Josué González ha sido despedido por «no sentir la llamada de Cristo». La Escuela de Magisterio La Inmaculada, adscrita a la Universidad de Granada, ha prescindido de este profesor de Educación Física «por no evangelizar a sus alumnos», pese a alabar su trayectoria. González ha denunciado al centro ante el juzgado de lo social. «Me […]
Josué González ha sido despedido por «no sentir la llamada de Cristo». La Escuela de Magisterio La Inmaculada, adscrita a la Universidad de Granada, ha prescindido de este profesor de Educación Física «por no evangelizar a sus alumnos», pese a alabar su trayectoria. González ha denunciado al centro ante el juzgado de lo social.
«Me quedé de piedra. Me habían elegido jefe de departamento en sustitución de una compañera. La administradora, Guadalupe Martínez, me explicó que no tenía quejas profesionales ni como persona, pero creía que mi compromiso cristiano no era el adecuado», critica atónito Josué González, de 27 años. El profesor ha denunciado a la Archidiócesis de Granada por despido nulo. «El despido debe ser calificado como nulo por discriminatorio, al violar el Artículo 14 de la Constitución, pese a haberle manifestado su identificación con los valores evangélicos», reza la denuncia.
El centro universitario ya fue condenado por dos despidos improcedentes en 2004, cuando el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, expulsó de la dirección del centro a la congregación Ave María, de carácter tolerante y muy conocida en la ciudad.
Desde entonces, otros cinco profesores han sido despedidos o prejubilados en el centro de manera irregular, según denuncian varios profesores. «El miedo y la falta de libertad de cátedra son patentes. Estamos atemorizados», denuncia un docente. «La radicalización aumenta y desciende la tolerancia. Atacan a nuestra dignidad y los sustitutos son más fieles, pero siempre de perfil más bajo», apostilla otro profesor.
En 2004 el arzobispo Martínez sustituyó en Granada al actual vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Cañizares. Tras cambiar a los miembros del patronato del centro, imprimió su doctrina más conservadora y la administración pretendió sustituir el convenio laboral de los profesores, pero éstos se opusieron. Al arzobispo Martínez le acompaña la polémica y el próximo mes afrontará un juicio oral para responder a las acusaciones de coacciones, acoso moral, lesiones, injurias y calumnias de las que le acusa un sacerdote.
Mientras que la Archidiócesis declinó ayer manifestarse acerca de las graves acusaciones, el centro esgrimió que no pudo localizar a su administradora, al encontrarse ésta fuera de Granada.
Un portavoz de la Universidad de Granada explicó que de momento la institución no tomará cartas en el asunto ya que ejerce una «supervisión académica y no laboral» sobre los profesores del centro. La Inmaculada es un centro que cuenta con 35 profesores y 950 alumnos. «Sólo entramos a velar por la calidad docente y a expedir el título», matizó.