El deterioro de la formación continua del profesorado de la Comunidad de Madrid se manifiesta a través de la reducción de la oferta y el control ideológico. Hace dos años se suprimieron 28 Centros de Apoyo al Profesorado (CAP) y se crearon cinco Centros Territoriales de Innovación y Formación (CTIF). Donde antes había un CAP […]
El deterioro de la formación continua del profesorado de la Comunidad de Madrid se manifiesta a través de la reducción de la oferta y el control ideológico. Hace dos años se suprimieron 28 Centros de Apoyo al Profesorado (CAP) y se crearon cinco Centros Territoriales de Innovación y Formación (CTIF). Donde antes había un CAP por localidad, ahora hay un solo CTIF para zonas tan grandes como Madrid capital, el Sur, etc. De un modelo de formación más cooperativo y de encuentro del profesorado se ha pasado a una estructura organizativa centralizada y burocrática, menor autonomía de gestión, alejamiento de los profesores, más cursos on line y recorte de la inversión y de las plantillas dedicadas a la formación.
La irracionalidad y el sectarismo han llegado hasta la caricatura. Se aprueban todos los cursos de inglés y Nuevas Tecnologías, pero se rechazan los que tienen que ver con Educación para la Ciudadanía, VIH, educación afectivo-sexual, células madre o memoria histórica. Prueba de la «innovación» formativa de los CTIF son algunos cursos autorizados este año por los máximos responsables madrileños de Educación como los de Pentateuco o Cuestiones cristológicas, perfectamente válidos para méritos.
En relación a la memoria histórica la Consejería de Educación del gobierno Aguirre prohibió el curso que organizó el IES Sefarad de Fuenlabrada, sobre ‘Experiencias de historia oral en el aula’ en el que participaban bastantes profesores de la zona sur e historiadores como Ángel Viñas, Mirta Núñez, Fernando Hernández. Pues bien, los mismos censores han autorizado el pasado enero el curso ‘Cuestiones sobre la España de 1931-39’ con la participación de la caverna del revisionismo ultraderechista (Pío Moa, José María Marco, Ángel David Martín Rubio) a los que no se les puede llamar historiadores ni por educación, pero donde beben algunos personajes de la derecha española. Ello puede explicar que Esperanza Aguirre se niegue a condenar el franquismo en la Asamblea de Madrid o que llame «vejestorios rencorosos» a los que ejerciendo la libertad de expresión piden Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del franquismo. Así, sin complejos y con mucha desfachatez.
Agustín Moreno es profesor de Secundaria
Fuente: Publicado en la revista Escuela, Núm. 3.866 (784) del 13 de mayo.
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