Vivimos un tiempo muy braquimoral («braqui» igual a corto, o así). De modo que va uno a aporrear el cálamo o teclado del ordenata y le surgen cien preguntas sobre las inmundicias del actual lapso histórico, en que, tras las feroces guerras mundiales del siglo XX, tras la Declaración Universal de Derechos Humanos de las […]
Vivimos un tiempo muy braquimoral («braqui» igual a corto, o así). De modo que va uno a aporrear el cálamo o teclado del ordenata y le surgen cien preguntas sobre las inmundicias del actual lapso histórico, en que, tras las feroces guerras mundiales del siglo XX, tras la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el 10-12-48, y los posteriores Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos (mas sus ampliaciones o Protocolos) y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, tras los inmensos avances científicos y las globalizaciones de la información y la economía, debiéramos haber llegado a un mundo mucho más humano y justo, de globalización también de los Derechos del Hombre.
Mas no sólo surgen magnas preguntas como por qué el dinero pasa sin problemas las fronteras y los hombres no, aunque se mueran de hambre, por qué adoramos más intensamente que nunca un gran becerro de oro, la santísima trinidad del lucro, el consumo y el éxito –por el orden que ustedes prefieran–, por qué los países ricos expolian a los pobres vendiéndoles armas costosísimas que sólo necesitan para matarse entre ellos o reprimir a sus propios pueblos, o respecto a la institucionalización de la tortura a cargo del criminal de guerra Bush y su pollito chicano Gonzales, denunciado por el propio ex presidente Carter.
Sino brotan igualmente preguntas menos universales, más de tejas abajo o «locales», aunque no menos importantes. Verbigracia, sobre la rabia de algunos por la «Ley de la Memoria», pese a que ésta no se ha atrevido con puntos muy importantes, como la plena rehabilitación de los guerrilleros antifascistas (maquis), últimos soldados de la República, caso único en Europa, de Bulgaria a Noruega, de Portugal a Rusia, o como reconocer la discriminación y persecución que sufrimos no pocos militares durante casi una década que tardaron la democracia de junio del 77 y la Constitución de diciembre del 78 en penetrar asaz en las Fuerzas Armadas. O sobre el despeñadero y barahúnda en IU y EUPV (Esquerra Unida del País Valencià), y los mutantes de comunista-de-toda-la-vida a ecologista inquebrantable con fe de carbonero, y un Llamazares que ganó con argucias el puesto de Coordinador en una Asamblea en que le votaron menos de la mitad de los delegados, y es el cabeza de Izquierda Unida a la vez que no cree en ella y apuesta por su liquidación (y, presumiblemente, también la del PC, al que pertenece).
O sobre el urbanismo salvaje, la corrupción que lo enmarca y de él mama, concausa de las recientes inundaciones en la bellísima Calpe y otros lugares de la costa alicantina; mientras más al norte caciques como Fabra no sólo son los árbitros para que mande Camps o Zaplana, y mantienen el canovismo decimonónico en Castellón, sino además son imputados penalmente y el juez descubre más de cien cuentas secretas suyas, y van pasando por uno tras otro jueces y fiscales (varios de ellos, parece, encuentran mejor puesto de trabajo, o más remunerado, en otro lugar). O sobre la fobia derechista a una «Educación para la Ciudadanía» (en Derechos Humanos y Respeto al Otro, en conocimiento de la Constitución y demás leyes), y los obispos tridentinos tipo Cañizares, Rouco, G-G. O sobre la inmoralidad e inhumanidad de tratar la inmigración (de quienes huyen de morir de hambre, sida, malaria…) como mera cuestión de mercado y de mano de obra.
Preguntas, cuestiones batallonas y candentes de por estos predios. Más ejemplos: la persistencia de artículos del Código Penal trasnochados (vide art. 491 del citado C.P., dentro del Título «Delitos contra la Constitución»), que, encima, algunos jueces y fiscales no aplican o interpretan, parece, teniendo presente «la realidad social» (según les exige el Art. 3 del Código Civil), con lo que, en sociedad tan mediática cual la de hoy, perjudican a «la Corona» cuando pretenden protegerla (?). O la arriba mencionada traición de nuestra preciosa democracia a los combatientes antifascistas de los años en que la ONU condenó el régimen franquista por su terrorismo de Estado (incluida la falta de atención de IU a este olvido infame, como dije a Llamazares mismo en el Consejo Político Federal de IU el 1 de julio pasado). En los últimos meses, han muerto Julián Antonio Ramírez, Pons Prades, Moreno Salazar, Benjamín Rubio (temo dejo alguno), y se acaba de ir, ha pocos días, el querido compañero de la Asociación «Guerra y Exilio» (AGE) Miguel Padial, un hombre afable y bueno como pocos he conocido, al que nunca oí un reproche pero sí le vi sonrisas con un halo de tristeza (creo que, como apunta Floren Dimas, al ver frustradas sus esperanzas de que la democracia reconociese su ardua y dura labor), postrer superviviente de la Agrupación Guerrillera de Granada.
