Con la decisión tomada el domingo pasado por la Democracia Cristiana (DC) en su Junta Nacional de llevar de candidata a Carolina Goic en primera vuelta de las elecciones presidenciales del 19 de noviembre, se abre un período de dura campaña electoral. Y de optimismo para el Frente Amplio. Dicen por ahí que […]
Con la decisión tomada el domingo pasado por la Democracia Cristiana (DC) en su Junta Nacional de llevar de candidata a Carolina Goic en primera vuelta de las elecciones presidenciales del 19 de noviembre, se abre un período de dura campaña electoral. Y de optimismo para el Frente Amplio.
Dicen por ahí que fue Eduardo Frei quien le dio el tono a la opción del establishment de la DC de arremeter con Goic. Ésta se confirmó después de la derrota de Lagos, sembrando pánico en sus ex socios de coalición. En una conferencia de prensa, el 11 de marzo pasado, el ex presidente DC habría dicho: «La DC, a mi juicio, debe ir a la elección de noviembre». La decepción de los guilleristas de la DC los llevó a declarar que «se había tirado a la basura años de historia y trabajo conjunto» (con el PS, el PPD, el PRSD y ahora último con el PC).
Este es un escenario fragmentado a la francesa en un marco de crisis la institucionalidad postdictadura. Por el momento hay tres candidatos oficiales del Duopolio o bloque tradicional y dominante. El empresario Sebastián Piñera por la coalición de extrema derecha neoliberal Chile Vamos, la diputada DC Carolina Goic, y el senador y periodista Alejandro Guillier candidato designado del Partido Socialista y de los radicales. Estos dos últimos se ubican en el centro socialdemócrata-progresista neoliberalizado, por mucho que les guste llamarse de centro-izquierda. A los que se agregan los tres precandidatos del Frente Amplio en construcción, Beatriz Sánchez, Alberto Mayol y Marcela Díaz recientemente designada por el Partido Igualdad. Los del FA, se sitúan a la izquierda de los otros tres del tradicional duopolio. La definición del FA se haría a comienzos de julio en primaria o en su defecto en una consulta nacional.
Ni ME-O ni Parisi son competitivos en el escenario actual.
Piñera (el François Fillon chileno, por los escándalos de corrupción que afectaron al derechista político de los Republicanos franceses) toma aparentemente palco. Pero ya tendrá que rendirse a la evidencia; de que Goic no puede levantar otra estrategia que no sea intentar seducirle ese nicho de su electorado de clase media y popular, que lo ama un poco, pero que desconfía del ex presidente bajo robustas sospechas de faltas a la probidad, abuso de poder, tráfico de influencias y delito de iniciado.
A la candidata DC, asesorada por la derechista Mariana Aylwin, y los clanes Walker, Martínez y Zaldívar no le quedará otra que hacerle constantes guiños a ese sector con preferencias conservadoras en lo cultural, obsesionado con la seguridad, receptivo al discurso del «crecimiento» para dejarse manipular y acostumbrado al gasto con endeudamiento.
Es obvio que A. Guillier también intentará en su discurso atraer a este sector social de clases medias y pequeños propietarios, pero poniéndole un matiz progresista (ya criticó a las empresas transnacionales) para asegurarse el flanco izquierdo. Lo hará de manera oportunista, siguiendo la tradición de la Concertación-NM que ha monopolizado la vida política chilena desde la caída de la dictadura, salvo los cuatro años de Piñera. Fue en este tramo político donde se desplegaron con fuerza las demandas populares y los movimientos sociales en educación y medio ambiente. El PC lo ayudará (a Guillier) a recolectar votos en el mundo popular.
No olvidemos la rebelión popular en Aysén cuando el magnate-presidente decidió aumentar el precio del gas. Hoy, como Trump y aguijoneado por los editoriales de El Mercurio, Piñera se propone bajarles los impuestos a los empresarios. Junto con rehacer al gusto patronal la reforma laboral mal hecha de la Nueva Mayoría.
Los políticos de la NM en crisis no tienen problemas con el doble discurso de la reforma gradual y las promesas de culto del orden. Tanto Guillier como Goic andarán entonces soplándose en la nuca.
Los precandidatos del Frente Amplio tienen la ocasión soñada de marcar diferencia programática y de estilo. A condición de construir una mayoría democrática, popular y antineoliberal dispuesta a movilizarse por conquistar sus derechos sociales. De dirigirse directamente al pueblo ciudadano y trabajador (visibilizarlo y reconocer su situación estratégica en un proyecto de país empieza por nombrarlo en el relato) que no vota. Ese 70% de jóvenes, mujeres, precarios, estudiantes, pobladores, trabajadores de la educación, la cultura, la producción y de servicios que perdió confianza en los partidos y los políticos debido a la corrupción institucional del sistema; entusiasmarlo con un proyecto de país que haga soñar al mismo tiempo que se le plantean reformas transitorias bien concretas.
A los candidatos del FA no les quedará otra opción que confrontar a los candidatos del sistema, el neoliberalismo, la corrupción y las prebendas. El candidato o candidata del Frente Amplio tendrá que apoyarse en las demandas populares (educación, pensiones, salud). Además de saber plantear de manera de crear consciencia, el problema de la creación de empleos y del desarrollo económico de manera franca y sin concesiones al empresariado ni amedrentarse ante las arremetidas de los medios y de sus periodistas y opinólogos defensores de la ortodoxia neoliberal.
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