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Del tráfico de esclavos a pagar para que se los lleven

Fuentes: Rebelión

Durante el periodo de vigencia de la esclavitud, las metrópolis pagaban dinero por la propiedad de los esclavos negros de Africa. Con las sucesivas revoluciones industriales, la mano de obra ha dejado de ser tan importante para el comercio mundial. La esclavitud, abolida y repudiada por la opinión pública. Sin embargo, el injusto modelo económico […]

Durante el periodo de vigencia de la esclavitud, las metrópolis pagaban dinero por la propiedad de los esclavos negros de Africa. Con las sucesivas revoluciones industriales, la mano de obra ha dejado de ser tan importante para el comercio mundial. La esclavitud, abolida y repudiada por la opinión pública. Sin embargo, el injusto modelo económico vigente ha logrado empeorar aquella crueldad que parecía insuperable. Hoy los países ricos pagan para que otros se deshagan de los que antes eran esclavos. Hemos pasado de pagar por los negros a pagar para que se los lleven. No importa dónde, no importa qué hagan con ellos, no queremos que vengan, no queremos verlos. SOS Racismo ha hablado de «genocidio» y de «limpieza étnica», en lo que está sucediendo con las deportaciones desde Ceuta y Melilla. No hay otra denominación.

El anterior gobierno de Aznar los «cargó» en un avión drogados y maniatados para arrojarlos a cualquier lugar de Africa. El actual de Zapatero le encarga a Marruecos que se lleve los «contenedores de africanos». Nuestros acuerdos de emigración se fundamentan en arrancarles compromisos a los déspotas africanos para que se deshagan de los emigrantes que se nos cuelan y no queremos. A cambio les pagamos algún dinero a esos gobiernos o hacemos alguna concesión comercial. Esos dirigentes sátrapas son como las empresas de reciclaje y de basuras a las que les pagamos para que se lleven el cristal, el papel o desperdicios biológicos. Nos basta con que retiren los contenedores de nuestro barrio. Lo de menos es qué hacen con esos emigrantes. Dicen que el gobierno español ha pedido explicaciones al marroquí sobre el destino de esos emigrantes arrojados al desierto. Ha sido sólo una reacción teatral ante la denuncia de las ONG´s. ¿Acaso acordó un determinado destino o respeto cuando negoció con el rey marroquí la deportación? La petición española era sólo que se los quedara, como cuando damos un mueble viejo e inservible a un vecino, no nos importa qué haga con él.

¿A alguien puede extrañarle que la policía de Mohammed los ametrallara en la frontera? El gobierno marroquí lo hace con los habitantes del Rif, ciudadanos de su país, cuando generan disturbios, menos lo va a dudar con esos subsaharianos que no tienen nacionalidad. ¿Acaso no es ese el modo más efectivo de cumplir con la petición española y europea de evitar que vengan emigrantes al primer mundo? ¿Acaso nuestras alambradas no tienen como función perforar, desgarrar y desangrar la carne de emigrante antes de que pueda entrar en España? El único defecto de esas alambradas es que no han logrado quitarles del todo la vida y han podido atravesarla sangrando y con sus huesos rotos. Los disparos del rey Mohammed sólo han logrado perfeccionar nuestro intento de quitarles la vida antes que permitir que entren.

Imaginen a uno de los africanos ya instalado en Madrid o Londres, con su familia y hermanos ametrallados y con sus cuerpos colgados en esos alambres de espino. Su madre, embarazada o con un bebé, abandonada en el desierto tras unas exitosas negociaciones de deportación entre el gobierno español y marroquí. Imaginémoslo frente al edificio de la Bolsa de Madrid, en la puerta de un lujoso hotel de cinco estrellas con espectaculares automóviles aparcados a la entrada, recibiendo las miradas de desprecio de nuestras ricas e insultantes sociedades.

En él podremos encontrar ese legítimo odio, su ansia de justicia, su paraíso asegurado después de la muerte. Ya sólo le faltan unos pocos kilogramos de explosivos. Cada vez lo voy comprendiendo más.

www.pascualserrano.net