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Despiden al profesor Jorge Cortell por explicar que el intercambio de archivos no es delito

Fuentes: http://jorge.cortell.net/

[Aviso: lo primero dejar claro que los responsables de los dos Programas de Master donde impartía clases me han tratado siempre de maravilla y son personas estupendas a las que aprecio de verdad. Espero que no se molesten por publicar esta conversación, pero el resultado de la misma no se entendería de otra manera.] Tenía […]

[Aviso: lo primero dejar claro que los responsables de los dos Programas de Master donde impartía clases me han tratado siempre de maravilla y son personas estupendas a las que aprecio de verdad. Espero que no se molesten por publicar esta conversación, pero el resultado de la misma no se entendería de otra manera.]

Tenía que pasar. La única duda era el cómo.

Poco después de mi conferencia «maldita», recibí una llamada telefónica de una persona del Master diciéndome que teníamos que hablar porque se había recibido una llamada del rectorado «recomendando» que no siguiese dando clases en esta universidad. Me pidieron que no me preocupara, pero que, mientras tanto, eliminase cualquier referencia a la universidad en mi web (buena forma de hacer que no me preocupe).

Así que al día siguiente, aprovechando que tenía que impartir clase de Comercio Electrónico en el Master Multimedia, fui a hablar con ellos.

Entended que son mis amigos, así que ni daré nombres ni detalles. Pero yo doy fe, y el que dude algo de lo que digo que me lo comunique y le daré las pruebas o explicaciones que necesite.

Me sorprendió la odisea de intentos de silenciamiento de la conferencia anunciada (hasta que vieron que no se podía, o incluso no se debía para evitar males mayores, hacer nada). Pero ¿recomendar que se me desvincule como sea de la universidad después de haber impartido la conferencia, aunque a buen seguro sin haberla escuchado? ¿A caso dije algo que no fuera correcto, o hice algo que no debiera? ¿Hubo allí alguien de rectorado para juzgarlo? ¿Por qué no se me ha explicado «cual es el problema» todavía? ¿Por qué no quieren hablar conmigo? ¿Quizá por temor a contagiarse de espíritu de libertad de expresión, o de cuestionamiento del orden establecido?

Volviendo a la conversación de esta tarde. Primero hemos hablado de la conferencia que impartí ayer, y me han transmitido su opinión (que al ser personal me la reservaré para no causarles problemas). No obstante nadie me ha podido indicar un sólo problema con su contenido. Hemos estado de acuerdo en que ya ha pasado, y no hay ningún problema con ella.

Pero, acto seguido me han relatado dos llamadas de rectorado en las que les habían «recomendado» («con un tono ‘borde’ la primera, más directa la segunda») que yo no siguiese impartiendo clases en dichos Masters. La idea ya se me había pasado por la cabeza (después de vivir el «acoso y derribo» el día de la conferencia por parte de la propia universidad que me paga para que enseñe a los mismos alumnos que vinieron a la conferencia, estaba considerando el dimitir), pero no ha hecho falta que me lo piense mucho. Si no soy bien aceptado por los responsables de la Universidad, o mi presencia incomoda, entonces no es lugar para mí. Yo sólo quiero estar donde sea bienvenido (sea mi empresa, mi universidad, mi casa, o mi país). Si no se me quiere, yo me voy, que siempre habrá un lugar, u otras personas, con las que encaje.

En esa segunda llamada del rectorado (todo medias tintas, no sé si es el mismo rector, u otra persona/s) parece ser que terminó diciendo a la persona responsable de los Masters «la decisión es tuya, tú sabrás lo que haces».

No he necesitado oir más para entenderlo. Y quiero que todo el mundo lo entienda también: si me quedo, esa persona pasa a ser responsable de tener un «indeseable» en la institución. Y ya se sabe lo que es contrariar a un superior (muy superior) en un organismo público.

Esa(s) persona(s) son mis amigos. Gente a la que quiero bien, y que me apoyan. Por eso mismo no puedo «arrastrarlos conmigo» y permitir que, por pretender quedarme con mi trabajo y en mi posición, ellos sufran las consecuencias. Así que entre sus «hombre, tampoco es para tomárselo así» y «creo que deberíamos dejar pasar un tiempo y ver qué pasa» dichos con la boca pequeña, he entendido que debía de irme para no causarles los problemas que les podría causar el que me quedase.

Pero, si no quiero involucrarlos, ¿por qué cuento todo esto? Pues porque quiero que quede claro que yo estaba muy a gusto dando clases en el Master, que conozco a mucha gente maravillosa en la UPV, y que me encanta lo que hacía. Que no me voy (y bien lo saben los que me conocen) porque quiera. Pero no osarán decir «despedido» o «es una orden, no vuelvas», porque me lo tendría que decir directamente el rectorado, y ha quedado bien patente que no se atreven a hablarme directamente y a la cara, porque saben que no he hecho nada malo ni dicho nada que no sea verdad.

A su vez, me niego a mantenerme en silencio (como una amiga de la universidad me ha recomendado), hasta que todo pasase. Porque entonces un día algún trámite burocrático, o un papel mal tramitado, o una reducción de presupuesto, o vaya-usted-a-saber-qué-excusa-ponen-esta-vez me dejase sin poder darles clases a mis alumnos. Los entresijos del poder que llaman. Todos tienen demasiado que perder (o eso creen), todos deben demasiados favores, y al final «todo queda en casa». Pero con esa actitud de oscurantismo sólo se fomenta la esclerosis en un sistema caduco e involucionista que enquista a una oligarquía (sea burocrática, económica o del tipo que sea) en el poder, perpetuando un mecanismo maquiavélico de represión y miedo que queda siempre a la sombra. Y mientras, la opinión pública venerando a sus sacrosantas instituciones y sus iluminados líderes.

Pues conmigo no funciona así. Sólo espero que esto no le cause ningún problema a nadie más (de hecho, por eso «dimito«).

Y a mis alumnos: sabed que siempre podéis contar conmigo, esté «dentro» o esté «fuera». No os dejaré colgados.

No quiero protestas, peticiones de dimisiones, o nada por el estilo. No es que tenga miedo de qué más me puedan hacer (estoy seguro que al grupo de presión que está extorsionando a altos cargos de la universidad no le bastará con conseguir que me vaya de la universidad, querrán desprestigiarme, causarme problemas, e intimidarme). Sino que he entendido que eso no solucionará nada. Pero sí espero que esto sirva para una cosa: para quitaos la venda de los ojos y sepáis en manos de quién está la cultura, la educación, el dinero y el poder. Para que sepáis qué es lo que les importa y cómo actúan. Y, recordadlo, para que actuéis en consecuencia.

Ni lo han entendido ni lo entenderán. A mí no me callarán ni muerto, porque está la red, que sois vosotros. Ahora no podéis decir que nadie os lo había contado.