Hace 90 años, en noviembre de 1921, el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español se unificaban en el actual Partido Comunista de España que se integraba así en la III Internacional. Han sido 90 años de existencia, de lucha por el socialismo, con sus aciertos y sus errores, pero siempre con un […]
Hace 90 años, en noviembre de 1921, el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español se unificaban en el actual Partido Comunista de España que se integraba así en la III Internacional. Han sido 90 años de existencia, de lucha por el socialismo, con sus aciertos y sus errores, pero siempre con un mismo hilo conductor: la lucha contra la injusticia, en defensa de los intereses de la clase obrera y de las personas más débiles, la lucha por la unidad para construir la alternativa al capitalismo y avanzar hacia la construcción del socialismo como objetivos centrales de la lucha social y política.
Desde sus primeros años de existencia, el Partido se forjó en su lucha contra la explotación, la opresión y el fascismo, en defensa de las libertades y los derechos sociales de los de abajo. Muy pronto aprendió el valor de la unidad de las fuerzas populares, unidad para avanzar en la construcción del bloque social antagónico, para consolidar las conquistas del pueblo, para avanzar en la construcción del socialismo. A partir del IV Congreso ésta ha sido nuestra bandera: con la política del Frente Popular, en nuestro trabajo sindical, primero en UGT y después con la creación y desarrollo de las CCOO, en nuestra Guerra Nacional Revolucionaria, en la lucha contra la dictadura, en el período de recuperación de las libertades y en el proceso de creación de Izquierda Unida.
Han sido muchos las y los camaradas que en este tiempo han dejado lo mejor de sí mismos en la lucha, muchas las vidas truncadas por la dictadura y la barbarie fascista. La mayoría de los y las mejores cuadros del PCE cayeron en los campos de batalla en defensa de la República, dejaron sus vidas en toda Europa luchando junto a los antifascistas europeos contra la agresión nazifascista y sufrieron torturas, paseos, exterminios o encarcelamientos en los campos de concentración o en las cárceles del fascismo español y europeo.
Con toda modestia, pero con toda contundencia tenemos que afirmar que sin la entrega de la militancia del Partido Comunista de España no se puede explicar la historia del último siglo de este país.
Tenemos nuestras luces y, también, nuestras sombras. En estos noventa años hubo camaradas que por uno u otro motivo fueron apartados/as del Partido. La inmensa mayoría de ellas y ellos continuaron siendo fieles a los ideales del socialismo y el comunismo, siguieron militando en el campo de la clase trabajadora, de la revolución, hasta el final de sus días. A ellos y ellas queremos también rendirles homenaje, decirles que sentimos orgullo de su lucha, que les estamos agradecidos/as por todo lo que dieron al PCE y que por encima de las luchas internas y de las coyunturas por la que atravesó el Movimiento Comunista Internacional, lo que hoy nos queda de ellos y ellas es su ejemplo y entrega como la del resto de nuestra militancia y que por eso hoy también les reivindicamos y les consideramos camaradas. Desde aquí queremos también hacer un llamamiento a quienes en algún momento militaron en el PCE para que retomen la actividad militante, para que retornen a su Partido.
Tenemos una historia de la que sentirnos orgullosos, tenemos ejemplos que reflejan lo mejor de la clase obrera de España, tenemos la certeza de defender el ideal de justicia social y solidaridad humana que representa nuestra bandera roja con la hoz el martillo, por esto, frente a quienes nos acusan y criminalizan nuestra historia e ideología tenemos que gritar que no sólo no nos arrepentimos sino que sentimos orgullo de ser comunistas, de militar en el Partido Comunista de España.
Ser comunista hoy y aquí significa asumir la lucha contra el capitalismo desde la certeza de que es posible su superación y la construcción del socialismo y el comunismo. Ser comunista hoy y aquí significa entroncar nuestro trabajo con lo mejor de nuestra tradición y hacerlo desde esa pasión por la unidad de la clase obrera que nos enseñaron Pepe Díaz y Dolores Ibarruri, esa pasión por la unidad que nos debe situar a la cabeza de la lucha, a la cabeza de la movilización, y que nos obliga a no alejarnos de los/as trabajadores/as, a saber situarnos siempre en el centro de sus preocupaciones, de sus miedos y anhelos para desde ahí construir la alternativa y fortalecer el bloque social antagonista al capital. Unidad para avanzar huyendo del vanguardismo y también del pragmatismo.
Tenemos una doble tarea que desarrollar en este 90 aniversario. Por un lado defender nuestra historia frente al revisionismo que pretende equiparnos con el fascismo. En el mayor acto de cinismo de la historia, el pensamiento neocom pretende situar al mismo nivel a víctimas y verdugos. De otro lado, tenemos la obligación de mirar hacia el futuro y situar al partido en las mejores condiciones para ser un instrumento de lucha útil para quienes buscan una alternativa anticapitalista a la actual crisis, una salida transformadora frente a la que está tratando de imponer la dictadura del capital (escondido bajo el eufemismo de «los mercados») que permita mantener y acentuar la más arcaica forma de relación económica, la explotación de la mayoría de la humanidad en beneficio de una minoría.
