¡Por fin, el comunicado de fin definitivo! ¡Cuántos años esperándolo! El alivio por desprenderse de la gran losa que era ETA para todos, y la alegría por el fin de una lucha armada que había degenerado en terrorismo, se produce 34 años después de acabada la dictadura, y después de tantas víctimas inútiles que no […]
¡Por fin, el comunicado de fin definitivo! ¡Cuántos años esperándolo! El alivio por desprenderse de la gran losa que era ETA para todos, y la alegría por el fin de una lucha armada que había degenerado en terrorismo, se produce 34 años después de acabada la dictadura, y después de tantas víctimas inútiles que no podemos sino tenerles en la memoria de este momento inolvidable. Demasiados años de sufrimiento colectivo que abren la esperanza de un tiempo nuevo para la sociedad vasca y para canalizar por derroteros puramente políticos reivindicaciones históricas.
En las últimas semanas las señales eran inequívocas y requerían altura de miras que no han existido en una parte del espectro político vasco y, en especial, desde la máxima representación institucional (y un lehendakari de viaje). Ha hecho falta el aval internacional para que se saliera del puro discurso antiterrorista y se empiece a canalizar separados el doble problema -violencia y derechos colectivos- que se habia convertido en una noria maldita y sin solución.
La Conferencia internacional no ha sido la causa de este comunicado pero sí la condición para que se precipitaran los acontecimientos. La repetida constatación del fracaso en resultados de la violencia armada y su debilitamiento frente al Estado; el ostracismo institucional y posterior fortalecimiento y nueva autoridad de la izquierda abertzale politica frente al aparato armado del MVLN, los pacientes oficios de tanta gente que han ejercido la mediación y la presión… han hecho caer el último velo, y tenía que ser antes de un nuevo Gobierno en Madrid.
Quedan muchos y complicados problemas, un largo y doloroso proceso tanto respecto a las secuelas de la violencia -veremos las múltiples caras del dolor- como respecto a los problemas de fondo -veremos el rostro de la intransigencia para los derechos colectivos- pero la puerta se abre a una dinámica no contaminada por la muerte. Algo que en otros lares seria normal pero que en los nuestros no se produjo… hasta ahora.
Se requerirá un largo aprendizaje de todos para que, sin la desmemoria en la que se instaló la miserable Transición, se reconstruyan valores cívicos y reglas, el respeto democrático a las mayorías, el encaje de las minorías… Pronto comprobaremos la altura de miras del Estado, veremos también quiénes se instalan en la venganza, y contaremos con los dedos los pocos demócratas de verdad que quedan y que no se hayan rendiod a la razón de Estado.
Hoy no se puede olvidar a las victimas de ETA ni tampoco a las otras. Tampoco a los que liderando este cambio en la Izquierda Abertzale siguen en la cárcel como Otegi o Diez y otros… Ni obviar los fracasos del Estado democrático que sacrificó derechos a la seguridad e instaló el diente por diente, en forma de tortura, penas abusivas y estrategia de castigo- empequeñeciendo la palabra democracia.
Un día grande, de alegría que no de fiesta, que abre la esperanza a un futuro en paz, sin estorbos humillantes, y a una sociedad integrada que se reconozca a si misma en la pluralidad. También comienza la lucha solo cívica por la soberanía, fruto solo de las mayorías democráticas.
Ramón Zallo. Catedrático de la UPV-EHU.
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