Máximo respeto la Coordinadora Antifa. Os escribo para comunicaros mi más absoluta perplejidad por la orientación política que le habéis dado a la convocatoria del 20N de este año. Me parece un error que el tradicional estilo antifascista en el que nos veíamos identificados comunistas, libertarixs, autónomxs y anticapitalistas de diversas familias, se haya disuelto […]
Máximo respeto la Coordinadora Antifa. Os escribo para comunicaros mi más absoluta perplejidad por la orientación política que le habéis dado a la convocatoria del 20N de este año.
Me parece un error que el tradicional estilo antifascista en el que nos veíamos identificados comunistas, libertarixs, autónomxs y anticapitalistas de diversas familias, se haya disuelto en una triada reivindicativa (república, autodeterminacion, socialismo) que se carga de plano la histórica base unitaria del 20N en nuestra ciudad.
El potencial revolucionario de una acción no debería medirse sólo por lo «elevado» de sus consignas explícitas. ¡Que cerca estaríamos de la revolución si fuera tan fácil como hacer agitprop!!. Se mide con indicadores de calidad humana como pueden ser la pericia, imaginación, paciencia e inteligencia que hace falta desarrollar para acercar , unir y consolidar en un momento (histórico) a diferentes personas y sectores políticos contra el fascimo y la reescritura de la historia. Se mide en lo avanzado de las relaciones políticas (y personales) y no en la «pureza» de las proclamas y la propaganda. Hoy, ser rupturistas, revolucionarixs, pasa más por eso que por jalear eslóganes, por muy «radicales» que nos parezcan. Eso (la unidad) ha sido y deberia seguir siendo el antifascismo en Madrid y es el punto de arranque para cualquier trabajo que realmente rompa. Fue la base de la potencia revolucionaria del 34 asturiano y de la resistencia ejemplar de julio del 36 en Barcelona y Madrid. Fue la clave los 70 en Italia, de la intifada, del black block. Es el éxito de la izquierda abertzale, lo fue de Lucha Autónoma y hoy lo es de la APPO mexicana.
En años anteriores y en décadas pasadas el «estilo autónomo» acercaba a diversos sectores en lucha a un espacio de gran flexibilidad ideológica pero de gran operatividad y potencia política. Todo apunta a que este año habeis invertido los factores y el producto se nos ha degradado: depurando lo ideológico desde la coordinadora, rebajais la potencia política de lo que realmente importa: el movimiento. Por primera vez se organiza un 20N en el que sus lemas «oficiales» dejan fuera de la manifestación a más de la mitad de las personas, redes y colectivos que historicamente se han identificado con la lucha antifascista en Madrid. Yo os pregunto ¿por qué? ¿qué os ha llevado a tomar esa decisión? ¿cómo nos lo explicais? No puedo ocultaros mi decepción, no os imaginaba capaces de una demostración tan clara de sectarismo. Cuando tenemos en las manos la responsabilidad de organizar una acción de este tipo no podemos suspender tan irresponsablemente la inteligencia colectiva que nos ha definido. La puesta en práctica de lo aprendido (el aprendizaje colectivo es lento, es duro) es condición necesaria para cualquier victoria, hay que cuidarlo, reforzarlo y compartirlo. Vosotros este año estáis dilapidando parte de lo acumulado por el movimiento en los últimos años ¿Por qué? ¿Acaso consideráis un «avance» lo que habéis hecho?
Si voy a la manifestación lo haré en lo que empieza a perfilarse como propuesta de bloque negro. Me sentiré mucho más cómodo en la alegre combatividad de mis amigos libertarios (tengo muchos a pesar de ser comunista) con los que espero poder beberme una birra y fumar lo que me plazca (como he hecho siempre y pienso seguir haciendo) pues creía que la represión castradora contra el alcohol y los porros era patrimonio de la fascista Esperanza Aguirre y la COPE. ¡¡Ahora resulta que los que hemos luchado por hacer de la calle un espacio de libertad y resistencia nos caemos fuera del cuadrado político moralizante que habéis delimitado para este 20N!! Si no hay bloque negro no iré. Con este cartel habéis dejado de lado (deliberadamente) a muchísima base anticapitalista que no se siente ideológica o culturalmente cercana al «socialismo», ni al nacionalismo ni a la república. Socialismo es una palabra que debería ser superada por la izquierda revolucionaria, es un término plenamente recuperado en su carga simbólica por la socialdemocracia: es hora ya de empezar a hablar del potencial liberador del comunismo y en ello estaríamos mucho más cerca de nuestros compañeros anarquistas y autónomos. No se si estáis a tiempo de cambiar algo o al menos de hacer un gesto al mogollón de gente que como yo, se está rebotando. Os pido una mirada abierta, limpia, sincera, que llegue un poco más allá del límite al que llega cada una de vuestras organizaciones.
Hay una cosa que se llama movimiento y el tiempo demostró que Ansuátegui no pudo con él por vía represiva. El movimiento poco tiene que ver con las señas de identidad que habéis impuesto este año. El movimiento no es una suma de organizaciones. El movimiento no es un conglomerado de colectivos comunistas. No es una plataforma ni una organización. El movimiento no es la coordinadora antifa: la coordinadora antifa es parte del movimiento, se debe a él, no puede suplantarlo ni dictarle los «tres mandamientos» del antifascismo del siglo XXI. El movimiento es algo a lo que hay que respetar y que como sujeto colectivo está en condiciones de juzgar lo que intenta hacerse en su nombre o por encima de él. El movimiento es mucho más amplio de lo que habéis demostrado creer y su dimensión política desborda y supera con creces el limitado y sectario marco de vuestras tres consignas. Se mueve más cómodo en un amplísimo imaginario resistente y anticapitalista y se siente muy limitado en la estrecha apuesta del republicanismo socialista definida en un mesa entre media docena grupos. El movimiento es algo a lo que debeis escuchar. Él os escucha, os vigila y ahora mismo se revuelve contra vuestro catecismo en multitud de blogs, centros sociales, foros, bares y listas de correo.
Como os intuyo patos de mi misma charca, me permito recordaros ideas muy básicas que deberia manejar con soltura cualquier comunista. La totalidad dialéctica entiende la realidad como un equilibrio inestable de polos idénticos y contradictorios. Todo lo real convive con aquello que lo hace posible y al tiempo lo niega, lo cuestiona, lo interroga. Esa contradicción es la base del movimiento, es la potencia de todo cambio, hace posible la historia y al sujeto histórico. Por eso, desde una visión marxista de la cosa, la unidad no es un guiño retórico, sino el reclamo de la necesaria riqueza y complejidad de la política. Vosotros habéis optado por un modelo puro, limpio a vuestra derecha y sobre todo a vuestra izquierda donde nos habéis dejado tiradxs a muchxs. Lo puro es estático y se da en el laboratorio como modelo teórico. La realidad social y la práxis que la transforma es sucia, impura, dinámica, mestiza, hereje, anárquica, auto-organizada, creativa, destructora, espontánea y mucha veces muta en el humo de un porro y una mancha de vino … Volved a las fuentes, dad un paso atrás para que todxs podamos dar un gran salto adelante.
Madrid, noviembre 2006. Por la memoria, la dignidad y la lucha