Debemos plantear al conjunto de la clase obrera, a las personas más débiles, a todos/as los/as que están sufriendo el ataque más duro del capital más parasitario, unas propuestas claras que evidencien que hay alternativa, que es falso que sólo exista la vía del recorte social, laboral y de libertades que nos ofrece la derecha cerril y la socialdemocracia vergonzante, que ese camino sólo persigue mantener la tasa de ganancia del capital especulativo a costa de liquidar las conquistas que tanta sangre y tanto sufrimiento costó al movimiento obrero. Que hay alternativa y un partido que se construye día a día estando en cada momento a la altura de las circunstancias, un Partido que no se entrega, que tiene claro su horizonte revolucionario, y que a la vez es capaz de dar respuesta a los problemas concretos, diarios, que sufren millones de españolas y españoles y hacerlo desde el convencimiento de que es necesario generar un bloque social, critico, alternativo en el que podamos trabajar juntos diferentes colectivos unidos en torno a un programa, bloque que se referencie en nuestra apuesta estratégica por una Izquierda Unida refundada, organizada como Movimiento Político y Social, capaz de poder desarrollar los acuerdos de la IX Asamblea Federal de IU.
Desde este planteamiento tenemos que construir una propuesta de futuro para el PCE que ilusione primero a nuestra militancia y que permita recuperar la alianza del mundo del trabajo y de la cultura, integrando en ella a sindicalistas, intelectuales que no se resignan a mercantilizar su creatividad, jóvenes que luchan por una Universidad pública, gratuita y de calidad o frente a una economía que les empuja hacia una vida de precariedad laboral, y de forma especial a las mujeres, doblemente explotadas al ser las primeras excluidas del mercado laboral y estar sometidas a distintas formas de violencia.
Queremos entonces dejar claro que el objetivo principal del PCE es cómo construir una salida anticapitalista a la crisis actual del sistema, demostrando que no es ni una utopía, ni mucho menos una frase hecha, sino que se trata de dar respuestas concretas y viables a las agresiones del capitalismo en este S. XXI, el más depredador de la historia de la humanidad, desde nuestra apuesta por el socialismo y el comunismo.
Para ello es fundamental conocer, profundizar y aprender de aquellas experiencias capaces de plantar cara al capitalismo para articular un tipo de sociedad distinta, combativa, participativa y solidaria.
Debemos esforzarnos porque la clase trabajadora, la que está pagando la crisis perciba claramente que ésta es nuestra principal preocupación y que nuestra alternativa se basa en la defensa de lo público, junto con la intervención y la planificación de la economía por los poderes públicos desde el interés social, en el desarrollo de la democracia económica y social que contemple la participación de los trabajadores y trabajadoras en las organización del trabajo y en la distribución del excedente económico. En definitiva que proponemos un nuevo modelo de desarrollo que debe ser sostenible, social y medioambientalmente.
Nuestro reto también es dar la batalla por la hegemonía ideológica frente al dominio de los valores del sistema capitalista y del pensamiento neoconservador. Esta batalla es fundamental, ya que la primera derrota no es la electoral sino la que se desprende de la sustitución en el pensamiento de los trabajadores y trabajadoras de los valores socializantes, la igualdad, la solidaridad, la cooperación, la conciencia de clase, lo colectivo por los del individualismo insolidario, cuando el ser humano pasa de ciudadano/a a consumidor/a en todos los ámbitos de la vida, incluida por supuesto la política.
Pasar a la ofensiva en el debate ideológico supone implicar a la mayoría de la población mediante una gran movilización social y cultural que extienda la conciencia crítica y de izquierdas empezando por cuestionar el intento de identificar Democracia con mercado y Ciudadano/a con consumidor/a. Tenemos que sublevar a los/as trabajadores/as contra el intento de imponer una democracia de baja intensidad, ligada de forma indivisible a la economía de mercado capitalista, que anula la capacidad crítica de la persona, impidiéndole la participación directa en los asuntos «políticos».
Pero para esto es fundamental armarse ideológicamente, formar, liberar, generar espacios para la libertad de pensamiento, luchar por modelos educativos capaces de formar personas libres, solidarias, respetuosas con la diversidad étnica y de género, que vivan en igualdad… Para conseguir estos objetivos es fundamental empezar por concienciarnos de esta necesidad a nosotros/as mismos/as, cuestionarnos, estudiar la realidad, profundizar en nuestras ideas y convertirlas en invencibles con sólidos argumentos.
