Comprendida la pintura de Genovés la mise en scene estuvo muy bien representada. Actuando como dos histriones de primera línea Pedro Sánchez y Albert Rivera han escenificado, el Pacto entre el PSOE y la nueva derecha española. Poco y nada tardó El País en titular su versión digital, Rivera: «Hemos sentado las bases para una […]
Comprendida la pintura de Genovés la mise en scene estuvo muy bien representada. Actuando como dos histriones de primera línea Pedro Sánchez y Albert Rivera han escenificado, el Pacto entre el PSOE y la nueva derecha española. Poco y nada tardó El País en titular su versión digital, Rivera: «Hemos sentado las bases para una segunda transición».
Esta vez el vocero más autorizado del régimen dice la verdad, aunque, como siempre, esta verdad es interesada, parcial, engañosa. El pacto es parte de una maniobra de mayor calado que está en pleno desarrollo; se trata de garantizar la segunda transición borbónica, modernizar el capitalismo, completar las reformas neoliberales, limpiar la cara de un sistema de partidos putrefacto.
En efecto, el tiempo de Mario Rajoy terminó la mañana que Felipe VI le informó que iba a facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Desde ese día el líder conservador es un «dead man walking». Rajoy ha cometido un error de principiante; pensar que es el que manda. En su autismo ha minusvalorado la capacidad de maniobra del Ibex 35 y del capital financiero; los verdaderos dueños del país.
Desde el 2011 el más importante think tank de los empresarios ibéricos -agrupados por Everis en la Fundación Transforma España- hizo su propio diagnostico. En un extenso documento de más de 100 páginas certificó sin ambages; «la llegada de la crisis golpea a una España necesitada de reformas urgentes, variadas y estructurales».
El equipo de «sabios» -al servicio de los poderosos- no se equivocaron, el régimen del 78 está agotado, necesita con urgencia una puesta al día. La operación no ha resultado fácil, se ha hecho necesario desbancar al PP, que corrupción mediante, ha adquirido un pequeño grado de autonomía ante los poderes económicos.
El «big game» prosigue y se esta jugado por etapas. En su día operadores, entre los cuales se encontraba Felipe González impusieron la abdicación del Rey Juan Carlos antes que fuera demasiado tarde para la monarquía . En esta vuelta, aunque siguen trabajando los mismos agentes políticos , se destaca Eduardo Serra -oscuro personaje que fuera Secretario de Defensa con Suarez, González y Aznar- y que ha intervenido activamente para pergeñar los acuerdos secretos que esconde la gran farsa política televisada del «pacto histórico» para una segunda transición.
¿Que hacen los asesores de Obama en Ferraz?
Para quienes conocen los entresijos pareciera que la gran operación ha seguido un guion escrito en Hollywood. De la noche a la mañana aparece rutilante un nuevo partido de una derecha «civilizada», a continuación se hace necesario alinear a una nueva generación de dirigentes del PSOE. Entonces, la acción se traslada a la calle Ferraz 70 .
A fines del año pasado desembarcaron en la sede central del PSOE, el «equipo de comunicación» de Obama. El pretexto oficial fue asesorar la imagen de Pedro Sánchez, aunque en realidad su verdadero «task force» (fuerza de tarea) fue «inspirar» los acuerdos programáticos entre el PSOE y Ciudadanos. El siguiente paso de estos rubios asesores será convencer a los «viejos conservadores» del PP.
El juego no ha terminado, la tozudez de Rajoy dificulta un acuerdo rápido. De momento, el indescifrable gallego, ha elegido seguir ejerciendo de jefe de la mafia corrupta en que se ha transformado el Partido Popular.
Sin embargo, el Imperio y la burguesía financiera saben que deben aprovechar este interregno con un pueblo desmovilizado, ensimismado frente al televisor con el espectáculo de un interminable culebrón político.
Lamentablemente en este largo periodo electoral las llamadas fuerzas del cambio han tenido una actitud errática; En primer lugar hay que decir que ha sido incomprensible el comportamiento de Alberto Garzón e Izquierda Unida. La Federación de Izquierda que fue a las elecciones con un programa de ruptura democrática, a la primera vuelta de cambio ha aparecido públicamente alimentando ilusiones de un gobierno junto al PSOE para aplicar un programa de mínimos.
Un venerable histórico del PCE lo explica de esta manera en Mundo Obrero, necesitamos «…un Gobierno Progresista apoyado en la investidura por PSOE, Podemos, UP, confluencias y nacionalistas de izquierdas, que aplique el programa mínimo…»; «…hay que reconocer que, tras las elecciones generales y la correlación de fuerzas expresada en su resultado, la ruptura democrática constituyente no está actualmente en el orden del día…».
Por su parte, Podemos, que su programa electoral era muy moderado porque hizo importantes concesiones de carácter socialdemócrata, desde el comienzo fue capaz de entender la maniobra que ocultaba Pedro Sánchez tras su falsa oferta de un gobierno de cambio a la izquierda.
Hay que decir la verdad, ambas posiciones han estado marcadas por un exceso de tacticismo. Nunca hubo ninguna posibilidad de acuerdo con el PSOE porque este partido sigue siendo un pilar fundamental del régimen. Muchos sectores populares se han agotado de tanto politiqueo, se han confundidos por la moda del «postureo». Hace falta coherencia, pedagogía política para detener la restauración en que están empeñadas las fuerzas del régimen del 78.
Los cambios que ofrecen el PSOE y Ciudadanos desde «arriba», son «modificaciones moleculares», dirigidos por el sector más lucido de la clase dominante que intenta meterse «en el bolsillo» (la expresión es de Gramsci) a sus adversarios incorporando parte de sus reclamos, para despojarlos de toda radicalidad.
A estas horas mientras seguimos bombardeados por la intoxicación mediática del PSOE parece que cada actor vuelve a su lugar. Hoy esta más claro que nunca, que no basta con sacar un buen resultado electoral, que no habrá ruptura democrática ni proceso constituyente desde abajo, ni fin a las políticas de austeridad , sin un momento jacobino, sin movilización social , sin un pueblo que gane las calles nuevamente.
Estamos en un momento crucial. En el caso, que entre las distintas facciones de la elite gobernante no se llegue a un acuerdo seguirá abierta «una ventana de oportunidad» para una revolución democrática. Pero hay una condición sine qua non, el pueblo debe ponerse de nuevo en movimiento y no esperar sentado a sus «representantes».
Emilio Pizocaro es periodista
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