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Cronopiando

¿Dónde están las otras víctimas?

Fuentes: Rebelión

¿Dónde están las otras víctimas, esas que ni derecho al nombre tienen? ¿Dónde están esas otras víctimas a las que también se ha despojado del consuelo a la memoria colectiva? ¿Dónde están esas otras víctimas que no se saben, que no se cuentan, que no asisten a congresos y para las que el Estado ni […]

¿Dónde están las otras víctimas, esas que ni derecho al nombre tienen? ¿Dónde están esas otras víctimas a las que también se ha despojado del consuelo a la memoria colectiva? ¿Dónde están esas otras víctimas que no se saben, que no se cuentan, que no asisten a congresos y para las que el Estado ni siquiera reserva la compensación de la justicia?

¿Dónde están las familias de aquellos cuatro parroquianos del bar Aldana de Barakaldo muertos a tiros por pistoleros a sueldo del Estado? ¿Dónde los familiares de los dos jubilados que jugaban cartas en el bar Hendayés cuando fueron ametrallados? ¿Cuándo recibirán sus hijos la medalla de oro del Gobierno de Navarra? ¿Cuándo serán honrados como víctimas del terror que asesinó a sus padres?

¿Dónde están las otras víctimas?

¿En qué página y de qué periódico compartirá su dolor con todos la familia de Santi Brouard, asesinado a los 65 años en la consulta que como pediatra tenía en su pueblo? ¿Qué noticiero informativo se hará cargo de su indignación por la impunidad de su crimen, por el olvido de su muerte? ¿A qué tribunal, a qué Defensor del Pueblo podrá recurrir su familia en busca de justicia?

¿Dónde están las otras víctimas?

¿En qué medio de comunicación, a través de qué cadena radial podremos reconocer y acompañar el llanto de la familia de Xabier Galdeano, periodista de Egin, asesinado por los mismos pistoleros a sueldo del Estado?

¿Cómo conocer el dolor de la familia del joven navarro Juan Carlos Goena, huído a Francia para no hacer el servicio militar y muerto a manos de los mismos impunes matarifes?

¿Dónde están las otras víctimas?

¿Recibirán los reyes de España a los familiares de Zabalza, aquel conductor de autobuses de Donostia que se «arrojó» al río Bidasoa para huir de la Guardia Civil y que no tuvo antes la precaución de quitarse las esposas o aprender a nadar? ¿Les hará saber el príncipe a los familiares de Zabalza que nunca estarán solos?

¿Qué eminencia religiosa recibirá a los torturados, a los familiares de los que, como Arregi, «se les quedó en las manos»?

¿Dónde están las otras víctimas?

¿Dónde los familiares de Gladys del Estal, aquella joven, casi niña, ecologista venezolana en bicicleta, asesinada de un tiro en la cabeza por un guardia civil en Tudela? ¿También a ellos alcanzará la ayuda del Estado?

¿Habrá algún Nobel de la Paz, algún premio Sajarov para los familiares del joven navarro Germán Rodríguez, asesinado por la Policía en Pamplona durante los Sanfermines de 1978?

¿Guardarán un minuto de silencio los diputados del Estado cuando se cumpla un nuevo aniversario del asesinato de Yosu Muguruza en recuerdo de su compañero asesinado en un restaurante de Madrid? ¿En qué congreso de víctimas del terrorismo será recibida su viuda, su hija?

¿Dónde están las otras víctimas?

¿Alguien puede decirme a qué forum, a qué gesto han sido invitados los familiares de Angel Berruete, castellano de origen y vecino de Iruña, asesinado a tiros y puñaladas por un policía y su hijo luego de negarse a colocar un cartel en su propia panadería tras los sucesos del 11 de marzo en Madrid?

¿Alguien sabe dónde están las otras víctimas?

¿Y sus victimarios? ¿Alguien puede aclararme dónde es que están los victimarios de las otras víctimas? ¿Queda alguno en la cárcel?

«Ni se ha probado ni se probará», declaraba hace ya muchos años un ex presidente de gobierno cuando algún distraído periodista lo cuestionaba con respecto a las decenas de asesinatos atribuidos a los llamados Grupos Armados de Liberación (GAL). «Ni se ha probado ni se probará». Antes fueron los Guerrilleros de Cristo Rey, Antiterrorismo ETA, Batallón Vasco-Español, Trile A, Grupos Armados Españoles y otros muchos nombres y siglas que escondían a la misma banda terrorista, financiada y armada por todos los gobiernos que se sucedieran en la conducción del Estado. «Y ni se ha probado ni se probará», repetía aquel que fungiera como «señor X» y que, naturalmente, también se hizo presente en la pasada cumbre de víctimas del terrorismo realizada en Valencia, como reconocido experto en la materia. No fue el único: Fraga, Martín Villa, Barrionuevo, Ballesteros…

¿Cuántos entre los escasos que fueron juzgados y de los que, aún menos fueron condenados, quedan en la cárcel? ¿Hay alguno preso?

¿Intervendrá la justicia española con la misma prestancia y diligencia para evitar que los asesinos de Tomás Alba salgan libres antes de cumplir sus condenas? ¿O es que no fueron condenados entónces? ¿Dónde están los victimarios? ¿Construirá el ministro de Justicia del Estado español nuevos cargos para evitar la libertad de los secuestradores de Segundo Marey? ¿Llegará tarde el señor ministro?

¿Dónde están las otras víctimas?

Cierto que nadie va nunca a olvidar, que la memoria seguirá escociendo cada vez que palpemos las heridas pero, por encima de olvidos y memorias, algo habrá que hacer para que podamos solventar las diferencias sin un tiro en la nuca o un tiro en la sien, sin secuestrados presos ni presos secuestrados, algo habrá que hacer para poner término a un conflicto que necesita voces, no mordazas; caminos, no desvíos; razón, justicia y derecho.

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