Participaron Edu Lucas de IAC, Nines Maestro de CAS-Madrid, Ana Carpintero de CSI y Rocío Romay del 15-M
Durante más de tres horas se habló de las amenazas que desde numerosos frentes amenazan a los contenidos de la Sanidad Pública y sobre los requisitos esenciales que la Sanidad ha de cumplir: que sea Pública, Universal (gratuita y no privada) y de Calidad, características que están siendo mermadas paulatinamente.
Ángeles Maestro situó la amenaza que se cierne sobre la Sanidad Pública dentro del contexto de la crisis estructural del capital. La crisis no ha comenzado en 2007 sino mucho antes, en el período expansivo posterior a la segunda Guerra Mundial cuando en los años 70 comienza el declive del capitalismo con la disminución de la «tasa de ganancia» a la que Marx se refería. La transición española también tiene que ver con la Sanidad aunque las políticas neoliberales que comienzan a implantarse en Europa aquí se retrasaron.
Los sectores de primera necesidad y que por su naturaleza son los más importantes, son los que primero se privatizan. Los servicios sociales pagados con dinero público son muy apetecidos porque el pago está asegurado y también la clientela, es el negocio más seguro y el más rentable.
El proceso de las privatizaciones de la Sanidad tienen dos características, por un lado va poco a poco, se privatiza a trozos, comienzan por los servicios de cocina, limpieza, análisis y así sucesivamente y, por otra parte, se separa la financiación de la gestión de los servicios.
Cuando la gestión del hospital pasa a manos privadas, la prioridad es la rentabilidad y no la salud. En este sentido Elizabeth Janet realizó una tesis doctoral en Barcelona en la que deduce que las intervenciones de «dudosa indicación» son de tres a cuatro veces más frecuentes en los hospitales privados (con ánimo de lucro) que en los hospitales públicos. Y esta conclusión se pudo constatar ya que en el laboratorio, los análisis posteriores a la intervención, demostraban que tales intervenciones no habían sido necesarias.
Los frentes en los que la Sanidad Pública está siendo atacada son diversos, por ejemplo, quizás el más importante es la ley 15/97 por la que se «legaliza» que los centros sanitarios o sociosanitarios podrán ser gestionados mediante cualquiera de las formas reconocidas en derecho. Y no menos grave es que al día siguiente la secretaría de CCOO saque una nota congratulándose de que esta ley haya sido aprobada por unanimidad.
La atención sanitaria entra así, a efectos legales, en el ámbito en el que se mueve cualquier otro negocio y que se rija como un negocio más. Así, llevada la Sanidad al terreno de la gestión privada, los buenos resultados tienen que ver con el ahorro, es decir, que cuanto menor sea el gasto mejor es el resultado, el beneficio, algo que va en detrimento de la calidad de la asistencia sanitaria.
El copago. Más del 80% del gasto sanitario es para la gente mayor y para los enfermos crónicos. El copago afecta principalmente a este colectivo de personas y, también, a las personas con menos recursos. Pero el copago, además del efecto directo que hace que disminuyan las colas de espera porque actúa como disuasorio para acudir al médico, tiene otros efectos indirectos no menos perjudiciales, así es que en Portugal, por ejemplo, con la introducción del copago se han incrementado los tumores en fase muy avanzada como consecuencia del retraso en acudir a los centros sanitarios. En Canadá, con un copago de sólo dos dólares, 1,5 euros, las consultas médicas disminuyeron en un 18% independientemente de la gravedad de la patología. En esta agresión al sistema público de salud, en Italia, se han implantado tarifas de copago de 10 euros en la medicina primaria y 25 para las consultas de especialistas o en urgencias.
Si privatizar empresas públicas es un robo, privatizar servicios públicos, como la sanidad, es un crimen, es deteriorar la calidad de la atención sanitaria para obtener beneficios.
No estamos defendiendo sólo los derechos de los trabajadores sino también los de nuestros hijos, así comenzó Edu Lucas, trabajador en el hospital Sant Pau de Barcelona y representante de la Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC). A modo de advertencia para otras comunidades recordó que en el sistema catalán de salud, la privatización de la asistencia sanitaria ya experimentó, hace tiempo, los tres modelos conocidos: público, privado y el concertado. En los centros asistenciales la unidad de gestión hospitalaria se caracterizó por establecer islas de producción, mientras que la gestión se implantó por áreas de servicio. De este modo todo el poder recaía en los jefes de servicio contratados a dedo o de otra forma irregular. El resultado fue malo, carísimo y caótico, por lo que el modelo se desestimó al ser poco viable. A la vista del fracaso recurrieron a la concentración de hospitales y para ello crearon tres fundaciones en las que se agruparon los hospitales de tal manera que, ahora, los beneficios van por un lado y los gastos van para la Sanidad y así la Sanidad resulta deficitaria inevitablemente.
Pero aunque no lo fuera también la privatizarían porque la crisis está sirviendo para imponer más y más sus tesis, la de privatizar todo lo que se pueda para sacar provecho.
Por otra parte ahora buscan la salida a través de las mutuas que, aunque dicen que no tienen ánimo de lucro, sin embargo, están sirviendo como medio para obtener ganancias en los servicios relacionadas con la Sanidad. En definitiva, de un modo o de otro están orientando la Sanidad por la vía neoliberal.
Ante esta situación si en Cataluña hay lucha se debe a que los vecinos que participan incluso más que los trabajadores de la sanidad y acuden en mayor número a las concentraciones que están convocadas todos los miércoles.
Hemos de ser conscientes de que se trata de una responsabilidad colectiva. Estamos en crisis de alternativas sociales, de ideas, de valores y de rebeldía activa frente al pensamiento único. Tampoco vale decir que nos quedamos con lo menos malo porque entonces nos quedaremos sin nada.
En representación de la CSI-Sanidad, Ana Carpintero describió la situación de la Sanidad en Asturias. Comenzó diciendo que el primer problema lo tenemos con el ladrillo, con el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), el nuevo hospital que ni se sabe cuando se podrá acabar porque todavía está sin equipamientos y sin dinero para ello. Una empresa pública, Gestión de Infraestructuras Sanitarias del Principado de Asturias (Gispasa), es la que se encarga de su construcción, gestión y mantenimiento. Pero Gispasa subcontrata a empresas privadas.
El HUCA fue adjudicado en 205 millones de euros pero en este momento va por 300 millones, sin que se sepa bien el porqué de este sobrecoste del 50%. Todo indica que la corrupción es algo más que un indicio. Sin embargo, ante este agujero de cien millones de euros, no se ha exigido ninguna responsabilidad, ni tampoco sobre la cesión de terrenos, ni por la opaca gestión de todo lo que rodea a algo tan importante como es lo relacionado con la salud.
Dada la singularidad del Gobierno de Asturias y haciendo referencia al programa electoral de Foro, parece que apuesta por las unidades de gestión clínica para cada especialidad, tanto en hospitales como en la atención primaria. Pero la gestión se limita a proponer planes de ahorro, a ahorrar en personal, sobre todo con los eventuales, en material, en tratamientos, limitación de pruebas, análisis y en todo lo que sea reducir gasto sin considerar las consecuencias.
Así las cosas, sí parece que la Sanidad que hemos conocido no la volveremos a ver más.
Este deterioro no hace más que disminuir el nivel de las prestaciones a lo que hay que añadir la presión ejercida sobre los trabajadores de la Sanidad para que reduzcan gastos, para que se sumen a los recortes, de modo que se pueda obtener la justificación de que lo público no funciona para ponernos en manos de la Sanidad privada.
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