chileno impone siempre el llamado a mantener la movilización social y a no crear la ilusión de que bastará con asumir el Gobierno para realizar las profundas transformaciones. Que por leves y graduales que sean tendrán la oposición de la poderosa oligarquía neoliberal nacional y multinacional que hoy cuenta con aliados objetivos hasta en el Partido Socialista.
Tampoco los dirigentes FA plantearon la necesidad urgente de construir nuevas instituciones para un Chile justo, plurinacional, solidario y respetuoso del medio ambiente porque las actuales han demostrado su ineficacia y han sido hechas precisamente para excluir al pueblo ciudadano y a sus movimientos sociales de toda participación real en la conducción de los asuntos públicos.
Cabe deconstruir el sistema oligárquico institucional que ha conducido el sistema actual al descalabro y a la abstención electoral. A la apatía que hay que combatir sin demagogia, sino con la necesidad de activar los conflictos porque de ellos nace la consciencia y la organización. El resto es contarse cuentos.
Aún más conociendo las prácticas del actual duopolio. Será necesario entonces mucha movilización social y no sólo el gobierno del Estado para imponerle a las elites políticas postdictadura una Asamblea Constituyente.
Cabe insistir que entre Mayol y Sánchez no hay diferencias sustantivas. Se complementan. Y que de la primaria del Frente Amplio saldrá la única alternativa para un Chile que dé los primeros pasos para enfrentar el futuro. Porque este país hoy está bloqueado. Y las otras candidaturas representan, con ciertos matices diferenciales solamente, a las fuerzas del capitalismo neoliberal y empresarial, tanto nacional como extranjero. Ya sea con la pusilanimidad de Guillier o con la agresividad de Piñera.
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