Padial tenía 16 años al terminar la guerra incivil, cuando su padre estaba condenado a muerte y sus hermanas fueron llevadas a un convento, y él, señalado como hijo de rojo, sin trabajo, rodeado de miseria, hubo de emigrar a Barcelona, antes de incorporarse en 1.947 a la lucha contra la dictadura en las sierras de su Granada, con campamento central por la de Almijara, no lejos de su Alhama natal, bajo la jefatura de José Muñoz, «comandante Roberto»; y fue condenado a 30 años de cárcel, durante la cual, en Alcalá de Henares, coincidió con la guerrillera de «Levante y Aragón» (AGLA) Amada Martínez, con quien se casó al salir de prisión; volvió a ser detenido por sindicalista y preso de nuevo hasta 1.972 en Carabanchel y Segovia… ¡Salve, compañero Padial!, que ni trabajar te dejó el francofascismo, excepto de albañil.
Siguen, sí, muriendo los que en toda Europa menos aquí son héroes, están mal Gerardo Antón «Pinto», José Murillo «comandante Ríos», Florián «Grande», Felipe Matarranz «Lobo», aguantan Quico Martínez, Jesús de Cos y pocos más. Ha habido un vergonzoso «pacto de aparcamiento» por parte de casi todos los dirigentes políticos, no digo de sus bases, sobre el tema, esperando a que, muerto el perro, se acabe la rabia. No, no ha terminado la «transición» (del embudo y los trágalas). Creo que esto sí lo ve ZP, al hay que reconocer sus leyes de dependencia, de igualdad, de ciudadanía, de homosexuales, Irak… (al césar, lo que es suyo), aunque comulgue con las infames ruedas de molino de ese «aparcamiento» hasta que se mueran los viejos leones.
Cabría continuar con el catálogo. Porque el Consejo de Europa nos dice estos días en Valencia (Conferencia de Ministros Europeos) que tomemos medidas contra la corrupción en las entidades locales y regionales, pues el «Reino de España» se halla en el pelotón de cabeza europeo de la corrupción; y el Alcalde de Segorbe, aparte hacer permutas de terrenos que huelen a lo que huelen, anda denunciado judicialmente por mandar a la policía local, el 26 de mayo, a retirar o secuestrar del quiosco el periódico legal del Partido Republicano. Y en Lisboa firman ayer un nuevo Tratado de la Unión Europea cuyo texto no lo entiende ni dios, y no dejan que los pueblos lo voten en referéndum, sino los parlamentos, pues es sabido que la clase política es la que conoce y sabe, los pueblos son ignorantes y garrulos, que ya se ve lo que pasó en Francia y Holanda. Y quieren poner al terrorista-de-Estado-de-las
Y el PP, en fin, para intentar ganar las Elecciones (todo vale) usa como munición el mismísimo Tribunal Constitucional –que es la «voz» del Estado, por encima de la del Tribunal Supremo, de las Cortes, del Gobierno, en materias de primera magnitud– aun a costa de deslegitimarlo ante la opinión pública y pervertir o confundir a la democracia. Mas, como me preguntan cantidad por IU y EUPV, les diré, terminando, que, para bien y para mal, es una coalición/partido más transparente que otros, y así se entera el pípol de cuanto en ella pasa. Dentro del PP, hay intensas luchas fratricidas, mas siempre se ponen de acuerdo para repartirse las prebendas, el ladrillo, la tala de pinos, y que no trascienda mayormente la movida interna. En EUPV, en particular, ha habido siempre mucha democracia, aunque ahora lo niegue Joan Ribó, cuando ya no manda (servidor fue nº 2 al Congreso de los Diputados cuando mandaba el susodicho y contra el deseo del mismo, y sin apoyo de ninguna de las «corrientes», cábilas o fratrías de EUPV; pero me votaron, transversalmente, numerosos delegados de las comarcas). Y ¿quién más se atreve a hacer primarias, dando voz, de plano, a la militancia?
*José Luis Pitarch es profesor de Derecho Constitucional y Vicepresidente de Unidad Cívica por la República