Mañana hará su presentación en Tenerife, en la plaza del barrio obrero de Taco, y el domingo llevará su música hasta la isla de Gran Canaria donde actuará en la Fiesta de la Solidaridad Internacionalista que desde hace 12 años organiza la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos y que, en esta edición se […]
Mañana hará su presentación en Tenerife, en la plaza del barrio obrero de Taco, y el domingo llevará su música hasta la isla de Gran Canaria donde actuará en la Fiesta de la Solidaridad Internacionalista que desde hace 12 años organiza la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos y que, en esta edición se celebra en el Parque urbano «Casa de la Condesa» de Jinámar (1).
Karel García ha heredado de su generación el privilegio de haberse formado en los brazos maestros de la Trova, pero ha ido un paso más allá, empeñado siempre en crear una nueva manera de entender, de hacer y de sentir la música.
Actualmente reside en el País Vasco, pero lleva en el Estado Español desde hace doce años; un tiempo que le ha servido, según él mismo afirma en esta entrevista, para «crecer en aprendizajes y en nostalgias». A Cuba -dice- vuelve cada vez que puede y absorbe de la isla todo lo que puede. Vive desde aquí el ataque que los medios de comunicación masivos hacen al proceso revolucionario y se posiciona, «sin fanatismos», junto a los que, «como dijera José Martí, ven que el sol tiene manchas y, agradecidos, hablan de su luz»
¿Cómo vive un trovador esa distancia del espacio y los elementos vitales que están en el origen de su música?
Si crees en lo que haces y dices, respetas el porqué de tus canciones y no prostituyes tus raíces e influencias, no tienes mucho que perder, sea cual sea la distancia que te separe de tus orígenes. Lo importante es aprender de lo que la vida te va mostrando, y ello no tiene porqué implicar ninguna pérdida. Más bien acarrea hallazgos, crecimiento. A pesar de la nostalgia.
Tu generación se enfrentó a un momento especialmente convulso en la canción de autor en Cuba, donde hubo que abrir caminos nuevos para la expresión artística y hacerlo además en un contexto en el que si algo se percibía como permanente era la agresión contra el proceso revolucionario que el pueblo de Cuba se empeñaba en construir. ¿Qué consecuencias tuvo esa etapa para la música cubana y cómo la reflejan-desde tu perspectiva- las obras de los músicos que nacieron y se formaron en los años 80 en el país?
Fue una etapa muy difícil para mi generación y para todos. Vimos disolverse el Movimiento de la Nueva Trova Cubana, caerse el muro de Berlin, diluirse la Unión Soviética y vivimos en plena adolescencia lo que se llamó «Período Especial», que desembocó en el traumático episodio del éxodo de los balseros. Esta coyuntura marcó nuestra manera de decir y se ve reflejado en la obra de todos mis compañeros generacionales. Mostramos en nuestras canciones la realidad que nos tocó vivir y nuestra manera de entender la Revolución, y el Amor. Sin ceguera ni miedos, sin «hacer leña con todo y la palma», con compromiso y responsabilidad con nuestra verdad.
Pero, en lo referente a lo que supuso para la música, creo que en lo artístico se dio un giro positivo hacia los orígenes de la Trova y el Son en la obra de los autores de nuestra generación (vivan donde vivan) gracias a lo que se denominó «el boom de la Salsa» y al merecido reconocimiento internacional que ha tenido la música de la «Vieja Trova» en las dos últimas décadas. Todo ello ha llevado a nuevas fusiones de las «músicas de siempre» con los sonidos y maneras de decir más actuales.
¿Pesa mucho la responsabilidad de ser parte viva de una sociedad a cuyo proyecto de Revolución todos siguen; unos admirándola y otros queriendo acallarla a cualquier precio?
Lo que pesa es la insistencia en clasificar a los cubanos en pro-castristas y anti-castristas. Es una pregunta que siempre está en el aire, cuando eres cubano, en cualquier lugar del mundo. Clasificar políticamente a un ser humano por su raíz o procedencia es un delito moral. Yo soy un ser humano con mis dudas y mis convicciones. Siempre defenderé lo bueno del proceso revolucionario en mi país, pero no callaré mi descontento con la gestión de los que han dilapidado la oportunidad de ahorrarle al pueblo tan grandes sacrificios en su vida cotidiana. Esa es la responsabilidad de los que queremos la isla, por encima del rostro político que luzca. Sigue siendo un faro, un referente, pero con mucho por mejorar. Como dijo Silvio, quitarle la erre a revolución. No es mucho pedir.
