Hay organismos multilaterales que, de hecho, funcionan como unilaterales. Aparentan muchos lados y poseen una sola cara. Es el caso del FMI. Nunca realizó el generoso gesto de sugerir a un país deudor reducir su superávit primario. Para quien no domina la economía, superávit primario es el porcentaje del PIB que el gobierno economiza para […]
Hay organismos multilaterales que, de hecho, funcionan como unilaterales. Aparentan muchos lados y poseen una sola cara. Es el caso del FMI. Nunca realizó el generoso gesto de sugerir a un país deudor reducir su superávit primario. Para quien no domina la economía, superávit primario es el porcentaje del PIB que el gobierno economiza para destinar a los acreedores. Dinero que deja de ser utilizado en el combate al hambre, en salud y en educación, y es canalizado para pagar la deuda e(x)terna.
Don João VI (1), al retornar a Portugal, limpió las arcas fiscales. El gobierno negoció con Inglaterra un préstamo de 3 millones de libras. Fue el primer mal paso, pues el dinero era para pagar deudas y compensar los desequilibrios del presupuesto, y no para incrementar la producción y generar riquezas. Entre 1824-25, Brasil se endeudó afuera el equivalente a 12 mil millones reales.(2). Le tomó cuarenta años para pagar 5 mil millones, y gastó con intereses 60 mil millones, cinco veces lo que recibió. Martín Francisco, primer ministro de Hacienda, consideraba perniciosos los préstamos externos.
Cuando Fernando Henrique Cardoso terminó su segundo mandato en el gobierno, el superávit era del 3,75%. Entró Lula y subió a un 4,25%. Quería calmar el mercado, que lo miraba con ojos temerosos. El 4,25% consta en el papel. En la práctica, el gobierno extrae más dinero del mercado de lo que supone nuestra vana impresión. En el 2003, el gobierno tuvo a la mano, para nuevas inversiones, sólo 8 mil millones de reales. Y vía superávit canalizó 65 mil millones para amortizar los intereses de la deuda. La previsión para el 2006 es que el gobierno dispondrá de sólo 12 mil millones y entregará a los acreedores 179 mil millones. Por mucho menos Tiradentes (3) reaccionó.
Existe otro organismo multilateral llamado OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Reúne a los 30 países más ricos. Por cada US$ 1 destinado a la cooperación, los treinta desembolsan US$ 10 para actividades militares. El dato es del Informe del Desarrollo Humano, ONU/2005.
En el 2000 se gastó en armamentos US$ 524 mil millones. En el 2003, post-Bin Laden, US$ 642 mil millones. Aumentó el 25%. Y en el 2003, los 30 países destinaron a la cooperación con las naciones más pobres sólo US$ 69 mil millones. O sea, un 10% de lo que se utilizó en armas. El caso de Estados Unidos horroriza, como diría mi sobrino: el 1% de su presupuesto fue para la ayuda internacional, y un 25% para actividades bélicas.
Toda la ayuda que, durante un año, aquellos países dan al combate del SIDA representa sólo tres días de gastos en armas. Conviene acordarse que el SIDA mata cerca de 3 millones de personas por año. El hambre, 5 millones de niños por año. Genocidio. La propia ONU practica lo que critica. En el 2005, la ONU está gastando más en el mantenimiento de sus cascos azules en zonas de conflicto que toda la ayuda que los países ricos darán a África.
En Brasil, el 23 de octubre, vamos a las urnas para decidir si el comercio de armas debe o no ser prohibido en el país. Votaré sí. Respuesta 2. Según una investigación de la UNESCO, divulgada el 9 de septiembre, se demuestra que en el 2004 el número de muertos por armas de fuego cayó un 15,4% de lo que se preveía. Se salvaron 5.563 vidas. Gracias a la campaña de desarme del gobierno de Lula.
Entre el 2003 y 2004, comparados los números de víctimas de armas de fuego, hubo una caída del 8,2%. Se salvaron 3.234 vidas. Es un pequeño avance. En relación al índice de muertos es casi nada. El año pasado las balas salidas de los cañones de revólveres y fusiles, pistolas y metralletas, segaron 36.119 vidas en Brasil. Si no hubiera campaña de desarme habrían sido cerca de 42 mil muertes.
Gracias al hecho de que muchos dijeron adiós a las armas, en la región Sudeste, la caída de muertes por armas de fuego, en el 2004, fue del 20,1%, la mayor del país. Menos armas, menos muertes. Votar sí en el plebiscito de 23 de octubre es dar un sí a la vida.
El argumento de que los delincuentes continuarán armados es una falacia. Menos comercio de armas, menos posibilidad de obtenerlas. Hoy, los delincuentes actúan bajo efectos de la droga. Al ver a la víctima armada, tiran a matar. Las estadísticas comprueban que una víctima desarmada tiene más oportunidades de sobrevivir que aquella que porta un arma.
El país más violento del mundo es Estados Unidos. Más de 2 millones de presos. Lo que prueba que la violencia no es resultado de la miseria, y sí de la falta de cultura humanista. Quien aprende el gusto de matar muñequitos virtuales en videojuegos, bebe del veneno belicista. Una investigación reciente revela que en Estados Unidos 1,7 millones de niños viven en un hogar con armas. Y un tercio de los adultos posee revólveres, rifles o fusiles en casa (http://www.pediatrics.org). En el 2002, los disparos dejaron 1400 víctimas entre niños y adolescentes, de los cuáles un 90% se encontraban en casa cuando ocurrió la fatalidad.
Bush cree que la paz vendrá como resultado de la imposición de las armas. El profeta Isaías apunta el camino inverso: sólo habrá paz como hija de la justicia (32, 17). Una civilización del amor jamás será conquistada por espíritus belicistas.
(Traducción: ALAI)
N de T:
(1) Don João VI, Rey de Portugal, vivió en Brasil de 1808 a 1821.
(2) Unidad monetaria en Portugal y Brasil.
(3) Tiradentes. José Joaquín da Silva Xavier, revolucionario brasileño (1748-1792)