«Dinero para los banqueros, palos para los pobres» esa es en esencia la política que desarrollan Zapatero y Griñán contra la crisis en Andalucía. Los banqueros no tuvieron necesidad de manifestarse ni de protestar. Aunque fueran, en gran parte, responsables de la crisis, todos los gobernantes del mundo se pusieron a sus pies regalándoles el […]
«Dinero para los banqueros, palos para los pobres» esa es en esencia la política que desarrollan Zapatero y Griñán contra la crisis en Andalucía. Los banqueros no tuvieron necesidad de manifestarse ni de protestar. Aunque fueran, en gran parte, responsables de la crisis, todos los gobernantes del mundo se pusieron a sus pies regalándoles el dinero de todos. Desde Obama hasta Merkel, pasando por Gordon Brown, todos los políticos del sistema vaciaron las arcas públicas para llenar las cámaras acorazadas de los bancos privados en lo que ha constituido uno de los grandes robos de la historia de la humanidad. Y nuestro Zapatero no podía ser menos: 150.000 millones de euros. Ahí es nada.
Pero, ¿acaso no se hizo todo esto para facilitar el crédito a las familias trabajadoras? ¿No se nos dijo una y otra vez que este dinero iba a repercutir mediante créditos baratos y asequibles en nuestra mermada economía familiar? ¿No se anunció a bombo y platillo que sin estas medidas las PYMES no obtendrían créditos y no mantendrían el empleo? Todo mentira. Los ladrones de guante blanco se han forrado a costa de nuestro sudor con la complicidad criminal de estos políticos vendidos a la plutocracia.
Estamos ya en cuatro millones trescientos mil parados en España y más de un millón en Andalucía, muchas familias no sólo no pueden pagar la hipoteca ni la luz, es que ya no pueden ni alimentar a sus hijos. Los planes de inversión local auspiciados por el Gobierno -como ya se anunció- no han detenido la caída en picado del empleo, entre otras cosas porque eran insuficientes y estaban mal concebidos. Y han gastado tanto en regalar el dinero público a los banqueros que el déficit público está fuera de control. Y claro, en estas circunstancias pretenden que nos quedemos callados y quietos en nuestras casas y que confiemos en ellos.
Se equivocan una vez más. Queremos lo nuestro. No es mucho comparado con lo regalado a los bancos y a los buitres del ladrillo, no llega al 3% de lo concedido a estos cuatreros de etiqueta, apenas unos 5.000 millones de euros, pero los queremos. Los queremos porque a diferencia de ellos este dinero va directo a resolver los problemas de la gente, no en forma de subvenciones, sino de trabajo productivo. Mientras que de los 150.000 millones de los banqueros se han beneficiado las 200 familias que controlan la economía española, de los 5000 millones se beneficiarían cientos de miles de personas. Es tan poco lo que pedimos y tanto el bienestar que produciría que ningún gobernante con un mínimo de sensibilidad social podría negarse a las reivindicaciones del SAT.
Y sin embargo, estos maleantes del puño y la rosa, traidores y renegados del socialismo, a los que escupiría Pablo Iglesias, dan órdenes estrictas a sus esbirros para machacar las justas protestas del pueblo trabajador andaluz. Pensaron que «dándole una buena tunda a estos del SOC» nos callaríamos y les dejaríamos tranquilos. Decidieron que había que darle un escarmiento a Cañamero porque lo del brazo de Gordillo no fue suficiente. Y ellos pueden hacerlo porque tienen el poder del terrorismo legal, de la violencia institucionalizada. Dieron sus órdenes y el resultado lo tenéis a la vista. Hay que decirlo alto y claro: es el PSOE quién nos ha pegado, humillado, vejado y maltratado.
Y si piensan que su brutal escarmiento ha tenido algún resultado se equivocan. Los moratones son las medallas de esta lucha, el reconocimiento de que vamos por el buen camino y que les hace daño lo que estamos haciendo. Los compañeros detenidos lo dijeron con sinceridad y franqueza: esto nos hace tener más coraje, fuerza y rebeldía para seguir luchando. Sigamos su ejemplo y sacrificio. Esto sólo acaba de empezar.
Javier García es miembro del Cté. Nacional del SAT