Y hacerlo precisamente en un momento marcado por la debilidad de la izquierda social y política de este país, y del conjunto de Europa, debilidad motivada por causas externas e internas en las que hay que analizar para superarlas, porque no podemos estar satisfechos/as del Partido que tenemos.
Cuando en el XVIII Congreso planteamos la reconstrucción del Partido no sólo nos referíamos a la necesidad de recuperar militancia y capacidad organizativa, sino a ser capaces también de dar forma al Partido que se necesita en estos tiempos para hacer frente a los retos que tenemos por delante de una forma efectiva sin renunciar a nuestros objetivos revolucionarios que dan sentido al Partido.
Este debate que debemos realizar sin complejos es el que nos puede situar en las mejores condiciones para ser el instrumento que necesitan hoy y aquí millones de seres humanos que sufren sin capacidad de respuesta la mayor crisis del capitalismo.
Tenemos también que trabajar para transformar la rebeldía y el inconformismo de la juventud en acción y organización política y social. Debemos organizar a quienes luchan contra la precariedad laboral, por una Universidad pública e implicar a la juventud sin empleo y con nulas perspectivas de futuro. Para esta tarea contamos con un instrumento que debemos apoyar e impulsar, a la Unión de Juventudes Comunistas.
Igualmente situamos como nuestra prioridad la lucha del PCE por la igualdad entre hombres y mujeres, lucha que ahora más que nunca tiene que tener una importancia especial para nosotros/as, ya que la crisis golpea a las mujeres de forma especial: salarios más bajos, trabajo de peor calidad, cuidados a los y las dependientes por la disminución del gasto público, disminución del gasto público que también afecta a las políticas de igualdad. Ahora más que nunca es necesaria una ley del aborto más acorde con las necesidades de las mujeres, sobre todo de las más desfavorecidas, cambios en la ley de violencia de género, basados sobre todo en la prevención y una solución al problema de la prostitución, situándola claramente como una extrema forma de violencia que hay que erradicar. Estas son batallas en las que el PCE lleva años implicado, y ahí seguiremos con más fuerza si cabe.
Nuestra apuesta Republicana debe ser definida en positivo y en la perspectiva de construir un movimiento republicano amplio que nos permita implicar en la lucha por la III República a amplios sectores de la población, fundamentalmente a los trabajadores y trabajadoras que vean en ella una oportunidad para avanzar en conquistas políticas y sociales.
En torno a estas propuestas planteamos la necesidad de que el PCE se ponga a trabajar para conseguir una amplia convergencia política y social que se tiene que concretar, por una parte en el trabajo del Partido para desarrollar sindicalismo sociopolítico y combativo y tejido social alternativo con el que converger en las luchas sociales, y por otra parte en el compromiso con una IU Refundada, como expresión organizada de esta convergencia política y social.
Por ello planteamos la necesidad de implicarnos en el proceso de Refundación de IU para que sea el camino que consiga la Refundación de la Izquierda en España, por eso frente a quienes plantean un proceso que ataca y excluye a los y las comunistas, para dar lugar a una organización acomodaticia, cómoda al sistema, desde el PCE debemos pasar a la ofensiva y plantear una Refundación que permita confluir en torno a un programa democrático y anticapitalista a toda la izquierda política y social, superando desconfianzas, sectarismos y falsos debates identitarios, una convergencia que sea política y social, en la que el PCE juegue un papel fundamental desde la lealtad mutua al proyecto unitario y el respeto reciproco al colectivo, y hacerlo con urgencia porque es una realidad que tenemos que asumir de forma autocrítica que nuestros titubeos y nuestra lentitud son los mejores aliados de quienes nos quieren excluir, para demostrarles que no hay futuro para la izquierda alternativa en España sin contar con el PCE.
Por todo ello tenemos que tener muy claro cómo la necesidad de una convergencia con la izquierda social y la configuración de un referente político fuerte, exige de los y las comunistas, nuevamente pasión por la unidad, para construir esta convergencia desde nuestra implicación en los movimientos sociales, en la organización del tejido social alternativo, concretando propuestas para aportar en los distintos frentes de trabajo, como sanidad, educación, medio ambiente, servicios públicos, desarrollando a la vez la Alternativa Social Anticapitalista para salir de la crisis como eje de todo nuestro trabajo.
Hacemos un llamamiento a nuestra militancia y a quienes han compartido en algún momento de sus vidas nuestra lucha y nuestra historia a que bajo estos planteamientos demos la batalla contra quienes pretenden mantener la explotación del ser humano sobre el ser humano, contra quienes pretender liquidar al PCE. En este noventa aniversario reafirmamos la necesidad histórica de la existencia de un Partido Comunista activo, organizado, implicado en el conflicto social, con vocación de fortalecer a la izquierda.