Háblanos del cambio de esa realidad cuando decides vivir en España; del tránsito de ser observado por lo que ocurría en Cuba a ser un observador de lo que pasa en tu propio país. Danos un paseo por esa experiencia y de lo que ha robado y, a la vez, aportado a tu música.
Es un cambio desde el punto de vista de acceso y tratamiento de la información. Empiezas a ver desde fuera a tu país, a tener acceso a literatura, música, internet, información que completa la versión que nos enseñaron de pequeños sobre muchos episodios de nuestra historia. Conoces varias versiones de una misma realidad (en Internet también se puede leer el «Granma») y empiezas a hacerte un juicio sin integrismos ni fanatismos de ningún tipo. Y al final, coincides con José Martí, el sol tiene manchas, los desagradecidos solo hablan de ellas, los agradecidos hablan de la luz.
Vienes a Canarias a participar en la conmemoración del 57 aniversario del Moncada, justo en un momento en el que la maquinaria de los grandes medios de comunicación, muy virulenta en el Estado Español, arrecia sus ataques contra la Revolución cubana. ¿Cómo se enfrenta esta campaña mediática desde el trabajo de un músico cubano que vive fuera de Cuba?
Desde que vivo aquí, hace doce años, nunca he encontrado ningún medio de comunicación masivo que hable claro de Cuba. Casi todo lo que reflejan sobre mi país es bajo la estrategia de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio. Sobre lo bueno no hablan, no vaya a ser que los «nostálgicos del puro, la Sierra y la barba» decidan imitarlo. Sobre lo malo exageran todo lo que pueden. Inciden en una campaña de descrédito total con el proceso revolucionario cubano, a la que debemos enfrentarnos con argumentos de debate, soluciones y sin demagogias baratas. «Es un amor por Cuba, es socorrer su luz», dijo Santiago Feliú, y lo secundo.
Y tu relación con Cuba, ¿cómo es?, ¿las claves de tu música siguen estando allí o ya no?
Mi relación con mi país es magnífica. Lamento no poder ir cada año un par de veces, pero ya sabemos que tal como está la economía del trovador es muy difícil, así que voy cuando puedo y procuro absorber todo lo que puedo cada vez que voy (a esto le decimos «cargar las pilas»….) Cuba sigue siendo la madre nutricia de mis ganas de vivir y crear.
Las claves de mi canción siguen estando en la Vida, esa es la verdadera musa. Sigo creyendo en la universalidad de lo íntimo y ese es el camino que recorren mis canciones. Sea cual sea el género musical que cultiven.
Y con el Mercado, ¿cómo te llevas con las multinacionales de la música y sus leyes; ¿crees que un músico puede componer con autenticidad dentro de ese engranaje o tiene, si quiere hacerlo, que salirse de la rueda?
Mal, me salgo de la rueda, el próximo disco será autoeditado.
Por último, Karel, háblanos de tus proyectos y también de tu relación con la música, de lo que quisieras que permanezca en la gente que escucha tus canciones.
En cuanto a lo primero, están gestándose un par de discos: uno con canciones propias que han ido surgiendo en los últimos año; y otro, posiblemente doble, de versiones, con temas ineludibles que conforman la biografía sensible de nuestras vidas. Y de lo segundo, diría que lo que más hago es disfrutar mucho cuando veo que la gente se sabe mis canciones y ese hecho tan sencillo, cuando además lo vivo en Cuba, me hace sentir tranquilo y feliz.
Nota:
(1) «Cuba no está sola», fiesta solidaria. Sábado 24 de julio. 14:00 h. . Plaza de San Jerónimo. Taco, Tenerife
«Sí Por Cuba», Fiesta de la Solidaridad Internacionalista. Domingo 25 de julio, 12 h. Parque Casa de la Condesa. Jinámer, Telde (Gran Canaria).
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